COMENTARIO AL EVANGELIO SEGÚN SAN
LUCAS
Lección nº 1:
INTRODUCCIÓN
Lucas 1: 1-4
El Autor de un Libro único
Se
ha dicho que el Evangelio según San Lucas es el libro más maravilloso del
mundo. La tradición ha creído siempre que Lucas fue su autor, y no tenemos por
qué dudarlo.
Lucas
era gentil; tiene la característica exclusiva de ser el único escritor del
Nuevo Testamento que no era judío. Era médico de profesión (Colosenses
4:14), y tal vez eso era lo que le daba la gran ternura que poseía.
El
libro está dedicado a un hombre que se llamaba Teófilo. Se le llama Excelentísimo
Señor, que era el título que se daba normalmente a los altos
funcionarios del gobierno romano. No hay duda de que Lucas escribió su libro
para hacerle saber más de Jesús a un honrado buscador; Teófilo debe de haber
atraído su corazón más cerca del Jesús del que ya tenía noticias.
Para los gentiles…
Está
claro que Lucas escribió principalmente para los gentiles. Teófilo era gentil,
lo mismo que Lucas, y no hay nada en su evangelio que no pudiera captar o
entender un gentil.
Lucas
empieza fechando un acontecimiento en referencia al emperador romano
y al actual gobernador romano. La
fecha romana aparece en primer lugar.
A
diferencia de Mateo, Lucas no tiene, interés especial en presentar la vida de
Jesús como el cumplimiento de las profecías judías y rara vez cita el Antiguo
Testamento y además tiene la costumbre de dar los nombres hebreos en su
equivalente griego para que le puedan entender los de cultura griega… En la
genealogía de Jesús no se remonta sólo hasta Abraham, el patriarca del pueblo
de Israel, como hace Mateo, sino hasta Adán, el primer hombre y fundador de la
raza humana (cp. Mateo 1:2, con Lucas
3:38).
Por
todo lo dicho Lucas es el más fácil de leer de los cuatro evangelios. Fue
escrito no para los judíos, sino para personas parecidas a nosotros.
Un Evangelio universal
Pero
la característica más sobresaliente de Lucas es que es el evangelio universal:
desaparecen todas las barreras, y Jesucristo es para todo el mundo, sin distinción.
El
Reino de los Cielos no se les cierra a los samaritanos (Lucas
9:51-56) y además Lucas es el único que nos cuenta la
parábola del Buen Samaritano (10:30-37). El único leproso agradecido era
samaritano (17:11-19)…
Lucas
nos muestra a Jesús hablando con aprecio de los gentiles, a los que un judío
habría considerado impuros. Nos presenta a Jesús citando a la viuda de Sarepta
y al sirio Naamán como brillantes ejemplos (4:25-27), y alabando al centurión
romano por tener más fe que nadie en todo Israel (7:9). Lucas nos conserva
aquella gran afirmación de Jesús de que “vendrán del Oriente y del Occidente,
del Norte y del Sur, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios” (13:29).
Lucas
tiene un interés prioritario en los pobres. Cuando María trae la ofrenda para
su purificación, es la de los pobres (2:24). Cuando Jesús les está presentando,
como si dijéramos, sus credenciales a los emisarios de Juan el Bautista, el
clímax es: “a los pobres se les anuncia el Evangelio” (7:22). Lucas es el único
que nos cuenta la parábola del Rico y Lázaro (16:19-31). En el pasaje de las
bienaventuranzas, Lucas no pone, como Mateo (5:3): “Bienaventurados los pobres
en espíritu”; sino “Bienaventurados vosotros los pobres” (Lucas
6:20). Algunos han llamado a Lucas “el evangelio de los marginados”. Y
es verdad que a Lucas se le conmueve el corazón ante cualquiera que se enfrenta
con la vida en inferioridad de condiciones.
Por
encima de todo Lucas nos presenta a Jesús como el amigo de los marginados y de
los pecadores. Lucas es el único que nos habla de la mujer que ungió los pies
de Jesús y los lavó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos en casa del
fariseo Simón (7:36-50); de Zaqueo, el publicano colaboracionista (19:1-10);
del ladrón arrepentido (23:43), y Lucas es el único que nos ha conservado la
inmortal parábola del Hijo Pródigo y de su amante padre (15:11-32).
Entre
todos los evangelistas Lucas es el que mejor comprende que el amor de Dios no
tiene límites.
Búsqueda e inspiración
Lucas 1: 1-4
La
introducción de Lucas es la única entre los cuatro evangelios en la que el
autor sale a escena y usa el pronombre personal “yo”. Hay que subrayar tres
cosas en este pasaje:
-Es
el mejor griego de todo el Nuevo Testamento. Lucas usa aquí la misma forma de
introducción que habían usado todos los grandes historiadores griegos.
Es
como si se dijera: “Voy a escribir la historia más importante del mundo, y sólo
lo mejor es digno de ella...”
-Es
sumamente significativo que a Lucas no le satisfacían las vidas de Cristo de
los demás: tenía que tener la suya. La verdadera religión no es nunca de
segunda mano, sino un descubrimiento personal…Lucas siguió buscando, porque
quena encontrar más plenamente a Jesús por sí mismo.
-No
hay pasaje de la Biblia que arroje más luz que éste sobre la doctrina de la
inspiración de las Sagradas Escrituras. Ningún creyente negaría que el
evangelio de Lucas es un documento inspirado; y sin embargo su autor empieza
diciéndonos que es el producto de la más cuidadosa investigación histórica.
La
inspiración no le llueve del Cielo al que se sienta con los brazos cruzados y
se limita a esperar; sino al que piensa, y busca, e investiga. La verdadera
inspiración viene cuando el revelador Espíritu de Dios le sale al encuentro a
la buscadora mente del hombre. Dios da su Palabra, pero se la da al que la
busca (Mateo 7:7).
Lección nº 2:
DOS ANUNCIOS Y UN HERMOSO HIMNO
Lucas 1: 5-56
La promesa a Zacarías
Lucas 1: 5-25
Zacarías,
el personaje principal de esta escena, era sacerdote. Pertenecía a la orden de
Abías. Todos los descendientes directos de Aarón, el hermano de Moisés, eran
sacerdotes de nacimiento. Esto hacía que hubiera demasiados sacerdotes para
todos los propósitos ordinarios.
Estaban
divididos en veinticuatro órdenes o secciones. No ejercían el sacerdocio todos
más que en Pascua, Pentecostés y la fiesta de los Tabernáculos. El resto del
año cada orden ministraba dos períodos de una semana cada uno. Los sacerdotes
que amaban su ministerio estaban deseando que les llegara su semana de turno,
que era lo más importante de su vida.
Los
sacerdotes se tenían que casar con mujeres que fueran de pura raza judía, y
constituía un mérito especial el casarse con una descendiente de Aarón, que era
el caso de Elisabet, la mujer de Zacarías.
Los
sacrificios de la mañana y de la tarde se ofrecían por toda la nación. Antes
del sacrificio de la mañana y después del de la tarde se quemaba incienso en el
altar del incienso, para que los sacrificios se elevaran, como si dijéramos,
envueltos en un aroma agradable. Era posible que a muchos sacerdotes no les
correspondiera quemar incienso en toda la vida; pero si le tocaba en suerte,
aquel día era el más grande de la vida de un sacerdote, el más deseado y
esperado. Y aquel día le tocó en suerte a Zacarías…
Pero
había una tragedia en la vida de Zacarías: su esposa y él no tenían hijos.
Estoo era considerado casi una maldición... La esterilidad era causa suficiente
para el divorcio. Por tanto, no nos sorprendería que Zacarías, aun en este su
gran día, estuviera pensando en su tragedia personal y la tuviera presente en
sus oraciones. Y entonces tuvo aquella maravillosa visión y recibió el gozoso
mensaje de que, aunque ya había perdido toda esperanza, le nacería un hijo.
Se
quemaba el incienso y se hacía la ofrenda en el atrio más interior del templo,
el Atrio de los Sacerdotes. Mientras se ofrecía el sacrificio, la congregación
se agolpaba en el siguiente atrio, el Atrio de los Israelitas. El sacerdote que
había oficiado el sacrificio de la tarde tenía el privilegio de salir a la barandilla
que separaba ambos atrios para bendecir desde allí a los presentes.
La
gente se sorprendía de que Zacarías se retrasara tanto. Cuando por fin
apareció, no podía hablar, y la gente comprendió que había tenido una visión. Y
así, en un deslumbramiento inefable de gozo Zacarías terminó su semana de
servicio y se marchó a casa; y allí y entonces empezó a hacerse realidad el
mensaje de Dios, y Elisabet se dio cuenta de que iba a tener un niño.
El mensaje a María
Lucas 1: 26-38
María
era la prometida de José. El compromiso matrimonial duraba un año, y era tan
indisoluble como el matrimonio; sólo se podía romper por la muerte o por el
divorcio. Si moría el hombre que estaba prometido con una mujer, ella era viuda
a los ojos de la ley. En las leyes de los judíos encontramos a veces la extraña
frase “una virgen que es viuda”….
En
este pasaje nos encontramos frente a frente con una de las doctrinas más
controvertidas de la fe cristiana: el nacimiento virginal de Jesús. Hay dos
grandes razones para aceptarla.
a)
El sentido literal de este pasaje, y todavía más del de Mateo
1:18-25, no deja lugar a dudas de que Jesús nació de María sin la
intervención de un padre humano.
b)
Es natural aceptar que, puesto que Jesús fue una persona extraordinaria y
absolutamente única, su e
entrada
en el mundo también lo fue.
Además
es fundamental entender que al ser concebidos todos los seres humanos heredamos
aquella tendencia a pecar que nos legó Adán; la concepción virginal de Jesús
rompe esta tendencia y debe ser entendida fundamentalmente desde esta
perspectiva... Esto no quiere decir que Jesús estaba exento de la posibilidad
de pecar. En esto Jesús es igual a Adán (Romanos 5: 12 y siguientes).
La
sumisión de María es realmente encantadora: “Yo soy la esclava del Señor”,
respondió María al ángel sencillamente; “que haga conmigo como ha dispuesto y
tú me has dicho”... Estaba dispuesta a aceptar lo que Dios decidiera. No hizo
preguntas, ni puso condiciones; puesto que había sido Dios quien lo había
decidido.
Es
ejemplar la sencillez y la humildad con que María recibió el mensaje de Dios
que había de transformar radicalmente su vida. No tenemos ni el más mínimo
indicio de que se considerara digna de aquel honor, ni de que creyera merecer
ningún trato especial de los hombres o de Dios por ser la madre del Mesías.
Lejos de recluirse en algún lugar seguro, en el pasaje siguiente la veremos
emprender un molesto viaje, sin duda para ir a ayudar a Elisabet en las
molestias del embarazo en edad muy avanzada.
Aquel
extraordinario favor de Dios, la más grande bienaventuranza que podía recibir
una mujer, le traería muchas pruebas, como la huida y el destierro, hasta la
suprema de ver a su amado hijo en la cruz.
Una paradoja…
Lucas 1:39-45
Esta
es una maravillosa exposición lírica de la bienaventuranza de María. En ninguna
vida se ve más clara que en la suya la paradoja de la bienaventuranza. A María
se le concedió la bienaventuranza de ser la madre del Hijo de Dios. Bien podía
llenársele el corazón de una alegría trémula y maravillada por tan gran
privilegio. Y sin embargo, esa misma bienaventuranza iba a ser como una espada
que le atravesara el corazón; porque conllevaba el destino de ver un día a ese
hijo clavado en una cruz.
La
inquietante realidad es que Dios no escoge a una persona para darle
tranquilidad y comodidad y disfrute egoísta, sino para una misión que requerirá
todo lo que la mente y el corazón y las fuerzas puedan dar de sí. Dios escoge
a una persona para usarla…
Cuando
somos conscientes de esta verdad, los dolores y las dificultades que conlleva
el servicio de Dios dejan de ser tema de lamentaciones y se convierten en
nuestra gloria, porque todo lo sufrimos por el Señor. Jesucristo no vino para
hacer la vida fácil, sino para hacer grandes a los hombres.
Un himno maravilloso
Lucas 1:46-56
Este
pasaje se ha convertido en uno de los grandes himnos de la Iglesia, el Magníficat.
Nos recuerda a los salmos del Antiguo Testamento, y se parece
especialmente al cántico de Ana, de 1 Samuel 2:1-10.
Habla
de tres de las obras más notables de Dios respecto a los hombres:
a-
Ha dispersado a los arrogantes con todos sus proyectos.
Este
es un cambio moral. El Evangelio es la muerte del orgullo,
porque si uno coloca su vida al lado de la de Cristo, solo puede sentirse
infinitamente pequeño y el orgullo por lo tanto se esfuma.
Cristo
hace que nos veamos a nosotros mismos. Eso le da el golpe de muerte al orgullo.
b-
Ha arrojado de sus tronos a los poderosos, y ha exaltado a los humildes.
Este
es el cambio social. El Evangelio pone fin a las etiquetas y
al prestigio del mundo. Cuando nos damos cuenta de lo que Cristo hizo por todas
las personas, ya no queda ninguna que podamos considerar despreciable. Las
categorías sociales desaparecen.
c-Ha
saciado a los hambrientos con alimentos deliciosos, y ha despachado a los ricos
con las manos vacías...
Esta
es el cambio económico. Una sociedad no
cristiana es una sociedad materialista en la que cada cual pretende acaparar
todo lo que pueda. Una sociedad cristiana es aquella en la que nadie querría
tener demasiado mientras otros tienen muy poco.
El
Magníficat tiene su propio encanto, pero hay
dinamita en ese encanto: El Evangelio genera un cambio transformador en cada
persona, y en el mundo.
Lección nº 3:
LA MISIÓN DE EL NIÑO Y UNA
DESCRIPCIÓN
DEL EVANGELIO
Lucas 1: 57-80
¿Qué será de este niño?
Lucas 1: 57-66
En
Israel, el nacimiento de un niño era una ocasión festiva. Cuando se aproximaba
la fecha, se reunían cerca de la casa los amigos y los músicos locales. Especialmente
si era un hijo varón…
Así
es que en la casa de Elisabeth había doble motivo de gozo: por fin había tenido
un niño, y era varón.
A
los ocho días de nacer se circuncidaba y se ponía nombre a los niños. A las
niñas se les podía poner nombre en cualquier momento durante su primer mes de
vida.
En
Israel, los nombres eran descriptivos. Algunas veces recordaban algún detalle
de su nacimiento, como en el caso de Esaú y Jacob (Génesis 25:25,
26). Otras veces describían al bebé: Labán, por
ejemplo, quiere decir blanco o rubio. A
veces se le ponía el nombre del padre. A menudo el nombre describía la alegría
de los padres: Samuel y Saúl, por
ejemplo, querían decir pedido (a Dios). Elisabeth,
para sorpresa de los presentes, dijo que su hijo se tenía que llamar Juan, y
Zacarías también manifestó el mismo deseo.
Juan
es la forma breve de Yehojanán,
que quiere decir “Regalo de Jehová”, o
“Jehová es misericordioso”... Era el nombre que Dios había dicho
que se le pusiera al niño, y que describía la gratitud de los padres por tan
precioso y ya inesperado regalo de Dios.
Todos
los conocidos y los que se enteraban del maravilloso suceso se preguntaban:
“¿Qué llegará a ser este niño?”… Es que la mano del Señor se vio en Juan desde
su concepción.
Debemos
por tanto ubicarnos en la piel de Zacarías y Elisabeth al nacer este niño… Al
ser una obra notable de Dios en sus vidas, este niño era una gran
responsabilidad.
Y
por cierto que Juan tenía un lugar especial en los planes divinos: Zacarías y
Elisabeth no podrían descuidar su protección, guía y preparación para que
aquella bendición cumpliera con los propósitos de Dios.
La visión de Zacarías
Lucas 1: 67-74
Zacarías
tuvo una gran visión de la misión de su hijo; le reconoció como el profeta y
precursor que había de preparar el camino del Señor.
Todos
los judíos devotos esperaban y anhelaban el día en que habría de venir el
Mesías, el Rey ungido por Dios. La mayor parte de ellos creían que, antes de
que viniera, un precursor anunciaría su llegada y le prepararía el camino.
La
creencia más general era que Elías volvería a la Tierra con esta misión (Malaquías
4:5)… Zacarías pudo percibir, sin dudas por revelación del Espíritu
Santo, que aquel niño, su hijo, sería el escogido por Dios para preparar el
camino delante del Ungido de Dios.
Una descripción del camino del Evangelio
Lucas 1: 75-80
Los
versículos 75-77 nos dan una gran descripción del camino del Evangelio:
a-La
preparación.
Todo
en la vida es una preparación que nos conduce a Cristo…Aun las circunstancias
que nos parezcan más difíciles o aun aquellas que nos resultan casi imposible
de entender, son obras de Dios que nos mueven en esa dirección… Esto es algo
que el Señor hace en la vida de todos los hombres, aunque muchos de ellos no lo
entiendan, no lo acepten y, finalmente, se pierdan.
b-El
conocimiento.
Nadie
sabía, a ciencia cierta, cómo es Dios hasta que vino Jesús a decírnoslo. Los
griegos hablaban de un dios impasible, por encima de la alegría y del dolor,
observando a los humanos con tranquila indiferencia; no se esperaba su ayuda… Los judíos tenían un Dios exigente, que
imponía una ley y cuya función era la del juez. Aquello no producía más que
terror…
Pero
Jesús vino para decirnos que Dios es amor, y la gente sólo podía decir con
sorpresa y encanto: “¡Nunca nos habríamos imaginado que Dios era así!”…
c-El
perdón.
Una
cosa debemos tener clara a este respecto: no se trata tanto de dejar sin efecto
el castigo como de restablecer nuevamente la relación del hombre pecador con
Dios… Nada nos puede librar de ciertas consecuencias de nuestros pecados; pero
a partir del mensaje del Evangelio, aquel alejamiento de Dios se convierte en
amistad, el Dios distante se hace cercano, y el Dios temido es ahora el Dios
que nos ama.
d-Andar
por los caminos de la paz.
Paz
en hebreo no quiere decir solamente ausencia de guerra, sino
todo lo que comprende el sumo bien del hombre. Y por medio de Cristo se le
capacita al hombre para andar por los caminos que conducen a todo lo que
significa una vida plena de acuerdo con los propósitos divinos…
Lección nº 4:
EL VIAJE A BELÉN, EL NACIMIENTO
Y LAS CEREMONIAS
Lucas 2: 1-24
El viaje y el nacimiento
Lucas 2: 1-7
En
el Imperio Romano se hacían censos periódicos con el doble objetivo de fijar
los impuestos y de descubrir a los que tenían que hacer el servicio militar
obligatorio. Los judíos estaban exentos del servicio militar, así es que en su
caso el censo se hacía para los impuestos.
Los
censos se hacían cada catorce años, y hay documentos que nos indican que se
establecía que cada ciudadano debía volver a su lugar de origen para ser
empadronado porque en Judea, donde todavía se mantenían los antiguos lazos
tribales y familiares, los hombres tendrían que ir a los respectivos lugares de
origen de sus antepasados.
Habría
unos 130 kilómetros de Nazaret a Belén… El alojamiento de los viajeros era muy
primitivo. La posada oriental consistía en una serie de habitaciones que daban
a un patio común. Los viajeros llevaban sus provisiones, y lo único que proveía
el posadero era forraje para los animales y fuego para hacerse la comida.
El
pueblo estaba abarrotado, y José y María no encontraron alojamiento; así es que
fue en el patio comunal, donde descansaban los animales, en donde María tuvo
que dar a luz. Los pañales eran trozos cuadrados de paño con una tira como una
venda que salía diagonalmente de uno de los picos. Se envolvía al bebé en el
paño cuadrado, y luego se le iban dando vueltas alrededor del cuerpo con la
tira de tela para que quedara bien sujeto. La palabra que traducimos como pesebre
se refiere al lugar donde se echaba de comer a los animales; y allí María
tuvo a su bebé “y lo envolvió en pañales”…
El
que no encontraran habitación en la posada fue sintomático de lo que había de
sucederle a Jesús. No hubo sitio para él nada más que en una cruz… Y aún muchos
corazones se le siguen cerrando, como aquel mesón.
Los ángeles y los pastores
Lucas 2: 8-20
Es
maravilloso pensar que a los primeros a los que Dios comunicó la buena noticia
fueron unos sencillos pastores…
Los
más religiosos de aquellos tiempos despreciaban a los pastores porque no podían
cumplir todos los detalles de la ley ceremonial; no se podían lavar las manos
meticulosamente, ni observar todos los otros preceptos y reglas, porque tenían
que atender a las necesidades de los rebaños.
Fueron
hombres sencillos que estaban trabajando en el campo los primeros que
recibieron el mensaje de Dios.
Pero
es probable que estos fueran unos pastores bastante especiales. Para proveer
los corderos perfectos para los sacrificios, las autoridades del templo tenían
sus rebaños particulares, y sabemos que los sacaban a pastar en los alrededores
de Belén. Es probable que estos pastores se encargaran de cuidar de los rebaños
de los que se escogían los sacrificios del templo. Es hermoso pensar que los
pastores que cuidaban de los corderos que se sacrificaban en el templo fueron
los primeros en ver al Cordero de Dios que había venido a llevar los pecados
del mundo.
Ya
hemos visto que cuando nacía un niño se reunían los músicos del pueblo para
celebrarlo y darle la bienvenida con su sencilla música. Jesús nació en un
establo de Belén, que no era donde residían sus padres, así es que no se pudo
llevar a cabo la fiesta; pero es notable que, aunque no había músicos del
pueblo, los músicos del Cielo ocuparon su lugar, y los ángeles le cantaron a
Jesús la bienvenida que no pudieron cantarle los hombres.
En
estas lecturas nos hemos venido dando cuenta de la ruda sencillez que rodeó al
nacimiento del Hijo de Dios. Tal vez habríamos esperado que, si era necesario
que naciera en la Tierra, nacería en un palacio o en una mansión señorial.
Es
una verdad preciosa del Evangelio que tenernos un Dios que sabe cómo vivimos,
porque ha asumido nuestra vida sin reservarse ningún privilegio.
Las ceremonias antiguas
Lucas 2: 21-24
En
este pasaje vemos que se cumplieron después del nacimiento de Jesús las tres
antiguas ceremonias relativas al nacimiento del primer hijo varón de una
familia judía:
a-La
circuncisión.
Todos
los niños judíos se circuncidaban a los ocho días de nacer. Esta ceremonia era
tan sagrada que se podía llevar a cabo hasta en sábado, aunque la ley prohibía
que se hiciera ese día nada que no fuera absolutamente esencial. Ese día se le
ponía nombre al niño.
b-La
redención del primogénito.
Según
la ley (Éxodo 13:2), todo primogénito varón, o macho
en el caso del ganado, estaba consagrado al Señor. Así pues había una ceremonia
que se llamaba la Redención del Primogénito (Números 18:16), y
que consistía en pagar cinco siclos para, en forma simbólica, los padres
pudieran seguir teniendo a su hijo.
c-La
purificación después del parto.
La
mujer quedaba impura cuarenta días si había tenido un hijo varón, y ochenta en
el caso de una mujer… Podía vivir normalmente en su casa y hacer sus trabajos
diarios, pero no podía entrar en el templo ni participar en ceremonias
religiosas. Al cumplirse ese tiempo tenía que traer al templo un cordero de un
año para holocausto y un pichón para expiación. Era un sacrificio bastante
costoso, así es que la ley establecía que si no se podía ofrecer un cordero se
podía traer otro pichón. La ofrenda de los dos pichones en vez de la del
cordero y el pichón se llamaba técnicamente “la ofrenda de
los pobres”, y esa fue la que ofreció María.
