LECCIONES SOBRE LAS CARTAS A LOS GÁLATAS y A LOS EFESIOS


COMENTARIO DE LA CARTA A LOS GÁLATAS

Lección nº 1:
INTRODUCCIÓN

El ataque de los judíos
Alguien ha comparado la Carta a los Gálatas con una espada en la mano de un gran esgrimidor. Tanto Pablo como su Evangelio eran objeto de ataque. Si ese ataque hubiera triunfado, el Cristianismo no habría pasado de ser otra secta judía, dependiente de la circuncisión y de la observancia de la ley mosaica, en lugar de ser la religión de la Gracia.
Es extraño pensar que, si los oponentes de Pablo se hubieran salido con la suya, el Evangelio habría sido exclusivamente para los judíos, y nosotros no habríamos tenido nunca la oportunidad de conocer el amor de Cristo.

Un apóstol cuestionado
No es posible tener una personalidad relevante y un carácter fuerte como los de Pablo sin encontrar oposición; ni tampoco es posible que un hombre dirija una revolución del pensamiento religioso como hizo él, sin ser objeto de ataque.
El primer ataque fue contra su apostolado. Había muchos que decían que Pablo no era ningún apóstol.
Desde su punto de vista tenían razón. En Hechos 2:21-22 tenemos la definición básica de un apóstol. Judas, el traidor, había cometido suicidio; entonces se definieron las condiciones que debía cumplir el candidato a cubrir la vacante en el grupo apostólico. Tenía que haber sido “uno de estos hombres que estuvieron con nosotros durante todo el tiempo que nuestro Señor entró y salió entre nosotros, empezando desde el bautismo de Juan, hasta el día en que nos fue retirado”, y “un testigo de la Resurrección”. Para ser apóstol, un hombre tenía que haber sido seguidor de Jesús durante su vida terrenal, y haber sido testigo presencial de su Resurrección. Está claro que Pablo no cumplía esas condiciones. Además, no hacía tanto tiempo que había sido el gran perseguidor de la Iglesia Cristiana original.
En el primer versículo de esta carta, Pablo contesta a eso. Insiste con determinación en que su apostolado no procedía de ningún origen humano, ni ninguna mano humana le había ordenado para ese ministerio, sino que había recibido la llamada directamente de Dios. Podían haber sido otras las cualidades que se requerían para ser considerado apóstol cuando se produjo la primera vacante en el grupo de los Doce; pero él tenía una cualidad exclusiva: se había encontrado con Cristo cara a cara en el camino de Damasco.

Llamado por Dios y aprobado por la Iglesia
Además, Pablo insiste en que su mensaje no dependía de ninguna persona humana. Es precisamente por eso por lo que refiere detalladamente en los dos primeros capítulos sus visitas a Jerusalén. Insiste en que no está predicando ningún mensaje de segunda mano que haya recibido de otra persona; está predicando el mensaje que ha recibido directamente de
Cristo.
Pero Pablo no era ningún anarquista. Insiste en que, aunque recibió su mensaje con una independencia total, sin embargo había recibido la aprobación de los que eran los dirigentes reconocidos de la Iglesia Cristiana (2:6-10). El Evangelio que él predicaba lo había recibido directamente de Dios; pero era un Evangelio que estaba totalmente de acuerdo con la fe que se le había comunicado a la Iglesia.

Los judíos dogmáticos
Pero ese Evangelio era igualmente objeto de ataque. Era una lucha que tenía que producirse, y una batalla que había que librar.
Había judíos que habían aceptado el Cristianismo, pero creían que todas las promesas y los dones de Dios eran exclusivamente para los judíos; y que no se podía dar entrada a estos preciosos privilegios a ningún gentil. Por tanto creían que el Cristianismo era para los judíos, y para ellos solos.
Cuando este tipo de judío veía a Pablo llevar el Evangelio a los despreciados gentiles, se disgustaba y enfurecía.

La Ley y la Gracia
Todo esto tenía una salida. Si un gentil quería ser cristiano, se tenía que hacer judío primero. ¿Qué suponía eso? Pues que tenía que circuncidarse y asumir toda la carga de la ley mosaica. Eso era para Pablo todo lo contrario de lo que quería decir el Evangelio. Quería decir que la salvación de una persona dependía de su capacidad para cumplir la ley, y que podía ganarla por sus propios medios sin ayuda de nadie; mientras que para Pablo la salvación era algo totalmente dependiente de la Gracia.
Creía que ninguna persona podía merecer nunca el favor de Dios. Lo único que podía hacer era aceptar en un acto de fe el amor que Dios le ofrecía, sometiéndose totalmente a su misericordia.
Para él lo único esencial no era lo que una persona pudiera hacer por Dios, sino lo que Dios había hecho por ella.
Los judíos reclamaban ser hijos de Abraham, y Pablo les hará ver que Abraham no respondió a la Ley, porque la Ley fue dada a Moisés cientos de años después, sino que su respuesta fue un acto de fe… Cuando Dios le dijo que dejara su pueblo y saliera, Abraham realizó un sublime acto de obediencia por la fe, y salió confiando sólo en Dios…
Fue la fe lo que salvó a Abraham, no la ley; y, seguiría diciendo Pablo, es la fe lo que debe salvarnos a todos, no las obras de la ley. El verdadero hijo de Abraham no es el que puede trazar su ascendencia directamente hasta Abraham, sino el que, cualquiera que sea su raza, hace el mismo rendimiento de fe a Dios.

Si todo esto es verdad, surge una pregunta muy seria: ¿Cuál es entonces el lugar de la Ley? No se puede negar que fue dada por Dios. ¿No la elimina sencillamente esta insistencia en la Gracia?
La Ley tiene su propio lugar en el plan de Dios.
En primer lugar, le dice a la humanidad lo que es el pecado. Si no hubiera ley, nadie podría quebrantarla, y no habría por tanto tal cosa como pecado. En segundo y más importante lugar, la Ley realmente conduce a la persona a la Gracia de Dios. El problema de la Ley es que, como somos pecadores, no la podemos cumplir perfectamente nunca. Su efecto por tanto, es mostrarle a la persona su incapacidad, y conducirla a desesperar de sí misma y confiar solamente en la misericordia de Dios.
La Ley nos convence de nuestra propia insuficiencia, y por último nos impulsa a admitir que lo único que nos puede salvar es la Gracia de Dios. En otras palabras: la Ley es una etapa esencial en el camino a la Gracia.
El gran tema de Pablo en esta epístola es que no podemos salvarnos a nosotros mismos, pero Dios nos ofrece la salvación en Jesucristo por su Gracia.

Versículo para aprender:
Si alguno os preica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1: 9)




Lección nº 2:
EL ESCLAVO DE CRISTO
Gálatas 1: 1-10
Gracia y Paz
Gálatas 1: 1-5
A los miembros de las iglesias de Galacia habían llegado algunos diciéndoles que Pablo no era un verdadero apóstol, y que no tenían por qué creer lo que él les había dicho. Basaban su menosprecio de Pablo en el hecho de que él no había sido uno de los doce apóstoles originales; y que, de hecho, había sido el más salvaje perseguidor de la Iglesia; y que no tenía, como si dijéramos, ningún nombramiento oficial de los responsables de la Iglesia.
La respuesta de Pablo no fue una discusión, sino una afirmación. No debía su calidad de apóstol a ninguna persona, sino al día en que Jesucristo se le presentó cara a cara en el camino de Damasco. Su ministerio y su misión procedían directamente de Dios.
Pablo estaba seguro de que Dios le había hablado. En último análisis, ningún hombre puede hacer a otro ministro o siervo de Dios. Sólo Dios puede hacerlo. La prueba de un cristiano no es si ha pasado ciertas ceremonias y asumido ciertos votos, sino si se ha encontrado con Cristo cara a cara.
La verdadera causa de la capacidad de Pablo para bregar y sufrir era que estaba seguro de que su misión le había sido encomendada por Dios. Consideraba todos los esfuerzos que se le exigían como privilegios que Dios le concedía.
Y la tarea que Dios le dio a Pablo fue la evangelización del mundo
Al principio de su carta, Pablo resume sus deseos y oraciones por sus amigos de Galacia en dos tremendas palabras:
Les desea gracia. Hay dos ideas principales en esta palabra que por suerte para nosotros se conservan en español:
La palabra griega jaris quiere decir gracia en el sentido teológico; pero también quiere decir belleza y encanto. Y hasta cuando se usa teológicamente siempre conserva la idea del encanto… Si la vida cristiana refleja la Gracia de Dios, debe ser algo hermoso y atractivo.
Además está la idea una generosidad inmerecida, un regalo que uno no podría ganar nunca, que la el generoso amor de Dios…
También les desea paz. Pablo era judío, y tendría en mente la palabra hebrea shalóm, aunque escribió en griego eiréné.
Shalóm quiere decir mucho más que la ausencia de problemas. Quiere decir todo lo que contribuye al bien supremo de la persona, todo lo que hace su mente pura, su voluntad firme y su corazón feliz. Es ese amor y cuidado de Dios que, aunque el cuerpo esté sufriendo, puede mantener el corazón sereno.
Por último, Pablo resume en una sola frase el corazón y la obra de Jesucristo: “Él se dio a sí mismo... para rescatarnos”.
El amor de Cristo es un amor que dio y sufrió… Pero también es un amor que conquistó y logró la victoria...
En esta vida, la tragedia del amor es que queda tantas veces frustrado; pero el amor de Cristo está respaldado por un poder infinito que nada puede frustrar y que puede rescatar al ser amado de la esclavitud del pecado.

Esclavo de Cristo
Gálatas 1: 6-10
La verdad fundamental que se esconde en esta epístola es que el Evangelio de Pablo era el Evangelio de la Gracia. Él creía con todo su corazón que una persona no podía hacer nada para ganar el amor de Dios; y, por tanto, lo único que uno podía hacer era rendirse delante de Dios en un acto de fe. Lo único que uno podía hacer era aceptar con gratitud lo que Dios le ofrecía; lo importante no es lo que podamos hacer por nosotros mismos, sino lo que Dios ha hecho por nosotros.
Lo que Pablo había predicado a los gálatas había sido el Evangelio de la Gracia de Dios. Después de él habían llegado unos predicando una versión judía del Evangelio. Proclamaban que si se quería agradar a Dios había que circuncidarse y consagrarse a cumplir todas las reglas y normas de la Ley… Estaban enseñando que una persona necesitaba ganarse el favor de Dios. Para Pablo eso era imposible.
Los oponentes de Pablo declaraban que él ponía la religión demasiado fácil para congraciarse con la gente. De hecho, esa acusación era lo contrario de la verdad. Después de todo, si la religión consistiera en cumplir un conjunto de reglas y normas sería posible, por lo menos en teoría, satisfacer sus exigencias; pero Pablo presentaba la Cruz diciendo: “Así os ha amado Dios”. Entonces la religión se convierte en un asunto, no de satisfacer las exigencias de la ley, sino de cumplir las demandas del amor. Una persona puede satisfacer las exigencias de la ley, porque tienen límites estrictos y estatutarios; pero nunca podrá cumplir las demandas del amor, que son infinitas… Pero lo único que podían ver los oponentes judíos de Pablo era que había enseñado que la circuncisión ya no era necesaria, ni la ley pertinente.
Pablo negaba estar intentando congraciarse con la gente. No era a la gente a la que servía, sino a Dios. No le importaba lo más mínimo lo que la gente pensara o dijera de él: su único
Amo era el Señor. Y entonces presentó una prueba concluyente: “Si yo estuviera tratando de congraciarme con la gente no sería esclavo de Cristo”.
Lo que tenía en mente era que un esclavo llevaba marcado en el cuerpo con un hierro candente el nombre de su amo; y él llevaba en su cuerpo las cicatrices de sus sufrimientos, que eran la marca de ser esclavo de Jesucristo.
Es cuando los demás ven que estamos dispuestos a sufrir por la fe que decimos tener cuando empiezan a creer que la tenemos de veras. Si la fe no nos costara nada, los demás no la valorarían en nada.

Llamada directa del Señor
Gálatas 1: 11-17
Pablo estaba seguro y aseguraba que el Evangelio que predicaba no era algo de segunda mano; le había llegado directamente de Dios. Esa era una pretensión extraordinaria, y exigía alguna clase de prueba. Como prueba, Pablo tuvo el valor de referirse al cambio radical que había tenido lugar en su propia vida.
Había sido un absoluto fanático de la Ley; y ahora, el centro dominante de su vida era la Gracia. Este hombre, que había tratado de ganarse el favor de Dios con un apasionamiento intenso, estaba ahora contento de tomar humildemente por la fe lo que se le ofrecía amorosamente.
Había sido el gran perseguidor de la Iglesia. La había “asolado”… La palabra que usa es la que describe la devastación total de una ciudad… Y ahora, su único objetivo, por el que estaba dispuesto a consumir su vida hasta la muerte, era extender esa misma Iglesia por todo el mundo.
Es algo digno de mención en Pablo el que no tuviera reparo en presentar el informe de su propia vergüenza para mostrar el poder de Dios.
Tenía dos cosas que decir acerca de esa intervención:
No fue una cosa improvisada; formaba parte del plan eterno de Dios… Y además sabía que había sido escogido para una tarea; no para recibir honores, sino para servir; no para una vida fácil, sino para la lucha.
Pablo sabía que había sido salvado y llamado por Dios para servir a la causa universal del Evangelio.

Los primeros pasos
Gálatas 1: 18-25
Cuando leemos este pasaje vemos lo que Pablo hizo cuando la mano de Dios le detuvo.
Primero, se retiró a Arabia para estar a solas, y por dos razones. La primera, porque tenía que pensar a fondo eso tan tremendo que le había sucedido; la segunda, tenía que hablar con Dios antes de hablar a los hombres.
Segundo, volvió a Damasco. Eso requería coraje. Había ido a Damasco la vez anterior para acabar con la Iglesia, y entonces Dios le detuvo; y todo Damasco lo sabía; pero volvió lo antes posible para darles su testimonio a las personas que conocían muy bien su pasado… Nuestro testimonio cristiano, como nuestra caridad, debe empezar en casa.
Tercero, Pablo fue a Jerusalén. De nuevo le vemos exponiendo su vida. Sus amigos judíos de antes, estarían buscando su vida, porque le consideraban un renegado. Sus víctimas de antes, los cristianos, no le querrían recibir, porque les costaría creer que fuera un hombre cambiado; pero Pablo tuvo el valor de enfrentarse con su pasado.
Finalmente Pablo fue a Siria y Cilicia. Allí era donde estaba Tarso, donde se había criado. Allí estaban los amigos de su niñez y juventud… Sin duda le tendrían por loco; se enfrentarían con él con ira o, con algo aun peor, con sarcasmo. Pero él estaba preparado a que le tomaran por loco por causa de Cristo.
En estos versículos, Pablo estaba tratando de defender y demostrar la independencia de su Evangelio. No lo había recibido de ningún hombre, sino de Dios. No lo consultó con ninguna persona, sino con Dios. Pero, mientras escribía, se retrató a sí mismo como un hombre que tenía valor para testificar de su cambio y predicar su Evangelio en los lugares más difíciles.

Versículo para aprender:
...Y glorificaban a Dios en mí” (Gálatas 1: 24)




Lección nº 3:
SÓLO LA GRACIA
Gálatas 2: 1-21

Convicciones firmes
Gálatas 2: 1-10
En el pasaje anterior, Pablo ha demostrado la independencia de su Evangelio; aquí está interesado en demostrar que esa independencia no es anarquía, y que su Evangelio no es algo cismático ni sectario ni distinto de la fe que se ha entregado a la Iglesia.
Después de un trabajo de catorce años, subió a Jerusalén llevando consigo a Tito, un joven amigo y adepto que era griego. Esa visita no fue fácil en ningún sentido…
Desde el principio, los verdaderos responsables de la Iglesia aceptaron la posición de Pablo; pero hubo otros que se propusieron domesticar su espíritu ardiente. Había algunos que, como ya hemos visto, aceptaban el Evangelio, pero creyendo que Dios no concedía ningún privilegio a los que no fueran judíos; y que, por tanto, antes de que un gentil pudiera ser cristiano, tenía que ser circuncidado y asumir la totalidad de la Ley.
Estos judaizantes, como se los llama, tomaron el caso de Tito como un prueba. Hay una batalla detrás de este pasaje; y parece probable que los responsables de la Iglesia presionaran a Pablo para que, por amor de la paz, cediera en el caso de Tito. Pero él se mantuvo firme como una roca. Sabía que ceder habría sido someterse a la esclavitud de la ley y dar la espalda a la libertad que hay en Cristo.
Por último, la determinación de Pablo obtuvo la victoria. En principio se aceptó que llevaría a cabo su obra en el mundo no judío, y Santiago y Pedro la suya en el mundo judío. Pero era el mismo Evangelio que se predicaba en dos esferas diferentes, por personas diferentes, especialmente cualificadas para hacerlo.
De este cuadro se deducen claramente ciertas características de Pablo:
Era un hombre que daba a la autoridad el debido respeto. Fue y habló con los responsables de la Iglesia, aunque tuviera sus diferencias con ellos. No había razones para que la cortesía y las firmes convicciones no fueran de la mano…
Era un hombre que no se dejaba intimidar… Menciona repetidas veces la reputación que disfrutaban los responsables y los pilares de la Iglesia; Pablo los respetaba y trataba con cortesía; pero permanecía inflexible porque estaba seguro de buscar, no la aprobación de los hombres, sino la de Dios.
Era un hombre consciente de tener una tarea especial. Estaba convencido de que Dios le había confiado una tarea, y no permitía que nada le impidieran cumplirla…

Contra la hipocresía
Gálatas 2: 11-13
El problema no se había terminado ni muchísimo menos. Una parte importante de la vida de la Iglesia original era una comida en común que llamaban el Agapé, o Fiesta del Amor. En esta fiesta, toda la congregación se reunía para participar de una comida general provista mediante un reparto de los recursos o medios que se tuvieran. Para muchos de los esclavos debe de haber sido la única comida decente que hacían en toda la semana; y expresaba de una manera muy especial la comunión de los cristianos.
Eso parece, a primera vista, una cosa muy hermosa. Pero debemos recordar el exclusivismo rígido de los judíos más fanáticos. Se consideraban el pueblo escogido de tal manera que implicaba el rechazo de todos los demás. Este exclusivismo entraba en la vida diaria. Un judío estricto tenía prohibido hasta tener una relación comercial con un gentil; no debía hacer un viaje con un gentil; no debía ni dar hospitalidad ni aceptarla de un gentil.
Aquí en Antioquía surgió un problema tremendo: en vista de todo esto, ¿podían sentarse juntos los judíos y los gentiles en una comida congregacional? Si se cumplía la ley antigua, está claro que era imposible. Pedro vino a Antioquía, y, en un principio, apartándose de los antiguos tabúes en la gloria de la nueva fe, participaba de la comida en común entre judíos y gentiles. Entonces llegaron algunos de Jerusalén que eran del bando judío tradicionalista. Usaban el nombre de Santiago, aunque seguramente no representaban su punto de vista, y se metieron tanto con Pedro que acabó por retirarse de la comida congregacional. Los otros judíos se retiraron también con él, y por último hasta Bemabé se vio implicado en esta secesión.
Fue entonces cuando Pablo habló con toda la intensidad de que era capaz su naturaleza apasionada, porque vio claramente algunas cosas:
Una iglesia deja de ser cristiana cuando hace discriminación de clases. En la presencia de Dios, una persona no es judía ni gentil, noble ni plebeya, rica ni pobre; es un pecador por quien Cristo murió.
Pablo no esperó; intervino… No influía en él el hecho de que estuviera en ello el nombre y la conducta de Pedro. Era algo malo, y eso era todo lo que le importaba a Pablo...

Sólo por Gracia
Gálatas 2: 14-17
Aquí se llega por fin a la verdadera raíz del asunto. Se estaba imponiendo una decisión que no se podía aplazar mucho más. El hecho del asunto era que la decisión de Jerusalén había sido una componenda; y, como todas las componendas, tenía en sí misma el germen de la discordia.
En efecto, la decisión había sido que los judíos seguirían viviendo como judíos, observando la circuncisión y la ley, pero que los gentiles eran libres de estas obligaciones. Estaba claro que las cosas no podían seguir así, porque la consecuencia inevitable era que se produjeran dos tipos de cristianos, y dos clases distintas dentro de la Iglesia.
El razonamiento de Pablo seguía este camino…Por eso advirtió a Pedro cuando aparentemente Pedro dio un paso atrás. Aquello no tenía sentido para Pablo.
Aquí debemos estar seguros del sentido de una palabra. Cuando los judíos aplicaban la palabra pecadores a los gentiles, no estaban pensando en sus cualidades morales, sino en la observancia de la ley; para los judíos el pecador era el que no cumplía la Ley…
Por eso plantea un hecho dramático ante la actitud de Pedro: Jesús le había enseñado a Pedro que debía liberarse de los rituales legales, porque la salvación es un regalo de Dios… Si Pedro consideraba “pecado” comer la comida de los gentiles, estaría insinuando que Jesús le había enseñado a ser un “pecador”… A este punto se había llegado.
No podía ser verdad que los gentiles vinieran a Dios por la Gracia, y los judíos por la Ley. Para Pablo no había más que una realidad: la Gracia, y era mediante el rendimiento a esa Gracia como todos los hombres tenían que llegar a Dios. .

Cristo vive en mí”
Gálatas 2: 18-21
Pablo habla desde las profundidades de la experiencia personal. Para él volver a la Ley habría sido cometer un suicidio espiritual.
Pablo dice que por la Ley él murió a la Ley para poder vivir para Dios... Lo que quiere decir es que él había probado el camino de la Ley. Había intentado, con toda la terrible intensidad de su cálido corazón, ponerse en relación con Dios mediante una vida que buscaba obedecer cada pequeño detalle de esa Ley; y había encontrado que tal intento no producía más que un sentimiento cada vez más profundo de que todo lo que él pudiera hacer nunca le pondría en la debida relación con Dios.
Lo único que había hecho la Ley era mostrarle su propio fracaso…
Por eso había abandonado aquel camino, y se había arrojado, pecador y todo como era, en los brazos de la misericordia de Dios.
¡Había sido la Ley lo que le había conducido a la Gracia de Dios!
El volver a la Ley no habría hecho más que enredarle otra vez totalmente en el sentimiento de alejamiento de Dios… Tan grande había sido el cambio, que la única manera en que podía describirlo era diciendo que había sido crucificado con Cristo para que muriera el hombre que había sido, y el poder viviente en su interior ahora era Cristo mismo.
Por eso se preguntaba: “S yo pudiera ganar mi propia salvación, entonces, ¿por qué tenía que haber muerto Cristo?”
Pablo estaba totalmente seguro de una cosa: de que Jesucristo había hecho por él lo que él nunca podría haber hecho por sí mismo.
Cuando Pablo entendió el mensaje de la Palabra de Dios, la medianoche de la frustración de la Ley se convirtió en el mediodía de la Gracia.

