ESTUDIOS SOBRE S. LUCAS - Lecciones 26 a 44



COMENTARIO AL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

 
Lección nº 26:
SIN TEMOR, SIN ANSIEDAD Y PREPARADOS
Lucas 12: 1-48

Sin tener temor…
Lucas 12:1-12
Cuando leemos pasajes como este, nos acordamos de la definición judía de la predicación, jaraz, que quiere decir sarta de perlas. Este pasaje parece una colección de perlas ensartadas… Aquí encontramos varias ideas sobresalientes.
Se nos habla de la hipocresía…  En un principio esta palabra se refería al fluir ordinario de preguntas y respuestas en una conversación o diálogo; y luego se usó para referirse al diálogo de una comedia; y de ahí pasó a significar hacer un papel. El hipócrita no es una persona genuina, sino alguien que está representando a un personaje; de ahí que lleva consigo la idea de insinceridad. Dios prefiere un pecador auténtico antes que un farsante que se finge bueno.
Se nos dice que la actitud correcta ante la vida debe ser la intrepidez. Hay dos razones para no tener miedo:
El poder de un hombre sobre otro se limita a esta vida: se puede matar el cuerpo, pero no el alma. Dios es el único que tiene poder sobre el alma humana; por tanto, es absolutamente razonable temer a Dios y no a los hombres.
El cuidado de Dios es con cada uno de los hombres como individuo… Para Él nunca se pierde nadie en la multitud. Hasta los cabellos de nuestra cabeza están contabilizados. Ninguno tiene por qué temer, porque podemos decir: “¡Dios cuida de mi!” sabiendo que eso es absolutamente cierto.
Aquí se nos habla del pecado imperdonable, que es el pecado contra el Espíritu Santo. Mateo y Marcos especifican que Jesús habló de este pecado cuando los escribas y fariseos atribuyeron su poder sanador al príncipe de los demonios en vez de a Dios (Mateo 12:31, 32; Marcos 3:28, 29). Aquellos hombres estaban viendo la gracia y el poder de Dios en acción, y decían que era el diablo el que estaba obrando. Para un judío, el Espíritu de Dios tenía dos grandes funciones. Por medio de su Espíritu Dios comunicaba la verdad a los hombres, y estos sólo podían reconocer y captar la verdad de Dios por la acción del Espíritu Santo en su mente y corazón.
Este pecado es rechazar la obra del Espíritu Santo en nosotros… Si persistimos en rechazar su Palabra, y no seguimos más que nuestro propio criterio, cerrando los ojos y los oídos para no ver ni oír a Dios, podemos llegar a la condición de no poder reconocerle cuando le veamos u oigamos, y para nosotros el bien sea como el mal y el mal como el bien. Eso es lo que les había sucedido a los escribas y fariseos: habían llegado a ser tan sordos y ciegos para Dios que cuando Él vino le tomaron por el diablo.
¿Por qué es imperdonable ese pecado? Porque en ese estado el arrepentimiento ya es imposible. Si una persona ni siquiera se da cuenta de que es pecadora, si la bondad ya no la atrae, no se puede arrepentir. No es Dios quien la ha excluido: se ha excluido a sí misma con su actitud cerrada. Eso quiere decir que el que teme haber cometido el pecado imperdonable aun no lo ha cometido; porque, si lo hubiera cometido estaría tan muerto para Dios que ya no le preocuparía esa posibilidad.
Aquí se nos habla de una lealtad recompensada. Esa recompensa no es una cosa material. Es que, en el Cielo, Jesús dirá de nosotros: “Esa persona es mía. ¡Bien hecho!”… Nadie puede pretender que Jesús le reconozca como suyo si esa persona no ha reconocido a Jesús delante de los hombres.
También se nos habla de la ayuda del Espíritu Santo… En el Evangelio de Juan, el título preferido del Espíritu Santo es el Paracleto... En griego, parakletos es uno que está cerca para ayudar. Se puede referir a un testigo, o a un abogado que nos defiende en un juicio… En el día de la prueba no tenemos por qué temer, porque nada menos que el Espíritu Santo de Dios estará a nuestro lado para defendernos.