De
nuevo vemos aquí que Jesús nació en un hogar sencillo y humilde, y sin lujos;
un hogar en el que se tenía que tener cuidado con el dinero…
Estas
tres ceremonias nos parecerán extrañas y antiguas; pero las tres expresaban la
convicción de que un hijo es un don de Dios. De todos los dones de Dios, del
que más se nos van a pedir cuentas es del de un hijo. Y José y María lo sabían
bien…
Lección nº 5:
DOS PACIENTES ANCIANOS Y LA
VISITA A JERUSALÉN
Lucas 2: 25-52
La espera paciente
Lucas 2: 25-35
No
había judío que no creyera que su nación era el pueblo escogido de Dios, pero
los judíos no podían dejar de de darse cuenta de que no sería por medios
humanos por los que su nación pudiera llegar a alcanzar la suprema grandeza que
creían que le estaba reservada.
Con
mucho la mayoría de ellos creía que, como los judíos eran el pueblo escogido,
estaban destinados a llegar a ser algún día los amos del mundo y los señores de
todas las naciones. Para traer ese día, algunos creían que vendría del Cielo
algún gran campeón; otros creían que surgiría otro rey de la dinastía de David
que devolvería al pueblo toda su antigua grandeza, y otros creían que Dios
mismo intervendría directamente en la historia de manera sobrenatural.
En
contraste con ellos había unos pocos a los que llamaban los
reposados de la tierra: no tenían sueños de grandeza, violencia
o poder de ejércitos con banderas; creían en una vida de constante oración y de
reposada pero vigilante espera hasta que Dios interviniera. Pasaban la vida
esperando tranquila y pacientemente en Dios…
Así
era Simeón: en oración, en adoración, en humilde y fiel expectación, esperaba
el día en que Dios había de consolar a su pueblo. Dios le había prometido por
medio del Espíritu Santo que no llegaría al final de su vida sin haber visto al
Ungido de Dios. En el niño Jesús reconoció al Rey prometido, y se sintió feliz.
Ahora estaba preparado para partir de esta vida en paz, y su cántico se conoce
como el Nunc Dimittis,
por sus dos primeras palabras en latín, y es otro de los grandes
himnos de la Iglesia Cristiana.
En
el versículo 34 Simeón da una especie de resumen de la obra y el destino de
Jesús:
a-Será
la causa de que muchos caigan.
Este
es un dicho duro y extraño, pero cierto. No es tanto Dios el que juzga a un
hombre, sino que es el hombre el que se juzga a sí mismo; y su juicio resulta
de su reacción de aceptación o rechazo
frente a la ofrenda de Jesucristo.
b-Será
la causa de que muchos se levanten…
Es
la mano de Jesús la que levanta al hombre de la vieja vida a la nueva vida, del
pecado a la bondad, de la vergüenza a la gloria.
c-Se
enfrentará con mucha oposición.
Ante
Jesucristo no cabe la neutralidad: o nos rendimos a Él o estamos en guerra
contra Él… Y lo trágico de la vida es que el orgullo no nos deja hacer la
rendición que conduce a la victoria.
Una preciosa anciana
Lucas 2: 36-40
Ana
también era una de los “reposados de la tierra”. De ella no sabemos nada más
que lo que nos dicen estos versículos; pero Lucas nos traza en ellos un
verdadero boceto de su carácter.
Ana
era viuda. Sabía lo que era el sufrimiento, pero no estaba amargada. El
sufrimiento puede producir en nosotros una de dos cosas: o nos hace duros,
amargados, resentidos y rebeldes a Dios, o nos hace más amables, tiernos y
compasivos; puede hacernos perder la fe, o arraigarla aún más en nuestro
corazón. Tenía ochenta y cuatro años… Era
anciana, pero no había perdido la esperanza; si creemos que
Dios está interesado en nuestra vida, y que no retira su mano del timón,
estaremos seguros de que lo mejor está todavía por venir, y los años no nos
harán nunca perder la esperanza.
Ana
pasaba la vida en la casa de Dios y con el pueblo de Dios… Y
nunca dejaba de orar.
Los
años habían dejado a Ana sin amargura y con una esperanza inquebrantable,
porque día tras día se mantenía en contacto con el que es la fuente de toda
fuerza, y en cuya fuerza se perfecciona nuestra debilidad.
“En los asuntos de mi Padre…”
Lucas 2: 41-52
Jesús
fue haciéndose mayor en carácter y en estatura, y se ganaba el aprecio de Dios
y de los hombres.
Este
es un pasaje muy importante de los evangelios.
La
ley establecía que todo judío adulto que viviera a no más de veinticinco
kilómetros de Jerusalén tenía que asistir a la Pascua. De hecho, todos los
judíos que vivían más lejos querían ir a la fiesta por lo menos una vez en la
vida.
Un
joven judío alcanzaba la mayoría de edad a los doce años
y tenía que cumplir todas las obligaciones que imponía la ley. Es
posible que Jesús fuera entonces a Jerusalén por primera vez. Podemos
figurarnos la impresión que le harían la santa ciudad, el templo y todas las
ceremonias sagradas.
Cuando
sus padres iniciaron la vuelta, Jesús se quedó atrás. No fue por descuido por
lo que no le echaron de menos. Lo corriente era que las mujeres de la caravana
se pusieran en camino bastante antes que los hombres, porque iban más despacio.
Los hombres salían después, y las alcanzaban donde habían decidido pasar la
noche. Esta era probablemente la primera Pascua de
Jesús, y lo más probable es que José pensara que estaba con María, y viceversa,
así es que no se dieron cuenta de que faltaba hasta que llegaron al campamento
de la tarde.
Como
no le encontraron entre los parientes y vecinos, se volvieron a Jerusalén. En
el tiempo de la Pascua el sanedrín tenía costumbre de reunirse en los atrios
del templo para discutir cuestiones teológicas en presencia de todos los que quisieran
escuchar. Y fue allí donde encontraron a Jesús. No debemos pensar que se
trataba de un niño precoz que dejaba apabullados con su inteligencia a los más
sabios. Escuchar y hacer preguntas era la manera en que
los judíos expresaban la relación de los alumnos que aprendían de sus maestros.
Jesús estaba escuchando las discusiones y mostrando mucho interés en conocer y
comprender, como ávido estudiante.
Y
ahora viene uno de los pasajes clave de la vida de Jesús. María le dijo: “Tu padre
y yo hemos estado muy preocupados, buscándote por todas partes”...
“¿Por
qué tuvisteis que buscarme?” -contestó Jesús-; “¿Es que no sabíais que en los
asuntos de mi Padre debo estar?”
Fijémonos
con cuánta cortesía, pero también con cuánta claridad Jesús toma el nombre de padre
que María ha usado refiriéndose a José, y se lo aplica a Dios…
En
algún momento Jesús tiene que haber descubierto su relación única y exclusiva
con Dios. No podía saberlo cuando era un bebé acostado en el pesebre, o en los
brazos de su madre. Pero en aquella primera Pascua, en la aurora de la mayoría
de edad, manifestó que ya se había dado cuenta de que era el Hijo de Dios en un
sentido único y exclusivo.
Pero,
fijémonos en que el descubrimiento no le hizo orgulloso, ni mirar por encima
del hombro a sus humildes padres terrenales, la gentil María y el laborioso
José. Lucas nos dice: “Jesús volvió con ellos a Nazaret, y los obedecía
en todo”… El hecho de ser el Hijo de Dios le hizo ser el hijo perfecto de
sus padres humanos.
Lección nº 6:
EL MENSAJERO DEL REY
Lucas 3: 1-20
El mensajero del Rey
Lucas 3: 1-6
Para
Lucas, el surgimiento de Juan el Bautista fue una de las bisagras que hicieron
girar a la Historia. Hasta tal punto lo considera un acontecimiento importante
que lo fecha con no menos de seis datos diferentes.
Tiberio
fue el sucesor de Augusto, y llegó a ser único emperador el año 14 d.C. Por
tanto, el año decimoquinto de su mandato imperial sería 28-29 d.C. Lucas
empieza a fechar el surgimiento de Juan el Bautista en relación con la historia
universal, es decir, con el Imperio Romano.
Los
tres datos siguientes que nos da Lucas se refieren a la organización política
de Palestina. El título de tetrarca quiere
decir literalmente gobernador de la cuarta parte… Más
tarde el término se hizo más general, y quería decir el
gobernador de una parte cualquiera. Herodes el Grande
murió el año 4 a.C. después de un reinado de alrededor de 40 años y dividió el
reino entre tres de sus hijos.
A
Herodes Antipas le correspondieron Galilea y Perea (4 a.C. al 39 d.C.), y por
tanto Jesús vivió durante su reinado, y gran parte de su vida transcurrió en
sus dominios de Galilea.
A
Herodes Felipe le correspondieron Iturea y Traconítida (4 a.C. al 33 d.C.)
Edificó Cesarea de Filipo, a la que le dio su nombre.
A
Arquelao le correspondieron Judea, Samaria y Edom… Fue un rey rematadamente
malo. Los judíos acabaron por pedir a Roma que lo quitara; y Roma accedió e
instaló a un gobernador. Así fue como los romanos llegaron a gobernar directamente
Judea. En este tiempo Pilato era el gobernador romano (25-37 d.C.). Así es que
Lucas nos da en una frase, a vista de pájaro, la división del reino que había
pertenecido a Herodes el Grande.
De
Lisanias no sabemos prácticamente nada.
Después
de la situación internacional y de la situación en Palestina, Lucas se refiere
a la situación religiosa y fecha el surgimiento de Juan el Bautista en el sumo
sacerdocio de Anás y Caifás. El sumo sacerdote era al mismo tiempo la cabeza
religiosa y civil de la comunidad. En la antigüedad, el puesto de sumo
sacerdote había sido hereditario y de por vida; pero con la venida de los
romanos había estado sujeto a toda clase de intrigas. Anás fue sumo sacerdote
del 7 al 14 d.C., y por tanto no ocupaba el puesto en este tiempo; pero le
sucedieron no menos de cuatro de sus hijos, y Caifás era su yerno. Por tanto,
aunque Caifás era oficialmente el sumo sacerdote, Anás era el que mandaba por
detrás. Fue por eso por lo que Jesús fue llevado a Anás en primer lugar después
de su detención (Juan 18:13), aunque
entonces no era el sumo sacerdote.
Los
versículos 4-6 son una cita de Isaías 40: 3-5. En
Oriente, cuando un rey se proponía visitar parte de sus dominios, enviaba un
mensajero por delante para decirle a la gente que preparara los caminos. Juan
el Bautista es ese mensajero del Rey; pero la preparación en la que insistía
era la de los corazones y las vidas; ese es el mensaje simbólico del profeta...
Llamada al arrepentimiento
Lucas 3: 7-17
Este
pasaje nos transcribe el mensaje de Juan al pueblo. En ningún lugar queda más
evidente la diferencia que hay entre Juan el Bautista y Jesús; porque el
mensaje de Juan no era evangelio, es
decir, buena noticia, sino una noticia aterradora.
Los
judíos creían que Dios juzgaría a las demás naciones con una medida, y a los
judíos con otra… De hecho, creían que un judío estaba a salvo del juicio
simplemente por serlo porque eran hijos de Abraham. Juan les decía que no hay
tal cosa como privilegios raciales; que la vida, no el linaje, era lo que Dios
consideraba en el juicio.
Hay
tres cosas que sobresalen en el mensaje de Juan.
a-Empezaba
demandando a los hombres que compartieran lo que tenían con los que no tenían.
Era un evangelio social, que anunciaba que Dios no absolverá nunca al que está
contento de tener de más cuando otros tienen de menos.
b-Mandaba
a los hombres que cumplieran con su trabajo como era debido: que el publicano
fuera un buen publicano, y el soldado un buen soldado. Lo que Dios manda es que
le sirvamos allí donde Él nos ha colocado; estaba convencido de que donde todos
podemos servir mejor a Dios es en nuestro quehacer diario.
c-Juan
estaba bien seguro de que él no era más que el precursor. El Rey estaba todavía
por venir, y con Él vendría el juicio. El aventador era entonces una gran pala
plana con la que se echaba hacia arriba lo trillado; el grano, más pesado, caía
al suelo, y la brisa aventaba la paja: Así como se separa el trigo de la paja,
el Rey separaría a los buenos de los malos.
Así
describía Juan el juicio, un juicio que el hombre podía pasar con confianza si
había cumplido sus deberes con los demás y había hecho bien su trabajo
cotidiano.
Juan preso
Lucas 3:18-20
Juan
era tan atrevido y tan claro predicando la integridad que no pudo dejar de
meterse en problemas y Herodes acabó por meterle en la cárcel.
El
historiador judío Josefo dice que Herodes le metió preso “porque temía que la
gran influencia que Juan ejercía sobre el pueblo le colocara en posición y en
disposición de levantar una revuelta; porque la gente parecía dispuesta a hacer
todo lo que Juan aconsejara”. No cabe duda de que eso sería verdad, pero los
autores del Nuevo Testamento dan una razón mucho más personal e inmediata…
Herodes
Antipas se había casado con Herodías, y Juan se lo reprochaba… Toda la familia
de Herodes el Grande era una gran confusión de manera que Herodías era al mismo
tiempo cuñada de Antipas, porque estaba casada con su hermanastro, y su
sobrina, porque era hija de Aristóbulo, otro hermanastro… Herodes Antipas, en
una visita que hizo a Roma, sedujo a Herodías y se casó con ella.
Todo
el asunto era repugnante a los ojos de los judíos y totalmente contrario a la
ley judía, e incluso a cualquier moral.
Aunque
era peligroso reprender a un tirano oriental, Juan lo hizo y la consecuencia
fue que le arrestaron y encarcelaron en los calabozos del castillo de
Maqueronte, a orillas del Mar Muerto. Por último le decapitaron para complacer
el resentimiento de Herodías (Mateo 14:5-12; Marcos 6:17-29).
Tal
acontecimiento nos muestra el carácter sublime del hombre elegido por Dios para
anunciar la llegada del Mesías; su valor y su honestidad le llevaron a la
muerte, pero lo enaltecieron de tal manera que el mismo Jesús diría que no hubo
otro como él…
Lección nº 7:
EL BAUTISMO Y EL LINAJE DE JESÚS
Lucas 3: 21-38
La hora de Jesús; su bautismo
Lucas 3: 21- 22
Los
pensadores cristianos siempre han buscado la respuesta a la pregunta ¿Por qué
fue Jesús a que le bautizara Juan?… El bautismo de Juan era una señal de
arrepentimiento, y los cristianos estamos convencidos de que Jesús no había
cometido ningún pecado.
La
primera gran bisagra en la vida de Jesús, fue la visita al templo cuando tenía
doce años, cuando descubrió su relación única y exclusiva con Dios… Cuando
apareció Juan, Jesús tenía unos treinta años (Lucas 3:23);
es decir, que habían pasado unos dieciocho años. A lo largo de ese tiempo Jesús
tiene que haberse ido dando cuenta más y más de su absoluta singularidad. Pero
siguió siendo el carpintero del pueblo de Nazaret. Tiene que haber sabido que
llegaría algún día en que tendría que decirle adiós a Nazaret y lanzarse a
cumplir su misión más amplia. Debe de haber esperado alguna señal.
Cuando
surgió Juan, la gente iba a oírle y a bautizarse en grandes multitudes. En todo
el país había un movimiento hacia Dios sin
precedentes. Y Jesús se dio cuenta de que había llegado su hora. No es que se
sintiera pecador y necesitara arrepentirse, sino que quería identificarse con
ese movimiento hacia Dios. Para Jesús, el surgimiento de Juan fue la llamada de
Dios a la acción; y el primer paso que dio fue para identificarse con la gente
que buscaba a Dios…
Pero
algo sucedió en el bautismo de Jesús. Antes de dar este paso de gigante tenía
que estar seguro; y en el momento del bautismo, Dios le habló. No
nos equivoquemos: aquello fue una experiencia personal de Jesús. La voz de Dios
le vino a Él, y le dijo que había tomado la decisión correcta. Pero más, mucho
más que eso: aquella voz le trazó todo el curso de su vida.
Dios
le dijo: “¡Tú eres mi amado y único Hijo, en quien está toda mi delicia!” (Salmo
2: 7; Isaías 42: I) Por
tanto, en su bautismo Jesús confirmó que, en primer lugar, era el Mesías, el
Rey ungido por Dios; y en segundo lugar, que eso suponía, no poder y gloria,
sino sufrimiento y cruz.
El linaje de Jesús
Lucas 3: 23-38
Este
pasaje empieza con una afirmación muy sugestiva: nos dice que cuando Jesús
inició su ministerio tendría unos treinta años.
¿Por
qué tuvo que pasar treinta años en Nazaret cuando había venido a salvar al
mundo?
Algunos
creen que José murió bastante joven, y que Jesús tuvo que encargarse del
sostenimiento de su madre María y de sus hermanos y hermanas más jóvenes, y que
sólo cuando ya fueron lo suficientemente mayores como para encargarse del
taller Jesús se sintió libre para marcharse de Nazaret y lanzarse al mundo a
cumplir su misión.
Sea
eso o no cierto, tres cosas son verdad:
a-Era
esencial que Jesús cumpliera con la mayor fidelidad los deberes más limitados
de la vida familiar antes de asumir la misión universal de salvar al mundo. Fue
cumpliendo meticulosamente las pequeñas obligaciones de la vida familiar como
Jesús se preparó para su gran misión.
b-Esto
le dio la oportunidad de poner en práctica sus enseñanzas. Si hubiera sido
siempre un maestro vagabundo y sin hogar ni obligaciones ni lazos humanos, se
le habría podido cuestionar. Él vivió en casa lo que predicó por los caminos.
c-Si
Jesús iba a ayudar a los hombres, tenía que saber cómo vivían. Y porque había
vivido aquellos treinta años en Nazaret, conocía las dificultades de ganarse la
vida, la constante inseguridad que se cierne sobre el trabajador, el mal genio
que tiene a veces el cliente, los morosos, etc.; su experiencia personal le
ayudaba a conocer aun más el alma humana.
Aquí
nos da Lucas la genealogía de Jesucristo. Los judíos estaban muy interesados en
las genealogías. Los sacerdotes especialmente tenían que demostrar que
descendían de Aarón, y sus genealogías se guardaban en los archivos públicos…
Pero
el problema que nos presenta esta genealogía surge cuando la comparamos con la
de Mateo 1:1-17. Los hechos son: sólo Lucas nos da
la sección de Adán a Abraham; la sección de Abraham a David está igual en los
dos, pero la sección de David a José es casi completamente diferente.
Los
estudiosos del Nuevo Testamento han hecho todo lo posible por explicar estas
diferencias.
Se
ha dicho que ambas genealogías son simbólicas, y que Mateo
nos da la ascendencia regia de
Jesús, y Lucas la sacerdotal.
Una
de las primeras sugerencias que se han hecho es que Mateo
nos da la genealogía de José, y Lucas la
de María.
También
se ha observado que en Mateo 1:16, el
padre de José es Jacob; y en Lucas
3:23, es Elí…
Según
la ley si un hombre casado moría sin tener hijos, su hermano tenía que casarse
con la viuda, si estaba en posibilidad de hacerlo, para que su hermano tuviera
descendencia. Cuando eso sucedía, el hijo de tal matrimonio podía considerarse
hijo del primer o del segundo marido de su madre. Se sugiere que la madre de
José se casó dos veces, y que José fue el hijo de Elí, que fue el segundo marido,
pero que, a los ojos de la ley, era hijo del difunto Jacob…
Esta
ingeniosa teoría supondría que las dos genealogías son correctas, aunque
debemos decir que no lo sabemos con exactitud…
Dos
cosas, sin embargo, hay que notar en la genealogía de Lucas.
a-Subraya
la humanidad real de Jesús, el hecho de que fue un hombre como todos nosotros,
no un semidiós o algo parecido. Para salvar a los hombres se hizo real y
verdaderamente hombre.
b-Mateo
se detiene en Abraham, y Lucas prosigue hasta Adán. Para Mateo,
Jesús pertenecía al pueblo judío; para Lucas, a toda la humanidad, y por eso se
remonta no sólo hasta el patriarca del pueblo de Israel, sino al padre de toda
la raza humana.
Lucas
quita las barreras nacionales y raciales hasta de la lista de antepasados de
Jesús.
Lección nº 8:
LAS TENTACIONES Y EL PRINCIPIO EN
GALILEA
Lucas 4: 1-15
Las tentaciones y la Escritura
Lucas 4:1-13
Ya
hemos visto que hubo ciertos hitos en la vida de Jesús, y aquí tenemos otro de
los más importantes.
En
esta ocasión Jesús está a punto de
iniciar su misión pública… El pasaje de la tentación nos presenta a Jesús
eligiendo de una vez para siempre el método con el que se proponía ganar a los
hombres para Dios: le vemos rechazando el camino del poder y la gloria, y
aceptando el camino del sufrimiento y de la cruz.
Antes
de entrar a considerar este relato en detalle hay dos puntos que debemos
señalar.
a)
Esta es una más sagrada de las historias evangélicas, porque no puede proceder
sino de los labios del mismo Jesús. En algún momento tiene que haberles contado
a sus discípulos esta íntima experiencia de su alma…
b)
Ya en este momento Jesús debe de haber sido consciente de poseer poderes
extraordinarios. Todo el sentido de las tentaciones está en que no podían
ocurrirle más que a un Hombre que podía hacer cosas maravillosas. No sería una
tentación para nosotros el convertir las piedras en pan o el tirarnos desde el
pináculo del templo, por la sencilla razón de que nos es imposible hacer tales
cosas. Estas son tentaciones que sólo se le podían presentar a un Hombre que
tenía poderes absolutamente únicos, y que tenía que decidir cómo usarlos.
Veamos
ahora el escenario, es decir, el desierto. La parte deshabitada de Judea estaba
en la meseta central; entre ésta y el Mar Muerto se extendía un tremendo
descampado de cincuenta por ochenta kilómetros, que se llamaba Yesimón, que
quiere decir “Devastación”… Las colinas eran como montones de polvo; las
montañas calizas parecían abrasadas y en descomposición; las rocas, agudas y
peladas; el suelo sonaba a hueco cuando lo pisaban los caballos; ardía como un
horno inmenso, y se abría en precipicios de setecientos metros sobre el Mar
Muerto. Fue en aquella horrible devastación donde Jesús fue tentado.
Jesús
se retiró conscientemente a este lugar solitario, y pasó cuarenta días debatiéndose con el problema de cómo ganar a
los hombres para Dios. Fue una batalla larga que no terminó hasta la cruz,
porque el relato termina diciéndonos que el tentador dejó a Jesús por
algún tiempo.
La
primera tentación era convertir las piedras en pan. Este desierto no estaba
cubierto de arena, sino de piedras y cantos que parecían panes. El tentador
estaba sugiriéndole a Jesús que usara sus poderes a su favor… Pero Jesús
reaccionó al ataque con las palabras de Deuteronomio 8:3:
“El hombre – dijo - nunca encontrará la vida en las cosas materiales”…
La
tarea del Evangelio no consiste en solucionar los problemas materiales aunque
el peso y la voz de la Iglesia deben estar detrás de todos los esfuerzos para
hacerles la vida mejor a los hombres. Su verdadera tarea es producir hombres
nuevos…
En
la segunda tentación Jesús está en la cima de una montaña desde la que se puede
ver todo el mundo civilizado. El tentador le dice: “Adórame, y todo esto será
tuyo”. El tentador quiere comprometer a Jesús como diciendo “Haz un trato
conmigo. Déjale algo de terreno al mal, y la gente te seguirá”... De vuelta
Jesús contestó citando Deuteronomio 6:13
y 10:20: “Dios es Dios, el bien es el bien, y el mal es el mal. No puede haber pacto en la guerra con el mal...”