Versículo para aprender:
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí...” (Gálatas 2: 20)




Lección nº 4:
UN PACTO INALTERABLE
Gálatas 3: 1-18
El regalo de la Gracia
Gálatas 3: 1-9
Pablo usa todavía otro argumento para mostrar que es la fe lo que pone a una persona en relación con Dios, y no las obras de la Ley.
En la Iglesia original, los convertidos casi siempre recibían el Espíritu Santo de una manera sensible. Los primeros capítulos de Hechos muestran como sucedió una y otra vez (Hechos 8:14-17; 10:44). Venía a ellos un nuevo brote de vida y de poder que todos podían constatar. Esa experiencia la habían tenido los gálatas; y no, decía Pablo, porque hubieran obedecido las disposiciones de la Ley, porque en aquel tiempo ni siquiera habían oído hablar de la Ley; sino porque habían escuchado la Buena Nueva del amor de Dios, y habían respondido con un acto de perfecta confianza.
Pablo les señaló a los gálatas a un hombre que encarnaba la fe: Abraham. El hombre al que Dios había hecho la gran promesa de que todas las familias de la Tierra serían benditas en él (Génesis 12:3). Fue el hombre que Dios escogió especialmente como el que le agradó. ¿En qué fue en lo que Abraham agradó a Dios especialmente? No fue por hacer las obras de la Ley, porque en aquel tiempo la Ley ni siquiera existía; fue por tomarle la Palabra a Dios en un gran acto de fe.
Ahora bien, la promesa de bendición se les hizo a los descendientes de Abraham. En eso confiaban los judíos; mantenían que el hecho escueto de ser descendientes naturales de Abraham los colocaba en una relación con Dios totalmente distinta de la de los otros pueblos.
Pero Pablo declara que el ser un auténtico descendiente de Abraham no es cosa de la naturaleza física; el verdadero descendiente es el que hace la misma aventura de la fe que hizo Abraham. Por tanto, no son los que tratan de obtener méritos por medio de la Ley los que heredan la promesa que se le hizo a Abraham, sino los de cualquier nación que reproducen su acto de fe en Dios.
Por eso, habiendo sido con un acto de fe como empezaron los gálatas… ¿Cómo iban ahora a retroceder al legalismo, y perder la herencia que por Gracia Dios les había dado?
En el versículo 4, Pablo habla de empezar la experiencia en el Espíritu, y acabar en la carne. Las palabras que usa son los términos griegos normales para iniciar y completar un sacrificio. La primera, enárjesthai, es la palabra para echar granos de cebada por encima y alrededor de la víctima, que era lo primero que se hacía en un sacrificio; y la segunda, epiteleisthai, es la palabra que se usaba para completar el ritual de cualquier sacrificio. AL usar estas dos palabras, Pablo muestra que considera la vida cristiana como un sacrificio que se ofrece a Dios.
El versículo 5 habla de la manera tan generosa como Dios había tratado a los gálatas. La raíz de esta palabra es la griega joreguía... En los días antiguos de Grecia, en los grandes festivales, los dramaturgos como Eurípides y Sófocles presentaban sus dramas; las obras dramáticas griegas requerían un coro; el equipar y preparar un coro era caro, y algunos griegos con conciencia pública se ofrecían generosamente a cubrir todos los gastos del coro. (Ese regalo se llamaba joreguía).
Más tarde, en tiempo de guerra, los ciudadanos concienzudos daban aportaciones al estado, y a estas también se las designaba con el nombre de joreguía
Joreguía subraya la generosidad de Dios; una generosidad que nace del amor; y manifiesta que la salvación es un regalo, una ofrenda de ese amor…

La maldición de la Ley
Gálatas 3: 10-14
El razonamiento de Pablo trata de colocar a sus oponentes en un rincón del que no se puedan escapar… A los que defienden la vigencia de la Ley les dice que el que dé ese paso tendrá que mantenerse o caer por su decisión; si escoge la Ley, tiene que vivir por ella, aunque afirma que ninguna persona ha conseguido, ni conseguirá jamás, guardar siempre la Ley a rajatabla.
En ese caso, el que pretenda cumplir con toda la Ley está maldito, porque la misma Escritura dice (Deuteronomio 27:26) que el hombre que no guarde toda la Ley está bajo maldición. Por tanto, la consecuencia inevitable de tratar de llegar a la relación con Dios haciendo de la Ley el principio de la vida es decidirse por una maldición.
Pablo recuerda otro pasaje de la Escritura (Habacuc 2:4) para sostener que la única manera de llegar a estar en la debida relación con Dios, y por tanto la única forma de alcanzar la paz, es el camino de la fe. Pero el principio de la Ley y el principio de la fe son opuestos… No se puede dirigir la vida por los dos al mismo tiempo; hay que escoger; y la única elección lógica es abandonar el legalismo y aventurarse en la fe de tomarle la Palabra a Dios y confiar en su amor.
El Garante definitivo de esta verdad es Jesucristo; y para hacer llegar esta verdad hasta nosotros Él tuvo que morir en la Cruz… Ahora bien: la Escritura dice que todo el que es colgado de un madero está maldito (Deuteronomio 21: 23); así que, para libertarnos de la maldición de la Ley, Jesús mismo tuvo que asumirla.
Pablo no podía olvidar que la paz, la libertad, la relación filial con Dios que poseemos, costó la vida y muerte de Jesucristo; porque, ¿cómo podríamos haber conocido nunca cómo es Dios si Jesucristo no hubiera muerto para mostrarnos su gran amor?

Un pacto inalterable
Gálatas 3:15-18
Pablo sabía hacer uso de sus métodos de razonamiento, que serían perfectamente entendibles para un judío, por muy difícil que nos resulte a nosotros entenderlos (no olvidemos la formación judía de Pablo).
Su propósito era mostrar la superioridad de la Gracia sobre la Ley; por eso empieza mostrando que la Gracia es anterior a la Ley.
Cuando Abraham emprendió su aventura de la fe, Dios le hizo su más grande promesa. Es decir: la promesa de Dios fue la consecuencia de un acto de fe; la Ley no empezó a existir hasta el tiempo de Moisés, cuatrocientos treinta años después.
Pero, continúa Pablo, una vez que un pacto o tratado ha sido debidamente ratificado, no se puede alterar ni anular. Por tanto, la Ley posterior no puede alterar la relación anterior de la fe.
Fue la fe la que puso a Abraham en relación con Dios; y la fe es todavía el único camino para que una persona se ponga en la debida relación con Dios.
Los rabinos eran muy aficionados a usar razonamientos que dependieran de la interpretación de una palabra aislada; erigían toda una teología sobre una sola palabra. Pablo toma una palabra de la historia de Abraham, “a tu simiente”, y levanta un razonamiento sobre ella… El razonamiento de Pablo se basa en que simiente se usa en singular y no en plural; y que, por tanto, la promesa de Dios no se refiere a una gran multitud de gente, sino a un único individuo; por ende a una sola Persona… Y esta Persona es Jesucristo, en quien Dios ha consumado la promesa…
Por tanto, el camino a la paz con Dios es el de la fe, que fue el que siguió Abraham; y nosotros debemos recorrerlo mirando a Jesucristo por la fe.
Si abandonamos el camino de una legalidad que nunca podremos cumplir y nos presentamos con nuestro pecado ante Dios, su Gracia nos abre sus brazos, y nos encontramos en paz con un Dios que ya no es Juez, sino Padre…
El razonamiento de Pablo es que esto fue precisamente lo que le sucedió a Abraham. Fue sobre esa base como Dios hizo su pacto con Abraham; y nada que viniera después podía cambiarlo o anularlo, como nada que venga después de un contrato ratificado y sellado puede alterarlo.

Versículo para aprender:
Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham” (Gálatas 3: 7)




Lección nº 5:
POR LA LEY A LA GRACIA
Gálatas 3: 19-29

La función de la Ley
Gálatas 3: 19-22
Este es uno de los pasajes más difíciles que Pablo escribiera jamás…
Empecemos por recordar que Pablo todavía está tratando de demostrar la superioridad de la Gracia y la fe sobre la Ley. Entonces hace cuatro observaciones acerca de la Ley:

a) La Ley se introdujo, según lo expresa Pablo, por causa de las transgresiones… Lo que quiere decir es que, donde no hay ley, no hay pecado. No se puede condenar a una persona por hacer algo que no estaba prohibido. Por tanto, la función de la Ley es definir el pecado. Pero, aunque la Ley puede definir el pecado no puede hacer nada en absoluto para remediarlo.
b) La Ley no la dio Dios directamente. En el antiguo relato de Éxodo 20, fue dada directamente por Dios a Moisés; pero en los días de Pablo, los rabinos estaban tan impresionados con la santidad y la lejanía de Dios que creían que era totalmente imposible que El tratara directamente con los seres humanos; por tanto introdujeron la idea de que la Ley fue dada primero a los ángeles, y luego, por los ángeles a Moisés (Hechos 7:53; Hebreos 2:2).
De acuerdo con esto para Pablo la Ley está a una doble distancia de Dios: dada primero a los ángeles, y por ellos al mediador, Moisés. Comparada con la promesa, que fue dada directamente por Dios, la Ley es una cosa de segunda mano.
c) Ahora llegamos a esa frase extraordinariamente difícil: “Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno”.
¿Qué estaba pensando Pablo aquí? Un tratado basado en la ley siempre implica dos partes: una persona que lo da, y otra que lo acepta; y depende de que las dos partes lo cumplan. Esa era la posición de los que ponían su confianza en la Ley: Si la Ley se quebrantaba, todo el acuerdo quedaba anulado. Pero una promesa depende de una sola persona. El camino de la Gracia depende totalmente de Dios: es su promesa. El hombre no puede hacer nada para alterarla. Puede que peque, pero el amor y la Gracia de Dios permanecen inalterables.
Para Pablo, la debilidad de la Ley consistía en que dependía de dos personas: el Legislador, y el cumplidor; y el hombre lo había echado todo a perder…
La Gracia pertenece totalmente a Dios; el hombre no la puede deshacer; y, sin duda, es mejor depender de la Gracia de un Dios inmutable que de los esfuerzos desesperados de una persona indefensa.
d) Finalmente Pablo concluye que la Ley y la Gracia no se enfrentan antagónicamente, sino que la Gracia complementa la acción de la Ley… Pablo dice que la Escritura ha encerrado a todos bajo pecado (Deuteronomio 27:26); y de hecho no habido nadie, ni lo habrá, que cumpla perfectamente la Ley...
¿Cuál es entonces la consecuencia de la Ley? Para Pablo la Ley nos conduce a todos a la Gracia, porque demuestra la indefensión humana…

Quien trate de llegar a la debida relación con Dios por medio de la Ley se dará cuenta de que no puede, y se verá guiado a ver que lo único que puede hacer es aceptar la maravillosa Gracia que Jesucristo vino a revelar a la humanidad.

La llegada a la Gracia
Gálatas 3: 23-29
Pablo está pensando todavía en el papel esencial que representó la Ley en el plan de Dios.
En el mundo griego había un siervo en la familia llamado el paidagogós... No era el maestro. Era a menudo un esclavo anciano y de confianza que llevaba mucho tiempo con la familia y tenía buen carácter. Estaba a cargo del bienestar moral del niño, y era su deber el comprobar que adquiriera las cualidades esenciales de la verdadera hombría.
Tenía una obligación concreta: todos los días tenía que llevar al niño a la escuela, y luego recogerle y llevarle a casa. No intervenía de hecho en la enseñanza del niño; pero su deber era llevarle a salvo a la escuela y dejarle allí bajo la responsabilidad del maestro.
Eso, decía Pablo, se parecía a la función de la Ley. Estaba para conducir a la persona a Cristo, mostrándole que por sí misma era totalmente incapaz de guardarla... Pero una vez que una persona había llegado a Cristo, ya no necesitaba la Ley, porque ya no dependía de la Ley sino de la Gracia.
Todos vosotros, decía Pablo, que habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo”...
Hay aquí dos alegorías:
El bautismo era un rito judío. Si un hombre quería aceptar la fe judía, tenía que hacer tres cosas: tenía que
circuncidarse, ofrecer sacrificio y bautizarse...
Los detalles del bautismo judío eran los siguientes: el bautizado se cortaba el pelo y las uñas y se desvestía; el baño bautismal tenía que contener unos 300 litros de agua... El agua tenía que tocar todas las partes de su cuerpo. Hacía su confesión de fe ante tres hombres que eran sus padrinos. Mientras permanecía en el agua se le leían partes de la Ley, se le dirigían palabras de aliento y se le impartían bendiciones. Cuando surgía del agua era un miembro del pueblo judío; había entrado en la fe judía mediante el bautismo.
Mediante el bautismo cristiano, una persona entraba en Cristo. Los cristianos originales consideraban el bautismo como algo que producía una unión real con Cristo. Por supuesto, en una situación misionera en la que los hombres llegaban directamente del paganismo, el bautismo era bautismo de adultos que habían tenido una experiencia de encontrarse con Cristo aceptándole como su salvador personal.
Pablo dice a continuación que habían quedado revestidos de Cristo. Aquí puede que haya una referencia a una costumbre que existió posteriormente. El bautizado estaba vestido con una túnica blanca, simbólica de la nueva vida en la que se introducía; así, afirma Pablo, quedaba revestido de Cristo.
El resultado era que en la Iglesia no había diferencias entre sus miembros; todos habían llegado a ser hijos de Dios... En el versículo 28 Pablo dice que las distinciones entre judío y griego, esclavo y libre, varón y mujer, quedaban borradas; todos eran una sola cosa en Cristo.
Ya hemos visto (v. 16) que Pablo interpreta las promesas hechas a Abraham como cumplidas especialmente en Cristo; y, si estamos incorporados en Cristo, nosotros también heredamos las promesas; y este gran privilegio no nos viene por un cumplimiento legalista de la Ley, sino por un acto de fe en la Gracia gratuita de Dios.
Sólo una cosa puede borrar las distinciones marcadamente aparentes y las separaciones entre una persona y otra; cuando todos estamos bajo la Gracia de Dios y estamos en Cristo...
Solamente entonces seremos todos realmente una sola cosa. No es la fuerza de la persona, sino el amor de Dios lo que puede unir definitivamente un mundo desunido.

Versículo para aprender:
...Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3: 26)




Lección nº 6:
EL RIESGO DE VOLVER ATRÁS
Gálatas 4: 1-20
Los días de la niñez
Gálatas 4: 1-7
En el mundo judío, el primer sábado después de que un niño cumpliera los doce años, su padre le llevaba a la sinagoga, donde llegaba a ser un hijo de la Ley. El padre pronunciaba allí una bendición y el chico hacía una oración en la que declaraba su responsabilidad por sus acciones... Había una clara línea divisoria en la vida de un joven; como de la noche a la mañana se hacía un hombre.
En Grecia, un chico estaba al cuidado de su padre desde los siete hasta los dieciocho años. Entonces llegaba a ser lo que se llamaba un efebos, que se podría traducir por joven, y estaba dos años bajo la supervisión del estado... También aquí el crecimiento pasaba por un proceso totalmente definido.
Bajo la ley romana, el año en que un muchacho pasaba a ser un hombre no estaba fijado definitivamente, pero estaba siempre entre los 14 y los 17 años. En un festival sagrado para la familia que se llamaba la liberalia, se quitaba la toga llamada praetexta, que era una toga con una estrecha banda púrpura por abajo, y se ponía la toga virilis, que era la toga corriente que llevaban los adultos. Entonces le llevaban sus amigos y parientes al foro, y le introducían formalmente a la vida pública... Una vez más había un día totalmente definido en el que el muchacho alcanzaba la categoría de hombre.
Cuando un chico era menor de edad a los ojos de la ley, podía ser el dueño de una propiedad considerable, pero no podía hacer ninguna decisión legal, ni estaba en control de su propia vida; se le dirigía en todo y, por tanto, para todos los efectos prácticos, no tenía más libertad que si hubiera sido un esclavo; pero cuando llegaba a ser un hombre, entraba en posesión de su herencia.
De la misma manera, razona Pablo, en la infancia del mundo la Ley ejercía su dominio. Pero la Ley no era más que un conocimiento elemental...
Entonces, cuando todo estuvo dispuesto, Cristo vino a liberar a la humanidad de ese dominio. Así es que ahora las personas ya no son esclavas de la Ley; han llegado a ser hijos e hijas, y han llegado a poseer su herencia... Y la prueba de que somos hijos se manifiesta en el clamor instintivo del corazón.
El ser humano clama en su más profunda necesidad a Dios: “ ¡Abba! ¡Padre!”... Abba es la palabra aramea para padre; o, más exactamente, papá. Debe de haber estado a menudo en labios de Jesús, y su sonido era tan sagrado para los que se lo oyeron pronunciar que lo transcribieron en su lengua original. Pablo cree que este clamor instintivo del corazón es la expresión de la obra del Espíritu Santo...
Si nuestros corazones claman así, sabemos que somos hijos, y que toda la herencia de la Gracia es nuestra.
Para Pablo, el que gobernara su vida por la esclavitud a la Ley era todavía un niño; el que había aprendido el camino de la Gracia había llegado a ser una persona madura en la fe cristiana.

El riesgo de volver atrás
Gálatas 4: 8-11
Pablo sigue basando su argumento en la convicción de que la Ley es una etapa elemental de la religión, y que una persona madura se apoya sobre la Gracia. La Ley no estaba mal en los tiempos antiguos, cuando no se conocía nada mejor; pero ahora hemos llegado a conocer a Dios y su Gracia.
Pablo afirma que no hay nadie que pueda conocer a Dios por medios e iniciativa propios; Dios se revela a la criatura humana en su Gracia... Nunca podríamos buscar a Dios si no fuera porque Él ya nos ha encontrado. Así es que Pablo pregunta: “¿Es que vais a volver atrás a una etapa que vosotros debierais haber superado hace mucho?”
Pablo llama a la religión basada en la Ley, débil e incompleta:
Es débil porque no es eficaz. Puede definir el pecado; puede convencer a una persona de que es pecadora; pero no puede ni encontrar para ella el perdón de sus pecados pasados ni la fuerza para conquistar las tentaciones en el futuro.
Es incompleta porque por su propia naturaleza, la Ley no puede referirse nada más que a una situación. Para cada nueva situación se necesita una nueva ley.
Pero la maravilla de la Gracia es que resuelve todas las situaciones humanas. Es decir: no hay ninguna situación posible de la vida que la Gracia no pueda resolver; es suficiente para todas las necesidades.
Una de las características de la ley judía era la observancia de tiempos especiales: los sábados de cada semana; los meses con las nuevas lunas; las estaciones que son las grandes fiestas anuales, como la Pascua, Pentecostés y Tabernáculos; los años son los años sabáticos, es decir, cada séptimo año.
Para Pablo el fracaso de una religión que depende de ocasiones especiales es que casi inevitablemente divide los días en sagrados y seculares; y la consecuencia casi inevitable es que cuando una persona ha cumplido meticulosamente los días sagrados, es propensa a pensar que ha cumplido sus deberes para con Dios...
Jesucristo no dijo: “Yo he venido para que tengan una religión”, sino: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia”.
Si hacemos de la religión algo que consiste en la observancia de momentos especiales, la hemos convertido en algo externo.
Para el verdadero cristiano todos los días son el día del Señor.
Pablo tenía el temor de que las personas que habían llegado a conocer el esplendor de la Gracia se volvieran otra vez al legalismo, y que los que habían vivido una vez en la presencia del Señor limitaran su soberanía a unos días especiales... Esto no era otra cosa que volver atrás.

Un reclamo amoroso
Gálatas 4: 12-20
Pablo no les dirige una demostración teológica, sino una llamada personal. Les recuerda que por amor a ellos se había hecho como un gentil; había cortado las amarras de las tradiciones en las que se había criado, para hacerse como ellos.

(Aquí tenemos una referencia al “aguijón en la carne” de Pablo. Fue a causa de una enfermedad por lo que llegó a ellos por primera vez. Se ha sugerido que se trataba de la persecución de que era objeto; o de las tentaciones de la carne, que nunca dominó del todo; o de su aspecto físico, que los corintios consideraban despreciable (2 Corintios 10:10). La tradición más antigua es que Pablo sufría de horribles dolores de cabeza que le dejaban postrado.
Como Pablo dice que los gálatas le habrían dado sus propios ojos si hubieran podido; por esto se ha sugerido que Pablo había tenido siempre problemas en la vista, porque le había deslumbrado tanto la visión del camino de Damasco que desde entonces no podía ver sino confusa y dolorosamente...
Pero si podemos descubrir simplemente cuándo vino Pablo a Galacia, puede que nos ayudara a deducir por qué vino. Es posible que Hechos 13: 13 y ss. describa esa llegada. Pablo, Bernabé y Marcos habían venido desde Chipre a la tierra firme. Llegaron a Perge de Panfilia, donde Marcos abandonó el grupo; y entonces se dirigieron a Antioquía de Pisidia, que estaba en la provincia de Galacia. ¿Por qué no predicaron en Panfilia? Era un distrito populoso. ¿Por qué escogieron dirigirse a Antioquía de Pisidia? La carretera que conducía allá, a lo alto de la meseta central, era una de las más dificultosas y peligrosas del mundo. Tal vez fue por eso por lo que Marcos se volvió a su casa... La razón de estas decisiones puede muy bien que fuera que, puesto que Panfilia y la llanura costera eran distritos en los que la malaria hacía estragos, Pablo contrajo esta enfermedad, y su único remedio sería buscar las tierras más altas de Galacia, lo que le hizo llegar a Galacia enfermo. Ahora bien, la malaria se reproduce y va acompañada de unos dolores de cabeza que inutilizan a la persona, y que se han comparado con los que produciría un hierro candente que le metieran a uno por las sienes. Puede que fuera ese dolor inaguantable el aguijón en la carne de Pablo que le torturaba cuando llegó por primera vez a Galacia).

Pablo habla de los que estaban cortejando a los gálatas para seducirlos; se refiere a los que estaban tratando de persuadirlos a que adoptaran la religión judía. Si hubieran conseguido su propósito, los gálatas habría tenido que rendirles pleitesía para que les permitieran circuncidarse e ingresar en la nación judía. Parecían muy complacientes, pero lo único que querían era ejercer control sobre los gálatas para reducirlos a una condición de esclavitud y dependencia de ellos y de la Ley.
Pablo acaba usando una metáfora gráfica. El llevar a los gálatas a Cristo le había costado verdaderos dolores de parto a él, y tenía que seguirlos pasando, cuidando que no volvieran atrás...
No se puede por menos de percibir el profundo afecto que encierran estas últimas palabras... “Hijitos míos”, les llama... (Los diminutivos expresan siempre ternura en el griego, en latín, como en español) Juan usa a menudo esta expresión; pero Pablo, solamente aquí; lo que resalta su amor por los gálatas.