El rico insensato y el afán por las riquezas
Lucas 12: 13-34
No era extraño en la Palestina de aquel tiempo el llevar los pleitos a los rabinos más respetables; pero Jesús se negó a dejarse involucrar en cuestiones de dinero. Eso sí: aprovechó la ocasión para establecer cuál había de ser la actitud de sus seguidores en relación con las cosas materiales. Jesús tenía algo que decirles tanto a los que tenían abundancia de bienes materiales como a los que no.
Jesús dirigió esta parábola del Rico Insensato a los que tienen muchos bienes de este mundo. Dos cosas resaltan en ese hombre:
a) Nunca veía más allá de sí mismo; es la parábola en que aparecen más palabras de la primera persona: yo, me, mí, mi, mío… El rico insensato era agresivamente egoísta. Si le sobraba algo, no pensaba en dárselo a nadie. Toda su actitud era lo contrario del Evangelio: en vez de negarse a sí mismo se afirmaba agresivamente a sí mismo; en vez de encontrar la felicidad en el dar, la buscaba en el guardar para sí…
b) Tampoco veía más allá de este mundo; todos sus planes eran para esta vida. El que no quiere acordarse de que hay otra vida está destinado a sufrir la más trágica desilusión.
Pero Jesús también tenía algo que decirles a los que tenían pocos bienes de este mundo. En todo este pasaje, lo que Jesús prohíbe es la ansiedad o la preocupación por lo material… Los lirios de los que habla Jesús eran las amapolas, que pueblan las laderas de los montes después de los infrecuentes chubascos veraniegos. En un día florecen y mueren. “Si Dios cuida de los pájaros y de las flores, ¡cuánto más se cuidará de vosotros!” dice Jesús…
Jesús dijo: “Buscad en primer lugar el Reino de Dios”... Ya hemos visto que el Reino de Dios se hace realidad en la Tierra cuando se hace la voluntad de Dios tan perfectamente como en el Cielo… Mucha gente aplica todos sus esfuerzos a amontonar cosas que por naturaleza no pueden durar… Y aun los pobres sueñan con amontonar riquezas, cayendo en el mismo error de aquel rico insensato.
Jesús termina diciendo que si buscamos nuestro tesoro en el Cielo, allí se orientarán los anhelos del corazón; y, si en la Tierra, en ella quedará retenido nuestro corazón… Y nuestra vida habrá perdido todo sentido.

Atentos y preparados
Lucas 12: 35-48
Este pasaje tiene dos sentidos. El más literal se refiere a la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo; y un sentido más amplio se refiere a cuando el Señor nos llama a su servicio, y que debemos estar preparados para rendirle cuentas.
Se alaba al siervo que está preparado… La ropa larga y suelta de los orientales no era la más adecuada para ciertos trabajos; así es que cuando uno se disponía a trabajar se sujetaba bien el cinturón para tener más movilidad.
La lámpara era una mecha de algodón que flotaba en una jarrita de aceite; había que mantener la mecha recortada y el depósito de aceite lleno para que no se apagara…
Nadie sabe el día ni la hora en que la eternidad invadirá el tiempo y habremos de dar cuenta. ¿Cómo queremos que nos encuentre Dios?
Querríamos que nos encontrara con nuestra tarea terminada. Jesús pudo decirle al Padre: “He acabado la obra que me diste que hiciera” (Juan 17:4). Y Pablo decía: “He acabado la carrera” (2 Timoteo 4:7). No debe sorprendernos la noche con nuestro trabajo sin terminar.
Querríamos que Dios nos encontrara en paz con los demás. Sería horrible salir de este mundo llevando o dejando amargura. No debiéramos dejar que se pusiera el sol sin arreglar un desacuerdo (Efesios 4:26), y menos si el sol se ha de poner por última vez para nosotros, que no sabemos cuándo será.
Querríamos que Dios nos encontrara en paz con Él. Al final todo dependerá de si pensamos que vamos a encontrarnos con un extraño o con un enemigo, o a dormir en los brazos de un Padre.

En la segunda sección de este pasaje, Jesús traza las semblanzas del mayordomo fiel y del infiel. En Oriente, el mayordomo tenía unos poderes casi ilimitados. Era un esclavo como los demás, pero estaba a cargo de los otros. Un mayordomo de confianza gobernaba la casa de su amo y administraba su hacienda. El mayordomo insensato cometió dos errores.
Se dijo: “Haré lo que me dé la gana mientras mi amo esté fuera”, olvidando que el día de rendir cuentas tenía que llegar… Trabajamos y vivimos siempre ocupados en los negocios del Señor, y Él nos ve siempre, de manera tal que no podemos distraernos…
También se dijo el mayordomo infiel: “Me sobra tiempo para arreglar las cosas antes que venga el amo”... Pero nosotros sabemos que no hay nada más fatal que creernos que hay tiempo de sobra (Juan 9:4).
Este pasaje termina advirtiéndonos que el conocimiento y el privilegio siempre conllevan responsabilidad. El pecado es doblemente pecaminoso en una persona que sabe lo que se hace; el fracaso es doblemente culpable en el que ha tenido la oportunidad de hacer las cosas bien.