Es
una tentación constante la de tratar de ganar hombres haciendo un compromiso
con los principios del mundo.
En
la tercera tentación, Jesús está en el pináculo del templo en el que se unían
el Pórtico de Salomón y el Pórtico Real: desde allí había una caída a plomo de
150 metros hasta el fondo del valle del torrente Cedrón. Esta era una tentación
a darle a la gente demostraciones sensacionales (tentación muy
actual en muchos que anuncian el evangelio en nuestros días). Jesús cita
Deuteronomio 6: 16: “No se han de hacer experimentos
insensatos con el poder de Dios”
Jesús
vio muy claro que si le producía una gran impresión a la gente, sería una
maravilla por algún tiempo, pero que el sensacionalismo no puede durar.
El
duro camino del servicio y del sufrimiento conduce a la cruz, pero después de
la cruz está la corona.
El
diablo finalmente le dejó; pero se nos aclara “por un tiempo”… No debemos
olvidar que la Biblia nos dice que Él fue tentado en todo.
Primero en Galilea
Lucas 4:14, 15
Tan
pronto como salió Jesús del desierto tuvo que tomar otra decisión: había
escogido de una vez para siempre el método que iba a seguir, y ahora tenía que
decidir dónde empezar…Y empezó en Galilea. Galilea
era la región del Norte de Palestina, como de ochenta kilómetros de Norte a Sur
y de cuarenta de Este a Oeste. El nombre quiere decir círculo, y viene del
hebreo galil.
Se llamaba así porque estaba rodeada de naciones no judías.
Precisamente por eso se hacían sentir allí nuevas influencias, y era la parte
más emprendedora y menos conservadora de Palestina y tenía una gran densidad de
población. (Josefo, que había sido gobernador de Galilea, dice que tenía 204
pueblos que alcanzaban todos un mínimo de 15.000 habitantes cada uno... Parece
increíble que pudiera haber una población de unos 3.000.000 en Galilea)
Era
una tierra extraordinariamente fértil; el clima era maravilloso y la estupenda
provisión de agua convirtieron a Galilea en el huerto de Palestina. “ A los
galileos -se decía -no les falta nunca coraje... Tienen más interés en mantener
el honor que en conseguir ganancias materiales...”
Esa
fue la tierra en la que empezó Jesús. Era su propia tierra; y le dio, por lo
menos al principio, una audiencia dispuesta a escucharle y a enardecerse con su
mensaje.
Empezó
en la sinagoga… La sinagoga era el verdadero centro de
la vida religiosa de Palestina. No había más que un templo; pero la ley decía
que donde hubiera diez familias judías tenía que haber una sinagoga, así es que
en todos los pueblos y aldeas había una sinagoga en la que la gente se reunía
para hacer el culto. En la sinagoga no se hacían sacrificios; eso era cosa del
templo. La sinagoga era para la enseñanza. Pero, ¿cómo podía Jesús conseguir
entrar en la sinagoga y exponer allí su mensaje si no era más que un laico, el
carpintero de Nazaret?
El
culto de la sinagoga constaba de tres partes:
Había
una parte en la que se hacían oraciones.
Otra
era la lectura de las Escrituras: siete varones de la congregación leían el
texto en hebreo antiguo, que pocos entendían, y los intérpretes lo traducían al
arameo o al griego, un versículo de cada vez en el caso de la Ley, y de tres en
tres en el de los Profetas.
La
parte de la enseñanza... El presidente invitaba a hablar a cualquier persona
distinguida que estuviera presente, y luego había lugar para la participación
de los presentes y la discusión. Así es como Jesús tuvo oportunidad de enseñar
en la sinagoga, cuya plataforma no le estaba cerrada todavía en esta etapa.
El
pasaje termina diciendo que todo el mundo le tenía en gran estimación…
Este
período del ministerio de Jesús se ha llamado la primavera
galilea. Llegó Jesús como una bocanada de la brisa de Dios. La oposición
aún no había surgido y los corazones humanos estaban hambrientos de la Palabra
de Dios, y aún no se habían dado cuenta del golpe que había de dar Jesús a la
ortodoxia de su tiempo con su enseñanza realmente revolucionaria…
Lección nº 9:
EN NAZARET Y CAPERNAUM
Lucas 4: 16-39
Problemas en Nazaret
Lucas 4:16-30
Una
de las primeras visitas de Jesús fue a su pueblo de Nazaret. No era una aldea,
sino una polis, que quería decir un pueblo o ciudad; y es muy posible que
tuviera más de 20.000 habitantes. Estaba edificada en una pequeña meseta de las
colinas que hay en las laderas más bajas de Galilea, ya cerca de la llanura de
Jezreel; pero un chico no tenía más que subir a la cima de la colina que
coronaba el pueblo para contemplar un maravilloso panorama de muchos kilómetros
a la redonda.
Desde
allí la historia de Israel se despliega ante los ojos del observador. Allí
estaba la llanura de Esdrelón en la que pelearon Débora y Barac; donde Gedeón
ganó sus victorias; donde Saúl se había hundido en el desastre y Josías había
muerto en la batalla; allí había estado la viña de Nabot, y el lugar en el que
Jehú había matado a Jezabel; allí estaba Sunem, donde había vivido Eliseo; allí
estaba el Carmelo, donde Elías había peleado su batalla épica con los profetas
de Baal; y, azul en la distancia, estaba el Mediterráneo, con sus islas.
Pero
no era sólo la historia de Israel la que se contemplaba desde allí; también la
historia universal se desplegaba a la vista de la colina que coronaba Nazaret.
Tres grandes carreteras la bordeaban: la que venía del Sur, por la que
transitaban los peregrinos que iban a Jerusalén; el gran Camino del Mar, que
comunicaba Egipto con Damasco, por el que viajaban las caravanas cargadas con
toda clase de mercancías, y la gran carretera del Este, que era la que
frecuentaban las caravanas de Arabia y las legiones romanas que se dirigían a
las fronteras del Este del Imperio.
Es
falso que Jesús se criara en un ignoto rincón de la Tierra; más bien debemos
pensar que su pueblo estaba en una de las encrucijadas de la historia, y que el
tráfico del mundo pasaba cerca de sus puertas.
Ya
hemos descrito el culto de la sinagoga, y en este pasaje tenemos una escena
real que tuvo lugar en él. No fue un libro lo que tomó Jesús, porque en aquel
tiempo todo se escribía en rollos. Lo que leyó se encuentra en Isaías
61. En el versículo 20 de la versión Reina-Valera se usa la confusa
palabra ministro. El funcionario en cuestión era el jazzán.
Tenía muchas obligaciones: era el que sacaba de un arcón
especial los rollos de la Escritura que se habían de leer, y los colocaba luego
en su sitio; tenía a su cargo la limpieza de la sinagoga; era el que anunciaba
la llegada del sábado con tres toques con una trompeta de plata desde la azotea
de la sinagoga, y era también el maestro en la escuela del pueblo. El versículo
20 nos dice también que “se sentó en el lugar del predicador”, y eso nos da la
impresión de que había terminado; pero lo que quiere decir realmente es que
se disponía a empezar, porque el predicador siempre se
sentaba para hacer el sermón, y los rabinos daban las clases sentados.
Lo
que enfureció a la gente fue el elogio que Jesús pareció dedicar a los
gentiles. Los judíos estaban tan convencidos de que eran el pueblo escogido de
Dios que despreciaban a todos los demás. Algunos incluso decían que “Dios había
creado a los gentiles para usarlos como leña en el infierno”… Y aquí estaba
este joven de Jesús, a quien todos conocían, predicando como si los gentiles
fueran los favoritos de Dios. Empezaba a amanecerles la idea de
que había cosas en el nuevo mensaje que no se les había ocurrido ni soñar.
Debemos
darnos cuenta de otro par de cosas:
Jesús
tenía la costumbre de ir a la sinagoga los sábados. Debe de haber habido muchas
cosas con las que estaba totalmente en desacuerdo, o que herían su sensibilidad
y sin embargo iba. El culto de la sinagoga tal vez
distaba mucho de ser perfecto; pero Jesús nunca dejaba de unirse a los que
daban culto a Dios el día del Señor.
No
tenemos más que leer el pasaje de Isaías que leyó Jesús para darnos cuenta de
la diferencia que había entre Jesús y Juan el Bautista. Juan era un predicador
del juicio, y su mensaje debe haber hecho estremecerse de terror a sus oyentes.
Pero lo que Jesús trajo fue un evangelio; una
Buena Noticia.
Jesús
también sabía de la ira de Dios; pero sabía que es la ira del amor.
En Capernaum…
Lucas 4:31-37
La
noticia de lo que había hecho Jesús se difundió por toda la tierra de
alrededor.
Nos
gustaría saber tanto de Capernaum como sabemos de Nazaret, pero aunque parezca
extraño es que hasta hay dudas en cuanto al sitio exacto a orillas del Mar de
Galilea en que estaba situada esta población en la que Jesús realizó tantas
maravillas. Este pasaje es especialmente interesante porque es el primero de
Lucas en el que nos encontramos con un caso de posesión de demonios. En el
mundo antiguo se creía que el aire estaba poblado por una multitud innumerable
de malos espíritus que estaban esperando la oportunidad para entrar en las
personas y se atribuía a ellos las enfermedades. Había espíritus de sordera, de
mudez, de fiebre; espíritus que le arrebataban a una persona la salud mental o
el sentido; espíritus de mentira y de engaño y de inmundicia. Era uno de esos
espíritus el que Jesús exorcizó aquí.
Para
mucha gente esto es un problema. Por lo general, la mentalidad moderna
considera que el creer en espíritus es algo primitivo y supersticioso que hemos
dejado atrás en nuestro desarrollo.
Pero
para muchos Jesús sí creía en ellos.
En
este caso, por lo que se refiere a los conocimientos científicos, Jesús no
estaba más adelantado que su época, sino con todas las limitaciones de los
conocimientos médicos de su tiempo. No tenemos por qué rechazar esta
conclusión, porque Jesús fue realmente un hombre, y tuvo los conocimientos que
eran asequibles a los hombres de su tiempo.
Algunos
sostienen que Jesús no creía en ellos, pero el paciente sí; y Jesús le podía curar solamente asumiendo
que sus creencias en los demonios eran ciertas. A veces hay que admitir la
realidad del mal para poder efectuar la cura; esas personas creían que estaban
poseídas por un demonio, y Jesús, como sabio doctor, .sabía que no podía
curarlas a menos que asumiera que la idea que tenían de su mal era cierta.
(El
pensamiento moderno, ha estado vacilando hasta admitir que tal vez hay algo en
la creencia en los demonios después de todo... Hay ciertos males para los que
no se acaba de descubrir una causa corporal. No hay razón para que una persona
esté enferma, pero lo está. Y ya que no hay una explicación física, algunos
piensan ahora que debe de haber una causa espiritual, y que a lo mejor los
demonios no son tan irreales después de todo…)
La
gente se quedaba atónita con el poder de Jesús, ¡y no nos sorprende! El Oriente
antiguo estaba lleno de gente que pretendía poder exorcizar a los demonios.
Pero tenían unos métodos fantásticos y ostentosos…
Lo
que dejaba estupefactos a los espectadores era su simple autoridad… La
autoridad de Jesús era algo totalmente nuevo. Cuando los rabinos enseñaban,
apoyaban todas sus afirmaciones con citas de otros; siempre apelaban a
autoridades reconocidas. Por su parte, los profetas decían: “Así dice el
Señor”... Pero Jesús decía: “Yo os digo”; no necesitaba otras autoridades que
le respaldaran; su autoridad no dependía de otras: era la autoridad hecha
carne.
El
experto en cualquier esfera tiene un aire de autoridad… Para los cristianos Jesús
es el quien tiene autoridad en las cosas de la vida… Cuando
Él habla, todos sabemos que se trata de algo más allá de lo humano, porque Él
es Dios.
Milagro en una humilde vivienda
Lucas 4: 38-39
Aquí
escribe el médico Lucas. Los médicos griegos dividían la fiebre en dos
categorías: mayor y menor. Lucas sabía dictaminar una enfermedad.
Hay
tres grandes verdades en este breve incidente.
a)
Jesús estaba siempre dispuesto a servir. Acababa de salir de la sinagoga. Los
predicadores sabrán cómo se sienten después de un culto. Uno se encuentra
agotado, y necesita descansar. Lo último que
desea es encontrarse con mucha gente que venga a pedirle más esfuerzo. Pero
Jesús no había hecho más que salir de la sinagoga y entrar en casa de Simón,
cuando se vio asaltado por el grito insistente de la necesidad humana. Jesús no
alegó que estaba cansado y que tenía que descansar, y atendió a la petición sin
queja ni demora.
b)
A Jesús no le hacía falta que hubiera mucha gente para hacer milagros. Muchos están
dispuestos a hacer un esfuerzo ante las multitudes que no harían en privado…
Pero Jesús estaba dispuesto a desplegar todo su poder en una humilde casa de la
aldea de Capernaum, donde no había mucho público.
c)
Cuando se sintió bien la suegra de Pedro, sin perder un momento
se levantó y se puso a servirles la comida. Se dio cuenta de que
se le había devuelto la salud, y su manera de mostrar su agradecimiento fue
ponerse a servir a los demás. No quería mimos ni contemplaciones; lo que quería
era ponerse a guisar y a servirles la comida a los suyos y a Jesús… Todos
haríamos bien en tener presente que si Dios nos ha concedido o devuelto el don
inapreciable de la salud y las fuerzas, lo mejor que podemos hacer es usarlas
para servir a otros.
Lección nº 10:
EL REINO DE DIOS Y UN MILAGRO
Lucas 4: 40 – 5: 15
Las multitudes y el Reino de Dios
Lucas 4:40-44
Lucas
nos cuenta que de madrugada, Jesús salió para estar a solas con Dios. Podía
responder a las insistentes necesidades humanas gracias a que antes buscaba la
compañía de Dios. Pero Jesús no dijo ni una palabra de queja o resentimiento
cuando la gente invadió su soledad.
La
oración es algo muy importante, pero en última instancia la necesidad humana lo
es más, porque la oración no nos debe aislar del clamor de los necesitados sino
prepararnos para ayudarles… Y algunas veces tendremos que dejar de estar de
rodillas para ponernos en pie antes de lo que quisiéramos, y ponernos a hacer
algo.
Nos
muestra también el pasaje que Jesús no dejaba hablar a los demonios. A menudo
nos encontramos con que Jesús los mandaba callar… ¿Por qué?
Los
judíos tenían sus propias ideas populares acerca del Mesías;
esperaban que fuera un gran rey conquistador que le
pusiera el pie en el cuello al imperio romano y barriera sus ejércitos de la
tierra de Palestina. Todo el país estaba preparado para la gran batalla… La
revolución estaba siempre a flor de piel, y estallaba a menudo. Jesús sabía que
si se corría la voz de que Él era el Mesías, los revolucionarios se
inflamarían. Antes de que le reconocieran como el Mesías tenía que enseñarles
que el Mesías no era un rey conquistador, sino un siervo paciente. Mandaba
callar a los demonios porque la gente no sabía todavía lo que era el carácter
mesiánico, y si se lanzaban con sus ideas equivocadas pronto se producirían la
destrucción y la muerte.
Aquí
aparece por primera vez en el evangelio de Lucas la mención del Reino de Dios…
Según Marcos, Jesús llegó predicando el Reino de Dios (1:15). Eso era la
esencia de su mensaje.
¿Qué
quería decir con el Reino de Dios? Para Jesús era tres cosas al mismo tiempo:
a)
Era pasado. Abraham, Isaac
y Jacob estaban en el Reino, aunque habían vivido hacía siglos (Lucas
13:28).
(b)
Era presente: “El Reino
-decía Jesús- está dentro de vosotros, o entre vosotros” (Lucas
17:21).
(c)
Era futuro… Algo que Dios todavía prepara para sus
hijos y por lo que hemos de vivir…
Para
Jesús el Reino de Dios es el hacer la Voluntad del Padre… En el Padrenuestro
Jesús nos enseña con esta frase: “Venga tu Reino, hágase tu voluntad en la
Tierra como en el Cielo” (Mateo 6:10).El
segundo concepto sostiene y afirma el primero (un estilo propio de la poesía
hebrea); por tanto el Reino de Dios es una sociedad en la
Tierra donde la voluntad de Dios se hace tan perfectamente como en el Cielo...
Si alguien del pasado ha cumplido la voluntad de Dios, está en el
Reino; si alguien la cumple ahora, está en el Reino; pero todavía falta mucho
para que toda la humanidad cumpla la voluntad de Dios de una manera perfecta, y
por tanto la consumación está en el futuro.
Por
eso el Reino de Dios es pasado y presente y futuro al mismo tiempo.
Un milagro y las condiciones para
ello
Lucas 5:1-11
La
famosa extensión de agua de Galilea se llama de tres maneras: Mar de Galilea,
Mar de Tiberíades y Lago de Genesaret… Está situado en una depresión de la
superficie de la Tierra a 210 metros bajo el nivel del mar, lo que le da un
clima casi tropical. En los días de Jesús tenía nueve poblaciones agrupadas en
sus orillas, ninguna de menos de 15.000 habitantes.
Genesaret
es realmente el nombre de la hermosa llanura que está al Oeste del lago, y que
es muy fértil.
Aquí
nos encontramos con un cambio decisivo en la carrera de Jesús. La última vez
que le encontramos predicando estaba en una sinagoga, y ahora
se encuentra a la orilla del lago. Es verdad que
volveremos a encontrarle en la sinagoga; pero se acerca la hora en que se le
cerrará esa puerta, y su iglesia es ahora la costa o el camino abierto, y su
púlpito, una barca. Irá adonde haya gente dispuesta a escucharle.
En
esta historia encontramos lo que podríamos llamar una lista de condiciones para
un milagro.
a)
El ojo que ve. No hay por qué creer que Jesús creó un
banco de peces en aquella ocasión. En el Mar de Galilea había bancos
fenomenales y lo más probable es que la
aguda vista de Jesús percibiera aquel banco de peces, y ahí estuvo el milagro.
La Tierra está llena de milagros que esperan unos ojos que los vean.
b)
El espíritu dispuesto a hacer un esfuerzo. Puesto que Jesús lo decía, Pedro
estaba dispuesto a probar otra vez, aunque estaba muy cansado… Muchos se rinden
antes del último esfuerzo que podría cambiar las cosas; no fue así con Pedro
c)
El espíritu dispuesto a probar lo que parece inútil... La noche, que era el
tiempo de la pesca, había pasado. Todas las circunstancias estaban en contra;
pero Pedro no dudó porque lo decía el Señor…
Muchas
veces no hacemos nada porque nos parece que no es el tiempo oportuno. Pero, si
esperamos a que las circunstancias sean ideales, jamás empezaremos nada: Si
queremos un milagro, tenemos que fiarnos de la palabra de Jesús cuando nos dice
que probemos lo imposible.
Tocando lo intocable
Lucas 5:12-15
En
Palestina se conocían dos clases de lepra. Una era más bien una grave
enfermedad de la piel, y era la menos seria. La otra empezaba por un punto, y
de allí iba comiéndose la carne hasta que al desgraciado paciente no le
quedaban más que los muñones de las manos o de las piernas. Era literalmente
una muerte en vida.
Las
disposiciones referentes a la lepra se encuentran en Levítico,
capítulos 13 y 14. Lo más terrible era el aislamiento al que
tenía que someterse el paciente. El leproso tenía que ir gritando por todas
partes: “¡Inmundo; inmundo!”… Se le excluía de la sociedad humana, y se le
desterraba del hogar: El resultado era, y es todavía, que las consecuencias
psicológicas de la lepra eran tan serias como las físicas.
“Al
verse evitados y despreciados, es frecuente que los leprosos tengan la
tentación de quitarse la vida, y algunos lo hagan” dice un documento del siglo
XX.
El
leproso sabe que los demás le aborrecen antes de aborrecerse a sí mismo. Esta
era la clase de hombre que vino a Jesús: era inmundo, y Jesús le
tocó.
Vemos
en este pasaje Jesús tocó al intocable. Su mano fue al encuentro
del hombre del que cualquier otro se habría alejado. Cuando nos despreciamos a
nosotros mismos, cuando tenemos el corazón amargado por la vergüenza,
recordemos que, a pesar de todo, Cristo nos tiende la mano. Eso es lo que Jesús
hacía y hace.
La
esencia del Evangelio es tocar lo intocable, perdonar lo imperdonable y amar lo
que parece imposible de amar… Jesús lo hacía, y por tanto debemos hacerlo
nosotros.
Jesús
además le encargó al hombre que cumpliera los requisitos normales y corrientes
que mandaba la ley de la purificación, que se nos describen en Levítico
14. Es decir: que el milagro no eximía de lo que hubiera que hacer
para volver a vivir en sociedad; no le dispensaba de cumplir las reglas
establecidas. No se habría sabido que había sucedido un milagro, ni se habría
dado la gloria a Dios, si no se cumplían esas normas para que las autoridades
competentes tuvieran evidencia de la curación.
El
versículo 15 nos habla de la popularidad que tenía Jesús. Pero sólo era debida
a que la gente quería sacarle algo.
Muchos
quieren los dones de Dios, pero rechazan sus exigencias. No puede haber nada
más deshonroso.
Lección nº 11:
LA OPOSICIÓN, UN MILAGRO Y UN
LLAMADO
Lucas 5: 16
Aparece la oposición: escribas y
fariseos
Lucas 5: 16-17
No
tenemos aquí más que dos versículos, pero tenemos que detenernos en ellos,
porque marcan un hito. Los escribas y los fariseos aparecen en escena. La
oposición, que no se daría por contenta hasta llevar a Jesús a la muerte, sale
a la luz.
Si
queremos entender lo que pasó con Jesús, tenemos que saber algo de la ley, y de
la relación que tenían con ella los escribas y los fariseos. Cuando los judíos
volvieron de Babilonia hacia el año 440 a.C., sabían muy bien que se habían
desvanecido sus esperanzas de grandeza nacional. Por tanto decidieron alcanzar
su grandeza siendo el pueblo de la ley, aplicando todas sus energías a conocer
y cumplir la ley de Dios.
La
base de la ley eran los Diez Mandamientos, que son principios generales de
vida. No son reglas ni reglamentos; no nos dicen lo que tenernos que hacer en cada
circunstancia. Y para una cierta sección del pueblo judío, aquello no era
suficiente. Lo que querían no eran principios generales, sino reglas que
cubrieran todas las situaciones imaginables; así es que se pusieron a deducir y
a elaborar todas esas reglas a partir de los Diez Mandamientos.
Veamos
un ejemplo de lo que ellos hicieron: uno de los trabajos prohibidos en sábado
era llevar una carga (Jeremías 17: 21-24); pero, insistían
los legalistas, hay que definir lo que es una carga… Entonces se formulaban
miles de leyes de manera que si un sastre se dejaba prendido en la ropa un
alfiler o una aguja el sábado, estaba llevando una carga, o si se levantaba el
sábado una piedrecita suficientemente grande para tirársela a un pájaro se
estaba pecando... La bondad se identificaba con el cumplimiento de esas
interminables normas y reglas.
Veamos
otro ejemplo: el curar en sábado estaba prohibido porque era hacer un trabajo.