Versículo para aprender:
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4: 7)




Lección nº 7:
UNA HISTORIA ANTIGUA
Y LA LIBERTAD PARA AMAR
Gálatas 4: 21- 5: 15

Una historia antigua
Gálatas 4: 21- 5:1
Cuando tratamos de interpretar un pasaje como este, debemos recordar que para los judíos devotos y estudiosos, y especialmente para los rabinos, la Escritura tenía más de un sentido; y que el sentido literal se consideraba a menudo el menos importante.
Por tanto, sucedía a menudo que los rabinos tomaban una porción sencilla de una narración histórica del Antiguo Testamento, y le extraían sentidos ocultos que muchas veces nos parecen fantásticos, pero que eran de lo más convincentes para las personas de su tiempo.
Pablo era un rabino instruido; y eso es lo que está haciendo aquí. Toma la historia de Abraham, Sara, Agar, Ismael e Isaac (Génesis, capítulos 16, 17, 21), que es una narración seguida en el Antiguo Testamento, y la alegoriza para ilustrar su punto de vista.
El hilo de la historia es el siguiente: Abraham y Sara eran avanzados en años, y Sara no tenía hijos. Ella hizo lo que cualquier esposa habría hecho en aquellos tiempos patriarcales, y le dio a Abraham a su esclava Agar para que ella le diera un hijo en su representación. Agar tuvo un hijo varón, que se llamó Ismael.
Mientras tanto, Dios se había revelado a Sara, y le había prometido que tendría un hijo, lo cual era tan difícil de creer que les pareció imposible a Abraham y a Sara; pero a su debido tiempo nació Isaac.
Es decir: Ismael nació como resultado de la unión carnal entre un hombre y una mujer, mientras que Isaac nació porque Dios lo prometió. Y Sara era una mujer libre, mientras que Agar era una esclava.
Desde el principio, Agar se mostró inclinada a tenerse por superior a Sara, porque la esterilidad era una lacra vergonzosa para una mujer; por eso había un ambiente cargado de problemas en la familia. Más tarde, Sara encontró a Ismael burlándose de Isaac (Esto lo relaciona Pablo con la persecución de los cristianos por los judíos) e insistió en que se echara de la casa a Agar para que el hijo de la esclava no tuviera parte en la herencia con su hijo libre.
Además, Arabia se consideraba una tierra de esclavos donde vivían los descendientes de Agar.
Pablo toma esa .antigua historia, y la alegoriza:
Agar representa el antiguo pacto de la Ley, hecho en el Monte Sinaí, que está de hecho en Arabia, la tierra de los descendientes de Agar… Agar misma era una esclava, y todos sus hijos nacían en la condición de la esclavitud; y ese pacto cuya base es la Ley hace a las personas esclavas de la Ley.
El hijo de Agar nació a consecuencia de impulsos meramente humanos; el legalismo es lo mejor que un ser humano puede hacer.
Por otra parte, Sara representa el nuevo pacto en Jesucristo, una nueva manera en que Dios se relaciona con las personas, no por la Ley, sino por la Gracia. Su hijo nació libre, y, como resultado de la promesa de Dios; y todos sus descendientes deben de ser libres.
Como el hijo de la joven esclava persiguió al hijo de la mujer libre, los hijos de la Ley ahora persiguen a los hijos de la Gracia y de la promesa…
Pero, para Pablo, como al final se echó de casa al hijo de la esclava para que no tuviera parte en la herencia, así al final los que son legalistas serán excluidos por Dios, y no tendrán parte en la herencia de la Gracia.
Aunque todo esto nos parezca muy extraño, encierra una gran verdad. La persona que hace de la Ley el principio de su vida se encuentra en la posición de un esclavo; mientras que la persona que hace de la Gracia el principio de su vida es libre; porque, es el poder del amor, y no la obligatoriedad de la Ley, lo que nos mantiene en relación con Dios; porque el amor es más poderoso que la Ley.

Una relación personal con Cristo
Gálatas 5:2-12
La postura de Pablo era que el camino de la Gracia y el de la Ley se excluían mutuamente. El camino de la Ley hace que la salvación dependa exclusivamente del esfuerzo humano; el que toma el camino de la Gracia simplemente se abandona incondicionalmente a la misericordia de Dios.
Pablo pasa a exponer que si uno acepta la circuncisión, que es una parte de la Ley, lógicamente tiene que aceptar toda la Ley.
Así demostraba Pablo que, si un hombre se circuncidaba, adquiría el compromiso de cumplir toda la Ley a la que la circuncisión era la entrada; y, si aceptaba ese camino, le había vuelto la espalda al camino de la Gracia haciendo inútil la muerte de Jesús…
Para Pablo, lo único que importaba era la fe que actúa por medio del amor. Esa es sencillamente otra manera de decir que la esencia del Cristianismo no es la Ley, sino una relación personal con Jesucristo. La fe cristiana no se basa en un libro, sino en una Persona; su dinámica no es la obediencia a ninguna ley, sino el amor a Jesucristo.
Antes, los gálatas habían sabido eso; pero ahora estaban volviendo a la Ley…
Un poco de levadura leuda toda la masa” decía Pablo... Para los judíos, la levadura representaba casi siempre una mala influencia. Lo que Pablo quiere decir es que ese movimiento legalista podía llegar a dañar a toda la iglesia en Galacia, si no se les advertía sobre él…
Pablo acaba con un dicho muy atrevido… Galacia estaba cerca de Frigia, y el gran culto de esa parte del mundo era el de la diosa Cibeles. Los sacerdotes y los adoradores realmente devotos de Cibeles tenían la costumbre de mutilarse mediante la castración. Pablo insinúa: “Si seguís por el camino que empieza en la circuncisión, bien podéis acabar castrándoos como esos sacerdotes paganos”.
Parece ser una afirmación algo desafortunada, pero que sería bien entendida por los lectores de aquel tiempo en Galacia; y nos muestra la importancia que Pablo daba a estos hechos, porque para él, acertadamente, estaba en juego la validez de la obra de Jesús y la existencia misma de la Iglesia…
Cuando defendemos la verdad del Evangelio no podemos andar con rodeos y medias tintas… Así lo entendía Pablo.

Libertad para amar verdaderamente
Gálatas 5: 13-15
En este párrafo, la carta de Pablo cambia de énfasis… Hasta este punto, ha sido teológica; ahora pasa a ser intensamente ética.
Pablo tenía una mentalidad característicamente práctica. Hasta cuando ha estado escalando las cimas más elevadas del pensamiento, siempre termina sus cartas con una nota práctica… Para él, la teología no servía para nada a menos que pudiera vivirse.
Pablo sabía que sus conceptos siempre podía ser mal entendidos… Cuando proclamaba que el reinado de la Ley había llegado a su fin y que el de la Gracia había comenzado, siempre era posible que alguien le dijera: “Entonces eso quiere decir que yo puedo hacer lo que me dé la gana, si la Ley ha dejado de existir, la Gracia me asegura el perdón de todas maneras...”
Pero para Pablo quedaban dos obligaciones que eran inamovibles:
Una está implícita en todo su pensamiento. Es la obligación para con Dios. Si Dios nos amó hasta tal punto, entonces yo no puedo ensuciar ni malgastar una vida por la que Dios pagó con la vida de su Hijo.
También está la obligación para con nuestros semejantes. Somos libres, pero nuestra libertad nos impulsa a amar al prójimo como a nosotros mismos, inspirados en el amor de Dios… La libertad que no nos lleva al amor no es libertad, porque está presa del egoísmo, la soberbia y el odio…
Anhelamos vivir en democracia, como el gobierno a cargo del pueblo, por el pueblo y para el pueblo… Pero no erramos al creer que el Cristianismo es la única democracia verdadera, porque en un estado cristiano cada uno debe pensar tanto en su prójimo como en sí mismo… El cristiano no es una persona que ha llegado a ser libre para pecar; sino que, por la gracia de Dios, es libre para no pecar.
Pablo añade un consejo sombrío: “A menos que resolváis el problema de vivir juntos, os haréis la vida imposible recíprocamente”. A fin de cuentas, el egoísmo no exalta a la persona humana, sino que la rebaja, y destruye; pero el verdadero amor que viene de Dios construye y dignifica al que ama y al que es amado.

Versículo para aprender:
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres...” (Gálatas 5: 1)




Lección nº 8:
OBRAS MALAS Y OBRAS BUENAS
Gálatas 5: 16-26

Las obras malas
Gálatas 5: 16-21
No hay nadie que haya sido más consciente que Pablo de la tensión que hay en la naturaleza humana.
Para él era esencial el que la libertad cristiana no se tomara como libertad para complacer a la parte inferior de la naturaleza humana, sino para conducirse en la vida del Espíritu.
Nos da todo un catálogo de cosas malas. Cada una de las palabras que usa nos presenta todo un cuadro.
Fornicación: El Cristianismo llegó a un mundo en el que la inmoralidad sexual no solo se permitía, sino se consideraba como algo esencial a la vida normal.
Impureza: La palabra que usa Pablo (akatharsía) es interesante. Puede querer decir el pus de una herida infectada, o un árbol que no se ha podado nunca, o un material que no se ha colado debidamente... La impureza, pues, es lo que hace que una persona no esté en condiciones de acercarse a Dios.
Lujuria o desenfreno: Esta palabra (asélgueia) es la disposición para cualquier placer por el placer mismo… La persona que lo practica, se dice que está desenfrenada, que hace todo lo que el capricho y la insolencia puedan sugerirle.
Idolatría: Esto quiere decir el culto a dioses que han hecho las manos humanas. Es el pecado en el que las cosas materiales han desplazado a Dios y tomado su lugar.
Brujería: Esta palabra quiere decir literalmente el uso de drogas. Puede querer decir el uso conveniente de drogas que hace un médico; pero también puede querer decir envenenar, y llegó a relacionarse muy especialmente con la utilización de las pócimas en la magia, que era muy corriente en el mundo antiguo.
Enemistad: La idea es la de una persona que es permanentemente hostil a sus semejantes; es precisamente lo contrario de la virtud cristiana del amor a los hermanos y a todos los seres humanos.
Rivalidad: En un principio esta palabra tenía que ver principalmente con la rivalidad para obtener premio; pero mucho más corrientemente se refería a la rivalidad que se manifiesta en peleas y riñas.
Celos: Esta palabra (zélos) tenía en un principio un sentido positivo. Quería decir emulación, el deseo de alcanzar la nobleza que se admira. Pero se fue degenerando y llegó a querer decir el deseo de tener lo que otro tiene, un deseo malo de lo que no nos corresponde.
Furia incontrolada: La palabra que usa Pablo quiere decir explosiones de rabia. Describe, no una ira a largo plazo, sino una rabieta que se inflama y se consume pronto.
Interés propio: Esta palabra describe a la persona que quiere figurar, no para prestar un servicio, sino para obtener el máximo provecho personal.
Disensión: Describe una sociedad en la que se produce la situación en la que los miembros se separan en lugar de acercarse cada vez más.
Divisiones heréticas: La palabra es hairesis, de la que se deriva la palabra española herejía. Se entiende como apartarse de la verdad y refiere a las divisiones que conlleva asta actitud…
Envidia: Esta palabra (fthonos) era una palabra repugnante… Eurípides la llamaba “la peor de todas las enfermedades humanas”. Su esencia es que no describe el espíritu que desea, noble o innoblemente, tener lo que otra persona posee, sino el espíritu que repudia que el otro tenga esas cosas o cualidades. No es que quiera tenerlas él, sino que odia que el otro las tenga… Es la cualidad, no tanto del celoso, sino más bien del amargado.
Borrachera: En el mundo antiguo, este no era un vicio muy corriente. Los griegos bebían más vino que leche; hasta los niños bebían vino… Los griegos condenaban la ebriedad lo mismo que los cristianos como algo que convertía a una persona en una bestia.
Juergas: Esta palabra (komos) hace referencia a celebraciones o juegos incontrolados… Un regocijo que se ha convertido en la peor disolución.
Cuando llegamos a la raíz del sentido de estas palabras vemos que la vida no ha cambiado tanto después de todo, aunque ha pasado bastante tiempo.
Pablo es terminante: quienes disfrutan de estas cosas no heredarán el Reino de Dios.

Las obras buenas
Gálatas 5: 22-26
Pablo ahora traza la de las cualidades positivas, que son el fruto del Espíritu.
De nuevo, vale la pena considerar cada palabra por separado.
Amor: La palabra que se usa en el Nuevo Testamento para amor es agapé. No es una palabra corriente en griego clásico. En griego hay cuatro palabras para amor; Eros quiere decir el amor que siente un joven por una joven; es un amor que incluye la pasión; fileo es el amor cálido que sentimos hacia nuestros seres queridos; es algo del corazón; storgué quiere decir más bien afecto, y se usa del amor entre padres e hijos y agapé, la palabra cristiana que quiere decir una benevolencia sin límites en la que no importa lo que una persona nos pueda hacer por medio de insultos, ofensas o humillaciones, nosotros nunca procuraremos sino lo mejor para ella; por tanto es un sentimiento de la mente tanto como del corazón.
Agapé describe el esfuerzo deliberado; que solamente podemos hacer con la ayuda de Dios, de no buscar nada más que lo mejor hasta para los que procuran hacernos mal…
Gozo: La palabra griega es jara, y lo característico de esta palabra es que muy corrientemente describe el gozo que procede de una experiencia espiritual (Salmo 30:11; Romanos 14:17, 15:13; Filipenses 1:4, 25). Es el gozo cuyo fundamento está en Dios.
Paz: En el griego coloquial contemporáneo esta palabra (eiréné) tenía dos usos: se usaba de la serenidad que disfruta un país bajo el gobierno justo y benéfico de un buen líder y en el Nuevo Testamento corresponde a la palabra hebrea shalóm del Antiguo Testamento, que quiere decir, no solamente ausencia de problemas y de guerra, sino todo lo que contribuye al mayor bienestar humano… Aquí quiere decir la tranquilidad de corazón que se deriva de la fe en que todo está en las manos de Dios.
Paciencia: La palabra es makrothymia. En sentido general esta palabra no se usa en relación con la paciencia que hay que tener con las cosas o con los acontecimientos, sino con las personas. Lo que más esclarece el sentido de esta palabra es que es la que se usa corrientemente en el Nuevo Testamento acerca de la actitud de Dios para con los hombres (Romanos 2:4; 9:22; 1 Timoteo 1:16; 1 Pedro 3:20).
Amabilidad: Amabilidad y bondad están íntimamente relacionadas. A la amabilidad corresponde la palabra original jrestotes. También se traduce corrientemente por bondad (Romanos 3:12; 11:22; Efesios 2:7; Colosenses 3:12; Tito 3:4). Alguna versión la traduce en 2 Corintios 6: 6 por dulzura. Encierra la idea de una bondad que es amable. Los cristianos necesitamos esa bondad que es al mismo tiempo amable y fuerte.
Fidelidad: Esta palabra (pistis) es corriente en el griego secular con el sentido de ser digno de confianza. Es la característica de la persona que es de fiar.
Consideración: La palabra en griego es praytés, y es la más difícil de traducir. En el Nuevo Testamento tiene tres sentidos diferentes:.
a) Quiere decir sumiso a la voluntad de Dios (Mateo 5:5; 11:29; 21:5).
b) Quiere decir dócil, es decir, que acepta la enseñanza y la disciplina (Santiago 1:21).
c) El sentido más corriente es el de considerado (1 Corintios 4:21; 2 Corintios 10:1; Efesios 4:2). Aristóteles definía praytés como el término medio entre la excesiva ira y la carencia de ira; es decir, la cualidad de la persona que se indigna cuando debe indignarse, y nunca cuando no debe.
Lo que arroja más luz sobre el significado de esta palabra es que el adjetivo prays se usa en relación con un animal domesticado y que obedece y es fácil de dominar para su amo; así es que esta palabra refleja el dominio propio que solo Cristo puede dar.
Disciplina: La palabra original es enkráteia, que Platón usaba para autocontrol. Es el espíritu que ha dominado sus deseos y la búsqueda del placer. Se usa de la disciplina del atleta (1 Corintios 9:25) y del dominio del sexo que caracteriza al cristiano (1 Corintios 7:9). Es la virtud de la persona que la hace tan dueña de sí que la capacita para servir a los demás.
La experiencia y la convicción de Pablo eran que el cristiano moría con Cristo y resucitaba con Cristo a una vida nueva y limpia en la que las cosas malas del viejo hombre habían desaparecido, y las preciosas cualidades del Espíritu habían empezado a desarrollarse.

Versículo para aprender:
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza...” (Gálatas 5: 22-23)




Lección nº 9:
CONSEJOS FINALES
Gálatas 6: 1-18

Sobrellevad las cargas”
Gálatas 6: 1-5
Pablo conocía muy bien los problemas que surgen en cualquier sociedad cristiana. Las buenas personas también resbalan…
La palabra que usa Pablo (paraptoma) no quiere decir un pecado consciente, sino un resbalón como el que podría dar cualquiera en una carretera helada o en un sendero peligroso.
Ahora bien, el peligro de los que están tratando de vivir de veras la vida cristiana es que tienen la tendencia de juzgar duramente las caídas de los demás… Hay muchas buenas personas a las que no se puede ir a llorar en su hombro, o a confesarle una experiencia de fracaso o derrota porque mostrarían muy poca simpatía. Pero Pablo dice que, si una persona da un resbalón, el verdadero deber cristiano es ayudarla a que se ponga en pie otra vez.
La palabra que usa para corregir se aplica, entre otros usos, para el trabajo de un cirujano que extirpa un tumor del cuerpo de una persona, o que pone en su sitio un miembro roto. Toda la atmósfera de la palabra hace hincapié, no en el castigo, sino en la cura; la corrección se mira, no como un castigo, sino como un remedio.
Y Pablo prosigue diciendo que cuando veamos a un hermano caer en una falta haremos bien en decir: “Podría haberme pasado a mí…”
Luego pasa a reprender la vanagloria, y da una receta para evitarla: No debemos comparar nuestros logros con la obra de nuestros semejantes, sino con lo mejor que podríamos haber hecho. De esa manera no encontraremos nunca motivos para vanagloriarnos.
Pablo habla dos veces en este pasaje acerca de sobrellevar cargas. Hay una clase de carga que se le impone a una persona en los azares y avatares de la vida; es cumplir la ley de Cristo ayudar a cualquiera que tenga que llevar una de esas cargas...
Pero también hay cargas que cada uno tiene que sobrellevar por sí… Hay obligaciones que nadie puede cumplir por otro, y tareas de las que cada uno debemos ser responsables personalmente.

Sembrando generosidad
Gálatas 6: 6-10
Aquí Pablo se vuelve intensamente práctico.
La Iglesia Cristiana tenía sus maestros. En aquel tiempo, la Iglesia era una institución auténticamente solidaria. Ningún cristiano podía soportar tener demasiados bienes de este mundo cuando otros tenían demasiado poco. Así es que Pablo dice: “Si hay un hermano que te está enseñando las verdades eternas, lo menos que puedes hacer es compartir con él las cosas materiales que poseas”.
Seguidamente Pablo pasa a establecer una verdad inflexible. Insiste en que la vida mantiene la balanza en perfecto equilibrio. Si una persona se deja dominar por el lado inferior de su naturaleza, acabará por no poder esperar nada más que una cosecha de problemas. Pero, si se mantiene caminando por la senda superior, y obrando el bien, Dios la recompensará a fin de cuentas.
El Evangelio nunca suprime los peligros de la vida... Lo que nunca recordamos suficientemente es que si bien es benditamente cierto que Dios puede perdonar y perdona a las personas sus pecados, también es verdad que ni siquiera Él puede borrar las consecuencias del pecado… Si una persona peca contra su cuerpo, más tarde o más temprano lo pagará con una salud quebrantada, aunque se le perdone; si una persona peca contra sus seres queridos, más tarde o más temprano esto le destrozará el corazón, aunque haya sido perdonada…
No podemos tomar a la ligera el perdón de Dios. Hay una ley moral en el universo; si uno la quebranta, puede que se le perdone; pero no puede evitar las consecuencias.
Pablo termina recordando a sus amigos que el deber de la generosidad puede que nos resulte molesto, pero debe ser una característica permanente del buen cristiano entendiendo que la verdadera generosidad es la que busca el bien del otro; y sostiene que este gesto debe ser prioritario entre los hermanos en Cristo.

El saludo final: Gracia…
Gálatas 6: 11-18
Por lo general, Pablo añadía solamente la firma a las cartas que le había dictado a un amanuense; pero en este caso, el corazón se le sale del pecho con tal amor y preocupación por los gálatas, que les escribe este último párrafo con su propia mano… Las letras grandes pueden ser debidas a tres cosas:
a) Este párrafo puede que se escribiera en letra grande a causa de su importancia, como cuando imprimimos unas palabras en negrita.
b) Puede que lo escribiera en letras grandes porque Pablo no tenía costumbre de manejar la pluma, y así era como le salía.
c) Puede que Pablo estuviera mal de la vista, o que tuviera entonces uno de los horribles dolores de cabeza que padecía, y solo podía hacer la escritura grande y desgarbada de una persona que casi no veía.
Lo importante es que vuelve al motivo central de su carta…
Afirma entonces acerca de los que los que querían que los gálatas se circuncidaran:
a) Que pretendían que eso los salvaran de la persecución... Los romanos permitían a los judíos practicar su religión. La circuncisión era la prueba infalible de que se era judío; así es que esas personas veían en ella un pasaporte para no sufrir persecución por causa de la religión.
b) Que por la circuncisión y la observancia de las reglas y normas de la Ley, estaban tratando de montar un espectáculo que obtuviera la aprobación de Dios.
Pablo, sin embargo, está totalmente seguro de que nada que uno pudiera hacer podría merecer la salvación; así que, una vez más, señalándoles la Cruz, los invita a dejar de tratar de ganar la salvación, y confiar en la Gracia de un amor así.
c) Que ellos tampoco cumplían toda la Ley, porque no hay ser humano que pueda cumplirla… Lo que ellos querían era presumir de que habían hecho a los gálatas sus prosélitos…

Así es que Pablo, una vez más, establece con toda la intensidad de que es capaz que ni la circuncisión ni la incircuncisión importan lo más mínimo; que lo único que importa supremamente es el actuar de la fe en Cristo que le abre a la persona una nueva vida.

Pablo entonces dice que ya nadie le moleste con estos asuntos legalistas porque “Yo llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”…
Era corriente que los amos marcaran a sus esclavos con un hierro candente, y eso parece ser lo que Pablo quiere decir aquí: que las cicatrices de lo que había sufrido por Cristo eran sus marcas como esclavo de Jesucristo.
A fin de cuentas no es la autoridad apostólica lo que levanta para que se le tenga en cuenta, sino las llagas que había sufrido en la obra de Cristo.

Finalmente Pablo desea que “la Gracia del Señor Jesucristo sea con vosotros”… Después de la intensidad de la carta llega la paz de la bendición.
Pablo ha discutido y reprendido y halagado, pero su última palabra es GRACIA, que era para él la única palabra que importaba.

Versículo para aprender:
Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo...” (Gálatas 6: 14)









COMENTARIO DE LA CARTA A LOS EFESIOS

Lección nº 1:
INTRODUCCIÓN

La Carta más excelente
Es un hecho reconocido por todos que la Carta a los Efesios ocupa un lugar muy elevado en la literatura devocional y teológica de la Iglesia Cristiana. Se la ha llamado, y con razón, “La Reina de las Epístolas”.
Para muchos es sin duda la cima más alta del pensamiento del Nuevo Testamento. Se ha dicho que Efesios era “la composición humana más divina”. Efesios ocupa un lugar especialísimo en la correspondencia paulina. Y, sin embargo, nos plantea algunos problemas insoslayables, que no son invención de las mentes supercríticas de los investigadores del Nuevo Testamento, sino que se les presentan a todos los lectores.
Sin embargo, cuando se resuelven, Efesios aparece aún más maravillosa, y brilla con una luz todavía más radiante.