Lección nº 27:
UNA NUEVA OPORTUNIDAD
Lucas 12: 49- 13: 9

Divisiones por Jesús…
Lucas 12: 49-53
A los que estaban empezando a ver en Jesús al Mesías, el Ungido de Dios, estas palabras tienen que haberles producido una terrible conmoción. Esperaban un Mesías que fuera un rey conquistador, y una era mesiánica que fuera la edad de oro.
En el pensamiento judío el fuego suele ser un símbolo del juicio. Así es que Jesús veía la venida de su Reino como un tiempo de juicio..
(La versión Reina-Valera y otras muchas traducen el versículo 50: “De un bautismo tengo que ser bautizado”. El verbo griego baptizein quiere decir sumergir, y en la voz pasiva ser sumergido. Se usa muchas veces refiriéndose a una persona sumergida en alguna experiencia tenebrosa y terrible (Salmo 42:7)… En este sentido habla aquí Jesús; la cruz siempre estaba presente en su pensamiento… ¡Qué diferente de la idea judía del Mesías! Jesús no vino al mando de ejércitos vengadores con banderas desplegadas, sino para dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28, y Marcos 10:45).
Su venida era inevitable que trajera división; y así sucedió. Esa fue una de las razones por las que los romanos odiaron el cristianismo: dividía las familias. Una y otra vez una persona tenía que decidir si amaba más a su familia que a Cristo. La esencia del Evangelio está en que la lealtad a Cristo tiene prioridad sobre todas las demás de la Tierra. Todos tenemos que estar dispuestos a darlo todo por perdido por el excelente conocimiento de Jesucristo (Filipenses 3:8).

Mientras haya tiempo
Lucas 12: 54-59
Los judíos de Palestina eran muy listos para predecir el tiempo atmosférico. Cuando veían formarse nubes en el Oeste, donde está el Mediterráneo, sabían que venían lluvias. Cuando soplaba el siroco, es decir, el viento del desierto, sabían que se les echaba encima el calor. Pero los que eran tan listos para interpretar las señales de los cielos no sabían, o no querían, leer las señales del plan de Dios en la Historia. Si lo hubieran hecho, habrían visto que el Reino de Dios estaba al llegar.
Jesús usó una ilustración muy clara cuando refiere a hacer las paces con el adversario a tiempo... Sin duda se refiere a la necesidad que tenemos los humanos de arreglar nuestra relación con Dios, dañada por el pecado, antes de que sea demasiado tarde..
Jesús y todos sus fieles servidores han tenido muy en cuenta que el tiempo no espera. Hay cosas que no se pueden dejar para mañana, y la principal es hacer las paces con Dios.
En el versículo 59 se menciona “la última blanca”; era la moneda más pequeña, la que echó la viuda (Marcos 12:42)...  (casi 8 milésimas de un denario; el denario era el salario de un día de trabajo de un obrero)

El sufrimiento y el pecado
Lucas 13: 1-5
Aquí se hace referencia a dos desastres de los que no tenemos otra información, así es que no podemos más que hacer conjeturas.
En primer lugar, el asunto de los galileos a los que asesinó Pilato en medio de sus sacrificios. Los galileos eran bastante propensos a meterse en líos políticos, porque se exaltaban fácilmente. Por aquel tiempo Pilato había tenido serios problemas. Había decidido que Jerusalén necesitaba renovar y mejorar su provisión de agua. Propuso financiar la construcción con parte del dinero del templo. Era una buena causa, y el gasto estaba más que justificado. Pero ante la mera sugerencia de que se usara el dinero del templo, los judíos se rebelaron... Pero, al reprimirlos, los soldados aplicaron más violencia de la convenida y conveniente, y murió bastante gente. Es casi seguro que habría galileos mezclados en el asunto.
En cuanto a los dieciocho que murieron cuando se les cayó encima la torre de Siloé, todavía sabemos menos. Se ha sugerido que eran hombres que habían aceptado trabajar para Pilato en aquel odiado acueducto; y en ese caso, el dinero que ganaban pertenecía a Dios y había que devolvérselo, porque se le había robado; y puede que se hubiera corrido la voz entre la gente de que se les había caído encima la torre porque se habían prestado a hacer un trabajo que Dios no aprobaba.
Pero hay más que un problema histórico en este pasaje. Los judíos consideraban que el pecado y el sufrimiento estaban inseparablemente unidos. Esa era una doctrina demoledora y cruel y Jesús la negó rotundamente en el plano individual. Como todos sabemos muy bien, son a menudo los más buenos los que tienen que sufrir más.
Pero Jesús siguió diciendo que, si los que le estaban escuchando no se arrepentían, también perecerían. ¿Qué quería decir? Una cosa está fuera de toda duda, y es que Jesús previó y predijo la destrucción de Jerusalén, que sucedió el año 70 d.C. (Lucas 21:21-24). Jesús sabía que Roma iba a intervenir y acabar con la nación; y eso fue lo que sucedió. Así que lo que Jesús quería decir era que si la nación judía seguía buscando un reino terrenal y rechazando el Reino de Dios sólo podía tener un fin.
Si lo tomamos así, nos deja, a primera vista, en una situación paradójica: no podemos decir que el sufrimiento del individuo sea la consecuencia inevitable del pecado, pero sí podemos decir que el pecado y el desastre nacional están íntimamente relacionados. La nación que escoge el mal camino acabará sufriendo por ello.
Siempre es peligroso atribuir el sufrimiento humano al pecado humano; pero es indudable que la nación que se rebela contra Dios va camino del desastre.