Estaba establecido que sólo se podían hacer curas si había peligro de muerte; y
aun entonces, sólo se podían tomar medidas para que el paciente no se pusiera
peor, pero no para ponerle mejor. Se podía poner una venda en una herida, pero
no se podían aplicar ungüentos; se podía poner un tapón si dolía un oído; pero
no medicina. Los escribas eran los expertos en la ley, que sabían todas esas
normas y reglas, y que las deducían de la ley…
El
nombre fariseo quiere decir “separado”, porque los
fariseos se separaban de la gente y de la vida normal a fin de cumplir todas
esas reglas.
Hemos
de tener en cuenta dos cosas. La primera es que, para los escribas y fariseos
esas reglas eran cuestión de vida o muerte; el quebrantar una de ellas era
cometer un pecado mortal. En segundo lugar, sólo los que las tomaban
tremendamente en serio podían intentar guardarlas, porque hacían la vida
sumamente incómoda. Sólo los menos lo podían intentar.
Esas
normas y reglas no tenían importancia para Jesús cuando oía el grito de la
necesidad humana. Pero para los escribas y fariseos Jesús era un transgresor de
la ley, un mal hombre que quebrantaba la ley y que enseñaba a otros a hacer lo
mismo. Por eso le odiaban, y al final le entregaron a la muerte.
La
tragedia de la vida de Jesús consistió en que fueron precisamente los que
tomaban la religión en serio los que le llevaron a la cruz…
Desde
este momento, Jesús no tendría reposo. Estaría siempre bajo el escrutinio de
miradas hostiles y críticas. La oposición había aparecido con todo su ímpetu, y
no podía haber más que un final.
Jesús
lo sabía, y antes de enfrentarse con la oposición se retiró a orar. El amor en
los ojos de Dios le compensaba por el odio en los
ojos de los hombres. La aprobación de Dios le
animaba a sobrellevar la crítica de los hombres. De la paz de Dios sacaba
fuerzas para la batalla de la vida; y nosotros, que somos sus discípulos,
debemos ser como Él.
Perdón y sanidad…
Lucas 5: 18-26
Aquí
tenemos un relato que es todo un cuadro. Jesús estaba enseñando en una casa.
Las casas de Palestina tenían terraza, con un mínimo de inclinación para que
cayera el agua de la lluvia. La techumbre estaba formada por vigas que iban de
lado a lado a corta distancia, con cañas y cuerdas y cubierta con una capa de
aislante. Era lo más fácil del mundo el quitar el relleno entre dos vigas. De
hecho, los ataúdes se metían y sacaban muchas veces por el techo.
¿Qué
quiere decir este pasaje acerca del perdón de los pecados?
Debemos
tener presente que se consideraba que el
pecado y el sufrimiento estaban íntimamente relacionados como causa y efecto.
Se daba por sentado que, si una persona estaba sufriendo, sería porque había
pecado; y por eso, el que sufría tenía a menudo un sentido de culpabilidad…
Por
eso Jesús empezó por decirle al paralítico que se le habían perdonado los
pecados. De otra manera el hombre no habría creído que podía ponerse bueno.
Esto nos muestra cómo fueron derrotados en la discusión los escribas y
fariseos: ellos objetaban a que Jesús pretendiera poder perdonarle los pecados
al hombre. Según ellos pensaban y creían, el hombre estaba enfermo porque había
pecado; y si recobraba la salud, era señal de que se le habían perdonado los
pecados. La objeción de los escribas y fariseos se volvió contra ellos y los
dejó sin argumentos.
Lo
maravilloso aquí es que lo que salvó a ese hombre fue la fe de sus amigos. Cuando
Jesús se dio cuenta de la fe que tenían, que no se detenía
ante nada que les impidiera traer a su amigo a Jesús para que le sanara,
entonces obró con todo su poder…
Gracias
a Dios es parte de la trama de la vida y del amor que haya influencias
preciosas que salvan las almas de los hombres… Esto sigue pasando hoy en día:
nuestra fe obrando a favor de los seres amados puede obrar como la de los
amigos del paralítico.
Todos
se asombraron del poder de Jesús y los escribas y fariseos tuvieron que cerrar
sus bocas una vez más…
Un llamado que sorprende
Lucas 5:27-32
Aquí
tenemos el llamado a Mateo (Mateo 9: 9-13). Los
publicanos o recaudadores de impuestos eran los más odiados de Palestina.
Palestina
era un país sometido a los romanos, y los recaudadores de impuestos estaban al
servicio del gobierno de Roma; por tanto, se los consideraba como renegados y
traidores.
El
sistema de impuestos se prestaba a abusos. Mientras el recaudador entregara la
cantidad asignada al final del ejercicio, podía quedarse con lo demás que le
hubiera sacado al pueblo. Y como no había periódicos, ni radio, ni televisión
para que los anuncios llegaran a todo el mundo, las personas corrientes no
tenían idea de lo que tenían que pagar.
Un
impuesto era el impuesto del estado… Había un impuesto general que tenían que
pagar todos los hombres de 14 a 65 años y las mujeres de 12 a 65, solamente por
el privilegio de existir; había un
impuesto de la tierra, que consistía en la décima parte de los cereales y la quinta
del vino y el aceite, y se podía pagar en especie o en dinero y había un
impuesto sobre la renta, que era del uno por ciento de lo que se ganara.
También había impuestos muy diversos: por usar las principales carreteras,
puertos y mercados; por tener un carro, y por cada una de sus ruedas y por el
animal que lo llevaba; había impuestos por la compra de ciertos artículos, y
por la importación y exportación. Un cobrador de impuestos podía mandar a un
hombre que se detuviera en el camino y desempaquetara, y cobrarle casi lo que
le diera la gana. Si no podía pagar, a veces el cobrador se ofrecía a prestarle
dinero a un interés exorbitante, y así tenerle más en sus garras.
Se
consideraba que los ladrones, los asesinos y los cobradores de impuestos
pertenecían a la misma clase. Los publicanos estaban excomulgados de la
sinagoga.
Y
sin embargo Jesús eligió a un cobrador de impuestos para que fuera apóstol.
Lo
primero que hizo Mateo fue ofrecerle una fiesta a Jesús, que era algo que sin
duda podía pagar, invitando a sus compañeros de profesión y a sus amigos
descastados para que le conocieran. La primera intención de Mateo era compartir
la maravilla que había encontrado.
Pero
los escribas y fariseos criticaban. Los fariseos no habrían dejado que el
extremo de su túnica rozara a uno como Mateo. Jesús les dio la respuesta
irrefutable. Les hizo notar que son precisamente los enfermos los que necesitan
un médico; y personas como Mateo y sus amigos eran los que le necesitaban más.
No
estaría mal que consideráramos al pecador más como un enfermo que como un
criminal; y al que ha cometido un error, más que como alguien que merece
desprecio y condenación, como alguien que necesita amor y ayuda para encontrar
la rehabilitación.
Lección nº 12:
LA OPOSICIÓN CRECIENTE…
Lucas 5: 33 – 6: 5
El ejemplo de la fiesta de bodas
Lucas 5: 33-35
Lo
que sorprendía y escandalizaba a los escribas y fariseos era que los seguidores
de Jesús fueran tan normales. El judío religioso tenía la idea, que no ha
muerto todavía del todo, de que para ser religioso uno tenía que pasárselo mal.
Habían
sistematizado las observancias religiosas. Ayunaban los lunes y los jueves; y a
menudo se lavaban la cara para que uno no pudiera por menos de darse cuenta de
que estaban ayunando. Es verdad que eso del ayuno no era tan riguroso; porque duraba
sólo desde la salida hasta la puesta del sol, y antes y después se .podía tomar
alimento… Se trataba de llamar la atención de Dios hacia el que ayunaba. A
veces hasta lo consideraban un sacrificio: al ayunar, uno le estaba ofreciendo
a Dios nada menos .que su cuerpo. Y la
oración también estaba reglamentada: se hacía a las 12 del mediodía, a las 3 y
a las 6 de la tarde.
Jesús
estaba totalmente en contra de una religión así, y lo explica con una imagen de
la vida real. Cuando se casaba una pareja en Palestina no se iban a otro sitio
a pasar la luna de miel, sino que se quedaban en casa y tenían invitados toda
la semana. Se ponían la mejor ropa que tenían; a veces, hasta se ponían
coronas; esa semana eran los reyes, y su palabra era la ley.
Es,
pues, sumamente significativo que Jesús comparara la vida cristiana con una
fiesta de bodas. La alegría debe ser la primera característica cristiana.
Al
mismo tiempo Jesús sabía que llegaría el día en que el novio les sería
arrebatado, haciendo referencia a su propia muerte… La cruz siempre estaba a la
vista; pero aun en el camino de la cruz no le faltó el gozo que nadie le podía
quitar: el gozo de la presencia de Dios.
Una idea nueva
Lucas 5: 36-39
Los
religiosos tienen una pasión por lo antiguo… El problema de los fariseos era
que todo lo de Jesús era tan absolutamente nuevo que, sencillamente, no lo
podían asimilar. La mente acaba perdiendo la flexibilidad para aceptar ideas
nuevas.
Esto
es a lo que Jesús hizo referencia al dar las ilustraciones que nos relata el
pasaje…
Jesús
quiere decir que no debemos dejar que la mente se nos ponga como un odre viejo.
La gente dice del vino que lo añejo es mejor... Puede que lo sea en un momento
dado, pero olvidan que es un error el despreciar el vino nuevo, porque llegará el
día en que haya madurado y sea el mejor de todos.
En
este pasaje Jesús rechaza la mente cerrada y recomienda que no despreciemos lo
nuevo sólo porque lo es.
No
debemos tener miedo a la libertad de pensamiento… Si creemos en el Espíritu
Santo, debemos estar dispuestos para que Dios nos guíe a nuevas ideas. Nuestros
parámetros doctrinales son mucho más antiguos, por eso el que propone algo
nuevo siempre tiene que luchar.
Tengamos
cuidado con rechazar todo lo nuevo, porque podría querer decir que hemos perdido
la elasticidad mental.
Tampoco
debemos tener miedo de nuevos métodos. El que algo se haya hecho siempre
de una misma manera puede que sea la mejor razón para dejar
de hacerlo. El que algo no se ha hecho nunca puede
que sea la mejor razón para intentarlo.
Hay
un conservadorismo sabio y otro que no lo es. Tengamos cuidado de no ser
tradicionalistas reaccionarios en el pensamiento o en la acción cuando debemos
ser, como cristianos, intrépidos aventureros.
La oposición crece
Lucas 6:1-5
Este
es el primero de dos incidentes en los que vemos que la oposición a Jesús ya
estaba saliendo a la luz, y que lo que tenían en contra de Él era que
quebrantaba las leyes tradicionales del sábado. En esta escena, iban pasando
Jesús y sus discípulos por entre los trigales. El hecho de que los discípulos
arrancaran espigas no era en sí ningún crimen (Deuteronomio
23:25). Si lo hubieran hecho otro día cualquiera no
habría habido nada que objetar; pero era sábado. Cuatro de los trabajos
prohibidos el sábado eran segar, trillar, aventar y preparar comida; y los
discípulos habían realizado los cuatro según la interpretación ortodoxa de la
ley: al arrancar espigas, habían segado; al restregarlas con la mano, habían
trillado; al soplar para quitar la paja, habían aventado, y el hecho de que se
las comieran demostraba que habían preparado una comida el sábado.
A
nosotros nos parece fantástico todo esto; pero debemos recordar que, para un
estricto fariseo, todos eran pecados mortales. Se habían quebrantado las normas
y las reglas, y esto era una cuestión de vida o muerte.
Hicieron
su acusación, y Jesús les contestó con una cita del Antiguo Testamento: lo que
hicieron David y sus compañeros cuando tenían mucha hambre y comieron el pan de
la proposición que se ofrecía a Dios en el tabernáculo, mejor llamado el Pan de
la Presencia. Todos los sábados por la mañana se ponían delante de Dios doce
panes de trigo, hechos con harina… Había un pan por cada tribu. En tiempos de
Jesús estos panes se colocaban en una mesa de oro macizo de tres pies de
longitud y uno y medio de anchura que estaba situada a lo largo del lado Norte
del Lugar Santo. El pan representaba la presencia de Dios, y nadie más que los
sacerdotes podía comerlo (Levítico 24:5-9). Pero
la necesidad de David había sido prioritaria sobre estas normas y reglas.
Los
rabinos mismos decían: “El sábado se ha hecho para ti, y no tú para el sábado”.
Es decir, que en sus mejores y más elevados momentos los rabinos reconocían que
la necesidad humana abrogaba la ley ritual…
Si
era así, ¡cuánto más el Hijo del Hombre, con un corazón de amor y de
misericordia, es el Señor del Sábado! ¡Cuánto más lo podrá utilizar para sus
propósitos de amor!... Pero los fariseos habían olvidado los derechos de la
misericordia porque estaban inmersos en sus leyes y reglas.
Es
significativo que estaban observando a Jesús y a sus discípulos cuando iban por
los campos de trigo. Está claro que los estaban espiando; y desde este momento
estarían escudriñando con ojos hostiles y Notemos que Jesús les recuerda un
hecho impreso en las Escrituras: “¿No habéis leído lo que hizo David…?”… Pero
ellos no podían entenderlo porque no venían a las Escrituras para aprender la
voluntad de Dios, sino para encontrar textos que confirmaran sus propias ideas
y no se acercaban a ella con un corazón necesitado.
El
que no viene con un sentimiento de necesidad siempre se pierde el sentido más
profundo de las Escrituras... Cuando despertamos a nuestra necesidad, la Biblia
es un libro nuevo.
Cuando
leemos el Libro de Dios debemos venir con una mente abierta y con un corazón
necesitado; entonces será también para
nosotros el libro más maravilloso del mundo.
Lección nº 13:
SUS DISCÍPULOS Y LOS VALORES
CRISTIANOS
Lucas 6: 6-26
Un desafío de Jesús
Lucas 6: 6-11
Para
este tiempo la oposición a Jesús iba concretándose. Estaba enseñando en la
sinagoga un sábado, y los escribas y los fariseos estaban también allí con el
propósito de espiarle para, si curaba al enfermo, acusarle de quebrantar el
sábado.
Hay
un detalle interesante: si comparamos esta historia en Mateo
12:10-13, y Marcos 3:1-6, con la versión de Lucas, nos damos
cuenta de que es sólo éste el que nos dice que era el brazo derecho
el que tenía seco el hombre. Aquí habla el médico, interesado en
todos los detalles del caso.
En
este incidente, Jesús quebrantó abiertamente la ley tradicional. Curar era un
trabajo, y estaba prohibido hacer ningún trabajo el sábado. Es verdad que si
había peligro de muerte se podía hacer algo para mantener la vida. También era
legal tratar las dolencias de ojos o garganta. Pero este hombre no estaba en
peligro de muerte; podría haber esperado hasta el día siguiente sin peligro.
Pero Jesús estableció el gran principio de que, dijeran lo que dijeran las
leyes y las reglas, siempre se puede hacer un bien en sábado. Jesús les dirigió
la pregunta punzante: “Os preguntaré una cosa: ¿Qué es lo que se permite hacer
el sábado, ayudar a alguien o hacerle daño, salvar la vida o destruirla?”. Eso
tiene que haberles llegado al alma, porque mientras Él estaba tratando de
ayudar a la vida del hombre del brazo seco, ellos estaban haciendo todo lo
posible para destruirle a Él. Era Él el que estaba tratando de salvar, y ellos
de destruir.
En
esta escena hay tres personajes:
Está
el hombre del brazo seco. Era un hombre que estaba dispuesto a
intentar lo imposible. No se puso a discutir cuando le dijo
Jesús que extendiera el brazo inútil; lo intentó y lo consiguió, con las
fuerzas que le dio Jesús.
Imposible
es una palabra que habría que desterrar del vocabulario del
cristiano…
Está
Jesús. Hay en esta historia una gloriosa
atmósfera de desafío. Jesús sabía que le estaban espiando, pero no vaciló en
sanar. Le dijo al hombre que se pusiera en medio: esto no se iba a hacer en un
rincón.
Estaban
los fariseos. Aquí tenemos a unos hombres que
siguieron el extraño camino de odiar a un hombre que acababa de curar a un
paciente. Son el ejemplo sobresaliente de los que aman sus leyes y sus reglas
más que a Dios. Seguimos viendo esta actitud en las iglesias una y otra vez…
Siempre está presente el peligro de poner la lealtad al sistema por encima de
la lealtad a Dios.
Jesús elige sus apóstoles
Lucas 6: 12-19
Aquí
vemos a Jesús eligiendo a sus hombres. Es interesante y provechoso entender por
qué los escogió, porque Él sigue queriendo y necesitando hombres.
Los
escogió para que fueran sus amigos. Es maravilloso que Jesús necesitara amistad
humana. Pertenece a la esencia misma de la fe cristiana el que podamos decir
con toda reverencia y humildad que Dios no puede ser feliz sin los hombres.
Jesús
sabía que se acercaba el fin de su vida en la Tierra. Si hubiera vivido en otro
tiempo, tal vez habría escrito un libro que hubiera llevado su enseñanza por
todo el mundo. Pero, cuando Él vivió, escogió a esos hombres para escribir en
ellos su mensaje. Serían sus libros vivos. Estarían en su compañía para poder
llevar su mensaje a todos los hombres algún día.
Jesús
los escogió entre sus discípulos. Discípulo quiere decir
aprendiz. Tenían que ser de los que siempre
estaban aprendiendo más y más de Él. Un cristiano es una persona que se pasa
toda la vida aprendiendo del Señor al que verá cara a cara algún día, y
entonces le conocerá como ahora el Señor le conoce a él.
Jesús
escogió a sus hombres para que fueran sus apóstoles. La
palabra griega apóstolos
quiere decir alguien a quien se envía. Se
puede referir a un mensajero o embajador. Los apóstoles iban a ser los
embajadores de Jesús al mundo. El embajador es alguien que representa a su país
en el extranjero. El cristiano es enviado como embajador de Cristo, no sólo con
sus palabras, sino con sus obras y con toda su vida.
De
los Doce tenemos que decir dos cosas:
Eran
simplemente hombres corrientes. Ninguno era rico, ni
famoso, ni influyente; no habían recibido unos estudios especiales. Eran
sencillamente gente corriente. Es como si Jesús hubiera dicho: “Dadme doce
personas comunes, y cambiaré el mundo”… La obra de Jesús no está en las manos
de los que el mundo llama grandes hombres, sino en las de gente corriente, como
nosotros.
Eran
una mezcla extraña. Fijémonos en dos de
ellos: Mateo era recaudador de impuestos, es decir, un traidor y renegado;
Simón era un celote, y los celotes eran nacionalistas fanáticos que habían
jurado asesinar a todos los traidores y romanos que pudieran.
Es
uno de los milagros del poder de Cristo que el publicano Mateo y el celote
Simón pudieron vivir en paz en la compañía del grupo apostólico. Cuando se es
cristiano de veras, las personas más diferentes y divergentes pueden vivir en
paz.
Solamente
en Cristo podemos resolver el problema de vivir juntos; porque hasta los
caracteres más opuestos pueden estar unidos en su amor. Si de veras le amamos,
nos amaremos unos a otros.
Los valores cristianos
Lucas 6: 20-26
El
Sermón de la Llanura de Lucas se corresponde con el Sermón del Monte de Mateo (Mateo,
capítulos 5 al 7). Los dos empiezan con una serie de
bienaventuranzas. Hay algunas diferencias entre las versiones de Mateo y de
Lucas, pero una cosa está clara: son una serie de pensamientos notables;
realmente revolucionarios… Cada una de ellas es un desafío.
Toman
los patrones que todo el mundo acepta, y los ponen boca abajo. Los que Jesús
llama afortunados son los que el mundo considera desgraciados, y los que Jesús
llama desgraciados son los que el mundo considera afortunados.
¿Dónde
está la clave de todo esto? En el versículo 24 dice Jesús: “¡Pero, ay de
vosotros los ricos, porque ya tenéis todo lo bueno que vais a tener!”…
La
palabra que usa Jesús para tener es
la que se usa para saldar una cuenta. Lo que quiere decir es: “Si te propones y
aplicas todas tus energías a obtener las cosas que valora el mundo, puede que
las obtengas, pero eso es todo lo que vas a tener”… Pero si, por el contrario,
te propones y aplicas todas tus energías a ser totalmente leal a Dios y fiel a
Cristo, te encontrarás con muchos problemas; a los ojos del mundo serás un
desgraciado, pero no te perderás la mejor recompensa, que será la felicidad
eterna.
Nos
encontramos frente a frente con una decisión que empieza en la infancia y que
no termina hasta el final de la vida. ¿Vas a escoger el camino fácil que
produce un placer y un provecho inmediatos, o vas a escoger el camino difícil
que produce trabajos y hasta sufrimiento a veces? ¿Te vas a concentrar en las
recompensas del mundo, o en Cristo?
Seguir
el camino del mundo, implica abandonar los valores de Cristo; y si seguimos el
camino de Cristo, tendremos que abandonar los valores del mundo.
Jesús
no tenía la menor duda acerca de cuál conducía a la felicidad. Como decía
Pablo: “La ligera aflicción momentánea sirve para prepararnos una gloria
consistente y eterna que no admite comparación” (2 Corintios
4:17).
El
desafío de las bienaventuranzas es: ¿Quieres ser feliz a la manera del mundo, o
a la manera de Cristo?
Lección nº 14:
LA REGLA DE ORO Y EL CIMIENTO
FIRME
Lucas 6: 27-49
La Regla de Oro
Lucas 6:27-38
No
hay mandamiento de Jesús que haya causado tanta discusión y polémica como el de
amar a nuestros enemigos. Antes de cumplirlo tenemos que ser capaces de
entenderlo.
En
griego hay tres palabras que se traducen por amar. Una de ellas es eros, que se refiere al amor apasionado
de un hombre por una mujer. Está fileo,
que describe el amor a los nuestros, el cálido afecto del corazón. Ninguna de
estas palabras es la que se usa aquí, sino agape,
que requiere todo un párrafo para traducirla.
Agape
describe un sentimiento activo de benevolencia hacia otra persona; quiere decir
que, no importa lo que esa persona nos haga, nunca nos permitiremos desearle
más que lo mejor; y nos propondremos hacer todo lo posible para ser amables y
buenos con ella.
Una
cosa se desprende de esto. El amor que les tenemos a nuestros seres queridos es
algo que no podemos evitar. Hablamos de enamorarnos como de algo que nos
sucede. Pero este amor a nuestros enemigos no es algo sólo del corazón, sino
también de la voluntad. Es algo que por la gracia de Cristo podemos desear
tener.
Este
pasaje contiene dos grandes hechos de ética cristiana.
La
ética cristiana es positiva. No consiste tanto en no hacer cosas, sino en
hacerlas. Jesús nos ha dado la Regla de Oro que nos manda hacer a los demás lo
que quisiéramos que ellos nos hicieran a nosotros. Esta regla aparece en muchos
escritores de muchos credos, pero en la forma negativa. Cierto hombre le pidió
a un rabino judío que le enseñara toda la ley en el menor tiempo posible; y el
rabino le contestó: “Lo que no quieras
para ti, no se lo hagas a otro. Esa es toda la ley, y lo demás es comentario”.
Formulaciones
como esta son negativas… Pero es una cosa muy distinta el apartarnos de nuestro
camino para hacerles a los demás lo que quisiéramos que nos hicieran a
nosotros.
La
verdadera esencia de la conducta cristiana consiste, no en abstenernos de cosas
malas, sino en hacer cosas buenas.