Desde la cárcel
Antes de enfrentarnos con las cosas dudosas, presentemos las indudables. La primera es que Efesios se escribió indudablemente cuando Pablo estaba en la cárcel (3:1; 4:1; 6:20). Fue en la cárcel, y muy cerca del final de su vida, cuando Pablo escribió Efesios.
Segunda, Efesios tiene una relación indudablemente estrecha con Colosenses. Parece que Tíquico fue el portador de ambas cartas. En Colosenses, Pablo dice que Tíquico les contará todos sus asuntos (4:7); y en Efesios dice que Tíquico les dará toda la información (6:21). Además, hay una estrecha semejanza de contenido entre las dos cartas, hasta tal punto que más de 55 versículos aparecen exactamente igual en las dos cartas.
A su debido tiempo llegaremos a ver que es esta semejanza la que nos da la clave del lugar exclusivo de Efesios entre las cartas de Pablo.

Un problema
Así que es seguro que Efesios se escribió cuando Pablo estaba en la cárcel por la fe, y que tiene, por alguna razón, la relación más íntima posible con Colosenses. El problema surge cuando empezamos a examinar la cuestión de quiénes eran los destinatarios de Efesios.
En la antigüedad, las cartas se escribían en rollos de papiro y se entregaban en mano, y por tanto no era necesario poner los datos del destinatario. Así que los títulos de las cartas del Nuevo Testamento no forman parte del texto original de las mismas. Se les insertaron después, cuando se coleccionaron y publicaron para que las pudiera leer toda la Iglesia.
Cuando estudiamos Efesios en detalle, encontramos sumamente improbable que fuera escrita a la iglesia de Éfeso. Hay razones internas para llegar a esa conclusión:
a) La carta iba dirigida a gentiles (2:11; 4:17). El hecho de que fueran gentiles no excluye por sí el que la carta se pudiera haber escrito a Éfeso; pero es algo a tener en cuenta.
b) Efesios es la carta más impersonal de todas las de Pablo. No contiene ningunos saludos personales, ni mensajes íntimos como los que aparecen abundantemente en otras cartas. Eso es doblemente sorprendente cuando recordamos que Pablo pasó más tiempo en Éfeso que en ninguna otra ciudad, no menos de tres años (Hechos 20:31).
c) La carta nos hace ver que Pablo y los destinatarios no se conocían personalmente, sino solo por referencias (1:15)… La lealtad de las personas a las que estaba escribiendo era algo que sabía porque ya se lo habían dicho, no por propia experiencia. En 3:2 les escribe: “Suponiendo que sepáis de la mayordomía de la gracia de Dios que se me ha concedido en relación con vosotros”… El conocimiento que tenía la iglesia de Pablo como apóstol de los gentiles era algo de lo que habrían oído, pero que no conocían por un contacto personal con él.

Estos hechos se podrán explicar; pero hay un hecho externo que zanja la cuestión.
En Efesios 1: 1, ninguno de los manuscritos antiguos más importantes del Nuevo Testamento griego contiene las palabras “en Éfeso”... Todos dicen: “Pablo... a los santos que son también fieles en Jesucristo”.

El autor
Algunos investigadores han llegado a encontrar todavía otra dificultad en Efesios. Han puesto en duda que Pablo fuera el autor de esta carta.
¿En qué razones basan sus dudas?
Dicen que el vocabulario es diferente del de Pablo, y es cierto que hay unas 70 palabras en Efesios que no se encuentran en ninguna otra de sus cartas. Eso no tiene por qué sorprendernos, porque es un hecho que en Efesios Pablo está hablando de cosas que no había tratado nunca antes.
Se dice que el estilo no es el de Pablo. Es verdad, y eso lo podemos ver hasta en la traducción española de Efesios, así que mucho más en el origina; el estilo de Efesios es diferente del de las otras cartas paulinas.
Las otras cartas las escribió para salir al paso de una situación determinada. Pero, como se ha dicho, Efesios es “un tratado teológico, o más bien una meditación espiritual”.
La longitud de las oraciones en Efesios es alucinante. En el original, Efesios 1: 3-14, 15-23; 2:1-9; 3:1-7 son cada pasaje una oración larga y sinuosa… Por eso se le ha llamado “un poema en prosa”.Todo esto es muy distinto del estilo normal y corriente de Pablo.
¿Qué se puede decir a todo esto?
En primer lugar, tenemos el hecho general de que ningún gran escritor usa siempre el mismo estilo. Cualquier gran estilista, y Pablo lo era, acomoda su estilo a su propósito y a sus circunstancias en el momento de escribir. Es una mala crítica el decir que Pablo no escribió Efesios sencillamente porque se advierten en esta carta un nuevo vocabulario y un estilo nuevo.
Pero hay más. Recordemos cómo escribió Pablo la mayor parte de sus cartas. Las escribió en medio de un ministerio atareadísimo, cuando, en la mayor parte de los casos, iba de camino. Las escribió para salir al paso de un problema acuciante que había que tratar al momento. Es decir, que Pablo escribió la mayor parte de sus cartas contra reloj.
Ahora recordemos que Pablo, si fue él el autor de Efesios, lo escribió cuando estaba en la cárcel, cuando tenía todo el tiempo del mundo para escribir.
¿Y nos sorprende que el estilo de Efesios no sea el de las otras cartas?
Además, esta diferencia de estilo, esta cualidad meditativa, poética, es más obvia en los tres primeros capítulos, que son una larga oración, que culmina en una gran doxología. No hay nada parecido en las otras cartas paulinas. Este es el lenguaje de una oración lírica, no el de la discusión o la controversia o la reprensión.
Las diferencias están muy lejos de demostrar que Efesios no sea de Pablo.

Versículo para aprender:
Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”
Efesios 1: 2





Lección nº 2:
INTRODUCCIÓN (Continuación)

El argumento esencial
Algunos investigadores llegan a decir que el tema de Efesios va más allá del de ninguna de las otras cartas de Pablo. Veamos cuál es ese tema.
Ya hemos visto que Efesios está íntimamente relacionada con Colosenses, cuyo tema central es la todo-suficiencia de Jesucristo. En Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Colosenses 2:3); toda la plenitud de Dios mora en Él (Colosenses 1:19); en Él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad (Colosenses 2:9); Él solo es necesario y suficiente para la salvación (Colosenses 1:14).
El argumento de Efesios es un desarrollo de esa idea. Se resume en dos versículos del primer capítulo (Efesios 1:9-10).
El pensamiento clave de Efesios es la unificación de todas las cosas en Jesucristo. En la naturaleza tal como se nos presenta aparte de Cristo, no hay nada más que desunión y desarmonía… El dominio humano ha quebrantado la unión social que debería existir entre el hombre y los animales; los hombres están divididos entre sí; las clases sociales están divididas; las naciones, también; las ideologías, lo mismo; los judíosestan desunidos con los gentiles… Lo que es verdad del mundo de la naturaleza exterior lo es también del de la naturaleza humana.
Todos somos el campo de batalla de una guerra civil interior, desgarrados entre el deseo del bien y el deseo del mal… Y lo peor de todo es que hay desarmonía entre la humanidad y Dios. La persona humana, que fue creada para la comunión con Dios, está alienada de Él.
Esa desunión no es el propósito de Dios… Pero puede llegar a ser unidad solamente cuando todas las cosas estén unidas en Cristo. Los innumerables cabos sueltos tenían que traerse a Cristo, reanudarse otra vez, y volver a como habían estado en el principio.
El pensamiento central de Efesios es la consciencia de la desunión del universo, y la convicción de que sólo puede llegarse a la unidad cuando todo se una en Cristo.

La Iglesia y una misión única
Es en los primeros tres capítulos de la carta donde Pablo trata de esta concepción de la unidad en Cristo. En los tres capítulos siguientes tiene mucho que decir acerca del lugar que ocupa la Iglesia en el plan de Dios para hacer que se produzca esa unidad. Es en ellos donde Pablo lanza una de sus frases más maravillosas: “La Iglesia es el Cuerpo de Cristo”.
La Iglesia está diseñada para ser las manos que realicen la obra de Cristo, los pies que corran a cumplir sus comisiones; la boca que proclame su mensaje…
Así pues, tenemos una doble tesis en Efesios: primera, que Cristo es el instrumento de Dios para la reconciliación; segunda, que la Iglesia es el instrumento de Cristo para la reconciliación. La Iglesia debe traer al mundo a Cristo, y es dentro de la Iglesia donde han de desaparecer todas las particiones de separación. Es por medio de la Iglesia como se ha de lograr la unidad de todos los elementos discordantes.
La Iglesia representa ese propósito de reconciliación universal para el que Cristo apareció, y en la relación de cada cristiano con los demás debe hacerse realidad esta idea formativa de la Iglesia”.
Este es el argumento de Efesios. Como ya hemos visto, hay algunos que, fijándose en el vocabulario y el estilo y el tema de esta carta, no pueden creer que Pablo la escribiera. Ninguna otra persona tuvo jamás una visión más gloriosa de Cristo que esta que le contempla como el único centro en quien se reúnen en una unidad todas las desuniones de la vida. Ninguna persona tuvo jamás una visión más gloriosa de la Iglesia que esta que la contempla como el instrumento de Dios para esa reconciliación universal. Y bien podemos creer que no hubo nadie que se pudiera remontar a una visión semejante más que Pablo mismo.

Los destinatarios
Ahora debemos volver a un problema que dejamos antes sin resolver. Si Efesios no se escribió a Éfeso, ¿a qué iglesia se escribió?
La sugerencia más antigua es que se escribió a Laodicea (Colosenses 4:16) Esa frase deja bien claro que Pablo había mandado una carta a la iglesia de Laodicea. No figura tal carta entre las del apóstol Pablo de las que disponemos. Uno de los primeros que hizo una colección de las cartas de Pablo, hacia mediados del segundo siglo, llama a Efesios la Carta a los Laodicenses. Así que desde tiempos muy antiguos se tenía la impresión de que la iglesia a la que se envió Efesios en primer lugar fue la de Laodicea.
Si aceptamos esa sugerencia tan interesante y atractiva, aún tenemos que explicar cómo perdió la carta su encabezamiento original a Laodicea, y llegó a relacionarse con Éfeso.
Puede que, cuando Pablo murió, la iglesia de Éfeso sabía que la iglesia de Laodicea poseía una carta maravillosa de Pablo; y se dirigió a Laodicea para pedirle una copia. Puede que se hiciera la copia, y se enviara a Éfeso omitiendo las palabras en Laodicea en el primer versículo, y dejando un espacio en blanco, que es como aparece en los manuscritos más antiguos. Casi treinta años después se coleccionaron las cartas de Pablo para ponerlas a disposición de toda la Iglesia. Esa carta puede que entonces llegara a conocerse como la Carta a los Efesios, porque fue en Éfeso donde se encontró una copia en existencia.
También es cierto que a fines del primer siglo la iglesia de Laodicea había caído tristemente de la gracia (Apocalipsis 3: 14-22). En esa carta, el Señor Resucitado condena sin paliativos a la iglesia de Laodicea hasta tal punto que le dirige la frase gráfica: “Te vomitaré de mi boca”... En aquellos tiempos a quienes se equivocaban grandemente se les solía borrar de todos los documentos y de todas las inscripciones y memoriales... Es posible que la iglesia de Laodicea hubiera sufrido esta condena, de modo que hasta su nombre se borró de la historia de la Iglesia. En ese caso, las copias de la Carta a Laodicea no contendrían su nombre; y cuando la colección se hizo en Éfeso se le aplicó el nombre actual.
También es posible que Efesios no se haya dirigido de hecho a ninguna iglesia en particular, sino que era una carta circular a todas las iglesias paulinas de Asia (Colosenses 4:16)… Pablo no dice que los colosenses deben leer la carta a Laodicea, sino la que les llegaría de Laodicea. Es como si Pablo dijera que había una carta circulando… Eso suena como si se tratara de una carta que iba circulando por las iglesias de Asia, y puede ser que esa carta era Efesios.
De ser así, Efesios sería la carta más importante de Pablo, aún para el mismo Pablo…
Considerando que Efesios y Colosenses se parecen mucho creemos que lo que sucedió fue que Pablo escribió Colosenses para resolver una situación concreta, el surgimiento de una herejía… Al hacerlo, se encontró inmerso en el gran tema de la todo-suficiencia de Cristo; y se dijo: “Esto es algo que debo tratar de compartir con todas las iglesias”.
Así es que tomó el tema que había expuesto en Colosenses, quitó todas las menciones locales y temporales, y escribió una carta nueva para hablarles a todas las iglesias de la todo-suficiencia de Cristo.
Efesios, pues, puede ser considerada como la única carta de Pablo que fue enviada a todas las iglesias de Oriente para decirles que la unidad de toda la humanidad y de toda la creación no se podía encontrar nunca sino en Cristo, y para hablarles de la suprema tarea de la Iglesia: la de ser el instrumento de Cristo para la reconciliación universal del hombre con el hombre, y del hombre con Dios.
Por eso es por lo que Efesios es la Reina de las Epístolas.

Versículo para aprender:
Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo”
Efesios 6: 23




Lección nº 3:
EL PROPÓSITO DE DIOS
Efesios 1:1-14

Método del estudio de Efesios
El argumento de Pablo está muy bien trabado y entrelazado en Efesios. A menudo se desarrolla en períodos largos y complicados que son difíciles de seguir. Si hemos de llegar a captar su significado de veras, hay pasajes en los que lo mejor que podemos hacer es leerlos primero en secciones bastante largas, que luego iremos separando convenientemente en otras más pequeñas para su estudio en detalle.

El saludo al pueblo de Dios
Efesios 1:1-2
Pablo empieza esta carta con las dos únicas credenciales que poseía.
Es apóstol de Cristo. Cuando Pablo decía eso, tenía en mente tres cosas:
a) Quería decir que pertenecía a Cristo y tenía que vivir siempre como Jesucristo quería que viviera.
b) Quería decir que Jesucristo le había enviado. La palabra apóstolos procede del verbo apostellein, que quiere decir enviar. Se usa para un embajador enviado por su país a otro. Describe a un hombre que es enviado con alguna misión especial. Pablo era enviado de Cristo…
c) Quería decir que todo el poder que tenía era por delegación. El cristiano es el representante de Cristo en el mundo, pero no se le deja llevar a cabo esa tarea dependiendo de su propia fuerza y poder; la fuerza y el poder de Jesucristo están con él.
Pablo continúa diciendo que es apóstol por la voluntad de Dios. El tono de su voz no es aquí de orgullo, sino de simple admiración. Hasta el final de su vida Pablo estaba maravillado de que Dios hubiera escogido a un hombre como él para hacer su obra…
Pablo pasa a dirigir su carta a los que viven en Éfeso y son fieles a Jesucristo…
Pablo empieza con su saludo de costumbre: “Gracia sea a vosotros y paz”...
Gracia tiene siempre dos connotaciones principales: la palabra griega es jaris, que puede querer decir encanto y también se traduce como regalo. Así entendemos que el regalo de Dios en Cristo produce, al sentir de Pablo, un estado encantador en el creyente.
Cuando pensamos en la palabra paz en relación con la vida cristiana debemos tener cuidado. En griego la palabra es eiréné, que traduce la palabra hebrea shalóm. En la Biblia paz no es nunca una palabra puramente negativa. Nunca describe solamente la ausencia de guerra o de problemas; Shalóm quiere decir todo lo que contribuye al bien supremo de una persona… Para Pablo no hay más que una fuente de paz en todo el mundo, y está en hacer la voluntad de Dios.
Cuando estamos haciendo algo que sabemos que no deberíamos hacer, siempre hay una inquietud acechándonos en el fondo de nuestra mente. Pero, si estamos haciendo algo que puede ser realmente difícil, hasta algo que no queremos hacer, o que no nos ha de reportar ningún beneficio material pero que sabemos que es lo que Dios quiere que hagamos, tenemos una profunda calma en el corazón.

Escogidos para bendición
Efesios 1:3-4
En griego, el largo pasaje del versículo 3 al 14 es una sola oración. Es tan larga y complicada porque representa, no tanto una exposición razonada sino un poema de alabanza. La mente de Pablo sigue adelante y adelante, no porque esté pensando en períodos lógicos, sino porque pasan delante de sus ojos don tras don y maravilla tras maravilla.
En este pasaje Pablo está pensando en los cristianos como pueblo escogido de Dios…
Pablo no pensaba nunca que había sido él el que había escogido hacer la obra de Dios. Siempre pensó que había sido Dios quien le había escogido a él (Juan 15:16). Aquí es donde está precisamente la maravilla. No sería tan maravilloso si fuera el hombre el que escogiera a Dios; la maravilla es que Dios escoja al hombre.
Pablo está pensando en la generosidad de la elección de Dios. Dios nos escogió para bendecirnos con las bendiciones que no se pueden encontrar nada más que en Él… Hay ciertas cosas que una persona no puede descubrir por sí misma. Para Pablo nunca podremos por nosotros mismos alcanzar la bondad y la paz interior. Dios nos escogió para darnos esas cosas que solo Él puede dar.
Para Pablo Dios nos escogió para que fuéramos santos e irreprensibles. Aquí tenemos dos grandes palabras. Santo es en griego haguios, que siempre conlleva la idea de diferencia y de separación (Un templo es santo porque es diferente de los otros edificios, por ej.). Dios es supremamente santo porque es supremamente diferente de todas las criaturas. Así que Dios escogió a los cristianos para que fueran diferentes de las demás personas.
En la Iglesia original, los cristianos no tenían nunca la menor duda de que tenían que ser diferentes de la gente del mundo, aunque el mundo los odiara, y hasta quisiera acabar con ellos… De hecho, a un cristiano se le debería poder distinguir siempre en el mundo.
Pero tenemos que recordar siempre que esta diferencia en la que Cristo insiste no es la que saca a una persona del mundo; le hacen diferente dentro de él. Debería ser posible identificar al cristiano en la escuela, la tienda, la fábrica, el hospital, en cualquier sitio. Y la diferencia está en que el cristiano se comporta, no de acuerdo con las normas humanas, sino como le exige la ley de Cristo… Si los cristianos fuéramos haguios, produciríamos la mayor revolución en la sociedad.
Irreprensibles es la palabra griega amómos. Su interés radica en que es una palabra del lenguaje de los sacrificios. Bajo la ley judía, antes de ofrecer un animal en sacrificio había que inspeccionarlo; y, si se le encontraba algún defecto, se rechazaba como impropio para ofrecerlo a Dios. Solamente lo mejor era adecuado para ofrecerse a Dios. Amómos indica que la persona total debe ser una ofrenda perfecta para Dios.
Decir que un cristiano tiene que ser amómos es descartar conformarse con algo menos que lo mejor; quiere decir que la meta del cristiano no es nada menos que la perfección.

El plan Divino: la adopción
Efesios 1:5-6
En este pasaje Pablo nos habla del plan de Dios. Una de las alegorías que usa más de una vez acerca de lo que Dios hace por los hombres es la de la adopción (Romanos 8:23; Gálatas 4:5). Dios nos ha adoptado en su familia como hijos.
En el mundo antiguo, donde estaba en uso la ley romana, esto resultaría todavía más claro que entre nosotros. Porque allí la familia se basaba en lo que se llamaba la “patria-potestad”, la autoridad del padre. Un padre tenía poder absoluto sobre sus hijos durante toda su vida. Podía vender a un hijo suyo corno esclavo, y hasta matarle. Ese derecho continuaba existiendo aunque el hijo fuera lo suficientemente mayor como para cumplir una parte activa en asuntos políticos, aunque se le hubiera tenido por digno de ocupar el puesto de magistrado, y aunque le hayan tenido respeto todas las personas.
Según la ley romana, un hijo no podía poseer nada; y cualquier herencia que se le legara o cualquier regalo que se le hiciera eran propiedad de su padre. No importaba la edad del hijo, ni los honores y responsabilidades que hubiera alcanzado; estaba siempre totalmente bajo el poder de su padre.
En tales circunstancias, es obvio que la adopción era una decisión muy seria. Era, sin embargo, bastante frecuente, porque se adoptaban hijos muchas veces para asegurarse de que no se extinguiera la familia. El ritual de la adopción tiene que haber sido muy impresionante. Se llevaba a cabo mediante una venta simbólica, en la que se usaban monedas y balanzas…
Cuando la adopción se había realizado, era totalmente vinculante. La persona que había sido adoptada tenía todos los derechos de un hijo legítimo en la nueva familia, y perdía todos los derechos que le correspondieran por su familia anterior. A los ojos de la ley era una nueva persona; hasta tal punto que hasta todas las deudas y obligaciones que le pudieran corresponder por su familia anterior quedaban abolidas como si no hubieran existido nunca.
Eso es lo que Pablo dice que Dios ha hecho por nosotros. Estábamos totalmente en poder del pecado y del mundo y Dios, por medio de Jesús, nos ha liberado de ese poder; su adopción borra el pasado y nos hace nuevas criaturas.

Versículo para aprender:
“”Para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él”
Efesios 1: 4b




Lección nº 4:
EL PROPÓSITO DE DIOS (continuación)
Efesios 1:1-14

Liberación, perdón, sabiduría y prudencia
Efesios 1:7-8
La palabra la liberación en el original es apolytrósis y quiere decir redención… Es la palabra que se usa para redimir a un prisionero de guerra o a un esclavo. Refiere a la liberación de una persona de una condición de la que ella misma es incapaz de liberarse, o de un castigo que no habría podido evitar de ninguna manera.
Así que, en primer lugar, Pablo dice que Dios ha libertado a los hombres de una situación de la que ellos no se habrían podido nunca libertar a sí mismos. Precisamente eso es a lo que Cristo ha hecho por nosotros.
Los pensadores más grandes del mundo pagano sabían que estaban en las garras de algo de lo que eran incapaces de librarse a sí mismos. Necesitaban ser liberados…
Jesucristo puede liberar a las personas de la esclavitud a las cosas que las atraen y las repelen al mismo tiempo, de la que no se pueden librar a sí mismas.
Pablo se refiere también al perdón... El mundo antiguo estaba asediado por el sentimiento de pecado. Las personas eran conscientes de su propia culpabilidad y vivían en constante terror de su dios o dioses.
Si había una cosa que la gente conociera era el sentimiento de pecado y el miedo a Dios. Jesús cambió todo eso. Enseñó, no a odiar a Dios, sino a amar a Dios. Porque Jesús vino al mundo, las personas, aun en su pecado, descubrieron el amor de Dios.
Pablo usa también las palabras sabiduría y prudencia. Las dos palabras en griego son sofía y fronésis… Los griegos escribieron mucho sobre estas dos palabras. Si una persona tenía ambas cosas, estaba perfectamente equipada para la vida.
Aristóteles definía sofía como el conocimiento de las cosas más preciosas; Cicerón la definía como el conocimiento de todo lo divino y lo humano… Aristóteles definía fronésis como el conocimiento de los asuntos humanos y de las cosas que es necesario planificar; Cicerón lo definía como el conocimiento de las cosas que se han de buscar y de las que se han de evitar… En otras palabras, fronésis es el sentido práctico que permite a las personas enfrentarse con los problemas prácticos de la vida diaria, y resolverlos.
Pablo afirma que Jesús nos trajo estas virtudes; así el carácter cristiano se presenta así como algo completo.
Ambos caracteres por sí mismos son imperfectos; pero Cristo nos da a ambos de manera tal de tener respuesta a los problemas tanto de este tiempo como los de la eternidad…

El propósito de Dios en la Historia
Efesios 1:9-10
Es en este punto cuando Pablo se enfrenta de veras con su tema. Dice que Dios nos ha dado a conocer “el misterio de su voluntad”.
El Nuevo Testamento usa la palabra misterio en un sentido especial. No es que sea algo misterioso en el sentido de que sea difícil de entender, sino más bien algo que se ha mantenido secreto durante mucho tiempo y que ahora se ha revelado, aunque siga siendo incomprensible para los que no conocen al Señor.
¿Cuál era para Pablo el misterio de la voluntad de Dios? Que el Evangelio era también para los gentiles. Dios ha revelado en Jesús que su amor y cuidado, su gracia y misericordia, no son solamente para los judíos, sino para todo el mundo.
En este punto, Pablo presenta en una sola frase todo su gran pensamiento. Hasta este momento, los hombres han estado viviendo en un mundo dividido, pero Jesús vino al mundo para borrar las divisiones. Ese era para Pablo el secreto de Dios. Era el propósito de Dios que todas las cosas del mundo fueran unidas en Jesucristo.
Aquí tenemos otro pensamiento tremendo. Pablo dice que toda la Historia ha sido el desarrollo de este proceso. Dice que a través de todas las edades ha habido una ordenación y una administración de cosas para que en este día se produjera la unidad.
Los cristianos estamos convencidos de que la Historia es el desarrollo de la voluntad de Dios, tras su propósito.
Así es que resulta que estamos viviendo en una edad en la que la gente ha perdido la fe en que el mundo tenga ningún sentido. Pero los cristianos creemos y estamos convencidos de que en este mundo, se está desarrollando el propósito de Dios; y Pablo estaba convencido de que ese propósito es que un día todas las cosas y todas las personas formarán una familia en Cristo.
Según Pablo, ese misterio no se intuyó hasta que vino Jesús, y ahora la gran tarea de la Iglesia consiste en desarrollar el propósito de unidad que Dios nos ha revelado en Jesucristo.