Una nueva oportunidad…
Lucas 13: 6-9
Aquí tenemos una parábola que irradia gracia, pero que está preñada de advertencias al mismo tiempo.
La higuera estaba en una situación privilegiada. No era raro ver higueras y otros frutales en las viñas. La buena tierra escaseaba, y había que aprovecharla bien; la higuera de esta historia tenía buenas posibilidades, pero no las aprovechaba.
Repetidamente, directa e indirectamente Jesús nos recuerda que se nos va a juzgar por las oportunidades que hayamos tenido y nos enseña que la inutilidad invita al desastre.
Además, la parábola nos enseña que lo que no hace más que recibir no debe sobrevivir. La higuera estaba chupando la sustancia y esquilmando la tierra a su alrededor, y a cambio no producía nada. Ahí estaba su pecado.
En última instancia no hay más que dos clases de personas en el mundo: los que sacan más de lo que aportan, y los que aportan más de lo que sacan.
En cierto sentido, todos estamos en deuda con la vida. Entramos gracias a que alguien arriesga su vida para dárnosla, y no habríamos podido sobrevivir a no ser por el cuidado de los que nos amaban. Hemos heredado una civilización cristiana y una libertad por las que otros dieron la vida. Tenemos la obligación de dejar las cosas mejor que las encontramos y, para cumplir ese compromiso, tenemos que aportar a la vida por lo menos tanto como sacamos de ella.
La parábola nos presenta el evangelio de la segunda oportunidad. Es normal que la higuera tarde tres años en alcanzar la madurez, y si no da fruto entonces es probable que no lo dé nunca. Pero a esta higuera se le dio otra oportunidad…
Jesús suele darnos oportunidad tras oportunidad… Dios es infinitamente amable con el que cae y se levanta otra vez.
Pero la parábola también deja bien claro que hay una última oportunidad. Si desaprovechamos oportunidad tras oportunidad, si recibimos en vano la llamada y el desafío de Dios, llegará el día, no en que Dios nos cierre la puerta, sino en que nosotros mismos nos la cerremos a fuerza de no querer entrar.




Lección nº 28:
LA DIMENSIÓN DEL REINO DE DIOS
Lucas 13: 10-21

El valor de la persona…
Lucas 13: 10-17
Esta es la última vez que se nos dice que Jesús estuvo en una sinagoga… Jesús sanó a una mujer y entonces intervino el presidente de la sinagoga. No tuvo valor para increpar directamente a Jesús y dirigió sus protestas al público… Jesús había obrado una curación en sábado; técnicamente, eso era hacer un trabajo, así es que había quebrantado el sábado. Pero Él contestó a sus oponentes con los argumentos que ellos mismos usaban… Los rabinos no admitían la crueldad con los animales, y aun en sábado era  perfectamente legal soltar a los animales de los establos para llevarlos a beber…
En el Evangelio, el individuo está por encima del sistema... El Evangelio defiende el valor de la persona individual entendiendo que son personas individuales las que forman la sociedad… Para los judíos la ley olvidaba la condición individual de aquella mujer; pero Jesús no se aferró a la ley…
Lo sorprendente es que este legalismo también suele invadir la iglesia; trágicamente la mayor parte de los problemas y conflictos de las iglesias se producen por cuestiones legalistas de procedimiento.
La intervención de Jesús en este asunto deja suficientemente claro que no es la voluntad de Dios que ningún ser humano sufra ni un momento más de lo que sea absolutamente necesario. No hay razón suficiente para dejar para mañana la ayuda que se puede prestar hoy.