La
ética cristiana, además, se basa en la gracia. Jesús describe las maneras
normales de la conducta sensata del mundo, y las califica diciendo que “eso no
tiene ninguna gracia”... A menudo la gente pretende ser tan buena como los
demás. Es probable que lo sea; pero la pregunta de Jesús es: “¿Cuánto mejor
eres tú que la mayoría?”… No es con los
prójimos con los que nos tenemos que comparar, sino con Dios que es la razón
suprema de la conducta cristiana; que nos hace semejantes a Dios, porque así es
como Él actúa.
El
amor de Dios abraza por igual al santo y al pecador. Ese es el amor que debemos
imitar; si de veras procuramos todo lo mejor hasta para nuestros enemigos,
seremos de veras hijos de Dios.
(El
versículo 38 contiene una frase extraña: “Darán en vuestro regazo”. Los judíos
llevaban una ropa larga hasta los pies, sujeta con un cinturón. La ropa se
podía remangar un poco por debajo del cinturón formando como una bolsa donde se
podían llevar cosas... A esto se refiere Jesús).
Enseñanzas para la vida
Lucas 6:39-45
Este
pasaje parece una serie de dichos aislados.
Esto
puede ser por dos razones. Puede ser que Lucas haya recogido aquí cosas que
Jesús dijo en diferentes ocasiones, y nos las dé como un compendio de reglas
acerca de la vida. O puede ser que tengamos aquí un ejemplo de una manera de
enseñar típicamente judía. Le llamaban jaraz, que quiere decir ensartar
perlas. Los rabinos decían que un predicador no debe detenerse más de
dos minutos en cada asunto, sino que debe pasar pronto de uno a otro para
mantener el interés.
Los
temas de este pasaje se agrupan naturalmente en cuatro partes.
a)
Versículos 39 y 40. Jesús señala que un profesor no puede guiar a sus alumnos
más allá de donde haya llegado él. Aquí tenemos una doble advertencia. En
nuestro discipulado tenemos que buscarnos el mejor profesor, porque será el
único que nos pueda guiar más y más lejos. Nadie puede enseñar lo que no sabe.
b)
Versículos 41 y 42. Aquí tenemos un ejemplo del humor de Jesús. Al trazar la
escena del hombre con una viga en el ojo tratando de sacarle una pajita del
suyo a un vecino, Jesús debe haber tenido una sonrisa en los labios. Quería
decir que no tenemos derecho a criticar a otros a menos que no tengamos ninguna
falta… Eso quiere decir sencillamente que nunca tenemos derecho a criticar a
los demás…
c)
Los versículos 43 y 44 nos recuerdan que no se puede juzgar a nadie más que por
sus obras. Las palabras bonitas no pueden tomar el lugar de las buenas obras.
La única manera de demostrar la superioridad del Evangelio es mostrando en
nuestras vidas que es el único poder que puede producir hombres y mujeres
mejores.
d)
En el versículo 45 Jesús nos recuerda que las palabras que afloran a nuestros
labios son en última instancia el producto de nuestro corazón. Nadie puede
hablar de Dios con sentido a menos que tenga en el corazón el Espíritu de Dios.
Nada revela el estado de un corazón humano tanto como lo que dice cuando no
está midiendo cuidadosamente las palabras…
El cimiento firme
Lucas 6: 46-49
Para
tener una idea más completa de esta parábola tenemos que leer también la
versión de Mateo (7:24-27). Lucas no era natural de Palestina, y no tenía una
idea muy clara de la escena; mientras que Mateo, que sí era de Palestina, la
conocía muy bien…
En
verano, muchos valles presentan el lecho arenoso totalmente seco; pero en
invierno, después de las lluvias de septiembre, vuelve el torrente con toda su
fuerza. Puede ser que alguien que estaba buscando dónde hacerse la casa vio ese
espacio libre y se decidió a construir en él, descubriendo para su mal cuando
llegó la época de las lluvias que el río también volvía a su cauce, y se
llevaba la casa.
Un
hombre sensato habría buscado la roca, para lo cual habría tenido que realizar
más trabajo; pero, cuando llegara el invierno, se vería que no había sido en
vano, porque la casa permanecería segura en su sitio.
Es
importante que nuestra vida tenga una cimentación firme. Y la única que lo es
de verdad es la obediencia a las enseñanzas de Jesús.
El
insensato quería ahorrarse trabajo. No
quería molestarse en cavar hasta encontrar la roca. La arena era mucho más
atractiva y menos trabajosa... Así puede que sea más fácil seguir nuestro
camino que el de Jesús, pero al final acabaremos en la ruina. El camino de
Jesús es el de la seguridad aquí y en el más allá.
Además
este hombre no era previsor… No se le ocurrió
pensar cómo estaría aquel lugar seis meses después… En todas las decisiones de
la vida hay un corto plazo y un largo plazo; es feliz el que no se juega el
bien futuro por el placer presente; que ve las cosas, no a la luz del momento,
sino a la luz de la eternidad.
Cuando
aprendemos que lo que cuesta más suele ser lo que más vale la pena, y que la
previsión es mejor que la improvisación, descubrimos que lo mejor es construir
la vida sobre el cimiento firme de las
enseñanzas de Jesús, porque no habrá adversidad que la haga vacilar.
Lección nº 15:
EL CENTURIÓN, EL HIJO DE UNA VIUDA
Y LOS DISCÍPULOS DE JUAN
Lucas 7: 1-30
La fe del Centurión
Lucas 7: 1-10
El
personaje central de esta historia es un centurión romano. No era un hombre
cualquiera.
El
centurión equivalía entonces al coronel de ahora; los centuriones eran la
columna vertebral del ejército romano. Todos los centuriones que aparecen en el
Nuevo Testamento eran personas respetables (Lucas 23:47; Hechos
10:22; 22:26; 23:17, 23, 24; 24:23; 27:43).
El
centurión tenía que ser un hombre especial, o no habría podido conservar su
puesto… Notamos en él algunas notables virtudes:.
Amaba
a su esclavo, y habría hecho lo que fuera necesario para salvarle la vida. La
ley romana definía al esclavo como una herramienta viva; no tenía derechos; su
amo le podía maltratar y matar si quería… Era corriente abandonar a los
esclavos para que se murieran cuando ya no rendían en el trabajo. Pero la
actitud de este centurión era fuera de lo corriente.
Era
además un hombre profundamente religioso. Tiene que haber tenido
más que un interés superficial para construir una sinagoga. Es verdad que los
romanos consideraban que la religión era buena para mantener a la gente en
orden… Pero este centurión no era un administrador cínico, sino un hombre
sinceramente religioso.
Tenía
también una actitud muy poco corriente hacia los judíos…
Si
los judíos despreciaban a los gentiles, los gentiles odiaban a los judíos. Los
romanos decían que los judíos eran una raza repudiable, y consideraban su
religión como una superstición bárbara… Y si bien es verdad que muchos
gentiles, cansados de los muchos dioses y de la baja moralidad del paganismo,
habían aceptado la doctrina judía de un solo Dios y la ética judía austera,
este relato implica un sincero lazo de amistad entre el centurión y los judíos.
Además
era un hombre humilde… Sabía muy bien que a un judío estricto
le prohibía su ley entrar en la casa de un gentil (Hechos
10:28), de la misma manera que le estaba prohibido dejar entrar
a un gentil en su casa o tener ningún trato con él. Por eso no fue directamente
a Jesús, sino que les pidió ese favor a sus amigos judíos.
Este
hombre, tan acostumbrado a mandar, era sorprendentemente humilde en presencia
de la verdadera grandeza.
Y
finalmente vemos que era un hombre de fe; y su fe estaba basada en
los argumentos lógicos… Si su autoridad producía resultados, ¡cuánto más los
produciría la de Jesús!
Tenía
la perfecta confianza del que mira hacia arriba y dice: “Señor, yo sé que
puedes hacerlo”. Si tuviéramos una fe así, veríamos hechos notables en nuestra
vida…
Jesús y su compasión
Lucas 7: 11-17
Naín
estaba a un día de camino de Capernaum, donde Eliseo había resucitado al hijo
de otra madre (2 Reyes 4:18-37)…
En
muchos sentidos ésta es una de las historias más bonita de los evangelios.
Nos
habla del dolor y de la angustia de la vida humana.
La procesión fúnebre iría precedida por una banda de músicos y
lloradores profesionales, con flautas y címbalos, lanzando sus gritos y
lamentos en un verdadero frenesí; pero todo el dolor inmemorial del mundo se
encierra en la austera frase de Lucas: “hijo único de una mujer viuda”.
A
lo patético de la vida Lucas superpone la compasión de
Cristo. A Jesús se le conmovió el corazón… No hay una palabra más fuerte
en griego para la compasión que la que una y otra vez se aplica en los
evangelios a Jesús (Mateo 14:14; 15:32; 20:34; Marcos 1:41;
8:2).
Para
el mundo antiguo esto tiene que haber sido sumamente sorprendente porque ellos
tenían la idea de una divinidad insensible…
Pero
aquí se le presentaba al hombre antiguo la sorprendente idea de Uno que era el
Hijo de Dios, cuyo corazón se conmovía de piedad (Isaías 53:3)…
Para
muchos de nosotros esa es la revelación más preciosa del Dios que se manifiesta
en Jesucristo.
Y
a la compasión de Jesús añade Lucas el poder de Jesús... Jesús
fue y tocó el féretro. No sería un ataúd, porque no se usaban entonces, sino
una especie de caja suficientemente grande para llevar el cadáver a la tumba.
Fue
un momento dramático, que nos muestra que Jesús no es sólo el Señor de la vida;
es también el Señor de la muerte, porque la ha vencido y ha triunfado del
sepulcro, y ha prometido que, porque Él vive, los suyos vivirán también (Juan
14:19).
Los discípulos de Juan
Lucas 7: 18-30
Juan
le envió mensajeros a Jesús para preguntarle si era Él el Mesías o si tenían
que seguir esperando a otro… Este episodio ha preocupado a muchos, que se han
sorprendido de que pareciera que Juan dudaba de Jesús.
Se
ha sugerido que Juan dio ese paso, no para sí mismo, sino
por causa de sus discípulos. Él estaba suficientemente seguro;
pero tal vez ellos no lo estaban tanto, y necesitaban una prueba irrefutable.
Juan:
era un hombre del desierto y de los espacios abiertos, y estaba encerrado en
una mazmorra del castillo de Maqueronte. Encerrado en una celda entre estrechas
paredes, Juan se hacía muchas preguntas porque el cruel cautiverio le ahogaba
el corazón y seguramente necesitaba asegurar su convicción y dejarle esta
seguridad a sus propios seguidores…
Fijémonos
en la prueba que Jesús le ofreció. Le indicó hechos. Los enfermos, los
dolientes y los pobres humildes estaban experimentando el poder de Dios y
escuchando la Buena Noticia. Esa no era la respuesta que muchos judíos habrían
esperado… Ellos esperaban un Mesías guerrero, pero lo que dijo Jesús fue: “La
misericordia de Dios está aquí...”; esa era la respuesta a Juan, que tal vez
otros no habrían sabido comprender.
Está
claro que Juan conocía las Escrituras, y esperaba y anunciaba a un Mesías que
cumpliría las profecías; y Jesús le dice que se están cumpliendo las señales
por las que los profetas habían anunciado que se reconocería al Mesías. Donde
se mitiga el dolor y la tristeza se cambia en gozo, donde se destierran el
sufrimiento y la muerte, allí está manifestándose el Reino de Dios. La
respuesta de Jesús fue: “¡Volved a Juan a decirle que el amor de Dios está
aquí!”…
Cuando
ya se habían ido los mensajeros de Juan, Jesús le dedicó el mayor elogio
imaginable. Las multitudes habían salido al desierto para ver y oír a Juan, que
no era precisamente una caña que se meciera al viento. Juan no era un hombre
que se plegara ante las circunstancias o los poderosos de este mundo como un
junco, sino inamovible como un árbol recio y fuerte.
Tampoco
habían salido al desierto a ver a un tipo delicado y vestido de seda como los
cortesanos de los palacios…
Los
judíos esperaban que apareciera un gran profeta del pasado, Elías, para
preparar el camino y anunciar la llegada del Rey ungido de Dios (Malaquías
4:5)… Juan fue ese heraldo del Altísimo y Jesús le coloca por encima
de todas las grandes figuras de la historia de Israel y del mundo, entre los
que se encuentran hombres como Abraham y Moisés, que los judíos consideraban
insuperables y aun incomparables.
Pero
también Jesús reconoce claramente las limitaciones de Juan al decir que
el más pequeñito en el Reino de Dios es mayor que él, porque Juan estaba antes
de la línea divisoria de la Historia, la llegada de Jesús al mundo para
establecer su Reino…
Jesús
es el que divide la Historia. Por tanto, a todos los que vivimos después de su
venida y le recibimos se nos ha concedido una bendición mayor que a los que
vivieron antes de Jesús. La entrada de Jesús en el mundo divide en dos el
tiempo y toda la vida. Si alguno está en Cristo, es una nueva creación (2 Corintios
5:17). Y esa nueva creación hace al hombre portador de una dignidad que hasta
Jesús era simplemente imposible, porque es la obra misma de Jesús la que
produce esa nueva creación…
Lección nº 16:
RECHAZO Y AMOR SIN IGUAL
Lucas 7: 31-50
El rechazo de los hombres
Lucas 7: 31-35
Este
pasaje contiene dos grandes advertencias.
Nos
expone los peligros del libre albedrío. Los escribas y los fariseos habían
conseguido hacer fracasar el plan que Dios tenía para ellos. La maravillosa
verdad del Evangelio es que Dios no se impone por fuerza, sino que se ofrece
por amor.
Ahí
es donde podemos vislumbrar el dolor de Dios. Siempre es la gran tragedia del
amor el ver a una persona amada que ha escogido el mal camino.
Hacer
de nuestra vida un naufragio es producirle dolor al corazón de Dios al usar
nuestra libertad para frustrar sus propósitos.
Nos
expone también la perversidad humana. Juan había venido, viviendo con la
austeridad de un ermitaño, y los escribas y los fariseos habían dicho que era
un loco excéntrico, y que algún demonio le había dominado… Jesús había venido,
viviendo la vida de la gente y participando de sus actividades, y se burlaban
de Él diciendo que le gustaban demasiado los placeres terrenales. Nada les iba
bien porque rechazaban implícitamente el llamado de Dios…
Pero
hay unos pocos que responden; y ellos le dan la razón a la sabiduría de Dios.
Los hombres pueden usar mal su libertad para frustrar los propósitos de Dios;
o, en su perversidad, hacerse ciegos y sordos a todas sus llamadas.
Si
Dios hubiera usado una fuerza coercitiva y encadenado al hombre a una voluntad
a la que no pudiera resistirse, el mundo estaría poblado por autómatas, y tal
vez todo estaría en perfecto orden; pero Dios escogió el peligroso camino del
amor, y el amor acabará triunfando.
El amor sin igual…
Lucas 7: 36-50
La
escena tiene lugar en el patio de la casa del fariseo Simón. Las casas de la
gente acomodada se levantaban alrededor de un patio abierto que parecía una
placita. A menudo había en el patio un jardín y una fuente; y allí era donde se
comía en los días de calor. Era costumbre que, cuando se había invitado a un
rabino, viniera toda clase de gente, nadie se lo impedía, para escuchar las
perlas de sabiduría que salían de sus labios. Así se explica la presencia de la
mujer.
Cuando
entraba un invitado en una casa así, era comente que se hicieran tres cosas
El anfitrión le ponía la mano en el hombro al huésped y le daba
un beso de paz. Esa era una señal de respeto que jamás se omitía en el caso de
un rabino distinguido; como los caminos eran de tierra, polvorientos, y el
calzado no era más que suelas sujetas al pie con correas, se le echaba agua en
los pies al huésped para limpiárselos y refrescárselos y a menudo se quemaba un
poquito de incienso, o se le echaba un poco de esencia de rosas al invitado en
la cabeza. Eran cosas que exigían los buenos modales, pero que no se cumplieron
en este caso.
'En
el Oriente, los comensales no se sentaban, sino- se reclinaban ante la mesa, en
sofás bajos, apoyándose en el brazo izquierdo para dejar libre el derecho para
comer. Tenían los pies extendidos hacia fuera, y se quitaban las sandalias
durante la comida. Así se comprende cómo llegó la mujer a los pies
de
Jesús.
Simón
era fariseo, es decir, uno de los separados. ¿Por
qué invitó a Jesús a comer en su casa?...
Es
posible que fuera simpatizante y admirador de Jesús, porque no todos los
fariseos eran sus enemigos ( Lucas 13:31);
pero la atmósfera de falta de cortesía lo hace improbable; también es posible
que Simón invitara a Jesús con la intención de pillarle alguna palabra o acción
para delatarle ante las autoridades, aunque lo más probable es que Simón fuera
un “coleccionista de celebridades”, y que hubiera invitado a comer al discutido
joven galileo con un despectivo paternalismo… Esto explicaría la mezcla de
cierto respeto con la omisión de los detalles de cortesía.
La
mujer era conocida por su mala vida, y lo más probable es que fuera prostituta.
Seguramente había oído a Jesús desde el borde de la multitud, y había creído
que Él podía tenderle la mano para sacarla del barro… Llevaba alrededor del
cuello, como todas las mujeres judías, un frasquito de alabastro que contenía
esencia, que era algo bien costoso. Se lo quería derramar a Jesús en los pies,
porque era todo lo que podía ofrecerle. Pero, cuando le vio, no pudo contener
las lágrimas, que literalmente le regaron los pies.
El
aparecer en público con el pelo suelto era una señal de desvergüenza en una
mujer judía. Las jóvenes se sujetaban el pelo el día de su boda, y ya no
volvían a llevarlo suelto nunca más en público. El hecho de que esta mujer se
lo soltara fue señal de hasta qué punto se había olvidado de todo el mundo
menos de Jesús.
Esta
historia revela el contraste entre dos actitudes de mente
y de corazón:
a)
Simón no se reconocía necesitado de nada, y por tanto no sentía amor. Se
consideraba un hombre bueno y respetable a los ojos de los demás y de Dios.
b)
La mujer reconocía su suprema necesidad, y por tanto estaba inundada de amor hacia
el que podía suplirla, y por eso recibió
el perdón.
Es
verdad que el peor pecado es no tener conciencia de pecado; creer que no se es
pecador… Pero el sentimiento de la necesidad abre la puerta al perdón de Dios,
porque Dios es amor, y la mayor gloria del amor es que se sienta su necesidad.
El
ejemplo de la mujer debe ser un desafío para los cristianos contemporáneos…
A
menudo, y especialmente en aquellos que desde niños han conocido el mensaje de
Jesús, nos olvidamos de aquello de lo que el Señor nos ha librado; y suele
parecernos que su obra en nosotros no ha sido importante… Entonces caemos en el
desagradecimiento; es como si no tuviéramos en cuenta cuánto le costó a Jesús
nuestra salvación.
A
la luz del ejemplo de esta mujer debemos recordar la enseñanza de Jesús: ella
amaba mucho porque mucho se le había perdonado; y por eso ofrecía la mejor
ofrenda sin importarle lo que los demás dijeran. ¿Cómo obramos nosotros?
¿Actuamos concientes de todo lo que el Señor nos ha perdonado…? ¿Le ofrecemos
lo mejor como respuesta?
Si
no sentimos ese amor profundo que aquella mujer sintió, y no le damos al Señor
lo mejor de nuestras vidas, puede que, o seamos desagradecidos, y ello va en
contra del ser cristiano, o que en realidad sintamos que no hemos sido
perdonados de verdad, porque no nos hemos arrepentido de verdad. En este caso
nos pareceremos más a Simón que a aquella humilde mujer pecadora…
Dios
espera de sus hijos fieles lo mejor porque Él en su sublime amor nos ha dado lo
mejor: la vida de su propio Hijo.
Lección nº 17:
EN EL CAMINO VARIAS ENSEÑANZAS
Lucas 8: 1-21
Jesús en el camino…
Lucas 8: 1-3
El
tiempo que veíamos que se acercaba, ya ha llegado: Jesús está siempre de
camino. Ya no le están abiertas las sinagogas, como antes… En vez de la
bienvenida, se había encontrado con la oposición; en vez de personas deseosas
de escuchar, se había encontrado con los escribas y los fariseos acechándole
para delatarle; así es que ahora salió a los caminos abiertos, a las colinas y
a la orilla del lago.
Este
pasaje nombra a un grupito de mujeres que ayudaban a Jesús con su dinero. Se
consideraba una obra piadosa el sostener a un rabino, y el hecho de que los
fieles seguidores de Jesús le ayudaran de este modo no era nada insólito. Pero,
como ya hemos notado con los discípulos, no podemos por menos de sorprendernos
de lo diferentes que eran entre sí estas mujeres.
Entre
ellas se encontraba María Magdalena, así llamada porque era del pueblo de
Magdala, de la que Jesús había echado a siete demonios; está claro que había
tenido un pasado tenebroso y terrible; y estaba Juana, que era la mujer de
Cusa, el secretario de Herodes, el
funcionario que se cuidaba de los intereses financieros del rey y por lo tanto
gozaba de la mayor confianza e importancia… Es sorprendente encontrarse con
María MMgdalena, con su pasado
tenebroso, en la misma compañía que Juana, la dama de la corte.
Es
sencillamente maravilloso que Jesús pueda conseguir que vivan en armonía
personas de lo más diferentes, sin que ninguna pierda en lo más mínimo su personalidad
o sus cualidades.
No
hay nada que la iglesia necesite más que el unir en el mismo yugo los diversos
temperamentos y cualidades de personas diferentes; en Cristo puede hacerse, ¡y
se ha hecho!
En
este grupo de mujeres tenemos algunas cuya ayuda era práctica. Como eran
mujeres, no se les permitiría predicar; pero aportaban lo que tenían.
No
es siempre el que más se ve el que hace lo más importante. Muchas personas
importantes en la vida pública no podrían cumplir con su trabajo ni una semana
si no fuera por la ayuda que los respalda en casa. No hay don que no se pueda
usar en el servicio de Cristo. Muchos de sus servidores más valiosos están en
el trasfondo, invisibles pero esenciales a la causa.
La parábola del sembrador
Lucas 8: 4-15
En
esta parábola Jesús se vale de un ejemplo que todos sus oyentes reconocerían.
Es probable que hasta estuvieran viendo entonces a algún sembrador que estaba
sembrando su campo mientras Jesús hablaba.
La
parábola nos presenta cuatro clases de terreno:
a)
Las parcelas solían ser más bien alargadas, y estaban separadas por senderos o
caminos por los que se podía pasar; cuando la semilla caía en esa parte
pisoteada y endurecida no tenía posibilidad de penetrar en el suelo.
b)
Estaba el suelo rocoso, que no quiere decir aquí un sitio lleno de piedras,
sino un terreno que no era más que una capita de tierra por encima de una
lancha de roca caliza. Allí no había humedad ni nutrientes, así es que la
planta, si nacía, pronto se secaba y moría.
c)
El terreno que se llenó de espinos parecía entonces estar bastante limpio. Se
puede hacer que un terreno parezca limpio
simplemente labrándolo; pero quedaban allí las semillas de los espinos y las
raíces fibrosas de las malas hierbas. Las buenas y las malas semillas crecieron
juntas; pero las malas eran más fuertes y ahogaron a las buenas.
d)
El buen terreno era profundo, y estaba limpio y bien labrado.