Sellados por el Espíritu Santo
Efesios 1:11-14
Aquí nos da Pablo el primer ejemplo de la unidad que trajo Cristo. Cuando habla de nosotros quiere decir su propia nación, los judíos; cuando habla de vosotros, quiere decir los gentiles a los que se dirige; y cuando, en la última frase, dice nosotros, está pensando en los judíos y los gentiles juntos.
En primer lugar, Pablo habla de los judíos. A ellos también, se les había asignado una porción en el plan de Dios. Fueron los primeros en creer en la venida del Ungido de Dios. A lo largo de toda su historia habían esperado y anhelado al Mesías. Su porción en el esquema de las cosas fue el ser la nación de la que habría de venir el Escogido de Dios.
A continuación Pablo se vuelve hacia los gentiles y dice que ellos recibieron la Palabra; los predicadores cristianos les trajeron el mensaje del Evangelio. Era la Palabra de la verdad; les trajo la verdad acerca de Dios y acerca del mundo en que vivían y acerca de sí mismos y era una Buena Noticia; era el mensaje del amor y de la gracia de Dios.
Afirma entonces que los gentiles fueron sellados con el Espíritu Santo. En el mundo antiguo, y en nuestro tiempo también, cuando se enviaba un saco o un cajón o un paquete, se lacraba con un sello para indicar de dónde procedía y a quién pertenecía. El Espíritu Santo es el sello que muestra que una persona pertenece a Dios. El Espíritu Santo al mismo tiempo nos muestra la voluntad de Dios y nos capacita para cumplirla.
Pablo llama al Espíritu Santo “las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida”. La palabra griega es arrabón, que era una parte del precio de la compra o del contrato que se pagaba anticipadamente como garantía de que la operación se hacía en firme. Lo que Pablo está diciendo es que la experiencia del Espíritu Santo que tenemos en este mundo es un adelanto de la bendición del Cielo, y es la garantía de que algún día entraremos en la plena posesión de la bendición de Dios.
Las experiencias más elevadas de paz y gozo cristiano que se pueden disfrutar en este mundo no son más que leves primicias o adelantos del gozo y de la paz que tendremos un día.

Versículo para aprender:
...A fin de que seamos para alabanza de su gloria”
Efesios 1: 12




Lección nº 5:
EL CUERPO DE CRISTO Y SU MISIÓN
Efesios 1: 15-23

El amor de la Iglesia y la oración de Pablo por ella
Efesios 1: 15-21
Aquí se nos presentan en un perfecto resumen las características de la verdadera Iglesia. Pablo ha oído de la fe en Jesucristo de los destinatarios de su carta, y del amor que tienen a todas las personas que están consagradas a Dios. Las dos cosas que deben caracterizar a cualquier verdadera Iglesia son la lealtad a Cristo y el amor a todos los hombres.
Hay una lealtad a Cristo que no desemboca en el amor a nuestros semejantes, sino en el cumplimiento religioso de ciertos hábitos y ritos que casi siempre aislan al cristiano de los demás… Pero el verdadero cristiano ama a Cristo y ama a sus semejantes. Y todavía más: sabe que no puede mostrarle su amor a Cristo de ninguna otra manera que mostrándoselo a sus semejantes. Por muy ortodoxa que sea una iglesia, por muy pura que sea su teología y por muy noble que sea su liturgia, no es una iglesia verdadera en el sentido real del término a menos que se caracterice por su amor a sus semejantes; la verdadera Iglesia se caracteriza por un doble amor: amor a Cristo, y amor a sus semejantes.
Muchas veces hacemos declaraciones que se caracterizan, no por su amor cristiano, sino por una especie de amargura condenatoria… Haríamos bien en recordar de vez en cuando que el amor a Cristo y el amor a nuestros semejantes no pueden existir el uno sin el otro.
En este pasaje vemos lo que Pablo pide a Dios para la Iglesia que ama y que cumple la misión…
Pide Espíritu de sabiduría… La palabra que usa para sabiduría es sofía, que ya hemos visto que es el conocimiento de las cosas profundas de Dios. Pide que la Iglesia sea conducida a mayores y mayores profundidades en el conocimiento de las verdades eternas.
Para que eso es necesario contar con personas que piensan. Como decía Platón: “Una vida sin examen de conciencia no vale la pena vivirla”, y una religión que no se ha examinado personalmente y a conciencia no es una religión que valga la pena tener. Es una obligación de toda persona pensante el pensar en su camino hacia Dios.
También es necesario contar con un ministerio de enseñanza dentro de la iglesia…Y la exposición de la Escritura desde el púlpito es una primera necesidad para un despertar espiritual.
Pablo pide a Dios para la Iglesia una revelación y un conocimiento más plenos de Dios. Para el cristiano, el crecimiento en el conocimiento y en la gracia es esencial. La vida cristiana se podría describir como conocer mejor a Dios día a día. Una amistad que no crece en intimidad con el tiempo tiende a desvanecerse con el tiempo, y eso es lo que sucede entre nosotros y Dios.
También pide a Dios para la Iglesia una nueva concientización de la esperanza cristiana. Es casi una característica de la edad en que vivimos que es una edad de desesperación… Por todas partes resuenan las voces de los pesimistas; nunca hizo más falta que ahora el sonido de trompeta de la esperanza cristiana. Si el mensaje cristiano es verdad, el mundo no va de camino a su disolución, sino a su consumación.
Pablo además ora porque la iglesia recuerde con más denuedo la grandeza del poder de Dios. Para Pablo, la prueba suprema de ese poder había sido la Resurrección… Fue la demostración de que el propósito de Dios no se puede detener por ninguna acción humana. En un mundo que parece caótico, es bueno darse cuenta de que Dios sigue ejerciendo absolutamente su poder y autoridad, aunque respete, por designio de su creación, los actos libres de los hombres.
Pablo termina diciendo que no hay ningún ser en el Cielo ni en la Tierra al que Jesucristo no sea superior. En esencia la oración de Pablo es que los creyentes nos demos cuenta de la grandeza del Salvador que Dios nos ha dado.

El Cuerpo de Cristo
Efesios 1: 22-23
Llegamos a los dos últimos versículos de este capítulo, en los que Pablo expone uno de los pensamientos más aventureros y elevados que haya tenido nadie jamás. Llama a la Iglesia por su título supremo: El Cuerpo de Cristo.
A fin de entender lo que Pablo quiere decir, volvamos al pensamiento clave de esta epístola. El mundo tal como se nos presenta es una desunión total, porque en cada uno de nosotros el bien lucha con el mal; y, sobre todo, hay desunión entre el hombre y Dios.
La tesis de Pablo era que Jesús había muerto para unir en uno todos los elementos discordantes de este universo, borrar las separaciones, reconciliar al hombre con el hombre y al hombre con Dios.
Fue para reunir todas las cosas y a todas las personas en una sola familia para lo que Cristo murió. Pero está claro que esa unidad no existe todavía…
Esa es la misión de la Iglesia de Jesucristo... Es en Jesús en quien todos los seres humanos y todas las naciones pueden llegar a ser una sola cosa; pero antes de que eso suceda tienen que conocer a Jesucristo, y esa es la tarea de la Iglesia.
Cristo es la Cabeza; la Iglesia es el Cuerpo. La cabeza tiene que tener un cuerpo para actuar. La Iglesia es literalmente las manos para hacer la obra de Cristo, los pies para ir por Él a todas partes y la voz para proclamar su palabra.
En la frase final del capítulo, Pablo expone dos pensamientos tremendos:
Dice que la Iglesia es el complemento de Cristo. De la misma manera que las ideas de la mente no se pueden realizar sin el cuerpo, la gloria maravillosa que Cristo trajo a este mundo no se puede hacer efectiva sin la obra de la Iglesia. Pablo sugiere, nada menos, que el plan de Dios de un mundo unido depende de la misión de la Iglesia.
Decir que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo quiere decir que Jesús cuenta con nosotros porque la Biblia no nos cuenta que Dios tenga otro plan para evangelizar al mundo que no sea a su Iglesia…

Versículo para aprender:
No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones”
Efesios: 1: 16




Lección nº 6:
LA VIDA SIN CRISTO Y LA GRACIA DE DIOS
Efesios 2:1-10
En este pasaje, el pensamiento de Pablo fluye prescindiendo de las reglas de la gramática; empieza oraciones y no las acaba; empieza con una construcción, y a mitad de camino se desliza a otra. Esto es Pablo está derramando el corazón, y las exigencias de la gramática tienen que ceder el paso a la maravilla de la gracia.

La vida sin Cristo
Efesios 2: 1-3
En este pasaje muestra lo terrible que era la vida sin Cristo tanto para los gentiles como para los judíos juntamente.
Dice que esta vida se vive en pecados y transgresiones. Las palabras que usa son interesantes. La palabra para pecado es hamartía, que quiere decir errar al blanco. Cuando un tirador lanza la flecha y falla el tiro, eso es hamartía. El pecado es el fracaso en el intento de alcanzar una meta en la vida… Por lo general, tenemos una idea equivocada del pecado; la mayor parte de nosotros somos ciudadanos respetables, y en lo más íntimo de nuestro corazón creemos que el pecado no nos concierne gran cosa. Pero hamartía nos pone cara a cara con lo que es realmente el pecado: el fracaso en ser lo que debemos y podemos ser… Cuando nos damos cuenta de lo que es el pecado vemos que es algo que inunda la vida. Es el fracaso en cualquier esfera de la vida en la que no acertamos al blanco… ¿Sentimos que nuestra vida cumple fielmente el propósito de Dios…?
La otra palabra que usa Pablo, que traducimos por transgresiones, es paroptóma, que quiere decir literalmente resbalón o caída. Se usa de una persona que yerra el camino, y que cada vez se aleja más de lo que debería ser su destino… Transgresión es seguir un camino equivocado cuando podríamos seguir el correcto; es faltar a la verdad que debemos conocer. Por tanto es el fracaso en alcanzar la meta que deberíamos habernos propuesto... ¿Estamos en la vida donde debemos estar? ¿Hemos alcanzado la meta de servicio a los demás que teníamos la obligación de alcanzar? ¿Hemos alcanzado la meta de bondad que podríamos haber alcanzado?...
La idea central de pecado es el fracaso; fracaso de acertar en la intención, fracaso de mantenernos en el camino debido, fracaso de hacer la vida lo que podríamos haberla hecho; y esa definición nos incluye a cada uno de nosotros.
Pablo habla de personas que están muertas en pecados. ¿Qué quería decir con esto?
Pablo no está hablando de la vida venidera, como algunos afirman; está hablando de la vida presente:
El pecado mata la inocencia. Nadie sigue siendo el mismo después de cometer un pecado… El pecado produce un efecto permanente en la persona. Si manchamos un traje o una alfombra, podemos mandarlos a la tintorería, pero ya no quedarán realmente como antes… La inocencia, una vez que se pierde, ya no se puede recuperar.
El pecado mata los ideales… Cuanto más cometemos una falta menos noción de pecado tenemos y llega el momento en el que ya no tenemos remordimientos. Cada pecado hace más fácil el siguiente. El pecado es una especie de suicidio, porque mata los ideales que hacen que valga la pena vivir la vida.
Por último, el pecado mata la voluntad. En un principio, uno se entrega a algún placer prohibido porque quiere; al final, se entrega a él porque no lo puede evitar. Una vez que algo se convierte en un hábito, no está lejos de ser una necesidad y se llega a ser su esclavo.
El pecado tiene un cierto poder asesino. Mata la inocencia, los ideales y la voluntad… El pecado se puede perdonar, pero sus efectos permanecen. Esas son las cicatrices del pecado…

Para Pablo la vida sin Cristo es la vida que se vive de acuerdo con los valores del mundo… El Evangelio demanda servir; pero el mundo no puede comprender al misionero, por ejemplo, que va a alguna tierra extranjera dejando todas las comodidades de su hogar… La esencia de los valores del mundo es que colocan al yo en el centro; la esencia del valor cristiano es que pone a Cristo y a los demás en el centro… La motivación del mundo es la ganancia; la dinámica del cristiano es el deseo de servir.
Pablo dice que es la vida que se vive bajo los dictados del príncipe del aire. Aquí nos encontramos de nuevo con algo que era muy real en los días de Pablo, pero que no lo es tanto para muchos ahora. El mundo antiguo creía a pies juntillas en los demonios y que el aire estaba abarrotado de ellos… Pablo usa esta concepción para afirmar la debilidad del hombre sin Cristo frente a las influencias malas que pululan a su alrededor… Los que estaban bajo su influencia se encontraban en oposición a Dios.
Es también una vida que se caracteriza por la desobediencia. Dios tiene muchas maneras de revelarles su voluntad a las personas; la conciencia, la voz del Espíritu Santo en nuestro interior, en los mandamientos de su Libro; o en el consejo de personas buenas y piadosas. Pero el que vive la vida sin Cristo sigue su propio camino, aun cuando sabe cuál es el de Dios.
La vida sin Cristo es además una vida que está a merced del deseo. La palabra para deseo es epithymía, que quiere decir expresamente el deseo de lo que es malo y nos está prohibido. Estar a merced del deseo es la peor esclavitud porque no es simplemente una debilidad del cuerpo; es el ansia de la cosa prohibida.
Es la vida que sigue “los deseos de nuestra carne”... Pablo, con esta expresión, quiere decir mucho más que los pecados sexuales (Gálatas 5:19-21) La carne es la parte de nuestra naturaleza que le abre una puerta al pecado…
El significado de “la carne” será diferente para personas diferentes. Para uno su debilidad es el cuerpo, y su riesgo sea el pecado sexual; otro puede que lo tenga en lo espiritual, y su riesgo sea el orgullo; el de otro puede estar en las cosas del mundo, y su riesgo en la ambición indigna… Todos estos son pecados de la carne; la carne es todo lo que hay en nosotros que le ofrece una oportunidad al pecado; es la naturaleza humana sin Dios. El vivir de acuerdo con los dictados de la carne es vivir de tal manera que nuestra naturaleza inferior, la peor parte de nosotros, domine nuestra vida.
Finalmente para Pablo la vida sin Cristo es una vida que no merece más que la ira de Dios. Muchas personas están amargadas porque creen que no se les ha dado nunca lo que merecen sus talentos y esfuerzos. Pero, a la vista de Dios, ninguna persona merece nada más que la condenación. Ha sido solo su amor en Cristo lo que ha perdonado a las personas que no merecen más que su castigo…

La Obra de Cristo
Efesios 2:4-10
Pablo decía que nos encontrábamos en una condición de muerte espiritual en pecados y transgresiones; ahora dice que Dios, en su amor y misericordia, nos ha dado la vida en Jesucristo.
¿Qué quiere decir exactamente con eso?
Ya hemos visto que el pecado mata la inocencia… Pero Jesús puede librarnos del sentimiento de culpabilidad que conlleva necesariamente la pérdida de la inocencia. Lo primero que hace el pecado es producir un sentimiento de alejamiento de Dios. Pero Jesús empieza por quitar ese sentimiento de alejamiento; Él vino para decirnos que tenemos la puerta abierta a la presencia de Dios.
Vimos también que el pecado mata los ideales; pero Jesús despierta nuevamente los ideales en el corazón humano; aquellos ideales que habían extinguido las caídas sucesivas en pecado, y la vida se convierte otra vez en una escalera hacia arriba.
Y por encima de otras cosas, Jesucristo aviva y restaura la voluntad perdida. Ya vimos que el efecto mortífero del pecado es que destruía la voluntad de la persona, y que la indulgencia que había empezado por un placer se había convertido en una necesidad. Jesús crea otra vez la voluntad.
Eso es de hecho lo que hace siempre el amor…Y eso es lo que Cristo hace por nosotros. Cuando le amamos a Él, ese amor recrea y restaura nuestra voluntad hacia la bondad.
Pablo insiste en que es por gracia como somos salvos. No hemos ganado la salvación ni la podríamos haber ganado de ninguna manera. Es una don de Dios, y nosotros no tenemos que hacer más que aceptarla. Esto quiere decir que las obras no tienen nada que ver con ganar la salvación. No es correcto ni posible apartarse de la enseñanza de Pablo aquí, y sin embargo es aquí donde se apartan algunos a menudo.
Pablo pasa a decir que somos creados de nuevo por Dios para buenas obras.
Aquí tenemos la paradoja paulina. Todas las buenas obras del mundo no pueden restaurar nuestra relación con Dios; pero algo muy serio le pasaría al Cristianismo si no produjera buenas obras.
No hay nada misterioso en esto. Se trata sencillamente de una ley inevitable del amor. Si alguien nos ama de veras, sabemos que no merecemos ni podemos merecer ese amor. Pero al mismo tiempo tenemos la profunda convicción de que debemos hacer todo lo posible para ser dignos de ese amor.
Así sucede en nuestra relación con Dios. Las buenas obras no pueden ganarnos nunca la salvación; pero habría algo que no funcionaría como es debido en nuestro cristianismo si la salvación no se manifestara en buenas obras.
Sabemos lo que Dios quiere que hagamos; nos ha preparado de antemano la clase de vida que quiere que vivamos, y nos lo ha dicho en su Libro y por medio de su Hijo. Nosotros no podemos ganarnos el amor de Dios; pero podemos y debemos mostrarle que le amamos y le estamos sinceramente agradecidos, tratando de todo corazón de vivir la clase de vida que produzca gozo al corazón de Dios.

Versículo para aprender:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe...”
Efesios 2: 8a




Lección nº 7:
EL FIN DE LAS BARRERAS
Efesios 2: 11-22
Antes de Jesús...
Efesios 2:11-12
Pablo era el apóstol de los gentiles, pero nunca olvidó el lugar exclusivo de los judíos en el designio y la revelación de Dios. Aquí está trazando el contraste entre la vida de los gentiles y la de los judíos.
A los gentiles los llamaban “la incircuncisión”… Esta era la primera de las grandes diferencias, porque los judíos sentían un inmenso desprecio hacia los gentiles. La barrera entre los judíos y los gentiles era absoluta. Si un judío se casaba con una gentil, se llevaba a cabo su funeral como si hubiera muerto...
Los gentiles además no esperaban ningún Mesías... Aun en los días más amargos de su historia, los judíos nunca dudaron de que el Mesías vendría... Pero los gentiles no tenían tal esperanza.
Para los judíos, la Historia siempre tenía una meta; independientemente de lo que fuera el presente, el futuro sería glorioso; el punto de vista judío de la Historia era esencialmente optimista. Pero para los gentiles la humanidad no iba a ninguna parte. Para los judíos era el camino a una vida mejor, una marcha hacia Dios... Para los gentiles, la vida no valía la pena.
Con la venida de Cristo, los gentiles entraron en ese nuevo punto de vista de la Historia según la cual uno está siempre de camino hacia Dios.
Los judíos se consideraban un pueblo santo, diferente, en el sentido de que su único Rey era Dios. Otras naciones podían gobernarse por democracia o aristocracia; Israel era una teocracia; su gobernador era Dios. Ser israelita era ser miembro de la sociedad de Dios; era tener una ciudadanía que era divina... Pero los gentiles eran ajenos a los pactos en los que se basaban las promesas dadas a los judíos.
Israel era por encima de todo el pueblo del pacto. Los judíos creían que Dios se había dirigido a su nación con un ofrecimiento especial: “Os tomaré como Mi pueblo y seré vuestro Dios” (Éxodo 6:7). Aunque para los judíos esta relación del pacto implicaba, no solo un privilegio, sino también una obligación. Conllevaba la obediencia a la ley (Éxodo 24: 3, 7).
De acuerdo con esto, si el designio de Dios tenía que desarrollarse, tendría que ser mediante una nación. El que Dios escogiera a Israel no fue por favoritismo, porque no fue una elección para un honor especial, sino para una responsabilidad especial. Pero hizo que los judíos fueran conscientes de ser el pueblo escogido de Dios. Pablo no podía olvidar, porque era un hecho histórico, que los judíos eran por encima de todo el instrumento en las manos de Dios.
Por su parte los gentiles estaban sin esperanza y sin Dios. A menudo se habla de los griegos como el pueblo más luminoso de la Historia; pero tras todas las circunstancias había una especie de desesperación esencial… Muchos de sus máximos escritores lo prueban en sus obras.
Los gentiles solamente conocían la desesperación en lo más íntimo de su corazón antes de que llegara Cristo a darles esperanza.