La dimensión del Reino
Lucas 13: 18-19
Esta es una ilustración que Jesús usó más de una vez, con diferentes enseñanzas. En Oriente, la mostaza no es una planta de jardín, sino del campo. No se hace tan grande literalmente como un árbol, pero sí llega a alcanzar los dos metros, y es común ver una nube de pájaros en estos arbustos, porque les encantan las semillitas negras de la mostaza.
Mateo 13:31, 32 también cuenta esta parábola, pero la enseñanza es diferente en Mateo y en Lucas. Mateo hace hincapié en la pequeñez de la semilla, la enseñanza es que las cosas más grandes pueden proceder de principios muy pequeños, y eso es lo que sucede con el Reino del Cielo. La versión de Lucas hace hincapié en el hecho de que los pájaros anidan en sus ramas. En Oriente, el símbolo corriente de un gran imperio era un árbol grande y frondoso; y las aves representaban a las naciones súbditas que encontraban protección en el imperio (Ezequiel 31:6; 17:23)… Como ya hemos visto más de una vez, Lucas es un universalista que sueña con un mundo para Cristo; y nos presenta el Reino de Dios como un gran imperio, a cuya sombra todos los pueblos y naciones se reunirán y encontrarán el cobijo y la protección de Dios.
Aquí hay mucho que debemos aprender:
En el Reino no hay persona ni iglesia que tenga el monopolio de toda la verdad… En tanto en cuanto las creencias de todos proceden de Cristo, son facetas de la verdad de Dios.
En el Reino cabe una gran variedad de experiencias. Se causa mucho daño cuando se trata de estandarizar la experiencia cristiana y se insiste en que todo el mundo tiene que venir a Cristo de la misma manera, vivenciando lo mismo, cuando las circunstancias son distintas en la vida de cada individuo.
En el Reino cabe una gran variedad de formas de culto. Uno se pone en contacto con Dios con un ritual elaborado y una liturgia espléndida; otro le encuentra en una sencillez desprovista de todo ornamento. No es que el uno tiene razón y el otro no. La gloria de la Iglesia consiste en que todos, por muy diferentes que seamos, podemos encontrar en su comunión la forma de culto que nos acerca a Dios. 
En el Reino cabe toda clase de gente. El mundo tiene sus etiquetas, distinciones y barreras. Pero en el Reino no se hacen diferencias entre ricos y pobres, pequeños y grandes, famosos y desconocidos. La Iglesia es el único sitio del mundo en el que las distinciones no tienen lugar…
En el Reino caben todas las naciones. En el mundo hay muchas barreras nacionales, pero ninguna de ellas tiene valor para Dios… Si proceden de Cristo todos caben bajo la sombra del árbol del Reino.

La levadura del Reino
Lucas 13: 20- 21
Esta es una ilustración que Jesús tomó de su propio hogar. En aquellos días el pan se cocía en las casas. La levadura no era más que un pellizco de la masa anterior que había acabado de fermentar. La levadura simbolizaba para los judíos una influencia mala, porque identificaban la fermentación con la putrefacción. Jesús habría visto a su madre María meter un poco de levadura en la masa, y que toda la masa cambiaba de aspecto.
El Reino de Dios surge de unos principios muy pequeños. El trozo de levadura era muy pequeño, pero cambió el carácter de toda la masa… Empieza con las vidas dedicadas de hombres y mujeres individuales. Donde vivimos o trabajamos puede que seamos los únicos cristianos practicantes. En ese caso, nuestra misión es ser la levadura del Reino allí.
El Reino de Dios no se ve cómo obra... No vemos cómo obra la levadura, pero está realizando su labor de una manera continua. El Reino está en camino, avanzando lenta pero imparablemente.
El Reino de Dios obra de dentro hacia afuera. Mientras la levadura estaba fuera, de la masa, no podía influir; tenía que estar dentro. Nunca podremos cambiar a nadie desde fuera… La misión del Evangelio es hacer nuevas a las personas. Cuando aparecen nuevas criaturas el mundo no puede por menos de cambiar. Por eso es por lo que la Iglesia es la institución más importante del mundo: porque es la fábrica donde se producen los hombres nuevos.
El poder del Reino viene de fuera. La masa no tiene poder para cambiarse. Ni nosotros tampoco. Lo hemos intentado y hemos fracasado. Para cambiar la vida necesitamos un poder fuera y más allá de nosotros. Necesitamos al Señor, que está siempre dispuesto a darnos el secreto de la vida victoriosa.