Los
versículos 9 y 10 siempre han presentado problemas. Parece como si Jesús dijera
que hablaba en parábolas para que la gente no le entendiera; pero no podemos
creer que ocultara deliberadamente el sentido de su mensaje a sus oyentes.
Mateo
13:13 lo expresa de manera un poco diferente: Dice que Jesús hablaba en
parábolas porque la gente no podía ver y entender
correctamente. Mateo parece decir que las parábolas no eran para impedir que la
gente viera y entendiera, sino para ayudarla a entender; aunque cita
inmediatamente después el dicho de Isaías, 6:
9-10: “Les he hablado la Palabra de Dios, y el único resultado es que no han
entendido ni una palabra”…
Lo
que Jesús realmente quería decir es que la gente puede llegar a ser tan obtusa
y dura de mollera que no puede entender la Palabra de Dios cuando les llega. No
es culpa de Dios; es que se han vuelto tan perezosos mentalmente hablando, tan
cegados por los prejuicios, tan indispuestos a ver lo que no quieren ver, que
son incapaces de asimilar la Palabra de Dios.
Esta
parábola tiene dos interpretaciones:
Se
sugiere que quiere decir que la suerte de la Palabra de Dios depende del corazón
en el que se siembra.
a)
El sendero endurecido representa la mente cerrada que se niega a
recibir la Palabra.
b)
El terreno superficial representa a los que aceptan la Palabra,
pero que no la meditan ni se dan cuenta de lo que implica, y que se retiran
cuando llegan los problemas.
c)
El terreno espinoso representa a los que están tan ocupados con otras cosas que
desplazan las cosas de Dios de su
vida, aunque estas cosas no sean necesariamente malas…
d)
El buen terreno representa al corazón bueno. El buen entendedor
se caracteriza por tres cosas: la primera es que escucha con atención; la
segunda, que guarda lo que oye en su mente y corazón, y lo medita hasta
encontrar su sentido para su propia vida; la tercera, que lo lleva a la acción,
que traduce lo que ha oído en obras.
Se
sugiere que la parábola es en realidad una advertencia contra la desesperación:
Consideremos
la situación: a Jesús le han expulsado de las sinagogas; los escribas y los
fariseos y los líderes religiosos estaban en contra suya, y era inevitable que
los discípulos se desanimaran. A ellos dirige Jesús la parábola, y es como si
les dijera: “Todos los campesinos saben que una parte de su semilla se perderá;
no toda crecerá y dará fruto; sé que tenemos enemigos y adversarios; pero, no
desesperéis: al final, la cosecha es segura”.
Esta
parábola puede ser una advertencia acerca de cómo debemos oír y recibir la
Palabra de Dios, y un estímulo para desterrar todo desánimo, en la seguridad de
que las dificultades no podrán destruir la cosecha de Dios.
Consejos para la vida
Lucas 8: 16-18
Aquí
tenemos tres dichos, cada uno con su propia advertencia para la vida.
El
versículo 16 hace hincapié en el carácter visible de la vida cristiana. El
Evangelio es por naturaleza algo que se ha de ver… Casi todo el mundo tiene un
miedo instintivo a ser diferente; y el mundo siempre acaba persiguiendo a los
que no se someten a sus principios. Pero, aunque nos resulte difícil, se nos
impone la obligación de no avergonzarnos de confesar comos somos y a quién servimos;
y, si lo miramos como es debido, lo consideraremos no un deber sino un
privilegio.
El
versículo 17 hace hincapié en la imposibilidad de mantener secretos.
Algunas
veces tratamos de ocultarnos cosas a nosotros mismos: cerramos los ojos a las
consecuencias de ciertas acciones y hábitos, aunque las conocemos de sobra…
Algunas veces tratamos de ocultarles las cosas a los demás; pero más tarde o
más temprano salen a la luz…Y algunas veces tratamos de ocultarle las cosas. a
Dios; pero no hay pretensión más imposible (Génesis 16:13).
El
versículo 18 expone la ley universal de que el que tiene recibirá más, y el que
no tiene, perderá lo que tiene. Si uno está físicamente bien, y se mantiene
bien, tendrá el cuerpo dispuesto para nuevos esfuerzos; si se descuida, perderá
la capacidad que tenía. Cuanto más estudiamos, más podemos aprender; pero, si
nos negamos a estudiar, perderemos lo que sabíamos. Esto es tanto como decir
que no nos podemos plantar en la vida. Cuando no vamos para adelante, vamos
para atrás. El que busca, siempre encontrará más; pero el que deja de buscar,
acabará por perder hasta lo que tiene.
La verdadera familia
Lucas 8: 19-21
No
es difícil ver que, por lo menos durante la vida de Jesús, su familia no estaba
de acuerdo con Él. Marcos 3:21 nos
dice que llegaron sus parientes, e intentaron detenerle, porque creían que
estaba loco. En Mateo 10:36, Jesús
les advierte a sus seguidores que los enemigos de uno pueden muy bien ser los
de su propia familia, cosa que parecía estar diciendo por propia y amarga
experiencia.
Pero
hay en este pasaje una gran verdad práctica: Es posible que uno se encuentre
más próximo a los que no son sus parientes que a su propia familia… Lo que relaciona más profundamente a las
personas puede no ser la consanguinidad, sino la mente y el corazón.
Recordemos
que lo más sublime de Jesús es que Él es el único ser humano que ha conseguido
tener su voluntad en perfecta armonía con la de Dios. Por tanto, todos los que
tienen como suprema finalidad en la vida el hacer coincidir su voluntad con la
voluntad de Dios son los verdaderos parientes de Jesús.
Hay
una lealtad que sobrepasa todas las lealtades terrenales; hay algo que tiene
prioridad sobre las cosas más queridas de la Tierra. En este sentido,
Jesucristo es un señor exigente, porque no está dispuesto a compartir la
prioridad en el corazón humano... Eso es duro; pero tiene esta maravillosa
consecuencia: cuando nos entregamos totalmente a Cristo entramos a formar parte
de una familia cuyas fronteras abarcan toda la Tierra, lo cual es algo que
compensa con creces todas las pérdidas que se hayan de sufrir.
Lección nº 18:
VARIOS MILAGROS DE JESÚS
Lucas 8: 22-56
Calma en la tempestad
Lucas 8: 22-25
Lucas
nos cuenta esta escena con una extraordinaria economía de palabras, pero con
gran efectividad. No cabe duda de que Jesús decidió cruzar el lago porque tenía
mucha necesidad de descanso y de tranquilidad. Mientras navegaban, se quedó
dormido… Estaba cansado, como a veces lo estamos todos nosotros; también Él
podía llegar al punto de agotamiento en que es imperiosa la necesidad de
dormir.
Entonces
se desencadenó la tempestad. El Mar de Galilea es famoso por sus turbiones
repentinos… El Mar de Galilea está a más de 200 metros por debajo del nivel del
mar, y está rodeado de mesetas cercadas de grandes montañas que actúan como
embudos que canalizan los vientos fríos de las montañas. Y así surgen las
tempestades.
Fue
una de esas tormentas repentinas la que atacó a la barquilla aquel día, y las
vidas de Jesús y sus discípulos estuvieron en peligro. Los discípulos le
despertaron, y Él calmó la tempestad con una palabra. Todo lo que hacía Jesús
tenía un sentido más que temporal; y el verdadero significado de este incidente
es que donde está Jesús, la tempestad se convierte en calma.
Jesús
siempre calma las tormentas con las que la vida puede sorprendernos:
Jesús
calma las tormentas de la tentación. A veces nos
asaltan las tentaciones con una fuerza casi arrolladora… Si nos enfrentamos con
la tempestad de la tentación a solas, pereceremos; pero Cristo trae la calma, y
las tentaciones pierden la fuerza.
Jesús
calma las tormentas de las pasiones. La vida le es
más difícil al que tiene un corazón caliente y un temperamento fogoso… Es una
batalla perdida a menos que Jesús nos dé la calma de la victoria.
Jesús
calma la tempestad de la aflicción… A
todas las vidas llega a veces la tempestad del dolor, porque el dolor es
siempre el precio del amor, y el que ama tiene que sufrir. Ese día, en la
presencia de Jesús, se nos enjugan las lágrimas y se nos suavizan las heridas
del corazón.
La sanación de un endemoniado
Lucas 8: 26-39
Jamás
empezaremos a entender este relato a menos que nos demos cuenta de que,
pensemos nosotros lo que pensemos, los demonios eran algo muy real para aquella
gente de Gadara, y para el mismo hombre. Ahora se diría que era un caso de
demencia violenta. Era un peligro para la gente, así es que vivía entre las
tumbas, que se creía que eran la morada de los demonios.
Fijémonos
en el valor de Jesús al tratar con aquel hombre, que tenía una fuerza más que
brutal para romper cadenas y rejas… Sus vecinos le tenían tanto miedo que no se
atrevían a hacer nada por él. Pero Jesús le recibió con tranquilidad y calma.
Cuando
Jesús le preguntó cómo se llamaba, el hombre contestó que “Legión”… (La legión
romana era un regimiento de 6.000 soldados; probablemente la pobre mente
afligida sentía que no era un demonio, sino toda una legión de ellos lo que
tenía dentro de sí… Es posible que su mal hubiera empezado al ver en su
infancia a una legión romana cometer atrocidades)
La
cuestión de los cerdos ha constituido una gran dificultad para muchos, que no
comprenden cómo Jesús pudo hacerles aquello a unos cerdos inocentes… Jesús
estaba aplicando su poder para curar un caso realmente difícil y probablemente
debía convencer a aquel hombre de que su poder era suficiente… Fuera como fuera
por qué Jesús lo dispuso así, ¿podemos comparar el valor de una manada de
cerdos con el del alma inmortal de un hombre? ¿Nos vamos a quejar de que
costara la vida de aquellos cerdos el salvar aquella alma? Si la única manera
de convencer a ese hombre de la realidad de su cura era el que perecieran
aquellos cerdos, parece señal de una necia ceguera el objetar la acción de
Jesús.
Los
gadarenos entonces le pidieron a Jesús que se fuera. Tal vez
les fastidiaba que la rutina de sus vidas se alterara... Todo seguía su marcha
en paz hasta que llegó ese revolucionario de Jesús, y le rechazaron. Y tal vez
apreciaban a sus cerdos más que al alma de un hombre…
El
dar más valor a las cosas que a las personas es uno de los mayores peligros de
la vida. Eso es lo que crea los suburbios pobres y las explotaciones injustas…
No hay absolutamente nada en el mundo tan importante como una persona humana.
Por
otra parte era natural que el hombre que había sido sanado quisiera irse con
Jesús, pero Jesús le mandó a su casa. El testimonio cristiano, lo mismo que la
caridad, empieza en casa. Nos sería mucho más fácil hablar de Jesús entre los
que no nos conocen; pero es nuestro deber, allí donde Cristo nos pone,
testificar de Él… Y si resulta que somos los únicos cristianos en la tienda, en
la oficina, en la escuela, en la fábrica o en el círculo en el que trabajamos o
vivimos, no tenemos por qué quejarnos. Es un desafío en el que Dios nos dice:
“Ve a decirles a los que te encuentras todos los días lo que Yo he hecho por
ti”…
La curación de una niña
Lucas 8: 40-42 y 49-56
Lucas
sintió en lo más íntimo la tragedia de la muerte de esta niña.
Era
hija única. Sólo Lucas nos lo dice; se había apagado la luz de la vida de sus
padres. Tenía unos doce años de edad. Estaba en el albor de la feminidad; en
oriente algunas chicas hasta se casaban a esa edad... Lo que debía haber sido
la mañana de la vida se había convertido en la noche.
Jairo
era el presidente de la sinagoga. Es decir, que era el responsable de la
administración de la sinagoga y de mantener el culto público. Había llegado a
lo más alto en la estimación de sus semejantes. Sin duda tenía una posición
desahogada. Parecía como si la vida, como sucede a veces, le hubiera dado
generosamente muchas cosas, pero ahora estuviera a punto de quitarle la más
preciosa. Toda la desgracia de la vida estaba en el trasfondo de esta historia.
Ya
habían venido las lloronas… A nosotros nos parece algo repulsivamente artificial
pero el alquiler de estas mujeres era una señal ineludible de respeto a la
persona muerta. Los que estaban allí estaban seguros de que la niña estaba
muerta. Pero Jesús dijo que estaba simplemente dormida; y a pesar de las burlas
de ellos, y fuera como fuera, Jesús le devolvió la vida.
Debemos
fijarnos en un detalle muy práctico: Jesús dijo que le dieran algo de comer a
la niña en seguida. Jesús estaba en los pequeños detalles también: la vida
seguía su curso y había que suplir las necesidades… Pero esta acción
manifestaría, además, que nada había sido una ilusión.
Un
personaje interesante de la historia es Jairo:
no cabe duda de que era un hombre que podía tragarse el
orgullo. Era presidente de la sinagoga y para entonces, las puertas de la
sinagoga se le estaban cerrando a Jesús a toda prisa, si es que no estaban ya
del todo cerradas. Pero en su hora de necesidad, se tragó el orgullo y fue a
pedir ayuda.
Cuando
todo va bien pensamos que podemos solos con la vida. Pero para experimentar los
milagros de la gracia de Dios tenemos que tragarnos el orgullo, y confesar
humildemente nuestra necesidad, y pedir ayuda…
Y
no cabe duda de que Jairo era un hombre de fe firme. Sintiera
lo que sintiera, no aceptó sin más el veredicto de las plañideras. Esperaba
contra toda esperanza. No cabe duda de que, en su corazón, algo le decía:
“Nunca se sabe lo que puede hacer Jesús”… Y él confió hasta el final.
En
el día más negro podemos seguir confiando en los recursos inagotables y en la
gracia y en el poder inagotable de Dios.
Entre la multitud
Lucas 8: 43-48
Esta
historia quedó grabada en la memoria y en la imaginación de la Iglesia
Primitiva. Se creía que la mujer era una gentil de Cesarea de Filipo…
La
vergüenza de la mujer se explica porque su enfermedad la hacía inmunda (Levítico
15:19-33). El flujo de sangre la había separado de la
vida. Por eso fue por lo que no vino a Jesús abiertamente, sino ocultándose
entre la gente; y por lo que le dio tanta vergüenza darse a conocer cuando
Jesús preguntó que quién le había tocado.
Todos
los judíos devotos llevaban franjas en la ropa (Números
15:37-41; Deuteronomio 22:12). Las franjas terminaban en cuatro
borlas de hilo blanco atadas con un cordón azul y probablemente fue uno de esos
el que tocó la mujer.
Es
interesante en el relato que, desde el momento en que la mujer se encuentra
cara a cara con Jesús, parece que ya no hay nadie más en la escena. Todo había
sucedido en medio de un gentío impresionante; pero Jesús se olvida de la gente
y habla con la mujer como si estuvieran los dos solos. Era una pobre paciente
sin importancia, con una dolencia que la hacía inmunda, pero Jesús se le
entregó por entero…
Para
Jesús, las personas no tenían esas etiquetas que hace la sociedad; un hombre o
una mujer eran simplemente personas en necesidad. El amor no piensa nunca en la
gente en términos de importancia humana.
Casi
todo el mundo habría considerado que no tenía ninguna importancia la mujer que
se coló por entre la multitud para tocar la franja de la ropa de Jesús; pero,
para Él, era una persona necesitada… Y así Él nos ha visto y nos ve a nosotros
también. Alguien dijo acertadamente: “Dios nos ama a cada uno como si no
hubiera más que uno a quien amar”.
Lección nº 19:
UNA MISIÓN, UN MILAGRO
Y UNA VERDAD TRASCENDENTAL
Lucas 9: 1-22
Predicando y sanando
Lucas 9:1-9
En
el mundo antiguo no había más que una manera eficaz de transmitir un mensaje, y
era mediante la palabra hablada. No existían los periódicos Y los libros se
tenían que escribir a mano… Por eso Jesús mandó en misión a los Doce. Como
hombre Él estaba limitado por el espacio y el tiempo; sus ayudantes tenían que
ser bocas que hablaran por Él.
Tenían
que viajar ligeros. Eso era simplemente porque, el que viaja ligero puede
llegar más lejos y más pronto. Cuanto más depende uno de cosas materiales tanto
más atado está a un lugar. Dios necesita un ministerio estable; pero también
necesita personas dispuestas a dejarlo todo para emprender la aventura de la
fe.
Si
no los recibían, tenían que sacudirse de los pies el polvo que se les hubiera
pegado al marcharse de aquel lugar… Cuando los rabinos llegaban a Palestina de
un país pagano, se sacudían hasta la última partícula de polvo pagano de los
pies. Una aldea o una ciudad que no recibiera a los mensajeros de Jesús tenía
que ser tratada como los judíos estrictos tratarían a un país pagano. Había
rechazado la oportunidad, y había quedado excluida.
Que
la misión fue efectiva se ve por la reacción de Herodes. Sucedían cosas...
Tal
vez, para algunos, había llegado Elías, el precursor anunciado… Tal vez se
trataba del gran profeta esperado (Deuteronomio 18:1 y
ss.). Pero, como ha dicho alguien, “la conciencia nos hace a todos
cobardes”, y Herodes temía que Juan el Bautista, a quien él creyó haber
eliminado, había vuelto del otro mundo a acecharle…
Una
cosa del ministerio que Jesús les confió a los Doce se repite varias veces en
este breve pasaje: predicar y sanar iban juntos. Une
el interés en los cuerpos y en las almas. No se trataba sólo de palabras, por
muy consoladoras que fueran, sino también de hechos. Era un mensaje que no se
limitaba a dar noticias de la eternidad, sino que se proponía cambiar las
condiciones de la Tierra.
Nada
ha hecho tanto daño a la iglesia como la repetida afirmación de “las cosas de
este mundo no tienen importancia”.
Por
supuesto que no se debe exagerar la importancia de las cosas materiales; pero
tampoco deben descuidarse… La iglesia pagará muy caro si olvida de que Jesús
empezó por mandar a sus hombres a predicar el Reino y
a sanar, a salvar a la gente en cuerpo y alma.
Dando de comer a miles
Lucas 9: 10-17
Este
es el único milagro de Jesús que nos cuentan los cuatro evangelistas (Mateo
14:13 y ss.; Marcos 6:30 y ss. y Juan 6:1 y ss.). Empieza
de una manera encantadora: con la vuelta de los Doce de su expedición. Nunca
hubo un tiempo en el que Jesús necesitara más que entonces estar a solas con
ellos; por eso se los llevó a los alrededores de Betsaida, una aldea al borde
del Jordán, al Norte del Mar de Galilea. Pero, cuando la gente descubrió que se
les había marchado, salieron en su búsqueda a millares, y Él les
salió al encuentro y les dio la bienvenida… Y aquí tenemos
toda la compasión divina manifestada en Jesús.
¿Cómo
nos habríamos sentido si hubiéramos buscado algún lugar solitario para estar
con nuestros amigos más íntimos, y de pronto se nos presentara un ruidoso
gentío con sus demandas insistentes? Algunas veces estamos demasiado ocupados
para que se nos interrumpa; pero para Jesús la necesidad humana era siempre lo
más importante.
Caía
la tarde; los hogares estaban lejos, y todos estaban cansados y hambrientos; y
Jesús dejó perplejos a sus discípulos cuando les dijo que le dieran de comer a
toda aquella gente.
Una
observación interesante es considerar que hay dos maneras de considerar este
milagro. La primera, se puede creer sencillamente que Jesús creó comida para
aquella vasta multitud; tenía poder para hacerlo; y la segunda, y esto es lo
que algunos creen que sucedió, es que la gente estaba hambrienta, pero
era egoísta… Todos tal vez llevaban algo de comer, pero no querían
compartirlo con otros. Los Doce pusieron a disposición de todos sus reducidos
recursos, y entonces otros se sintieron movidos a sacar lo que tenían, y al
final hubo más que suficiente para todos. Así es que se puede considerar como un
milagro que cambió a las personas reservadas y egoístas en personas generosas,
un milagro en el que Cristo cambió el interés de cada uno en sí, mismo en
voluntad de compartir…
Es
posible que lo que sucedió incluyera las dos cosas; porque, ¿de qué serviría un
milagro que saciara el hambre de un momento pero dejara a todos tan egoístas
como antes?...
¿No
es este milagro moral el que necesita el mundo, en el que sabemos que habría
suficiente para todos si los que tienen de más estuvieran dispuestos a compartir
con los que tienen de menos?
Por
otra parte, es la inquebrantable certeza de que Dios suple y multiplica los
recursos naturales cuando los usamos con gratitud y obediencia a su voluntad.
Antes
de distribuir los alimentos, Jesús dio gracias a Dios por ellos… La oración que
se hacía en las casas judías antes de las comidas era: “Bendito seas, Señor,
Rey del Universo, que haces salir el pan de la tierra”. Jesús no quería ponerse
a comer sin dar gracias antes al Dador de toda buena dádiva…
Esta
es una historia que nos dice algunas cosas importantes:
a)
Jesús estaba preocupado porque la gente tenía hambre.
Sería
interesantísimo calcular el tiempo que pasó Jesús, no hablando, sino aliviando
el dolor de la gente y satisfaciendo sus necesidades.
b)
La ayuda de Jesús era generosa. Hubo de sobra para
todos. El amor no escatima las cosas para que haya lo justo y nada más. Así es
Dios… Dios ha creado un mundo en el que hay más que suficiente para todos si
estamos dispuestos a compartir.
c)
Como siempre, hay una verdad permanente en lo que sucedió aquel día. En
Jesús se suplen todas las necesidades humanas; las espirituales pero también
las materiales…
Una verdad aprendida
Lucas 9: 18-22
Este
es uno de los momentos más cruciales de la vida de Jesús. Les hizo esta pregunta
a sus discípulos cuando ya había decidido ir a Jerusalén (Lucas
9:51). Sabía muy bien lo que le esperaba allí, y la respuesta que
dieran a su pregunta tenía una importancia capital. Sabía
que iba a morir en una cruz; y quería saber, antes
de ponerse en camino, si había alguien que hubiera descubierto de veras quién
era Él. De la respuesta correcta dependía todo…
Si se habían dado cuenta, aunque fuera incompletamente, eso quería decir
que Jesús había encendido en sus corazones una antorcha tal que el tiempo no
podría apagar nunca.
¡Qué
gran alivio debe de haber sido para Jesús el escuchar de labios de Pedro el
gran descubrimiento!: “¡Tú eres el Mesías de Dios!”… Cuando Jesús oyó aquello,
se dio cuenta de que no había fracasado.
Pero
los Doce tenían que descubrir, no sólo quién era Jesús, sino lo que aquello
significaba. Habían crecido en un ambiente en el que se esperaba que Dios
mandara un Rey conquistador que llevara al pueblo de Israel a ser el amo del
mundo. A Pedro le brillarían los ojos de emoción cuando hizo su gran confesión.
Pero Jesús todavía tenía que enseñarles que el Mesías, el Ungido de Dios, había
venido para morir en una cruz. Habían descubierto quién era Él; ahora tenían
que descubrir lo que aquello quería decir.
Hay
dos grandes verdades generales en este pasaje:
a)
Jesús empezó por preguntarles lo que la gente decía de Él; y a continuación,
les preguntó directamente a los Doce: “Y, vosotros, ¿quién
decís que soy?”…
No
es suficiente saber lo que los demás dicen de Jesús; eso no alcanza para ser
cristiano... Jesús tiene que ser siempre nuestro
descubrimiento personal. El Evangelio no consiste en recitar un credo, sino en
conocer a una Persona; y esa Persona es Jesús.
b)
Jesús dijo: “Es necesario que vaya a Jerusalén…”. Es del mayor interés el ver
las veces que Jesús dice es necesario en
el evangelio de Lucas (2:49; 4:43; 13:33; 9:22; 17:25; 24:7)... Jesús sabía que
tenía que cumplir su misión. La voluntad de Dios era su voluntad.