El fin de las separaciones
Efesios 2: 13-18
Pablo usa dos ilustraciones que serían claras para los judíos, para mostrar cómo surge una nueva unidad.
Dice que los que estaban lejos han sido hechos cercanos (Isaías 57:19). Usa una ilustración aún más gráfica. Dice que con Jesús se ha suprimido la barrera intermedia de separación… Esta es una figura tomada del templo. El recinto del templo consistía en una serie de atrios, cada uno un poco más elevado que el anterior, con el templo propiamente dicho en el patio más interior. Los gentiles no podían entrar nada más que al primero de esos atrios, entre el cual y el siguiente, el de las mujeres, había un muro, en el que se encontraban anuncios de que si un gentil pasaba más al interior se exponía a la muerte inmediata. Pablo conocía muy bien esa barrera (Hechos 21:28 Y ss.). Así que el muro intermedio, con su barrera, excluía a los gentiles de la presencia de Dios.
Pero no se debe pensar que los judíos fueran el único pueblo que pusiera barreras y excluyera a otros. El mundo antiguo estaba lleno de barreras… Cicerón escribió: “Como dicen los griegos, toda la humanidad se divide en dos partes: los griegos, y los bárbaros”. Los griegos llamaban bárbaros a todos los que no sabían griego; y los despreciaban y les ponían barreras. Y así sucedía en prácticamente todos los pueblos…
Pero el problema de las barreras no se limita al mundo antiguo ni mucho menos. Hoy en día hay toda clase de vallas separatorias que pasan por todas las razas y los pueblos del mundo… Si bien el progreso moderno ha convertido el mundo en una gran vecindad, Dios nos ha dado a los cristianaos la tarea de convertirlo en una fraternidad. En estos días de muros divisorios de raza y clase y credo, nosotros tenemos que sacudir la Tierra otra vez con el mensaje del Cristo que nos incluye a todos, “en quien no hay ni siervos ni libres, ni judíos ni griegos, ni escitas ni bárbaros, sino que todos somos uno”…
En cualquier sociedad sin Cristo no puede haber nada más que paredes intermedias de separación.
Así que Pablo pasa a decir que en Cristo desaparecen esas barreras… ¿Cómo…?
Pablo dice de Jesús: “Él es nuestra paz”… Supongamos que dos personas tienen una diferencia y acuden con ella a los tribunales; y alguien a quien aman las dos partes en conflicto se interpone, y les habla… Entonces sí es posible la reconciliación. Eso es lo que Cristo ha hecho. Él es nuestra paz. Es en un común amor a Él como las personas llegan a amarse entre sí. Esa paz se ganó al precio de su sangre, porque no hay nada que despierte el amor como la Cruz… Y cuando todos amen a Cristo se amarán entre sí.
Pablo dice que Jesucristo abolió la ley de los mandamientos con todos sus decretos… Los judíos creían que una persona solo podía alcanzar la amistad de Dios guardando la ley judía. Una religión basada en toda clase de reglas y normas acerca de los rituales y sacrificios y días santos no puede nunca llegar a ser una religión universal. Pero, Pablo había dicho: “Cristo es el fin de la ley” (Romanos 10:4). Jesús acabó con el legalismo como principio de religión. En su lugar puso el amor a Dios y a nuestros semejantes. Jesús vino a decirnos que no podemos ganar la aprobación de Dios guardando una ley ceremonial, sino que tenemos que aceptar el perdón y la comunión que Dios nos ofrece gratuitamente en su misericordia. Una religión basada en el amor puede convertirse en seguida en una religión universal.
Luego Pablo pasa a hablar de los dones de valor incalculable que nos trae la unidad en Cristo.
Dice que Él unió a judíos y gentiles en una nueva humanidad. La palabra para nuevo en griego es kainós, que quiere decir nuevo en cuanto a su cualidad. Una cosa que es kainós es nueva en el sentido de que trae al mundo una nueva especie de cosa que no existía antes.
Pablo entonces está diciendo que Jesús une a judíos y a gentiles, y produce con ellos una nueva clase de humanidad. No es que Jesús convierta a todos los judíos en gentiles, ni a todos los gentiles en judíos; produce de ambos una nueva especie de persona, aunque siguen siendo gentiles y judíos.
Jesús no logra la unidad haciendo desaparecer todas las características raciales, sino haciendo hijos de Dios a todos los hombres y mujeres de todas las naciones.
Pablo dice que Él reconcilió con Dios a los dos. La palabra que usa, apokatallassein, quiere decir hacer volver a la amistad a personas que han estado enemistadas. La reconciliación con Dios conlleva y hace realidad la reconciliación entre los seres humanos.
Pablo también afirma que por medio de Jesús, tanto los judíos como los gentiles tienen el derecho de acceso a Dios. La palabra que usa Pablo para acceso es prosagogué; que se usa para presentarle a Dios un sacrificio; para introducir a personas a la presencia de Dios para que se consagren a su servicio… A este tipo de acceso a la presencia divina es a lo que Pablo se refiere aquí; Dios levanta hijos suyos en todas las latitudes del mundo y no ya de un solo pueblo…
La unidad en Cristo produce cristianos cuyo cristianismo trasciende todas las diferencias locales y raciales; produce personas que son amigas entre sí porque son amigas de Dios; produce hombres que son uno porque se reúnen en la presencia de Dios, a quien todos tienen acceso.

La familia de Dios
Efesios 2:19-22
Pablo dice que los gentiles ya no son extraños, sino miembros en plenitud de derechos de la familia de Dios. Usa la palabra xenos para extranjero. Al extranjero se le miraba siempre con sospecha y desagrado (xenofobia: odio al extranjero). Y usa la palabra pároikos para forastero; este estaba todavía más lejos de ser aceptado. Era un residente extranjero, uno que vivía en un lugar, pero que no se había nacionalizado; pagaba un impuesto por el privilegio de existir en una tierra que no era la suya. Tanto el xenos como el pároikos siempre eran marginados.
Así es que Pablo les dice a los gentiles: por medio de Jesús ya no estamos marginados porque estamos en casa con Dios… Gracias a Jesús hay sitio en la familia de Dios para todo el mundo.
Puede que el mundo y la gente levanten barreras; las iglesias puede que celebren la comunión exclusivamente para sus miembros; pero Dios no hace eso nunca.
El segundo ejemplo que usa Pablo es el de un edificio. Ve cada iglesia como una parte de un gran edificio, y a cada cristiano como una piedra de esa iglesia. La Piedra angular de toda la Iglesia es Jesucristo; y la piedra angular es lo que le da unidad al conjunto. Pablo ve que este edificio se sigue edificando, y que cada parte se va incorporando a Cristo. Pueden combinarse toda clase de estilos; pero el edificio es una unidad, porque todo él se ha usado para dar culto a Dios y encontrarse con Jesucristo.
Eso es lo que debe ser la Iglesia. Su unidad no depende de la organización, ni del ritual, ni de la liturgia, sino de Cristo… Donde está Cristo, allí está la Iglesia. La Iglesia existe para ofrecer un hogar en el que pueda morar el Espíritu de Cristo y en el que todas las personas que aman a Cristo se puedan reunir en ese Espíritu.

Versículo para aprender:
Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno...”
Efesios 2: 14a




Lección nº 8:
EL AMOR INFINITO…
Efesios 3: 1-21
El gran secreto…
Efesios 3:1-7
Cuando Pablo estaba escribiendo esta carta se encontraba en la cárcel en Roma, esperando que le juzgara Nerón… En la cárcel, Pablo tenía algunos privilegios, porque se le permitía residir en una casa que él mismo había alquilado, y en la que podía recibir a sus amigos. Pero seguía estando preso noche y día… En estas circunstancias, Pablo se llama “prisionero de Jesucristo”. Cualquier persona corriente habría dicho que Pablo era preso del gobierno romano, y sería verdad. Pero Pablo nunca se consideró preso de Roma; siempre se veía como “prisionero de Jesucristo”, dándonos un ejemplo sublime.
En esta sección, Pablo vuelve a la idea que se encuentra en el mismo corazón de esta carta. Había venido a su vida la revelación del gran secreto de Dios. Y ese secreto era que el amor y la misericordia y la gracia de Dios no tenían por objeto exclusivamente a los judíos, sino que eran para toda la humanidad.
Cuando Pablo se encontró con Cristo en la carretera de Damasco, le vino un relámpago repentino de revelación. Era a los gentiles a los que Dios le enviaba (Hechos 26:18). Esto fue un descubrimiento totalmente nuevo. Para la mentalidad judía era increíble el que la gracia y la gloria de Dios fueran para los gentiles… Por eso es Pablo es tan importante para el plan universal de Dios; él fue el instrumento para hacer posible una nueva visión que nos trajo también a nosotros el Evangelio.
Cuando Pablo pensaba en este secreto que se le había revelado, se consideraba a sí mismo como el receptor de una nueva revelación; no consideró nunca que había sido él el que había descubierto el amor universal de Dios… Creía que Dios se lo había revelado. No habría pretendido nunca ser el primer hombre que había descubierto por su propio esfuerzo la universalidad del amor de Dios sino que Dios le había elegido para dar a conocer una verdad que era revelada por obra del mismo Dios.
Por eso Pablo se consideraba transmisor de la gracia (Gálatas 2: 7- 9; Romanos 15:15); veía su tarea como la de ser un canal de la gracia de Dios a los hombres.
Él creía que su servicio era un privilegio radiante, y se consideraba a sí mismo además, como alguien que sufría por Cristo. No esperaba que el camino del servicio fuera fácil; no esperaba que el camino de la lealtad estuviera libre de obstáculos… El sufrir por Cristo no es un castigo, sino nuestra gloria; porque es compartir los padecimientos de Cristo mismo, y una oportunidad de demostrar que nuestra lealtad es real.

Privilegio y humildad
Efesios 3: 8-13
Pablo se veía como un hombre al que se le había concedido un doble privilegio: descubrir el secreto de que era la voluntad de Dios el que toda la humanidad estuviera reunida en su amor, y darle a conocer este secreto a la Iglesia siendo el instrumento para que la gracia de Dios llegara a los gentiles. Pero esa conciencia de privilegio no le hacía a Pablo orgulloso; le hacía intensamente humilde. Él se maravillaba de que este gran privilegio se le hubiera concedido a él, que se veía menos que el menor de todo el pueblo de Dios.
Si alguna vez se nos concede el privilegio de predicar o de enseñar el mensaje del amor de Dios o de hacer algo por Jesucristo, debemos recordar siempre que la grandeza no depende de nosotros, sino de nuestra tarea y mensaje.
Pablo nos recuerda que la reunión de toda la humanidad era parte del propósito eterno de Dios. Algunas veces la historia del Cristianismo se presenta de tal manera que parece que el Evangelio se les predicó a los gentiles solamente porque los judíos no lo quisieron recibir… Pablo nos recuerda aquí que la salvación de los gentiles no es un añadido en el plan de Dios; el reunir a toda la humanidad en su amor era parte del propósito eterno de Dios.
Pablo habla de la gracia de Dios con una palabra que quiere decir de muchos colores… La idea que subyace en esta palabra es que la gracia de Dios es idónea y suficiente para cualquier situación de la vida. No hay nada de luz o de oscuridad, de brillo o de sombra para lo que no sea triunfalmente suficiente.
Entonces Pablo vuelve a uno de sus pensamientos favoritos: en Jesús tenemos libre acceso a Dios. A veces sucede que un amigo nuestro conoce a alguna persona muy importante. Nosotros mismos nunca habríamos tenido posibilidad de entrar en contacto con tal persona; pero podemos establecerlo por medio de nuestro amigo. Eso es lo que Jesús hace por nosotros en relación con Dios. En su compañía tenemos una puerta abierta a la presencia de Dios.
Pablo acaba con una oración para que sus amigos no se desanimen por el hecho dé que él esté preso. Podrían creer que la predicación del Evangelio a los gentiles se encontraría con grandes dificultades porque su campeón estaba en la cárcel; pero Pablo les recuerda que las aflicciones por las que está pasando son para el bien de ellos.


La oración de Pablo
Efesios 3: 14-17
De nuevo nos encontramos con la idea fundamental de la carta. Frente a un mundo lleno de divisiones, el designio de Dios es que todos los elementos discordantes se reúnan en Jesucristo. Pero eso no se puede lograr a menos que la Iglesia proclame el mensaje de Cristo y del amor de Dios a todo el mundo. Por esta causa es por lo que Pablo ora. Estaba pidiéndole a Dios que los que están dentro de la Iglesia sean tales que toda la Iglesia sea el Cuerpo de Cristo.
Cuando dice “me pongo de rodillas en oración a Dios” no quiere decir simplemente que se arrodilla; quiere decir que se postra. La postura normal para la oración entre los judíos era de pie, con los brazos extendidos y las palmas de las manos hacia arriba. La oración de Pablo por la Iglesia es tan intensa que él se postra delante de Dios en una agonía de súplica.
Dirige su oración a Dios, el Padre
Aquí usa la palabra paternalidad, que más que la paternidad física, describe una entrañable relación de amor, confianza y cuidado. Esta era la relación de Jesús con el Padre…
La esencia del Antiguo Testamento es que Dios era alguien al que no se podía acceder; pero la esencia de la fe cristiana es el acceso ilimitado a la presencia de Dios, sin olvidar jamás su santidad y su gloria. Dios recibe al pecador, pero no para que trafique con su amor permaneciendo en el pecado. Dios es santo, y los que buscan su amistad deben serlo también.
La paternalidad de Dios abarca a toda la humanidad, y eso quiere decir que debemos respetar y amar a todos los seres humanos como nuestros hermanos, siendo agradecidos además al Padre porque el cristiano no debe olvidar nunca que le debe a Dios, no solamente la salvación de su alma, sino también la vida y el aliento y todas las cosas.
Pablo le pide a Dios en oración que su pueblo sea fortalecido en el ser interior. El ser interior era una frase por la que los griegos entendían tres cosas: la inteligencia, la conciencia y la voluntad. En estas tres virtudes Dios debía obrar para que su pueblo, entendiendo el mensaje divino, sintiendo el amor universal de Dios y aceptando el desafío, bregaran por aquel propósito de unidad en Jesucristo que Dios tenía para toda la humanidad.
El fortalecimiento del ser interior viene cuando Cristo fija su residencia permanente en el interior de una persona. La palabra que usa Pablo para el morar de Cristo en nuestros corazones en griego es katoikein, que es la que se usa para una residencia permanente, distinta de la temporal.
El secreto de la fortaleza de los cristianos está en la presencia de Cristo en lo más íntimo de nuestra vida. Cristo está dispuesto a venir a la vida de una persona; pero no contra su voluntad. Él espera nuestra invitación para venir a traernos esa fuerza interior que solamente los cristianos pueden llegar a sentir…

El amor infinito…
Efesios 3:18-21
Pablo pide a Dios que el cristiano sea capaz de captar el significado de la anchura, la profundidad, la longitud y la altura del amor de Cristo. Es como si Pablo dijera que el amor de Dios es tan amplio como el universo mismo.
Así podemos decir que en su anchura, el amor de Cristo incluye a todas las personas de cualquier clase, edad y mundo; en su longitud, el amor de Cristo estuvo dispuesto a llegar hasta la Cruz; en su profundidad, descendió hasta la experiencia de la muerte; en su altura, nos sigue amando en el Cielo, donde Él está intercediendo constantemente por nosotros (Hebreos 7:25). Ninguna persona queda excluida del amor de Cristo; ningún lugar está fuera de su alcance.
Entonces Pablo vuelve otra vez al pensamiento dominante de esta epístola. ¿Dónde se puede experimentar ese amor? Lo experimentamos con todo el pueblo consagrado a Dios; es decir: lo encontramos en la comunión de la Iglesia que más allá de sus posibles faltas es el seno del amor de Dios.
Pablo termina este pasaje con una alabanza inspirada en el conocimiento de ese amor sublime…
Concluimos entonces que el designio de Dios es que todas las personas y las naciones lleguen a estar unidas en Cristo. Para llegar a alcanzar esta meta, Cristo necesita que la Iglesia vaya a hablarle a todo el mundo de su amor y su misericordia, vivenciando plenamente ese amor entre los cryentes…

Versículo para aprender:
Y de conocer el amor de Cristo que excede todo conocimiento,
para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”
Efesios 3: 19




Lección nº 9:
LAS VIRTUDES DEL CRISTIANO
Efesios 4: 1-3

Las virtudes del cristiano
Efesios 4:1-3
Cuando una persona ingresa en cualquier sociedad, asume la obligación de vivir una cierta clase de vida; y si incumple esa obligación, entorpece los objetivos de esa sociedad y la desacredita. A partir de este capítulo Pablo hace la descripción de la clase de vida que debe vivir una persona cuando entra en la comunión de la Iglesia Cristiana… Aquí tenemos cinco de las palabras más grandes de la fe cristiana.

La Humildad
La primera y principal es la humildad. En griego es tapeinofrosyné, que es una palabra que acuñó por primera vez la fe cristiana porque el mundo antiguo consideraba la humildad despreciable… En los días antes de Jesús la humildad se consideraba una cualidad cobarde, servil e innoble; sin embargo, el Cristianismo la colocó a la cabeza de todas las virtudes.
Entonces, ¿de dónde procede esta humildad cristiana, y qué conlleva?... La humildad cristiana “es la virtud por la que una persona llega a ser consciente de su propia indignidad, como resultado del más íntimo conocimiento de sí misma”… La verdadera humildad se produce cuando nos miramos a nosotros mismos, y vemos nuestras debilidades, nuestro egoísmo, nuestros fracasos… Por eso la humildad cristiana se produce cuando nos colocamos al lado de Cristo, y cuando consideramos lo que Dios espera de nosotros. Mientras nos comparemos con otros como nosotros, puede que no salgamos malparados de la comparación. Es cuando nos comparamos con la perfección de Dios cuando vemos nuestro fracaso. El dechado cristiano es Jesucristo, y al colocarnos bajo ese parámetro no nos queda lugar para el orgullo.
La humildad es, entonces, la conciencia de que nos encontramos en una situación de absoluta dependencia de Dios. Somos criaturas; y para la criatura no puede caber sino humildad en la presencia del Creador.

La Mansedumbre
La segunda de las grandes virtudes cristianas es la mansedumbre, y que podemos entender como amabilidad o cortesía. El nombre griego es praytés y viene de praus, que se traduce manso… El hombre manso es el que reacciona con equilibrio, el que siente indignación por las injusticias y los sufrimientos de los demás cuando debe hacerlo, sin preocuparse por sí mismo, el que siempre muestra su disconformidad en el momento oportuno, y nunca cuando no hay motivo.
Hay otro hecho que arroja mucha luz sobre el significado de esta palabra: Praus es la palabra griega que se usa para definir a un animal que ha sido domado y domesticado para obedecer y estar perfectamente controlado. Por tanto, el hombre que es praytés es el que tiene todos los instintos y las pasiones bajo perfecto control de Dios.

La Longanimidad (paciencia que persevera)
La tercera gran cualidad del cristiano es longanimidad. En griego es makrothymía, que describe el espíritu que nunca cede y que, porque soporta hasta el final, cosecha la recompensa. La paciencia cristiana es el espíritu que nunca admite la derrota, que no se da por vencido ante ninguna desgracia ni sufrimiento, por ninguna desilusión o desánimo, sino que persevera hasta el fin.
Pero makrothymía tiene todavía un sentido más característico que ese. Es la palabra griega característica para paciencia con las personas… Un pensador griego decía la describe como el espíritu que tiene poder para vengarse, pero no se venga, el espíritu que se niega a la revancha. Makrothymía es el espíritu que soporta los insultos y las injurias sin amargura ni queja.
Lo que nos permite conocer mejor el sentido de esta palabra es el hecho de que el Nuevo Testamento se la aplica repetidas veces a Dios. Pablo le pregunta al pecador impenitente si desprecia la paciencia de Dios (Romanos 2:4). En otro lugar habla de la perfecta paciencia que Jesús tuvo con él (1 Timoteo 1:16). Pedro habla de la paciencia de Dios esperando en los días de Noé (1 Pedro 3:20). Dice que la tolerancia de nuestro Señor es para nuestra salvación (2 Pedro 3: IS). El cristiano debe tener con sus semejantes la paciencia que Dios ha tenido con él innumerables veces.

El Amor Cristiano
La cuarta gran cualidad cristiana es el amor. El amor cristiano era algo tan nuevo en el mundo antiguo que los escritores cristianos tuvieron que inventar una palabra nueva para definirlo; o, por lo menos, tuvieron que usar una palabra muy rara en griego, dándole un sentido totalmente nuevo: agapé.
En griego hay cuatro palabras para amor. Está erós, que es el amor entre un hombre y una mujer que incluye la pasión sexual; está fileo, que es el afecto cálido que existe entre los que comparten unas mismas circunstancias; está storgé, que es la palabra que designa el amor de la familia; y está agapé, que se traduce por amor, aunque en ediciones más antiguas se traducía por caridad.
El sentido auténtico de agapé es una benevolencia a toda prueba. El tener agapé hacia una persona quiere decir que nada que esa persona haga o nos haga nos hará buscar para ella sino lo mejor posible. Esto quiere decir que este amor cristiano no es meramente un sentimiento emocional. Este agapé es algo, no solamente de las emociones, sino también de la voluntad… Agapé es esa cualidad de la mente y del corazón que impulsa a un cristiano a no sentir nunca ninguna malos deseos ni ningún iontención de venganza, sino a buscar siempre el mayor bien posible para todos, sean como sean.

La Paz y la Unidad
Estas cuatro grandes virtudes de la vida cristiana desembocan en una quinta: la paz. El consejo y la exhortación urgente de Pablo son que los que lean su carta tengan un interés especialísimo en mantener “la sagrada unidad” que debe caracterizar a la verdadera Iglesia.
La paz se puede definir como la debida relación entre las personas. Esta unidad, esta paz, esta debida relación, se puede conservar solamente de una manera: cada una de las cuatro grandes virtudes cristianas depende de la negación del yo.
Mientras el yo sea el centro de todas las cosas, esta unidad no podrá existir nunca plenamente… Pero cuando el yo muere y Cristo ocupa ese lugar en nuestros corazones, entonces se produce la paz, la unidad, que es la característica suprema de la verdadera Iglesia.

Las bases de la Unidad
Efesios 4:4-6
Pablo pasa a establecer las bases sobre las que se funda la unidad cristiana.
Hay un solo Cuerpo. Cristo es la Cabeza, y la Iglesia es el Cuerpo. Si no hay una unidad coordinada en el cuerpo, los designios de la cabeza se frustran… La unidad está basada en un común amor a Cristo y de los miembros entre sí.
Hay un solo Espíritu. La palabra pneuma en griego quiere decir tanto espíritu como aliento. A menos que haya aliento en el cuerpo, el cuerpo estará muerto... Y el aliento vitalizador del Cuerpo de la Iglesia es el Espíritu de Cristo. No puede haber Iglesia sin el Espíritu…
Hay una sola esperanza… Todos estamos en marcha hacia la misma meta. Este es el gran secreto de la unidad de los cristianos; todos, más allá de algunas diferencias, nos esforzamos para alcanzar la meta de un mundo redimido en, por y para Cristo.
Hay un solo Señor. La primera forma de credo que surgió en la Iglesia Primitiva fue una breve frase: “Jesucristo es el Señor” (Filipenses 2:11). Pablo veía que era el sueño de Dios el que llegara un día cuando toda la humanidad hiciera esta confesión. La palabra que usa para Señor es Kyrios, que era la manera normal de referirse al emperador romano. Los cristianos están unidos porque son propiedad y están al servicio de un solo Dueño y Rey.
Hay una sola fe. Fe quiere decir la entrega incondicional del cristiano a Jesucristo. Pablo quiere decir que todos los cristianos están unidos porque han decidido rendirse totalmente al amor de Jesucristo.
Hay un solo bautismo. En la Iglesia Primitiva el bautismo era la pública confesión de fe... No había nada más que una forma de ingresar en la Iglesia Cristiana: mediante la pública confesión de fe en Jesucristo.
Hay un solo Dios. Veamos lo que dice Pablo acerca del Dios en quien creemos.
a) Dios es el Padre de todos; lo más grande que podemos decir del Dios de los cristianos no es que es Rey, ni que es Juez, sino que es Padre. La idea cristiana de Dios empieza por el amor.
b) Dios está por encima de todas las cosas. En esa frase se encierra el control de Dios. Puede que haya diluvios; pero “El Señor preside en el diluvio” (Salmo 29:10).
c) Dios está detrás de todo; en esa frase se encierra la idea de la providencia de Dios. Dios está detrás de todo este mundo guiándolo, sosteniéndolo y amándolo.
d) Dios está en todas las cosas; en esa frase se encierra la presencia de Dios en todas las criaturas.
El Evangelio nos dice que vivimos en un mundo que ha sido creado por Dios y que está controlado por Dios, sostenido por Dios y lleno de Dios.