Otra interpretación de esta parábola señala el hecho de que, lejos de ser algo imperceptible, la acción de la levadura está a la vista, porque la masa se pone como a hervir y a burbujear. Según esto, la levadura representa el poder transformador del Evangelio (Hechos 17:6). El Evangelio es lo más revolucionario del mundo. Produce una revolución en la vida  individual y en la sociedad.
El Reino de Dios es la levadura que nos llena al mismo tiempo de la paz de Dios y de un descontento divino que no tendrá reposo hasta que los males de la Tierra sean barridos por el poder revolucionario y transformador del Evangelio.

El riesgo de quedarse afuera
Lucas 13: 22-30
Jesús declaró que la entrada en el Reino no es automática, sino el resultado y la recompensa de luchar: “Vosotros haced el máximo esfuerzo para entrar”, les dijo. En el original griego se usa aquí la palabra de la que deriva la castellana agonía. El esfuerzo que hay que hacer para entrar debe ser tan intenso que bien se puede describir como una agonía de alma y espíritu.
Es fácil creer que, una vez que nos hemos entregado a Jesucristo, ya estamos dentro y nos podemos sentar tranquilamente como si hubiéramos llegado a la meta. Pero la vida cristiana es como una escalada en la que vamos siguiendo senderos hacia una cima que no se alcanza en este mundo.
En lo que confiaban esas personas se vio en su respuesta: “¡Pero si hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas!”… Hay algunos que creen que basta con haber vivido con cierto hábitos cristianos para entrar al Reino… Jesús, con cierta dureza, advierte que no será así y manifiesta que habrá sorpresas en el Reino de Dios… Los que ocupan puestos importantes en este mundo puede que no tengan mucha importancia en el siguiente; y otros en los que nadie se fija aquí, puede que sean los príncipes en el mundo venidero, porque la posición en el Cielo no es como en la Tierra. Los primeros de la Tierra resultarán los últimos, y los últimos de aquí serán los primeros en el Cielo.

El valor y la tristeza de Jesús
Lucas 13: 31-35
A primera vista parece que nos da información sorprendente acerca de algunos fariseos que no eran hostiles a Jesús. Aquí aparecen unos que le advierten del peligro y le aconsejan que se ponga a salvo. Los mismos judíos sabían que había buenos y malos fariseos; estaban los fariseos que amaban a Dios, que seguían el ejemplo de Abraham y vivían la fe y el amor, aunque eran minoría… Este pasaje nos hace ver que también había fariseos que admiraban y respetaban a Jesús.
Nos muestra también a Jesús hablando del rey de Galilea Herodes Antipas, que quería poner fin a su carrera y le llama “zorro”. Para los judíos, el zorro representaba tres cosas: se le consideraba el más astuto de los animales; el más destructivo y el símbolo de la bajeza y de la insignificancia…. Hacía falta valor para llamar zorro al Rey.  Pero Jesús obedecía a Dios, y no estaba dispuesto a abreviar su misión un día para agradar a ningún rey humano.
El llanto de Jesús por Jerusalén es de suma importancia… Está claro que no habría hablado así si no hubiera ofrecido su amor a Jerusalén más de una vez...  No hay mayor tragedia en la vida que darle a alguien el corazón sólo para que se lo destroce a uno. Eso es lo que le sucedió a Jesús con Jerusalén.