No
tenía otro propósito en la Tierra que hacer aquello para lo que el Padre le
había mandado. El cristiano, como su Señor, es una persona a
las órdenes de Dios.
Lección nº 20:
CONDICIONES DEL DISCÍPULO, LA
VISIÓN EN EL MONTE
Y LA VERDADERA GRANDEZA
Lucas 9: 23-48
Las condiciones para seguir a
Jesús
Lucas 9: 23-27
Aquí
establece Jesús las condiciones de servicio para los que quieran ser sus
seguidores.
a)
Uno tiene que negarse a sí mismo… ¿Qué quiere decir eso? Es ignorar nuestra
misma existencia. Es tratar a nuestro yo como si no existiera: Lo corriente es
tratarnos cada uno a nosotros mismos como si fuéramos con mucho lo más
importante del mundo. Si vamos a ser seguidores de Cristo tenemos que decirle
que No a nuestro yo; más todavía: tenemos que olvidarnos de que existe.
b)
Cada uno tiene que cargar con su cruz… Jesús sabía muy bien lo que quería decir
la crucifixión… El cargar con la cruz quiere decir estar preparado a arrastrar
lo que venga por lealtad a Jesús; quiere
decir estar dispuesto a sufrir lo peor que nos puedan hacer a causa de nuestra
fidelidad a Él.
c)
Uno debe gastar, la vida, no ahorrarla… La pregunta ya no es “¿Cuánto puedo
ganar?” sino “¿Cuánto debo dar?”…
El cristiano se tiene que dar cuenta de que se le ha dado la
vida, no para que se la guarde para sí, sino para que la gaste para los demás;
no para abrigar su llama, sino para, consumirse por Cristo y por los demás.
d)
La lealtad a Jesús tendrá su recompensa, y la traición su castigo… Si le somos
fieles en el tiempo, Él nos lo será en la eternidad; si tratamos de seguirle en
este mundo, en el venidero Él nos reconocerá como suyos. Pero si con nuestra
vida le negamos, aunque le confesemos con nuestros labios, llegará el día
cuando Él tenga que hacer lo mismo con nosotros.
En
el último versículo de este pasaje, Jesús dice que algunos de los que estaban
allí verían el Reino de Dios antes de morir. Algunos han mantenido que Jesús
estaba pensando en su Segunda Venida, y que, por tanto, estaba equivocado...
Pero no es a ese momento al que Jesús se refiere.
Lo
que Jesús decía es que “antes que pase esta generación veréis las señales de
que el Reino de Dios está en marcha”. Y no cabe duda de que aquello
ocurrió; algo vino al mundo que y empezó
a cambiarlo. Los intérpretes en unanimidad refieren este momento a la venida
del Espíritu Santo en Pentecostés y al nacimiento de la Iglesia, como
continuadora de la obra de Jesús en el establecimiento del Reino.
En el Monte de la Transfiguración
Lucas 9: 28-36
Aquí
tenemos otro de los momentos decisivos de la vida de Jesús en la Tierra.
Debemos recordar que estaba a punto de ponerse en camino hacia Jerusalén y
hacia la cruz.
Ya
hemos estudiado otro momento decisivo, cuando les preguntó a sus discípulos
quién creían que era Él, a fin de saber si alguien había descubierto su
verdadera identidad. Pero había algo que Jesús no haría jamás: no daría ni un
paso sin la aprobación de Dios. Esto es lo que le vemos buscar y recibir en
esta escena.
No
podemos saber exactamente qué es lo que sucedió en el Monte de la
Transfiguración; pero sabemos que fue algo tremendo. Allí se le aparecieron
Moisés, el gran legislador del Pueblo de Israel, y Elías, el más grande de sus
profetas. Era como si los príncipes de la vida, del pensamiento y de la
religión de Israel le dijeran que siguiera adelante…
Ahora
Jesús podía dirigirse a Jerusalén, seguro de que por lo menos un grupito de
hombres sabían quién era, seguro de que lo que estaba haciendo era la
consumación de toda la vida y el pensamiento de su nación, y seguro de que Dios
estaba de acuerdo con el paso que Él daba…
Hay
aquí una frase que debemos tener en cuenta… Se nos dice que los apóstoles
“cuando se despertaron del todo, contemplaron con sus propios ojos la gloria de
Jesús”… En la vida nos perdemos muchas cosas porque tenemos la mente dormida.
Hay ciertas cosas que nos mantienen espiritualmente dormidos; y debemos
procurar que no sea así para que podamos ver toda la gloria de Dios a nuestro
alrededor.
A
veces los perjuicios, a veces la falta de disposición a pensar en profundidad,
a veces la tendencia a no comprometernos, nos mantienen dormidos…
Pero
hay cosas en la vida que pueden despertarnos… A menudo el dolor nos despierta
con rudeza; y en ese momento, a través de las lágrimas, vemos la gloria;
también el amor verdadero es un despertar a un horizonte que ni siquiera
sospechábamos que existía. En otras oportunidades el sentimiento
de necesidad nos despierta también; y en ese momento no
nos queda más remedio que clamar al Cielo. Ese sentimiento de necesidad nos
despierta a Dios…
Haremos
bien en pedirle al Señor que nos mantenga despiertos…
El
momento en el monte era absolutamente necesario, pero no se podía prolongar;
Jesús debía culminar su misión…
Pedro,
sin darse cuenta de lo que estaba diciendo, sugirió quedarse allí en aquella
gloria con Moisés y Elías en unos refugios que hubieran podido hacer; pero era
necesario descender…
A
veces se nos conceden momentos que quisiéramos prolongar indefinidamente; pero,
después de un tiempo en la cima del monte, tenemos que volver a la lucha y a la
rutina de la vida.
Ese
momento tiene por objeto darnos las fuerzas para la vida diaria.
Bajando del Monte
Lucas 9:37-45
Tan
pronto como Jesús bajó del monte, le asaltaron las exigencias y los desengaños
de la vida. Un hombre había acudido a los discípulos en busca de ayuda, porque
su hijo único padecía de un mal horrible, que se atribuía a la influencia
maligna de un demonio. Debe de haber sido algo horrible el ver al chico
retorciéndose en el suelo, y los discípulos no habían podido hacer
absolutamente nada. Pero cuando llegó Jesús, resolvió la situación con absoluto
dominio, y le devolvió el chico a su padre completamente curado.
Aquí
se nos muestra con toda claridad la absoluta suficiencia de Jesús. Cuando Él
llegó, la situación estaba fuera de control. La impresión que sacamos es que la
gente iba de acá para allá sin saber qué hacer. Los discípulos estaban
desbordados, y el padre del chico estaba desanimado y desesperado. A esta
escena de desorden llega Jesús, se hace cargo de la situación al instante, y
trae la calma.
A
menudo nos encontramos en situaciones así en las que todo está descontrolado:
sólo el Señor de la vida puede solucionar la vida con su absoluta suficiencia y
ponerlo todo bajo control.
Y
aquí también termina el incidente con Jesús señalando a la Cruz. Había sido un
momento triunfal: Jesús había dominado al demonio y admirado a la gente; y en
ese momento, cuando todos estaban dispuestos a aclamarle, Jesús les dice que se
dirige a la muerte…
Habría
sido fácil seguir por el camino del éxito popular; pero la grandeza de Jesús se
vio en que lo rechazó, y escogió la Cruz.
Él
no quiso evitar la Cruz a la que llamó a sus seguidores.
La verdadera grandeza
Lucas 9: 46-48
Mientras
los Doce siguieran pensando que el Reino de Jesús era de este mundo, era
inevitable que se disputaran los puestos más altos. Alguien sugirió que esta
pelea surgió porque Jesús se había llevado a la cima del monte a Pedro,
Santiago y Juan, y los otros estaban celosos.
Pero
Jesús sabía lo que estaban pensando y entonces tomó a un chiquillo y lo puso a
su lado; es decir, en el lugar de máximo honor. Seguidamente les dijo que el
que recibiera a un chiquillo, le recibía a Él, y el que le recibía a Él,
recibía a Dios. ¿Qué quería decir con esto?
Les
instaba a servir a Dios, sirviendo a los más débiles; a los que el mundo no
tenía en cuenta pero que eran valiosos antes los ojos de Dios. Entonces serían
grandes delante del Señor…
Hay
muchos que están dispuestos a prestar servicios por prestigio; otros por una
posición y otros por el deseo de prominencia... Pero las
instrucciones de Jesús son que no debemos dejar que nuestra mano izquierda sepa
lo que hace la derecha. Si damos o hacemos algo sólo para recibir algo para
nosotros, eso no tiene ninguna gracia (Lucas 6:32-34).
Lección nº 21:
TOLERANCIA, COMPROMISO Y MISIÓN
Lucas 9: 49 – 10: 16
Enseñando a ser tolerantes
Lucas 9: 49-56
Aquí
tenemos dos lecciones en materia de tolerancia.
En
Palestina había muchos exorcistas, y todos pretendían ser capaces de echar
demonios; parece que Juan veía un rival en ese hombre, y quería eliminarlo;
pero Jesús no estaba de acuerdo.
El
camino más directo de Galilea a Jerusalén pasaba por Samaria; pero la mayor
parte de los judíos lo evitaban. Había una enemistad de siglos entre los judíos
y los samaritanos (Juan 4:9). De
hecho, los samaritanos hacían todo lo posible para molestar, y hasta hacer daño
a los grupos de peregrinos que intentaban pasar por su territorio.
Para
Jesús no era corriente ir a Jerusalén por ese camino, y menos aún el buscar
alojamiento en una aldea samaritana. Al hacerlo, estaba ofreciendo una mano
amiga a un pueblo enemigo. En este caso no se trataba sólo de negar la
hospitalidad, sino también de rechazar la amistad… A Santiago y a Juan les
parecía que estaban haciendo algo digno de alabanza cuando se ofrecieron a
pedir la ayuda del Cielo para erradicar aquella aldea. Pero Jesús no se lo
permitió.
No
hay pasaje en el que Jesús nos enseñe más directamente el deber de la
tolerancia. En muchos casos la tolerancia es una virtud perdida y, a menudo, la
misma Iglesia sufre esa pérdida… La convicción de que los únicos métodos y
creencias correctos son los nuestros ha traído más angustia y desgracia a la
iglesia cristiana que ninguna otra cosa.
Todos
los caminos que pasan por Jesús conducen a Dios, y Él tiene su propia escalera
secreta para llegar a cada corazón. Dios se revela de muchas maneras, y ninguna
persona ni iglesia, dentro del cristianismo,
tiene el monopolio de su verdad.
Pero,
y esto es tremendamente importante, nuestra tolerancia debe basarse, no en la
indiferencia, sino en el amor… Debemos ser tolerantes, no porque no nos
importe, sino porque miramos a la otra persona con ojos llenos de amor.
(A Abraham Lincoln le criticaban por ser
demasiado cortés con sus enemigos, y le recordaban que nuestro deber es acabar
con ellos… “¿Y no acabo yo con mis enemigos -dijo- cuando los hago mis
amigos?”) Aunque alguien esté completamente equivocado, no debemos considerarle
un enemigo al que tenemos que destruir, sino como un amigo extraviado al que
tenemos que recuperar con amor.
Este
principio de tolerancia es fundamental en el establecimiento del Reino de Dios…
Y quien sea intolerante, creyéndose dueño de la verdad, presumiendo estar en el
Reino, tal vez quede fuera de él…
La sinceridad de Jesús
Lucas 9: 57-62
Aquí
tenemos lo que les dijo Jesús a tres posibles seguidores:
a)
Su consejo al primero fue: “Antes de hacerte seguidor mío, considera lo que te
va a costar”.
Es
posible que le hayamos hecho un flaco servicio a la iglesia dejando que la
gente se crea que no hay gran diferencia entre el que es miembro de ella y el
que no lo es. Deberíamos decir que impone la mayor diferencia del mundo.
Tendríamos menos gente; pero los que hubiera estarían comprometidos con Cristo
de verdad.
b)
Lo que le dijo Jesús al segundo suena duro, pero puede que no lo fuera tanto.
Lo más seguro es que el padre de aquél no estuviera muerto ni enfermo... Es
probable que quisiera decir: “Te seguiré cuando se me haya muerto mi padre”.
Lo
que Jesús quería dejar bien claro es que en todo hay un momento crucial; si se
deja pasar la oportunidad, lo más probable es que no vuelva a presentarse. Este
hombre sentía en el corazón la llamada a salir de un ambiente espiritualmente
muerto; si dejaba pasar ese momento, no saldría nunca.
Jesús
nos anima a actuar en seguida cuando tenemos el sentimiento de seguirle...
Dudar sería quedarnos atrás.
c)
Lo que le dice al tercero es una verdad que nadie puede negar. El que está
arando no podrá, jamás hacer un surco derecho si vuelve la cabeza para mirar
atrás por encima del hombro. Algunos tienen el corazón en el pasado; siempre
andan mirando hacia atrás con añoranza, pensando que “cualquiera tiempo pasado
fue mejor”.
El
cristiano está en marcha, no hacia el poniente, sino hacia la aurora. La
consigna del Reino no es “¡Atrás!” sino “¡Adelante!”…
Así
vemos como Jesús, con total sinceridad, manifestó a algunos posibles seguidores
no solamente la dimensión absoluta del compromiso, sino también la
imposibilidad de duda alguna… Ser dignos de Él es saber que seguirle no es fácil
y que nunca jamás miraremos atrás…
La misión de los setenta
Lucas 10: 1-16
Este
pasaje se refiere a una misión más amplia que la primera de los Doce. El número
setenta era simbólico para los judíos. Era el
número de los ancianos que se eligieron para ayudar a Moisés con la tarea de
gobernar y dirigir al pueblo en el desierto (Números 11:16, 17,
24, 25); era el número de los miembros del Sanedrín, el consejo supremo de
los judíos; también se creía que habían sido setenta los traductores del
Antiguo Testamento al griego, por lo que se llama esa versión Septuaginta, y se
indica corrientemente como LXX… Finalmente se decía que ese era el número de
las naciones del mundo, y Lucas tenía una visión universalista, y puede ser que
estuviera pensando en el día cuando todas las naciones conocerán y amarán a su
Señor.
(Hay
aquí un detalle interesante. Uno de los pueblos que Jesús cita aquí es Corazín.
Se supone que Jesús hizo allí muchos milagros; pero este lugar no se menciona
en los evangelios nada más que aquí, así que no sabemos nada de lo que Jesús
hizo o dijo allí. Aquí tenemos un ejemplo de lo mucho que ignoramos de la vida
de Jesús. Los evangelios no son biografías, sino meros bocetos de la vida de
Jesús de acuerdo con Juan 21:25).
Este
pasaje nos dice algunas cosas de suprema importancia sobre el transmisor y el
receptor del Evangelio:
El
predicador tiene que estar descargado de cosas materiales; tiene que viajar
ligero. Es fácil liarse con las cosas de la vida… Pero el que lleva la Palabra
se tiene que concentrar en su tarea, ni perder tiempo en conversaciones sin
importancia…
Jesús
también les indica que su misionero no debe tener espíritu mercenario; debe
comer lo que le pongan por delante, y no debe andarse mudando de casa en casa
en busca de mayores y mejores comodidades.
El
obrero merece su paga, pero el siervo del Señor crucificado no puede buscar
lujos.
Para
los oyentes, advierte Jesús que el haber escuchado la Palabra de Dios conlleva
una gran responsabilidad. Seremos juzgados según lo que hayamos tenido
oportunidad de saber. A un niño se le consienten cosas que se condenarían en un
adulto; a un salvaje se le perdonan cosas que se castigarían en un civilizado.
La responsabilidad es la otra cara del privilegio.
Jesús
deja también en claro que es un error terrible el rechazar la invitación de
Dios. En cierto sentido, todas las promesas de Dios que hayamos escuchado
pueden convertirse en nuestra condenación. Si las recibimos, son nuestra mayor
gloria; pero cada una de las que hemos rechazado será algún día un testigo en
contra nuestra.
El regreso de los setenta
Lucas 10: 17-20
A
su vuelta, los Setenta estaban jubilosos por las maravillas que habían
realizado en nombre de Jesús...
La
respuesta de Jesús es difícil de entender. Puede querer decir dos cosas.
Puede
querer decir que Jesús sabía que Satanás y todos sus poderes habían recibido el
golpe de muerte, aunque aún no se hubiera producido su conquista definitiva.
También
puede ser una advertencia contra el orgullo de los mismos discípulos... Fue el
orgullo lo que hizo que Satanás se rebelara contra Dios, y en consecuencia
fuera arrojado del Cielo, él, que había sido el jefe de los ángeles. Puede que
Jesús les estuviera diciendo a los Setenta: “Habéis tenido vuestros triunfos;
pero tened cuidado con el orgullo, porque cuando el jefe de los ángeles
sucumbió al orgullo fue arrojado del Cielo”… Era cierto que se les había dado
todo poder, pero su mayor gloria era que su nombre estaba escrito en el Cielo.
Siempre
será la mayor gloria del hombre, no lo que él mismo ha hecho, sino lo que Dios
ha hecho por él.
Lección nº 22:
LA GRANDEZA DE JESÚS,
EL BUEN SAMARITANO; Y MARTA Y
MARÍA
Lucas 10: 21-42
Sencillez
y grandeza
Lucas 10: 21-24
Hay
tres grandes pensamientos en este pasaje.
El
versículo 21 nos habla de la sabiduría de la sencillez. La mente sencilla podía
recibir verdades que las mentes cultivadas no podían admitir. Es posible ser
tan erudito que los árboles no le dejan a uno ver el bosque. Después de todo,
la fe evangélica consiste en conocer a Cristo; y para eso
lo que hace falta no es sabiduría terrenal, sino gracia celestial.
El
versículo 22 nos habla de la relación única y exclusiva que hay entre Jesús y
Dios. Esto es lo que el Evangelio de Juan quiere decir con “El Verbo se hizo
carne” (Juan 1:14), o cuando pone en labios de Jesús
“Yo y el Padre, una cosa somos” o “El que me ha visto, ha visto al Padre” (Juan
10:30, y 14:9). Más que hablar a los hombres acerca de
Dios, lo que Jesús hizo fue mostrarles a Dios, porque en Él estaban la mente y
el corazón de Dios.
Los
versículos 23 y 24 nos dicen que Jesús es la consumación de toda la Historia.
Jesús dice en esos versículos: “Yo soy el que todos los profetas y los santos y
los reyes esperaban y anhelaban”...
Si
quisiéramos decirlo en términos modernos Jesús es el clímax y el punto omega
del proceso de la historia, porque en Él el hombre llega a Dios; es a un tiempo
la perfección de la humanidad y la plenitud de la divinidad.
En
este pasaje se unen la sencillez de la verdad del Evangelio y la grandeza de
Jesucristo, el Dios encarnado...
El buen samaritano
Lucas 10: 25-37
La
carretera de Jerusalén a Jericó era notoriamente peligrosa. Jerusalén está a
800 metros sobre el nivel del mar; el Mar Muerto, cerca del cual está Jericó,
está a 400 metros bajo el nivel del mar; así que, en menos de 30 kilómetros, la
carretera salva un desnivel de 1.200 metros. Era una carretera estrecha,
bordeada por rocas, con vueltas y revueltas que la hacían terreno abonado para
los delincuentes... Cuando Jesús contó esta historia, hablaba de algo que
sucedía con frecuencia en la carretera de Jerusalén a Jericó.
Prestemos
atención en los personajes.
Tenemos
al viajero. A menos que tuviera una urgente
necesidad, no fue muy prudente poniéndose en camino de Jerusalén a Jericó a
solas, y menos si llevaba mercancías de valor. Los viajeros solían ir en
convoyes o caravanas. Parece ser que este hombre estaba corriendo un riesgo
innecesario.
Tenemos
al sacerdote. Se apresuró a pasar de largo. Sin
duda tenía presente que, si tocaba a un muerto, quedaba siete días en estado de
impureza legal (Números 19: I1). Eso
le impediría cumplir sus deberes en el templo, y no podía arriesgarse. Las
exigencias rituales estaban por encima de la caridad.
Tenemos
al levita. Este parece que se acercó más al herido
antes de pasar de largo. A veces los bandidos usaban a uno de ellos que se
hacía el herido; y, cuando un viajero ingenuo se paraba a ayudar, los otros
bandidos se le echaban encima y le robaban. Tal vez el levita tenía la
consigna de que “lo primero es la seguridad”. No valía la pena
correr riesgos para ayudar a nadie.
Tenemos
al samaritano. La audiencia. esperaría que ése
fuera el más despiadado de todos... Parece que éste era un viajante de comercio
al que conocía bien el mesonero. Notamos dos
cosas interesantes acerca de él: ¡Tenía buen crédito! El mesonero estaba
dispuesto a fiarse de él. Tal vez no fuera muy sano teológicamente, pero era honrado y fue el
único que estuvo dispuesto a ayudar. Puede que fuera samaritano, pero tenía
amor en el corazón.
No
es tan raro encontrar que los religiosos están más interesados en los dogmas
que en la ayuda al necesitado...
Consideremos
ahora la enseñanza de la parábola. El escriba que le hizo la pregunta a Jesús
iba en serio. Jesús le preguntó que qué decía la ley sobre eso. Los judíos
practicantes llevaban en las muñecas unas cajitas llamadas filacterias en las
que guardaban ciertos textos de la ley: Éxodo 13:1-10, 11-16;
Deuteronomio: 4-9; 11:13-20; 6:4, y 11:13.
Es como si Jesús le dijera: “Lee lo que pone en tus filacterias, y encontrarás
la respuesta a tu pregunta”. A esos pasajes añadió el escriba Levítico
19:18, que manda al hombre amar a su prójimo cómo a sí mismo... En su
pasión por las definiciones, los rabinos se preguntaban quién era el prójimo;
los más estrechos contestaban que el
prójimo era solamente otro judío (Algunos
hasta llegaban a decir que era ilegal ayudar a una mujer gentil en el momento
del parto, porque eso sólo sería ayudar a que hubiera otro gentil en el
mundo)... Así. que la pregunta del escriba “¿Quién es mi prójimo?” era de
esperar...
La
respuesta de Jesús implica tres cosas:
a) Debemos ayudar al necesitado
aunque se haya metido en líos por su propia culpa o imprudencia, como era probablemente el caso del viajero de la
parábola.
b) Cualquier persona de cualquier
nación que está necesitada es nuestro prójimo.
c) La ayuda debe ser práctica y no
limitarse a sentirlo mucho. Es posible que a eso sí llegaron el sacerdote y el levita, pero no hicieron
nada más. La compasión, para ser real, tiene que desembocar en obras.
Lo
que Jesús le dijo al escriba nos dice también a nosotros: “Pues, anda; obra tú
de la misma manera”.
Marta y María
Lucas 10: 38-42
Aquí
tenemos un choque de temperamentos...
Algunas
personas son polvorillas de actividad; otras son naturalmente tranquilas. Y a
las activas les cuesta comprender a las contemplativas, y viceversa. No es que
la una sea buena y la otra no. Dios no nos ha hecho a todos iguales. Dios
necesita sus Martas y sus Marías... Teresa de Jesús decía que en el servicio
del Señor deben estar juntas Marta y María.