Versículo para aprender:
Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos y en todos””
Efesios 4: 6




Lección nº 10:
DONES Y RESPONSABILIDADES
Efesios 4: 7-13
Los dones de Cristo
Efesios 4:7-10
Pablo ahora va a hablar de sus funciones en la Iglesia. Empieza por establecer lo que era para él una verdad esencial: que todo lo bueno que pueda tener una persona es don de la gracia de Cristo.
Para probar su idea de Cristo como el dador de dones, Pablo cita, con una variante muy significativa, el Salmo 68:18. Este salmo describe la vuelta de un rey conquistador. Asciende a las alturas: es decir, escala la carretera empinada del Monte de Sión por las calles de la Santa Ciudad. Le sigue una columna impresionante de prisioneros de guerra; es decir: desfila por las calles con sus prisioneros encadenados, que son la prueba de su poder conquistador. Y aquí viene la diferencia: El salmo habla a continuación de los dones que recibe el conquistador. Pablo lo cambia por “dio dones a los hombres”.
En el Antiguo Testamento, el rey conquistador exigía y recibía dones de la población; en el Nuevo Testamento, el Conquistador, Cristo, ofrece y da dones a los hombres.
Entonces, como tantas veces, la mente de Pablo se le desvía por una palabra. Ha usado la palabra ascendió, y eso le hace pensar en Jesús. Y le hace decir una cosa muy maravillosa: Jesús descendió a este mundo cuando tomó nuestra naturaleza. Jesús ascendió de este mundo cuando salió de él para volver a su gloria. El gran pensamiento de Pablo es que el Cristo que ascendió y el Cristo que descendió son una misma Persona. El Cristo de la gloria es el mismo que el Jesús que anduvo por la tierra: sigue amando a las personas; sigue buscando al pecador; sigue sanando a los dolientes; sigue consolando a los afligidos; sigue siendo el amigo de los marginados. El Cristo ascendido sigue siendo el amante de las almas.
Hay otro pensamiento que impacta a Pablo. Jesús ascendió a las alturas, pero no para dejar el mundo abandonado; ascendió a las alturas para llenar el mundo con su presencia. Cuando Jesús estaba aquí personalmente, no podía estar nada más que en un sitio a la vez; se encontraba con todas las limitaciones del cuerpo; pero cuando dejó este cuerpo y volvió a la gloria, se vio libre de las limitaciones del cuerpo, y pudo estar en todas partes, en todo el mundo, mediante su Espíritu.
Para Pablo, la ascensión de Jesús no quiere decir que abandonó el mundo, sino que lo llenó.

Los responsables de la Iglesia
Efesios 4:11-13
Este pasaje tiene un interés especial porque nos da una descripción de la organización y de la administración de la Iglesia Primitiva en la que había tres clases de responsables, cuya autoridad se extendía por toda la Iglesia.
Los apóstoles: eran los que tenían autoridad en toda la Iglesia; incluían a más de los doce. Bernabé era un apóstol (Hechos 14:4,14); Santiago, el hermano de nuestro Señor, era un apóstol (Gálatas 1:19); Silvano era un apóstol (1 Tesalonicenses 2:6); Andrónico y Junias eran apóstoles (Romanos 16:7).
Para ser apóstol se tenían que tener dos grandes cualificaciones: haber conocido a Jesús personalmente y tenía que ser un testigo de la Resurrección del Señor (Hechos 1: 21 s).
Estaban los profetas que tenían la misión de pronosticar el futuro, sino de proclamar la voluntad de Dios. Al proclamar la voluntad de Dios, hasta cierto punto, tenían que anunciar cosas futuras; porque anunciaban las consecuencias que traería el obedecer o desobedecer esa voluntad.
Los profetas: se movían por toda la Iglesia… Su mensaje no era el resultado de su pensamiento o estudio, sino que les era revelado directamente por el Espíritu Santo. No tenían hogar ni familia ni medios de subsistencia. Iban de iglesia en iglesia proclamando la voluntad de Dios tal como Dios se la había revelado.
Los profetas, como un ministerio reconocido, desaparecieron de la Iglesia al avanzar las organizaciones locales; pero también debido a que en tiempos de persecución eran los primeros en caer… Además el ministerio de profeta estaba expuesto a los abusos. Estos viajeros proféticos gozaban de un prestigio considerable y algunos de ellos abusaban de su autoridad, y la convertían en una excusa para vivir cómodamente a expensas de las congregaciones que visitaban (El libro más antiguo de administración eclesiástica que se conoce es la Didajé, La Enseñanza de los Doce Apóstoles, que surgió allá por el año 100 d.C. En él se ven claramente tanto el prestigio como las sospechas que despertaban los profetas…)
Los evangelistas: eran también ambulantes. Corresponden a los que nosotros llamaríamos misioneros. Pablo le dice a Timoteo: “Haz la obra de evangelista” (2 Timoteo 4: S). Eran los que daban a conocer la Buena Noticia. No tenían el prestigio ni la autoridad de los apóstoles, que habían visto al Señor; ni ejercían la influencia de los profetas inspirados por el Espíritu; eran los obreros habituales de la Iglesia que llevaban la Buena Nueva a los que todavía no la conocían.
Los pastores y maestros: Parece que estas dos palabras describen a una sola clase de personas. En cierto sentido tenían la tarea más importante de toda la Iglesia: no eran ambulantes sino fijos en una congregación y tenían una triple función:
a) Eran maestros. En la Iglesia Primitiva había pocos libros y todos los libros tenían que escribirse a mano (un libro del tamaño del Nuevo Testamento costaría por lo menos el sueldo de todo un año de un obrero). Eso quería decir que la historia de Jesús se tenía que transmitir principalmente de forma oral y estos maestros tenían la tremenda responsabilidad de ser los depositarios de la historia del Evangelio. Era su función el conocer y el transmitir la historia de la vida de Jesús sin alteraciones…
b) Estos maestros tenían que desplegar la fe cristiana ante los conversos que venían de los gentiles; tenían que explicar sus grandes doctrinas. Es a ellos a los que debemos el que la fe cristiana se mantuviera pura y no fuera distorsionada en su transmisión.
c) Estos maestros eran también pastores. Pastor es la palabra latina que designaba al que cuidaba de un rebaño. Por algún tiempo la Iglesia Cristiana no era más que una isla en un mar de paganismo. Las personas que venían a ella acababan de salir del paganismo, y estaban en constante peligro de volver a él; y el deber del pastor era guiar su rebaño y mantenerlo a salvo.
Por cierto que el Nuevo testamento designa de esta manera a Jesús y reconoce el oficio pastoral dándole primacía entre las funciones de los creyentes (Juan 10:11,14; Hebreos 1 3:20; 1 Pedro 2:25; 1 Pedro 5:4; Juan 21:16; Hechos 20:28; 1 Pedro 5:2).

Después de nombrar a los diferentes responsables de la Iglesia, Pablo pasa a hablar de sus objetivos y de lo que deben tratar de hacer.
Su objetivo es que los miembros de la iglesia estén debidamente equipados. La palabra que usa Pablo para equipados es interesante. Es katartismós, que viene del verbo katartizein. Es una palabra que se usaba en cirugía con el sentido de colocar un miembro roto, o poner en la debida posición una articulación. En el Nuevo Testamento se usa para remendar las redes (Marcos 1:19), y para disciplinar a un ofensor para que vuelva a ocupar su puesto en la comunión de la iglesia (Gálatas 6:1). La idea básica de la palabra es la de poner algo en las condiciones debidas. Es la función de los responsables de la Iglesia es asegurarse de que los miembros sean instruidos, guiados, cuidados, buscados cuando se desvían, para que lleguen a ser como Dios quiere.
Su cometido es que el servicio siga adelante. La palabra que se usa aquí para servicio es diakonía; y la idea principal que subyace en esta palabra es la del servicio práctico, refiriendo al servicio de las necesidades de los creyentes…
La obra del responsable es siempre la construcción, y no la destrucción. Su objetivo no es causar problemas, sino resolverlos; fortalecer siempre, y nunca debilitar a la Iglesia.
Debe luchar para que los miembros de la iglesia lleguen a la unidad perfecta; no debe permitir nunca que se haga nada que produzca diferencias en ella. Mediante la enseñanza y el ejemplo debe tratar de hacer que los miembros de la iglesia mantengan una unidad cada vez más íntima.

Así que Pablo acaba con un objetivo sin igual: El objetivo de la iglesia es el que sus miembros alcancen la estatura que se mide mediante la plenitud de Cristo. La finalidad de la iglesia no es nada menos que producir hombres y mujeres que son el reflejo perfecto de Jesucristo mismo.

Versículo para aprender:
Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel
que es la cabeza, esto es, Cristo”
Efesios 4: 15




Lección nº 11:
CRECIENDO EN CRISTO
Efesios 4: 14-32
Creciendo en Cristo
Efesios 4: 14-16
En todas las iglesias hay algunos miembros a los que hay que proteger. Hay algunos que son como niños, dominados por el deseo de novedades y a merced de la última moda en religión. Es la lección de la historia que las modas populares en materia de religión vienen y van, pero la Iglesia siempre permanece. En todas las iglesias hay también algunas personas de las que hay que guardarse. Pablo habla de la astucia de algunos que tratan de apartar a otros de la fe con argumentos ingeniosos. Sólo hay una manera de evitar que nos hagan perder el equilibrio con la última moda religiosa y que nos seduzcan con los argumentos peregrinos de los listos, y es creciendo constantemente en Cristo.
Pablo usa todavía otra alegoría. Dice que un cuerpo es sano y activo solamente cuando todos sus miembros están debidamente coordinados y así sucede con la Iglesia, cuando Cristo es realmente la Cabeza, y cuando todos los miembros están bajo su control.

Lo que hay que dejar
Efesios 4: 17-24
Pablo exhorta a conversos venidos de entre los gentiles a que se despojen de su vieja manera de vivir y asuman la de Cristo.
Los paganos no se interesaban más que en cosas vacías, que no tenían ninguna importancia; tenían la mente ofuscada por la ignorancia. Entonces aparece la palabra sobresaliente: tienen el corazón petrificado… La palabra que usa Pablo para la petrificación del corazón es pórosis, que viene de póros, que quería decir originalmente una piedra que era más dura que el mármol. Llegó a usarse como término médico (como en español “osteoporosis”)… Por último, la palabra vino a significar la pérdida de toda sensación. Describía algo que se había endurecido o petrificado hasta el punto de perder totalmente la sensibilidad. Eso es lo que dice Pablo acerca de la vida pagana.
Una de las cosas horribles del pecado es su efecto petrificador… En un principio el hombre mira el pecado con horror; cuando peca, se le llena el corazón de remordimientos; pero, si continúa pecando, llega a un punto en que pierde toda sensibilidad y puede hacer las cosas más vergonzosas sin ningún sentimiento de vergüenza; se le ha cauterizado la conciencia (1 Timoteo 4:2).
Pablo usa otras dos expresiones terribles para describir la manera pagana de vivir. Dice que se han entregado a toda clase de conductas impuras en la concupiscencia insaciable de sus deseos; y que lo han hecho en su presunción desvergonzada.
La palabra para presunción desvergonzada es asélgueia que quiere decir impudicia, disposición para toda clase de placer... Es aquel que no se preocupa de lo mucho que pueda escandalizar la opinión pública con tal de satisfacer sus deseos. El pecado puede tener en un puño a una persona hasta tal punto que le haga perder la vergüenza y la decencia…
La persona sin Cristo hace todo esto movida por la concupiscencia insaciable de sus deseos. La palabra es pleonexía, que los griegos definían como “una codicia arrogante”, o como “un ansia maldita de poseer”… Se la ha definido también como el espíritu en el que una persona siempre está dispuesta a sacrificar a sus semejantes por sus propios deseos; pleonexía es el deseo irresistible de tener lo que no tenemos derecho a tener. Puede que conduzca al robo de cosas materiales; o puede conducir al espíritu que pisotea a otras personas para salirse con la suya; puede también aplicarse a cierta clase de pecado sexual.
Estos son exactamente los pecados del mundo sin Cristo hoy en día igual que entonces, que se pueden ver invadir la vida en cualquier punto y recorriendo las calles de cualquier gran ciudad. Pablo exhorta a los creyentes a que rompan definitivamente con esa clase de vida.
Usa una manera gráfica de hablar: “Despojaos de la vieja manera de vivir como el que se quita una ropa vieja y sucia; asumid la nueva manera de vivir; despojaos de vuestros pecados y asumid la integridad y la santidad que Dios os puede dar”.

Lo que hay que desterrar
Efesios 4:25-32
Pablo habla ahora de las cosas que hay que desterrar de la vida cristiana.
Ya no debe tener cabida en ella la falsedad. Hay más de una clase de mentira en este mundo. Se pueden hablar mentiras pero también se puede mentir guardando silencio, y puede que sea la forma más corriente. Puede ser que una persona se calle una advertencia, o una reprensión, cuando sabe muy bien que debería darlas... Cuidado con aquello de que “el que calla otorga”.
Pablo da la razón para decir la verdad: Es porque somos todos miembros del mismo Cuerpo. Podemos vivir tranquilos solamente porque los sentidos y los nervios pasan mensajes veraces al cerebro. Si se acostumbraran a enviar mensajes falsos la vida se acabaría muy pronto. Así también los cristianos estamos todos incluidos en un cuerpo; y ese cuerpo podrá funcionar como es debido solamente si decimos la verdad.
Pablo habla también del enojo… Es normal que se tengan enfados en la vida cristiana, pero no se debe pasar a la ira porque la ira es pecado, cuando impide el amor… Hubo momentos cuando Jesús se enfadó terrible y majestuosamente (Marcos 3:5; Juan 2:13-17), pero el bien supremo estaba en juego y no dejó que el amor se apagara.
La ira egoísta y desatada es cosa peligrosa que debe desterrarse de la vida cristiana. Pero la indignación generosa que se mantiene en la disciplina del servicio de Cristo y de nuestros semejantes es una de las grandes fuerzas bienhechoras.
Pablo sigue diciendo que el cristiano no debe dejar que se ponga el sol sobre su indignación. El consejo de Pablo es sano, porque cuanto más aplazarnos el zanjar nuestras diferencias, menos probable es que lleguemos a remediarlas. Si hay un disgusto entre nosotros y otra persona, si hay problemas en una iglesia o en una sociedad en la que se reúne la gente, la mejor manera de resolverlos es en seguida. Cuanto más se deje crecer, más amarga se hará.
Al lado de esta frase, Pablo coloca otro mandamiento: “No le deis su oportunidad al diablo”... Una pelea que no se haya resuelto es una oportunidad magnífica para que el diablo siembre división. Muchas veces una iglesia se ha desgarrado en grupitos porque dos personas se pelearon, y dejaron que se pusiera el sol sobre su ira. La palabra para diablo en griego es diábolos, que quiere decir también calumniador y no hay persona en este mundo que pueda causar más males que un calumniador que lleva y trae sus calumnias…
Pablo sigue diciendo que el que era ladrón debe convertirse en un trabajador honrado. Este era un consejo muy necesario, porque en el mundo antiguo el latrocinio estaba a la orden del día. Era especialmente corriente en dos sitios: en los puertos y, sobre todo, en los baños públicos. Los baños públicos eran los clubes de entonces, y el robar las pertenencias de los que se estaban bañando era uno de los crímenes más corrientes en cualquier ciudad griega.
Pero notemos que Pablo dice: “Conviértete en un honrado trabajador para que puedas tener algo que darles a los que son más pobres que tú…” Aquí tenemos una idea nueva y un nuevo ideal: el de trabajar para poder ayudar a otros.
En la sociedad moderna nadie tiene demasiado para dar; pero haremos bien en recordar que el ideal cristiano es el trabajar, no para amasar riquezas, sino para compartir con los menos afortunados.
Pablo luego prohíbe las conversaciones sucias; y a continuación pasa a recomendar lo positivo… El cristiano debe caracterizarse por palabras que ayuden a sus semejantes (Job 4:4).
Pablo finalmente nos exhorta a que no pongamos triste al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Guía de nuestra vida. Actuar de una manera contraria a la dirección del Espíritu Santo es entristecerle y herir el corazón de Dios, nuestro Padre, que, por medio de su Espíritu, nos envía su Palabra.

Pablo termina este capítulo con una lista de cosas que deben desaparecer de la vida.
(a) Está la amargura (pikría): Los griegos definían esta cualidad como un resentimiento imborrable, como el espíritu que se niega a aceptar la reconciliación… Los cristianos debemos pedirle a Dios que nos enseñe a perdonar.
(b) Está el enojo descontrolado (thymós) y la ira inveterada (orgué). Los griegos definían thymós como la clase de ira que arde y desaparece en seguida. Por otra parte, describían orgué como la ira que se ha convertido en un hábito. Para el cristiano están igualmente prohibidas la eclosión de mal genio y la ira inveterada.
(c) Están el hablar a los gritos y el lenguaje insultante. Se ahorrarían muchos disgustos en el mundo si aprendiéramos sencillamente a mantener el nivel de nuestra voz, y si, cuando no tenemos nada bueno que decirle a una persona, no le dijéramos nada. El argumento que hay que mantener a los gritos no es tal argumento, y la discusión que se tiene que llevar a cabo con insultos no merece seguirse.
Así que Pablo llega a la cima de sus consejos. Nos dice que seamos amables (jréstós). Los griegos definían esta cualidad como la disposición de la mente que tiene tanto en cuenta los asuntos del prójimo como los propios.
Pablo concluye diciendo que perdonemos a los demás como Dios nos ha perdonado a nosotros. Así, en una frase, Pablo establece la ley de las relaciones personales: Debemos tratar a los demás como Jesucristo nos ha tratado a nosotros.

Versículo para aprender:
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención”
Efesios 4: 30




Lección nº 12:
HIJOS DE LUZ
Efesios 5: 1-21
Imitando al Señor
Efesios 5: 1-8
Pablo les pone a sus amigos cristianos el listón más alto del mundo: les dice que deben seguir el ejemplo de Dios… Por encima de todo, el cristiano debe imitar el amor y el perdón de Dios. Pablo usa una frase típica del Antiguo Testamento: “aroma de perfume”, que se remonta a una idea muy antigua, tanto como el sacrificio mismo. Cuando se ofrecía un sacrificio en el altar, el olor de la carne quemada subía al cielo, y el dios al que se le ofrecía el sacrificio se suponía que se deleitaba con ese olor. Un sacrificio que tuviera el aroma de un perfume era especialmente agradable y aceptable al dios al que se le ofrecía.
Pablo toma la frase que el tiempo había consagrado, casi cincuenta veces aparece en el Antiguo Testamento, y se la aplica al Sacrificio que Jesús le presentó a Dios en la Cruz.
¿Cuál fue ese Sacrificio?
Fue una vida de perfecta obediencia a Dios y de perfecto amor a los hombres; una obediencia tan absoluta y un amor tan infinito que aceptó la Cruz. Lo que dice Pablo es “seguid el ejemplo de Dios, imitando a Jesús”.
Pablo luego pasa a otro tema. Se ha dicho que la castidad fue la única virtud nueva que introdujo el Cristianismo en el mundo. Desde luego, es verdad que el mundo antiguo miraba la inmoralidad con tal ligereza que no la consideraba pecado. Se daba por sentado que un hombre tuviera una querida. En lugares como Corinto, los grandes templos contaban con un personal de centenares de sacerdotisas que eran en realidad prostitutas sagradas, y cuyas ganancias contribuían al mantenimiento del templo.
Bien claro deja el punto de vista griego en este asunto el hecho de que no les pareciera mal mantener un templo a sus dioses con las ganancias de la prostitución.
Cuando Pablo hacía hincapié en la pureza moral, estaba colocando el listón a una altura que los paganos normales no habían soñado jamás. Por eso es por lo que los exhorta tan en serio, y establece la ley de la pureza con tal severidad.
Debemos tener presente la clase de sociedad de la que procedían estos conversos cristianos, y la clase de sociedad que los circundaba. No hay nada en toda la Historia semejante al milagro moral que obró el Cristianismo.
Debemos fijarnos las advertencias que hace Pablo:
Dice que de estos pecados vergonzosos no se debe ni hablar. Pablo advierte que algunas cosas son peligrosas hasta en la conversación… Es un hecho sombrío de la naturaleza humana el que muchos libros y comedias y películas se hayan hecho famosos simplemente porque trataban de cosas prohibidas y sucias.
Dice que los creyentes no se debían dejar engañar con palabras vacías… Había voces en el mundo antiguo, y hasta en la Iglesia Cristiana, que le enseñaban a la gente a pensar con ligereza en los pecados del cuerpo.
En el mundo antiguo hubo una línea de pensamiento llamada el gnosticismo, que partía de la base de que solo el espíritu es bueno, y la materia es siempre mala; por tanto, por lo menos algunos de los gnósticos pasaron a defender que no importaba lo que uno hiciera con su cuerpo; los pecados corporales y sexuales no tenían ninguna importancia, porque eran cosas del cuerpo y no del espíritu.
El Cristianismo se enfrentó con esa enseñanza afirmando que tanto el cuerpo como el alma son importantes. Dios es el Creador de ambos, Jesucristo santificó para siempre la carne humana al asumirla, el cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y él Cristianismo trata de la salvación de la persona completa, cuerpo, espíritu y alma.
Ese ataque le llegó a la Iglesia desde fuera; pero otro ataque aún más peligroso vino de dentro. Hubo algunos en la Iglesia que pervirtieron la doctrina de la gracia.
Algunos decían que para que la Gracia de Dios abundara era bueno entonces el pecado; porque cuanto más pecado más Gracia (ver Romanos 6)… El Cristianismo se enfrentó con ese argumento insistiendo en que la gracia era, no solamente un privilegio y un don; era también una responsabilidad y una obligación. Era verdad que el amor de Dios podía perdonar y perdonaría; pero el mismo hecho de que Dios nos ame nos impone la obligación de hacer todo lo posible por merecer su amor, evitando el pecado.
Pablo exhorta a sus seguidores a que no se dejen engañar con palabras vacías que despojan al pecado de su horror.