Lección nº 29:
HUMILDAD Y CARIDAD
Lucas 14: 1-14

Acechado por gente hostil
Lucas 14: 1-6
En los evangelios hay siete situaciones en las que Jesús curó en sábado. En Lucas ya hemos estudiado el relato de la curación de la suegra de Pedro (4:38); del hombre que tenía el brazo seco (6:6), y de la mujer que llevaba doblada dieciocho años (13:13). En Juan tenemos dos más: la del paralítico de Betesda (5:9), y la del ciego de nacimiento (9:14). Marcos cuenta otra, la del poseso de la sinagoga de Caperrnaum (1:21). Uno creería que un curriculum así habría hecho que todo el mundo amara a Jesús; pero es un hecho lamentable que, cada vez que Jesús hacía una curación en sábado, los escribas y los fariseos se convencían más de que era impío y peligroso, y había que acabar con Él a toda costa.
En esta ocasión, un fariseo le invitó a comer un sábado. Había unas reglas muy rigurosas acerca de las comidas del sábado. Por supuesto que no se podía cocinar, porque eso era un trabajo. Había que hacer la comida el viernes; y, si se tenía que mantener caliente, había que hacerlo de manera que no siguiera cocinándose.
No es improbable que los fariseos hubieran colocado allí al hidrópico a ver lo que hacía Jesús. Le estaban acechando, palabra que quiere decir en el original “espiando con interés siniestro”.
Jesús no dudó en sanar al enfermo. Sabía perfectamente bien lo que estaban planeando, y citó sus leyes y costumbres. En Palestina abundaban los pozos sin barandas, y no menos los accidentes que causaban. Sí se podía sacar un animal del pozo en sábado… Jesús pregunta con ironía, si se puede ayudar a un animal en sábado, por qué no a una persona.
Este pasaje nos dice varias cosas sobre Jesús y sobre sus enemigos:
Nos muestra la serenidad con que Jesús se enfrentaba con la vida. A uno le pone nervioso que le estén acechando constantemente, pero Jesús se mantenía sereno.
Resulta también curioso que Jesús nunca rehusó ninguna invitación; nunca perdió la esperanza en que otros podían cambiar. Por eso Jesús nunca dejaba pasar la ocasión y no rehusaba una invitación ni de un enemigo. Está claro que nunca conseguiremos hacer amigos de nuestros enemigos si no nos prestamos a verlos y hablar con ellos.
Lo que más nos sorprende de los escribas y fariseos es la falta de sentido de proporción. Estaban dispuestos a todo para cumplir sus reglitas y preceptillos, y consideraban un pecado aliviar el dolor de una persona en sábado.
A menudo no son más que pequeñeces las cosas que alteran la paz de una congregación. Lo que muchas veces separa a la gente y destruye amistades suelen ser cosas a las que no daríamos  importancia en nuestros momentos normales. Esas minucias se hacen tan grandes que llenan todo el horizonte.
Cuando tenemos las prioridades en orden, todo está en su lugar y el amor es lo primero… Es algo que no debemos olvidar para la vida de la Iglesia…

La necesidad de ser humildes
Lucas 14: 7-11
Jesús puso un ejemplo casero para ilustrar una verdad eterna… La actitud sugerida por Jesús en la historia es la actitud que, cuando es sincera, llamamos humildad, y que es una característica de las personas verdaderamente grandes.
¿Cómo se puede conservar la humildad?
Dándonos cuenta de las cosas. Por mucho que sepamos, sabemos muy poco en comparación con lo que se puede saber y aunque hayamos logrado mucho, no es gran cosa a fin de cuentas. Por muy insustituibles que nos creamos, cuando nos quitemos de en medio o nos aparque la muerte la vida seguirá lo mismo sin nosotros.
Podemos conservar la humildad por comparación con los mejores. Cuando vemos u oímos a los expertos nos damos cuenta de lo pobre que es nuestra actuación. Muchos jugadores de lo que sea han decidido retirarse después de presenciar un campeonato, y muchos intérpretes han decidido no aparecer más en público después de escuchar a un maestro. Y muchos predicadores se han sentido empequeñecer hasta casi desaparecer cuando han escuchado a un verdadero hombre de Dios. Pero, sobre todo: si nos ponemos al lado del Maestro y Señor veremos nuestra indignidad en comparación con su radiante pureza y será la muerte de nuestro orgullo.

La verdadera caridad
Lucas 14: 12-14
Aquí tenemos un pasaje inquietante, porque nos invita a examinar los motivos que hay tras nuestra generosidad…
Puede que uno dé por sentimiento del deber. Algo así como cuando pagamos los impuestos: para cumplir con una obligación que no podemos evitar.
Puede que uno dé sencillamente por interés, considerándolo consciente o inconscientemente como una inversión: Dios queda en deuda con él. Eso no es dar por generosidad, sino por calculado egoísmo.
Puede que uno dé para mostrar su superioridad. Ese dar puede ser hasta cruel. Humilla al que lo recibe más que una negativa. Es mirar por encima del hombro. Es mejor no dar, que dar para satisfacer la propia vanidad y el deseo de quedar por encima. Los rabinos decían que la mejor forma de dar es cuando el que da no sabe quién lo va a recibir, ni el que recibe sabe quién se lo ha dado.
Puede que uno dé porque no puede hacer algo más por quien le necesita… Ese es el único motivo aceptable.
Hay algo importante que entender… A veces se enseña que demos en este mundo para recibir en la eternidad, pero el que cree que Jesús nos enseña así, no ha comprendido al Señor...
El principio del Reino de Dios es que, cuando se da para recibir una recompensa, no se recibe ninguna recompensa; y cuando se da sin pensar en recibir una recompensa, y eso es lo difícil, entonces sí se recibe.
La única manera de dar es cuando sale de dentro porque hay amor… Dios dio a su Hijo porque amó de tal manera al mundo; así debemos hacer nosotros: dar por amor.