Estos
versículos nos muestran algo más: a veces se muestra una
amabilidad equivocada. Recordemos adónde iba Jesús cuando esta
escena tuvo lugar: se dirigía a Jerusalén, a morir en la Cruz. Todas sus facultades
estaban tensas por la batalla interior que estaba librando para someter su
voluntad a la voluntad de Dios. Cuando llegó Jesús a aquella casa de Betania,
fue un gran día; y Marta quería celebrarlo ofreciéndole a Jesús lo mejor que
hubiera en la casa; así es que iba de acá para allá llevando, y haciendo, y
guisando, y preparando cosas... y eso era lo que menos
quería Jesús entonces. Quería tranquilidad. Con
la
Cruz por delante y la tensión dentro de sí, había acudido a Betania buscando un
oasis de calma alejado de las multitudes exigentes aunque sólo durara una o dos
horas. Y eso fue lo que le ofreció María... María comprendió el momento que vivía Jesús y Marta
no.
Aquí
tenemos una de las cosas difíciles de la vida. A menudo queremos ser amables
con la gente, pero a nuestra manera. Y si
no acertamos, nos damos por ofendidos y nos quejamos de que no se aprecia
nuestro esfuerzo; pero si queremos de veras ser amables, lo primero que debemos
intentar es comprender a la persona a la que queremos ayudar, y olvidarnos de
todo lo que querríamos hacer nosotros.
Jesús
amaba a Marta, y Marta le amaba a Él; pero, cuando Marta se proponía ser
amable, tenía que serlo a su manera, que era precisamente la contraria de la
que Jesús necesitaba. Jesús amaba a María, y María le amaba a Él, y María le
comprendió.
Lección nº 23:
LA ORACIÓN Y LA RESPUESTA A UNA
CALUMNIA
Lucas 11: 1-23
La oración
Lucas 11: 1-4
Era
costumbre que los rabinos enseñaran a sus discípulos una oración sencilla para
uso frecuente. Juan el Bautista lo había hecho con sus discípulos, y ahora le
pedían a Jesús los suyos que Él también les enseñara una oración.
Aquí
tenemos la versión que nos da Lucas. Es más corta que la de Mateo, pero nos
enseña todo lo que necesitamos saber acerca de cómo y qué pedir en oración.
Empieza
llamando a Dios, Padre.
Es la manera característicamente cristiana de dirigirnos a Dios
(Gálatas 4:6; Romanos 8:15; 1 Pedro 1:17). La
primera palabra ya nos dice que al orar no nos estamos dirigiendo a alguien que
no está dispuesto a ayudarnos, sino a un Padre que se complace en suplir las
necesidades de sus hijos.
Debemos
fijarnos especialmente en el orden… Antes de pedir nada para nosotros mismos,
Dios y su gloria y el respeto que le es debido ocupan el primer lugar.
La
oración incluye toda la vida.
a)
Incluye la necesidad presente. Nos
dice que pidamos nuestro pan cotidiano; es decir, el alimento para
el día que oramos… Esto nos recuerda la antigua historia del maná en el
desierto (Éxodo 16:11-21): sólo se podía recoger
lo necesario para la necesidad del día. No nos tenemos que preocupar del futuro
desconocido, sino de “vivir al día”…
b)
Incluye los pecados pasados. Cuando
oramos, no podemos olvidarnos de pedirle perdón a Dios, porque todos somos
pecadores ante la santidad de Dios.
c)
Incluye las pruebas futuras. Tentación quiere decir
situación de prueba, e incluye mucho más que la seducción al pecado: todas las
situaciones que constituyen un desafío y una prueba a la integridad y fidelidad
de una persona. No podemos librarnos de ellas, pero las podemos sobrellevar en
comunión con Dios.
Alguien
ha dicho que la Oración se puede usar de dos maneras diferentes en nuestra vida
devocional: si la usamos al principio, despierta toda clase de deseos santos
que nos conducen por los auténticos senderos de la oración; y si la
usamos al final, resume y completa todas las peticiones que traemos
a la presencia de Dios.
“Pedid y recibiréis”
Lucas 11: 5-13
En
Oriente, la hospitalidad es un deber sagrado; no se salía del paso dándole al
recién llegado cualquier cosa, sino que había que ofrecerle una buena comida.
Cuando un viajero llegaba tarde, el de la casa se podía encontrar en un apuro
para cumplir el sagrado deber de la hospitalidad; sobre todo si tenía la panera
vacía. Aunque era de noche, éste fue a pedirle ayuda a un amigo, que ya había
atrancado la puerta. En Oriente uno no llamaría a una puerta cerrada si no
fuera un caso de grave necesidad. Por la mañana, se abrían las puertas y no se
cerraban en todo el día; pero si ya estaba cerrada la puerta, era señal de que
no se debía molestar. Pero el amigo importuno no se daba por vencido.
Las
casas de los pobres en Palestina no tenían nada más que una habitación, con una
pequeña ventana para ventilar. El suelo era de tierra apisonada cubierta con cañas
o paja. La habitación estaba dividida en dos partes, no mediante una pared,
sino con una especie de plataforma; dos terceras partes de la habitación
estaban a nivel del suelo, y el otro tercio estaba un poco elevado; allí era
donde estaba el brasero, encendido toda la noche, alrededor del cual dormía
toda la familia, no en camas, sino en una especie de catres…
Era
corriente que las familias fueran numerosas, y dormían juntitas para darse
calor. Al levantarse uno molestaba a toda la familia. Además, en las aldeas era
costumbre meter en la casa por la noche el ganado, corrientemente gallinas y
cabras.
¿Todavía
nos sorprende que el hombre de la casa no quisiera levantarse? Pero el amigo
necesitado seguía llamando sin vergüenza (eso es lo que quiere decir la palabra
en el original), hasta que el de dentro, con toda la comunidad inquieta para
entonces, acababa por levantarse a darle lo que necesitaba.
La
lección de esta parábola no es que debemos persistir en la oración… La lección
aquí se deduce, no de la semejanza, sino del contraste. Lo
que Jesús quiere decir es que si la insistencia desvergonzada y molesta de un
supuesto amigo acaba por obligar a otro supuesto amigo egoísta y comodón a
levantarse de la cama comunal y darle lo que necesita, ¡cuánto
más Dios, que es un Padre modelo, suplirá las necesidades de sus hijos!...
Lo
dicho no nos exime de la insistencia en la oración. Después de todo, la prueba
de la sinceridad de nuestro deseo está en la pasión con que lo pedimos, porque
acudimos a un Dios que conoce nuestras necesidades aún mejor que nosotros, y
cuyo corazón está henchido de amor generoso hacia nosotros. Si no recibimos lo
que pedimos, no es porque Dios nos lo niega, sino porque tiene algo mejor para
darnos.
La calumnia y la respuesta de
Jesús
Lucas 11: 14-23
Cuando
los enemigos de Jesús se vieron incapaces de atacarle con medios limpios,
recurrieron a la calumnia. Dijeron que Jesús tenía poder sobre los demonios
porque estaba en trato con el príncipe de los demonios. Atribuían su poder, no
a Dios, sino al diablo.
Jesús
les dio una doble respuesta irrefutable.
En
primer lugar les asestó un hábil golpe. Había muchos exorcistas en Palestina en
tiempos de Jesús; les dijo: “Si yo echo a los demonios porque tengo un trato
con el príncipe de los demonios, ¿cómo los echan los de vuestra casta? ¡Si me
condenáis a mí, os estáis condenando a vosotros!”…
En
segundo lugar, usó un razonamiento incontestable. Un reino que tiene una guerra
civil interminable no puede sobrevivir. Si el príncipe de los demonios le está
dando a alguien poder para derrotar a sus emisarios, está acabado…
Jesús
sostiene que no hay más que una manera de dominar al guerrero fuerte armado, y
es cuando se es más fuerte que él, refiriéndose a que el poder de Dios es mayor
que el del diablo…
De
este pasaje surgen ciertas verdades permanentes:
No
es raro que se recurra a la calumnia cuando no se tienen buenas razones. No hay
nada tan cruel como la calumnia, porque mucha gente presta oídos más fácilmente
a lo malo que a lo bueno; y no debemos creer que podremos estar libres de ese
pecado, por lo que debemos estar siempre atentos para no caer…
Una
vez más notamos que para Jesús la prueba de que el Reino de Dios había venido
era el hecho de que los que sufrían eran sanados… La meta de Jesús no era sólo
la salvación del alma, sino de la persona entera; aunque debemos tener siempre
en cuenta que la sanidad depende siempre de la voluntad de Dios y la salvación
de la decisión del hombre… Dios me sana de la enfermedad si Él lo quiere; Dios
me salva de mis pecados si yo lo quiero.
Lucas
concluye este pasaje con el dicho de Jesús de que el que no está de acuerdo con
El está en contra de Él, y que el que no ayuda a reunir el rebano está
dispersándolo.
No
hay lugar para la neutralidad en la vida cristiana. El que se mantiene al
margen del bien, estará ayudando al mal.
Lección nº 24:
EL ALMA VACÍA, LA RESPONSABILIDAD
Y
EL CORAZÓN ENDURECIDO…
Lucas 11: 24-36
El peligro del alma vacía
Lucas 11: 24-26
La
historia trata de una persona de la que echaron a un espíritu malo. Éste fue
vagando por ahí en busca de un sitio donde descansar, pero no lo encontró; así
que decidió volver a su antigua morada. Y se encontró con que la persona estaba
limpia y ordenada, pero vacía. Así que el espíritu malo se fue a buscar a otros
siete espíritus todavía peores que él, y se los trajo a vivir con él en su
antigua casa... y aquella persona acabó peor de lo que había estado antes.
Aquí
tenemos una verdad fundamental: no podemos dejar el alma vacía… No basta con
desterrar los malos pensamientos y hábitos. Un alma vacía es un alma en
peligro. No basta con echar al mal; hay que dejar entrar al bien.
Eso
quiere decir que no se puede cimentar una experiencia espiritual con negativos,
enfatizando lo que no se debe hacer, sin exaltar lo que sí debemos hacer… Es
peligroso cuando la religión se presenta como una serie de actos negativos. Es
necesario limpiar; pero después de desarraigar el mal hay que plantar y
cultivar el bien.
La
mejor manera de evitar el mal es practicar el bien. A veces nos asaltan malos
pensamientos. Si todo lo que hacemos es decirnos: “No voy a pensar en eso”,
seguimos pensando en ello cada vez más. El remedio está en pensar en otra cosa,
en desterrar el pensamiento malo con uno bueno. No se es bueno por no hacer cosas
malas, sino llenando la vida de cosas buenas.
La bendición verdadera
Lucas 11: 27-28
Los
versículos 27 y 28 nos presentan a Jesús diciendo una verdad muy seria. La
mujer se había dejado llevar por la emoción del momento, y Jesús la devolvió a
la realidad. La emoción momentánea no tiene por qué ser mala, pero lo más
valioso de la vida es la obediencia de cada día. Los mejores sentimientos no
pueden ocupar el lugar de la fidelidad.
La
mujer que le echó a Jesús aquella bendición no sabía que la bienaventuranza
verdadera de la madre de Jesús la recibió cuando creyó la Palabra de Dios y se
entregó a Él en perfecta obediencia (Lucas 1:38 y 45)…
Jesús hace extensiva esta bendición a todos los que escuchan la Palabra de Dios
y la ponen por obra.
La responsabilidad por los
privilegios
Lucas 11: 29-32
Los
judíos querían que Jesús hiciera algo realmente sensacional para demostrarles
que era el Mesías. Unos años después, hacia el 45 d.C., un tal Teudas pretendió
ser el Mesías e inició una revolución. Hizo que la gente le siguiera, porque
les prometió detener las aguas del Jordán haciendo un camino por en medio para
pasar al otro lado. No hace falta decir que fracasó, y los romanos acabaron
pronto con los rebeldes; pero eso era la clase de cosa que la gente le exigía a
Jesús para probar que era el Mesías. No se daba cuenta de que la mayor señal
que Dios había de dar nunca era Jesús mismo.
Cuando
Salomón era rey, la Reina de Saba reconoció que su sabiduría era sobrenatural,
y vino de muy lejos para beneficiarse de ella; cuando Jonás predicó a los
habitantes de Nínive, reconocieron en él la auténtica voz de Dios, y se
arrepintieron y salvaron de la destrucción. El Día del Juicio, estas personas
se levantarán a dar testimonio en contra de los judíos del tiempo de Jesús, porque
éstos habían tenido una oportunidad y un privilegio incomparablemente mayores
que los suyos y se habían negado a recibirlos. La condenación de los judíos
sería tanto más definitiva cuanto fueron mayores sus privilegios.
El
privilegio y la responsabilidad van siempre de la mano.
Así
sucede con los cristianos en nuestro tiempo:
Todos
tenemos a nuestra disposición la Biblia, la Palabra de Dios. Se ha pagado un
alto precio para que llegara hasta nosotros. Los traductores de la Biblia al
español, Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, fueron perseguidos por la
Inquisición, y se salvaron de morir en la hoguera gracias a que pudieron huir
al extranjero; otros fueron torturados para que delataran a todos los
protestantes que conocieran, y dieron su vida para que la Palabra de Dios
entrara en Europa, y finalmente en el mundo… No hay libro que haya costado
tantas vidas como la Biblia. Nosotros tenemos el privilegio de poseer un
ejemplar de la Biblia, pero es un privilegio del que tendremos que dar cuenta.
También
disfrutamos de libertad de cultos, que consideramos como un derecho; y esto
también es un privilegio que ha costado muchas vidas… Este también es un
privilegio del que tendremos que dar cuenta.
Si
una persona tiene a Cristo, y el Libro de Cristo, y la Iglesia de Cristo, es
heredera de todos los privilegios de Dios… Si, poseyéndolos, no los usa, o los
rechaza como hicieron los judíos en tiempos de Jesús, ¿cómo responderá cuando
se le pidan cuentas de los privilegios que se le concedieron?
El corazón endurecido e insensible
Lucas 11: 33-36
El
cuerpo depende de los ojos para captar la luz; si están sanos, el cuerpo recibe
la luz que necesita; pero, si están enfermos, la luz se convierte en oscuridad.
De la misma manera, la luz de la vida depende del corazón;
si está como es debido, en comunión con Dios, toda la vida está
iluminada; si no, toda la vida está en tinieblas… Jesús nos advierte que
comprobemos que la luz interior está encendida.
El
corazón se nos puede endurecer… La
primera vez que hacemos lo que no debemos sentimos temor y hasta dolor de
corazón. Cada vez que lo repetimos sentimos menos temor, hasta que por último
no nos produce ni la más mínima inquietud. El pecado tiene un poder endurecedor
terrible. No hay nadie que haya dado el primer paso hacia el pecado sin sentir
la advertencia de su corazón; pero si comete ese pecado repetidas veces,
llegará un momento cuando lo haga como si tal cosa.
Por
eso el corazón se nos puede poner insensible frente al dolor que nos rodea.
Es trágico cómo nos acostumbramos a aceptar las cosas. Al
principio sentimos dolor en nuestros corazones al contemplar el sufrimiento y
el dolor del mundo; pero muchos acaban por acostumbrarse y aceptarlo sin
sentirlo ni lo más mínimo… Está demostrado que muchas personas sienten más
intensamente las cosas cuando son jóvenes que más adelante en la vida.
El
corazón también se nos puede volver rebelde. Una
persona puede llegar a saber lo que debe hacer, y hacer lo contrario; sentir la
mano de Dios sobre su hombro, y encogerlo y retirarlo, y seguir el camino que
conduce al país lejano cuando Dios la está llamando para que vuelva a casa.
¡Que
Dios nos libre de tener un corazón entenebrecido!
Lección nº 25:
EL PECADO DEL LEGALISMO
Lucas 11: 37-54
El legalismo estéril
Lucas 11: 37-44
El
fariseo se sorprendió de que Jesús no se lavara las manos antes de comer. No
era cuestión de limpieza, sino de leyes ceremoniales. Se tenían que cumplir los
detalles más insignificantes. Se tenían grandes vasijas de agua especialmente
para ese fin, porque el agua ordinaria podía estar contaminada…Primero había
que verter el agua en la mano empezando por la punta de los dedos de forma que
corriera hasta la muñeca; luego había que limpiar cada palma restregándola con
el puño de la otra mano; y por último se vertía agua en la mano otra vez, ésta
empezando por la muñeca para que corriera hasta la punta de los dedos. Para el
fariseo, el omitir el más mínimo de estos detalles era pecado; y el comentario
de Jesús fue que, si tuvieran el mismo cuidado en mantener limpio el corazón
como en limpiarse las manos, serían mejores personas.
Ellos
se guardaban de cumplir con sus pagos… Había algunos impuestos que un judío
practicante no se olvidaría de pagar jamás.
a)
Los primeros frutos o primicias de la tierra. Se ofrecían en
el templo siete clases de primeros frutos: los de los trigales, de la cebada,
de la viña, de la higuera, del granado, del olivo y de la colmena.
b)
Estaba la “terumá”... Los primeros frutos se ofrecían a Dios,
pero la terumá era la contribución al mantenimiento de los sacerdotes; había
que dar la quincuagésima parte de la producción.
c)
Estaba el diezmo. Este se pagaba directamente a los
levitas, que a su vez pagaban a los sacerdotes el diezmo de todo lo que
recibían... Hasta qué punto eran meticulosos en el diezmo los fariseos se ve en
que diezmaban hasta la ruda, que la ley decía que no había que diezmar. No les
importaba cómo fueran sus corazones o sus sentimientos, ni si dejaban de
cumplir con la equidad u olvidaban el amor; pero no omitían los diezmos.
Por
otra parte, los asientos más importantes de la sinagoga, que ellos pretendían,
eran los que estaban al frente, de cara al auditorio; los de la primera fila, e
iban disminuyendo en honor hacia atrás. ¡La ventaja de los asientos principales
era que todo el mundo los podía ver!
Y
también amaban ser reconocidos… Cuanto más exageradas eran las muestras de
respeto que recibían los fariseos de los que los saludaban en las calles y
plazas, mejor se sentían…
Pero
Jesús los compara con tumbas… En Números 19:16 se
establece que “cualquiera que tocare sobre la faz del campo una tumba, siete
días será inmundo”. Los inmundos no podían asistir a los cultos. Y podía ser
que alguien pisara una tumba sin darse cuenta; pero quedaba inmundo lo mismo.
Jesús dijo que los fariseos son exactamente así: aunque no se diera cuenta la
gente, su influencia era nociva. El que entrara en contacto con ellos, aunque
no se diera cuenta de su corrupción, se contaminaba de ideas falsas acerca de
Dios y de lo que Él nos manda.
Dos
cosas sobresalían en los fariseos, y por ellas los condenaba Jesús.
a)
Se limitaban a lo externo. Mientras se
cumpliera eso, lo demás no importaba. Podían tener el corazón tan negro como el
infierno, absolutamente falto de caridad y equidad; pero, mientras cumplieran
con todos los detalles rituales a su debido tiempo, creían que eran buenos a
los ojos de Dios.
b)
Se limitaban a los detalles. Comparados con
el amor, la amabilidad, la equidad y la generosidad, el lavarse las manos con
meticulosidad y el pagar los diezmos con exactitud matemática son detalles
pequeños…
Esto
sucede muchas veces en muchos creyentes y el muchas iglesias… Se pierde el
tiempo en pequeñeces, se olvida el fundamento del amor y se deja de cumplir la
suprema misión de llevar el Evangelio con denuedo, cayendo en este fariseísmo
tan repudiado por Jesús…
El legalismo pecaminoso…
Lucas 11: 45-54
Aquí
se exponen tres cargos contra los escribas:
Eran
expertos en la ley; les imponían a los demás mil y una cargas de la ley
ceremonial, pero ellos no las cumplían, porque eran expertos en la eximirse de
ellas, con argumentos y excusas rebuscadas e incoherentes…
Veamos
algunas de sus exenciones:
Lo
máximo que se permitía recorrer el sábado eran 2.000 codos, algo menos de un
kilómetro, desde su lugar de residencia. Pero si se ataba la cuerda al final de
la calle, ése se consideraba su residencia, y podía alejarse de allí un
kilómetro; si el viernes por la tarde dejaba en algún sitio alimentos
suficientes para dos comidas, ese sitio se consideraba técnicamente como su
residencia, y podía recorrer otro kilómetro a partir de allí. ¡Y así
sucesivamente!
Uno
de los trabajos prohibidos en sábado era hacer nudos, ya fueran de marino, o de
camellero, o nudos en sogas. Pero una mujer se podía atar un nudo en el cinturón.
¡Así que, si había que atar el cubo para sacar agua del pozo, se ataba con el
cinturón de una mujer, y en paz!
Estaba
prohibido llevar cargas; pero estaba escrito en las leyes codificadas que <
el que lleva algo, ya sea en la mano derecha o en la izquierda, o en el seno, o
al hombro, es culpable; pero el que lleva algo en el reverso de la mano, o con
el pie, o en la boca, o al codo, o en la oreja, o en el pelo, o en la bolsa del
dinero puesta al revés, o entre la bolsa del dinero y la camisa, o en el forro
de la camisa, o en el zapato o la
.sandalia,
no es culpable, porque no lo lleva como se lleva corrientemente.»
Es
increíble que pudieran pensar que Dios había
hecho leyes semejantes, y que el tener en cuenta esos detalles era un deber
religioso, y el cumplirlos era una cuestión de vida o muerte; pero ésa era la
religión de los escribas. No nos sorprende que Jesús se metiera con los
escribas, y que ellos le consideraran hereje e impío.
La
actitud de los escribas con los profetas era paradójica. Les profesaban una
profunda admiración a los de tiempos pasados; pero, si se encontraran con uno,
tratarían de matarlo. Honraban a los profetas muertos con monumentos
memoriales, pero deshonraban a los profetas vivos con persecución y muerte.
La
esencia del mensaje profético era la antítesis de la enseñanza de los escribas;
y Jesús estaba en la línea de los profetas (El asesinato de Zacarías se nos
describe en 2 Crónicas 24:20-21).
Además
los escribas bloqueaban el acceso a la Sagrada Escritura. Sus interpretaciones
eran tan fantásticas que a la gente corriente le era imposible entenderlas. En
manos de los escribas la Escritura se había convertido en un libro de enigmas.
En su errado virtuosismo rehusaban ver el mensaje de las Escrituras para ellos
mismos, y no se lo dejaban ver a nadie más. Ellos las habían convertido en algo
exclusivo de los expertos y en un misterio tenebroso para todos los demás.
No
pensemos que esto son sólo cosas del pasado. Sigue habiendo quienes les imponen
a los demás unas obligaciones que ellos mismos no se sienten obligados a
cumplir. Todavía existen personas para quienes religión no es más que
legalismo.
Y
también hay supuestos eruditos que hacen la Palabra de Dios tan difícil que
desconciertan a las personas corrientes, que ya no saben lo que deben creer ni
cómo agradar a Dios.
Por
eso debemos ser cuidadosos en no caer en legalismos absurdos porque los dichos
de Jesús contra los fariseos y los escribas pueden caer sobre nosotros con la
misma dureza…
La
Iglesia en nuestros días necesita que estas hipocresías sean denunciadas
enfáticamente y a la luz de las enseñanzas del Maestro.
Muy bueno! eso busco escudriñar La Palabra!
ResponderEliminarWao que bueno está esestá eeste estudio bíblico impresionante para la Gloria de Dios
ResponderEliminarWao!! Que maravilloso contexto, gracias por compartir2
ResponderEliminarExcelente. Quiero mas estudios así.
ResponderEliminarExcelente. para escusdriñar la Palabra
ResponderEliminarTendrás más conocimiento de DIOS, gracias, cosas que oído no a recibido te llegará a ti
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