Hijos de la Luz
Efesios 5: 9-14
Pablo veía la vida pagana como algo tenebroso; y la vida cristiana, como una vida radiante. Tan claro lo quería poner, que no decía que los paganos son hijos de la oscuridad, y los cristianos hijos de la luz; dice que los paganos son oscuridad, y los cristianos son luz.
La luz produce benevolencia, integridad y verdad. La benevolencia (agathósyné) es una cierta generosidad de espíritu. Los griegos definían la integridad (dikaiosyné) como “dar a las personas y a Dios lo que les es debido”. La verdad (alétheia) no es en el pensamiento del Nuevo Testamento meramente algo intelectual que se capta con la mente; es más bien una verdad moral; no solamente algo que se conoce, sino algo que se hace.
La luz nos permite distinguir entre lo que es del agrado de Dios y lo que no. Es a la luz de Cristo como se han de poner a prueba todos los motivos y todas las acciones. Es el deber del cristiano el exponer todas las acciones, las decisiones y los motivos a la luz de Cristo.
La luz expone lo que es malo... La mejor manera de desembarazar al mundo de cualquier especie de mal es sacándolo a la luz. La manera más eficaz de limpiar los rincones de nuestros corazones y de cualquier sociedad en la que estemos involucrados es exponerlos a la luz de Cristo.
Por último, Pablo dice: “Todo lo que se ilumina se convierte en luz”... Lo que parece que quiere decir es que la luz tiene en sí una cualidad purificadora. No debemos pensar que la luz de Cristo no trae más que la condenación; también tiene una virtud sanadora.
Pablo acaba con una cita poética, pero no se sabe de dónde procede. Como está en verso, es casi seguro que se trata de un himno cristiano antiguo; uno de los primeros himnos de la Iglesia Cristiana.

La comunión cristiana
Efesios 5: 15-21
La exhortación general de Pablo termina con una llamada a vivir como sabios. Los tiempos en los que vivían eran malos; debían rescatar todo el tiempo que pudieran del mal uso que le daba el mundo.
Pablo pasa a presentar un contraste entre una reunión pagana y otra cristiana. Una reunión pagana solía degenerar en orgía. Los paganos encontraban lo que buscaban emborrachándose de vino y entregándose a placeres mundanos; pero el cristiano debe encontrar la felicidad en estar lleno del Espíritu Santo.
De este pasaje podemos deducir ciertos hechos acerca de las reuniones cristianas originales:
La Iglesia Primitiva era una iglesia que cantaba. Se caracterizaba por los salmos e himnos y canciones espirituales; estaba tan feliz que no podía por menos de cantar… Y era una Iglesia que daba gracias a Dios. Le resultaba natural el darle gracias a Dios por todas las cosas, en todos los lugares y en todas las circunstancias.
La Iglesia Original era una Iglesia que daba gracias porque sus miembros estaban alucinados con la maravilla de que el amor de Dios los hubiera buscado y salvado; y porque sus miembros estaban seguros de que estaban en las manos de Dios.
Era una iglesia en la que los miembros se honraban y se respetaban mutuamente. Pablo dice que la razón de este mutuo honor y respeto era que honraban a Cristo. Se veían los unos a los otros, no a la luz de sus profesiones o niveles sociales, sino a la luz de Cristo; y por tanto veían la dignidad de cada persona.

Versículo para aprender:
Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a si mismo por nosotros...”
Efesios 5: 2




Lección nº 13:
EL VÍNCULO PRECIOSO
Efesios 5: 22-33

Leyendo este pasaje en el siglo XX uno no se puede dar cuenta plenamente de lo maravilloso que es. A lo largo de los años, el sentido cristiano del matrimonio se ha llegado a aceptar ampliamente. La mayoría todavía lo reconocen como un ideal aun en estos días permisivos. Incluso cuando en la práctica se está muy lejos de alcanzar ese ideal; siempre ha estado presente en las mentes y en los corazones de las personas que viven en un ambiente cristiano. El matrimonio se considera la unión perfecta de cuerpo, mente y espíritu entre un hombre y una mujer.
Pero las cosas eran muy diferentes cuando Pablo escribía. En este pasaje Pablo estaba proponiendo un ideal que brillaba con una pureza radiante en un mundo inmoral.
Los judíos tenían una opinión baja de las mujeres… Para la ley judía una mujer no era una persona, sino una cosa. No tenía ningunos derechos legales; era posesión absoluta de su marido, que podía hacer con ella lo que quisiera.

Los judíos: tenían en teoría el ideal más alto del matrimonio; pero en los días de Pablo el divorcio se había generalizado trágicamente y Deuteronomio 24:1 se interpretaba muchas veces con absoluta liberalidad…
Dos hechos ponían las cosas peor en la ley judía. El primero, que la mujer no tenía posibilidad legal de divorciarse, excepto si su marido contraía la lepra, o era apóstata, o se dedicaba a un negocio repugnante, como el de curtidor, que conllevaba el recoger y usar excremento de perro. Hablando en general, el marido, bajo la ley judía, podía divorciarse de su mujer por cualquier razón, pero la esposa no podía divorciarse de su marido por ninguna razón… El procedimiento del divorcio era desastrosamente fácil. La ley de Moisés decía que el hombre que quisiera divorciarse de su mujer no tenía que hacer más que entregarle una notificación escrita que dijera: “Que esto sea la nota de divorcio y la carta de despedida y el documento de liberación para que puedas casarte con quien quieras”. Todo lo que el marido tenía que hacer era entregarle en mano a su mujer en presencia de dos testigos esa nota de divorcio, y el divorcio quedaba consumado. La otra única condición era que tenía que devolver la dote de su mujer.
En el tiempo de Jesucristo, el vínculo matrimonial estaba en peligro hasta entre los judíos hasta tal punto que la misma institución del matrimonio estaba amenazada, porque las jóvenes judías se negaban a casarse, ya que su posición como esposas era tan incierta.

Los griegos: La situación era todavía mucho peor en el mundo griego La prostitución era una parte esencial de la vida griega. Demóstenes había establecido lo que era una norma de vida aceptada por todos: “Tenemos cortesanas para el placer, concubinas para la cohabitación diaria, y esposas para tener hijos legítimos y una guardiana en los asuntos de nuestro hogar”... La mujer llevaba una vida totalmente reclusa en las clases respetables. No tomaba parte en la vida pública; no salía nunca sola a la calle; no aparecía en banquetes o en ocasiones sociales; tenía sus habitaciones privadas a las que no tenía acceso nada más que su marido.
Los griegos esperaban que la esposa gobernara el hogar y se cuidara de los hijos legítimos, pero ellos se buscaban el placer y la compañía en otro sitio.
Lo que ponía las cosas todavía peor era que no había en Grecia un procedimiento legal de divorcio. Como decía alguien, el divorcio era cuestión de capricho. La única seguridad que tenía la esposa era que había que devolver la dote. La vida de hogar y de familia estaba a punto de extinguirse, y la fidelidad ya no existía.

Los romanos: Las cosas estaban todavía peor en Roma; la degeneración era trágica. Durante los primeros quinientos años de la república romana no se había dado ni un solo caso de divorcio… Pero en los días de Pablo la vida romana de familia estaba deshecha. Séneca escribe que las mujeres se casaban para divorciarse y se divorciaban para casarse. El vínculo matrimonial estaba en vías de desaparecer.

Ese era el trasfondo cuando Pablo escribía. En este precioso pasaje no estaba exponiendo ideas que todo el mundo aceptara. Estaba llamando a las personas a una nueva pureza y a una relación nueva en su vida matrimonial. No se puede exagerar el efecto purificador del Cristianismo en el hogar en el mundo antiguo, ni los beneficios que trajo a las mujeres.

El ideal de Pablo: En este pasaje encontramos la idea final de Pablo acerca del matrimonio.
Algunas veces se descoloca totalmente el énfasis de este pasaje, y se ve como si su esencia fuera la subordinación de la mujer al marido… Pero la base del pasaje no es el dominio, sino el amor. Pablo dice ciertas cosas acerca del amor que debe tenerle un marido a su mujer.
a) Debe ser un amor sacrificial. Debe amarla como Cristo amó a la Iglesia y se dio a sí mismo por ella. No debe ser nunca un amor egoísta. Cristo amó a la Iglesia, no para que la Iglesia hiciera cosas por Él, sino para hacer Él cosas por ella.
b) Debe ser un amor purificador. Cristo limpió y consagró a la Iglesia con su sacrificio (este es el símbolo del bautismo cristiano)… Cristo buscó hacer una Iglesia para sí, limpia y consagrada, de tal manera que no le quedara ninguna mancha que la ensuciara ni arruga que la afeara. El verdadero amor es el gran purificador de la vida.
c) Debe ser un amor que cuida. Un hombre debe amar a su mujer como ama su propio cuerpo. El verdadero amor no ama para obtener servicios, ni para asegurarse la satisfacción de sus necesidades físicas; se preocupa de la persona amada…
d) Es un amor inquebrantable. Por este amor un hombre deja padre y madre y se une a su mujer. Ambos llegan a ser una sola carne. Él está unido a ella como los miembros del cuerpo están unidos entre sí; y el separarse de ella sería para él como el desgarrar los miembros de su cuerpo.
e) Toda la relación se realiza en el Señor. En el hogar cristiano Jesús es el Huésped siempre presente, aunque invisible. En un matrimonio cristiano no están implicadas dos personas, sino tres; y la tercera es Cristo.

Más allá de la visión de Pablo sobre el matrimonio cristiano, debe quedar claramente visible la figura que en su devenir poético, elabora respecto a la relación de Cristo con la Iglesia… La Iglesia es la Esposa del Señor; y esta es una visión maravillosamente expresada, teniendo en cuenta que tal vez el mismo Pablo pudo atravesar, y es lo que opinan muchos estudiosos, sus propios problemas matrimoniales que, en alguna de sus cartas, lo hacen ser algo negativo al respecto… Pero Pablo se sacude sus propias experiencias para ver la perfección del amor de Cristo por la Iglesia y nos deja, por cierto, una pasaje hermoso y esclarecedor…

Versículo para aprender:
...Así como Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”
Efesios 5: 25b




Lección nº 14:
PADRES E HIJOS; AMOS Y ESCLAVOS
Efesios 6: 1-9

Padres e hijos
Efesios 6: 1-4
Si la fe cristiana hizo mucho por las mujeres, como ya hemos visto, aún hizo más por los niños. La civilización romana contemporánea de Pablo incluía algunos aspectos que les hacían la vida muy peligrosa a los niños.
Existía la patria potestad romana, el poder del padre. Bajo la patria potestad un padre romano tenía un poder absoluto sobre su familia. Podía venderlos como esclavos, hacerlos trabajar en sus tierras hasta con cadenas, podía castigarlos como quisiera, e incluso condenarlos a muerte. Además, el poder del padre romano se extendía durante toda la vida mientras el padre viviera. Un hijo romano no alcanzaba nunca la mayoría de edad... Es verdad que el poder del padre rara vez se ejercía hasta estos límites, porque la opinión pública no lo habría permitido; pero sigue siendo verdad que en tiempos de Pablo un hijo era propiedad absoluta de su padre y estaba sometido totalmente a su poder.
Existía también la costumbre de abandonar a los bebés. Cuando nacía un niño, se le colocaba a los pies de su padre y, si el padre se inclinaba y le recogía, eso quería decir que le reconocía y quería quedárselo. Si se daba la vuelta y se marchaba, quería decir que se negaba a reconocerle, y el niño se podía abandonar, literalmente. Un bebé romano siempre corría peligro de ser repudiado y abandonado.
En los tiempos de Pablo ese riesgo era aún más pronunciado. Ya hemos visto cómo se había deteriorado el vínculo matrimonial, y que los hombres y las mujeres cambiaban de cónyuge con una rapidez alucinante. En tales circunstancias, un hijo era una desgracia. Tan pocos niños nacían que el gobierno romano llegó a promulgar una ley que decía que la herencia que pudiera recibir una pareja sin hijos era limitada. Los hijos no deseados se dejaban por lo corriente en el foro romano. Se los podía quedar el que los quisiera recoger y criar para venderlos después como esclavos o dedicarlos a la prostitución.
La civilización antigua era despiadada con los niños enfermos o deformes... Un niño que presentara síntomas de debilidad y malformación tenía pocas posibilidades de sobrevivir.
Pablo les impone a los hijos que obedezcan y respeten a sus padres. Dice que este es el primer mandamiento. Probablemente quiere decir que era el primer mandamiento que un hijo cristiano aprendía de memoria. Para Pablo, respetar no es solamente de labios para fuera. La verdadera manera de honrar a los padres es obedecerlos, honrarlos y no darles disgustos.
Pero Pablo ve que existe la otra cara de la moneda... Les dice a los padres que no hagan rabiar a sus hijos. Pablo repite esta misma disposición, aún más expresamente, en Colosenses 3:21...
Hay tres maneras de ser injustos con los hijos.
a) Podemos olvidar que las cosas sí cambian, y que las costumbres de una generación no tienen por qué ser las de la siguiente.
b) Podemos ejercer un control perjudicia para la educación de nuestros hijos. El mantener a un hijo demasiado tiempo sobreprotegiéndole equivale a decirle que no nos fiamos de él, lo que equivale a decir que no tenemos confianza en la manera como le hemos criado.
c) Podemos olvidar el deber que tenemos de animarlos. Benjamín West nos cuenta cómo llegó a ser pintor. Cierto día su madre se marchó dejándole a cargo de su hermanita Sally. Durante lá ausencia de su madre descubrió algunos frascos de tintas de colores, y se puso a pintar el retrato de Sally, manchando sin querer de tinta un montón de cosas. Cuando volvió su madre, vio el estropicio pero no dijo nada. Al echar mano al papel vio el dibujo: “¡Oye! -dijo- ¡Es Sally!”... Y se inclinó y le dio un beso. Después de aquello Benjamín West solía decir: “El beso de mi madre me hizo un pintor”.
Pablo comprendía que los hijos deben honrar a sus padres, y que los padres no deben desanimar a los hijos.

Amos y esclavos
Efesios 6: 5-9
Cuando Pablo escribía a los esclavos de la Iglesia Cristiana, tenía numerosos destinatarios. Se ha calculado que había 60,000,000 esclavos en el imperio romano. En los días de Pablo, Roma era la dueña del mundo, y por tanto estaba por debajo de la dignidad de un romano el trabajar. Casi todos los trabajos los hacían los esclavos. Hasta los médicos y los maestros, los amigos más íntimos de los emperadores, los secretarios que estaban a cargo de su correspondencia y sus finanzas, eran esclavos.
A menudo había lazos de profundo aprecio y afecto entre amo y esclavo. Pero básicamente la vida del esclavo era hosca y terrible. Ante la ley no era una persona, sino una cosa.
La ley era absolutamente clara: “Queremos advertir que se acepta universalmente el hecho de que el amo tiene poder de vida y muerte sobre el esclavo”, decía un legislador... Si el esclavo intentaba escaparse, en el mejor de los casos se le marcaba en la frente con un hierro candente una F de fugitivus, y en el peor se le mataba.
Lo terrible de la condición del esclavo era que estaba totalmente a merced de los caprichos de su amo. A las esclavas que estaban al servicio de sus señoras a menudo estas les arrancaban el pelo a tirones y les arañaban las mejillas con sus uñas. Un escritor latino establece: “Lo que quiera que un amo le haga a un esclavo inmerecidamente, por ira, voluntariamente, involuntariamente, por despiste, después de cuidadosa investigación, a sabiendas, por desconocimiento es juicio, justicia y ley”, desconociendo todo derecho del sufriente...
Es sobre ese terrible trasfondo como se ha de leer el consejo de Pablo a los amos y a los esclavos.
El consejo de Pablo a los esclavos nos ofrece el Evangelio del obrero cristiano.
No les dice que se 'rebelen; les dice que sean cristianos donde y como estén. El gran mensaje del Cristianismo a todas las personas es que es donde Dios nos ha colocado donde debemos vivir la vida cristiana. Las circunstancias puede que nos sean contrarias, pero eso solo hace mayor el desafío. El Evangelio no nos ofrece una evasión de las circunstancias, sino la posibilidad de conquistarlas... (Aunque a nosotros la esclavitud nos parezca algo absolutamente injusto no debemos olvidar que Pablo escribe en un contexto histórico específico)
Les advierte además que no deben hacer bien su trabajo solamente cuando los están mirando; deben hacerlo sabiendo que Dios los ve... Cualquier parte del trabajo que realice un cristiano debe ser suficientemente buena para ofrecérsela a Dios. El problema que el mundo ha tenido que arrostrar siempre, y no menos hoy, no es fundamentalmente económico, sino religioso. Nunca haremos que los hombres sean buenos trabajadores simplemente mejorando sus condiciones de trabajo o aumentando sus salarios. Y aún menos lograremos buenos trabajos aumentando la vigilancia y multiplicándolas sanciones. El secreto de una buena labor es que se haga para Dios.
Pablo tiene también algo que decirles a los amos. Deben recordar que ellos también están al servicio de Dios. Los amos también deben tener presente que Dios también ve todo lo que ellos hacen. Sobre todo deben recordar que llegará el día en que tanto ellos como los que están a sus órdenes se tendrán que presentar ante el juicio de Dios; y entonces las leyes del mundo no serán los que se apliquen, sino las del Reino de Dios...
(Una reflexión sobre la esclavitud: Es importante tener en cuenta, una vez más, que Pablo está escribiendo en un contexto histórico en donde la esclavitud era aceptada como un estado social aun por los mismos que la sufrían, y no debe entenderse que, al no fomentar la rebelión, él estuviera a favor de la esclavitud... Muchos esclavos no habían intentado jamás escapar y muchos ni siquiera protestaban por su situación. Fue la maldad de una sociedad corrompida y cruel, expresada en la perversidad de los señores de esos esclavos, lo que motivó las revueltas que se iniciaron en el comienzo del Siglo II... Pero para muchos intérpretes de la Historia el cristianismo tuvo mucho que ver porque inculcó en muchos creyentes que eran esclavos la dignidad de la libertad...
Es absolutamente cierto que nadie hizo más que el cristianismo para desterra ese estado social denigrante e injusto.)

Pablo, en su vuelo poético y desde su visión unitaria, expresa una vez más, con estos consejos, la concepción que lo motivaba: que para Dios todos los hombres son iguales y que, cualquiera sea su filiación o su estado social, es posible bajo la influencia de Cristo, alcanzar aquella unidad tan deseada...

Versículo para aprender:
...No sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres,
sino como siervos de Cristo...”
Efesios 6: 6a




Lección nº 15:
LA ARMADURA DE DIOS
Efesios 6: 10-24

La Armadura de Dios
Efesios 6: 10-20
Al despedirse, Pablo piensa en la importancia de la contienda que les espera a los creyentes.. . No cabe duda de que la vida era mucho más aterradora para los primeros cristianos que para nosotros hoy.
Se creía en los espíritus malos que llenaban el aire y estaban empeñados en hacer daño. Las palabras que usa Pablo, poderes, autoridades, gobernadores del mundo, son los nombres de las diferentes clases de esos espíritus malos.
Para Pablo, todo el universo era un campo de batalla. El cristiano no tenía que contender exclusivamente con los ataques de otras personas, sino con los de fuerzas espirituales que luchaban contra Dios.
No tenemos que tomar literalmente el lenguaje concreto de Pablo; pero nuestra experiencia nos dirá que hay un poder activo del mal en el mundo. Todos hemos sentido la fuerza de esa influencia perversa que trata de arrastrarnos al pecado.
A Pablo se le representa entonces todo un cuadro repleto de enseñanza espiritual. Por entonces estaba siempre encadenado a la muñeca de un soldado romano. Noche y día estaba allí con él, asegurándose de que no se escapaba. Pablo era literalmente un mensajero encadenado. Era la clase de hombre que se relacionaba fácilmente con todo el mundo, y sin duda hablaría con frecuencia con los soldados que estaban obligados a estar con él...
Cuando estaba escribiendo, la armadura del soldado le sugirió toda una alegoría. El cristiano también tiene una armadura; y, pieza por pieza, Pablo se fija en la armadura del soldado romano y la traduce en términos cristianos.
a) Está el cinto de la verdad. La túnica del soldado se sujetaba con un cinto del que se colgaba la espada, y que le daba libertad de movimientos. Otros puede que anden incómodos e indecisos; el cristiano se mueve con libertad y rapidez, porque conoce la verdad.
b) Está la coraza de la justicia, de la integridad... Cuando uno está vestido de integridad, es invulnerable. Las palabras no nos pueden defender siempre de las acusaciones, pero sí una vida íntegra.
c) Están las sandalias, que eran la señal de que uno estaba dispuesto para la marcha. La característica del cristiano es que está dispuesto a ponerse en camino para compartir el Evangelio con otros que no lo han recibido.
d) Está el escudo. La palabra que usa Pablo no designaba el escudo relativamente pequeño y redondo, sino el grande y oblongo que llevaban los guerreros fuertemente armados. Una de.las armas más peligrosas en las guerras antiguas eran las flechas incendiarias. Se mojaba la punta en brea, se le prendía fuego y se lanzaba. El escudo grande tenía dos capas de madera pegadas entre sí. Cuando se le incrustaba un dardo incendiario, se hundía en la madera y se le apagaba la llama.
La fe puede apagar los dardos de la tentación. Para Pablo, la fe es siempre la confianza absoluta en Cristo. Cuando caminamos cerca de Él, estamos a salvo de la tentación.
e) Está la salvación como casco. La salvación no es solamente algo del pasado. Nos da el perdón de los pecados del pasado, y también la fuerza para conquistar el pecado en los días por venir.
f) Está la espada, que es la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es al mismo tiempo nuestra arma de defensa contra el pecado y nuestra arma de ataque contra los pecados del mundo...
g) Por último, Pablo llega al arma más poderosa de todas la oración.
Notamos tres cosas que dice acerca de la oración:
-Debe ser constante. Tendemos muchas veces a orar solamente en las grandes crisis de la vida; pero es en la oración diaria donde el cristiano encuentra la fuerza diaria.
-Debe ser intensa. La oración requiere concentración de todas nuestras facultades en Dios.
-No debe ser egoísta... A menudo nuestras oraciones se concentran más de la cuenta en nosotros mismos, y tienen demasiado poco en cuenta a los demás. Tenemos que aprender a orar por los demás y con los demás tanto como a solas y por nosotros mismos.
Por último Pablo pide las oraciones de sus amigos por él mismo. Pero no les pide que oren por su comodidad o su paz, sino para que siga teniendo oportunidad de proclamar el secreto de Dios: que su amor es para todos los seres humanos.
Haremos bien en recordar que todos los obreros cristianos necesitan que su pueblo les sostenga las manos en oración.


La bendición final
Efesios 6: 21-24
Como hemos visto, la Carta a los Efesios era una carta circular, y el que la llevaba de iglesia en iglesia era Tíquico.
Al contrario que en la mayor parte de sus carta, Efesios no contiene ninguna información personal de Pablo, salvo que estaba en la cárcel; pero Tíquico, al ir pasando por las iglesias, les contaría cómo le iba a Pablo, y les comunicaría un mensaje de aliento.
Pablo termina con la bendición, en la que aparecen de nuevo todas las grandes palabras y realidades cristianas: La paz que era el bien supremo, la fe que era la total confianza y dependencia de Cristo, la gracia que era el precioso don gratuito de Dios... Estas eran las cosas que Pablo pedía a Dios para sus amigos.
Y por encima de todo, Pablo le pide a Dios el amor, para que ellos puedan conocer el amor de Dios, para que puedan amar a los demás como Dios los ama, y para que puedan amar a Jesucristo con un amor más fuerte que la muerte.

Versículo para aprender:
...Para que podáis resistir en el día malo,
y habiendo acabado todo, estar firmes”
Efesios 6: 13b