Lección nº 30:
LA FIESTA DEL REINO Y EL COSTO DE SEGUIR A JESÚS
Lucas 14: 15-35

El banquete del Rey
Lucas 14: 15-24
Los judíos tenían una serie de historias acerca de lo que iba a suceder cuando llegara la nueva era. Una de estas era la de banquete mesiánico… En este banquete estaba pensando el que habló a Jesús. Naturalmente, estaba pensando sólo en los buenos judíos, porque los gentiles y los pecadores no tendrían parte en la fiesta de Dios. Y por eso contó Jesús esta parábola.
En Palestina, cuando se hacía una fiesta, se fijaba la fecha con mucha antelación y se mandaban las invitaciones para que se dijera si se aceptaban. Pero no se decía la hora; así es que, cuando llegaba el día y todo estaba preparado, iban los siervos a avisar a los invitados. Era un grave insulto el haber aceptado la invitación y luego no asistir.
El dueño de la casa de la parábola representa a Dios. Los convidados originales eran los judíos. A lo largo de toda su historia habían estado esperando el día en que Dios interviniera; ese día había llegado, y ellos rechazaron la invitación. Los pordioseros y minusválidos de la calle representan a los publicanos y pecadores que recibieron a Jesús, mientras que los religiosos le rechazaron. Los de los caminos y las sendas del campo eran los gentiles, para los que también había sitio en la fiesta de Dios... Así que, cuando los judíos no acudieron a la invitación de Dios, la recibieron los gentiles.
Hay una frase de esta parábola que desgraciadamente se usa mal: “¡Pues salte por los caminos y los senderos, y obliga a entrar a todos los que encuentres!”… Muchas veces se usó para justificar la persecución y se la usó como una orden para hacer cristianos a la fuerza…Pero debemos entender que la obligación tiene que ver con la motivación del amor que “nos contriñe” (2 Corintios 5:14) porque en el Reino de Dios no existe más que una obligatoriedad: la del amor.
Pero, aunque esta parábola presenta una amenaza a los judíos que rechazan la invitación de Dios y una gloriosa oportunidad para los pecadores y los gentiles que nunca habían soñado con recibirla, también contiene verdades de carácter permanente que son tan actuales hoy como entonces…
a) El primer invitado dijo que había comprado un terreno, y que iba a verlo. Esto sucede cuando dejamos que los negocios usurpen el lugar de Dios en nuestra vida.
b) El segundo invitado dijo que había comprado cinco yuntas de bueyes y que iba a probarlos… Sucede a menudo que, cuando se entra en una nueva situación o se posee algo nuevo, amigos, una casa de fin de semana, un auto, y estamos tan absortos, que no tenemos tiempo para el Señor.
c) El tercer invitado dijo, más enfáticamente que los otros: “Acabo de casarme. Comprenderás que no puedo ir...” (Deuteronomio 24:5). Sin duda esa ley era la que se aplicaba este hombre. Una de las tragedias de la vida es que las cosas buenas hacen que nos olvidemos de Dios…

Antes de salir de este pasaje, conviene que nos fijemos en que los versículos 1 a 24 tratan de fiestas y banquetes. Jesús comparaba su Reino y su servicio con una fiesta. El Reino se parecía a la ocasión más feliz que se conocía en la vida.
Siempre ha habido un tipo de cristianismo que le quita toda la gracia a la vida y que propone una vida gris, monótona, hasta aburrida y decepcionante… Pero debemos tener presente que Jesús pensaba en el Reino como una fiesta.
Al cristiano no se le prohíbe ningún placer sano, porque para él la vida es una fiesta de bodas.

Calculando el precio
Lucas 14: 25-33
Cuando Jesús dijo esto iba camino de Jerusalén. Sabía que le esperaba la cruz; pero la gente es posible que creyera que iba a ocupar el trono. Por eso les habló así. De la manera más clara posible les dijo que el que le siguiera no iba camino de la gloria y el poder terrenales, sino que tenía que estar dispuesto a sacrificar lo que más quisiera en la vida, y a abrazar un sufrimiento que sólo se podía comparar con la agonía de un crucificado.
No debemos tomar sus palabras con un literalismo frío. El lenguaje oriental es siempre tan pictórico y vivo como la mentalidad oriental. Cuando Jesús nos dice que tenemos que aborrecer a nuestros seres más queridos, quiere decir que ningún amor de este mundo puede compararse con el amor que le debemos tener a Él.
Hay dos verdades impresionantes en este pasaje.
a) Es posible ser seguidor de Jesús sin ser discípulo suyo, ser del partido del Rey sin ser su soldado, estar a favor de algo sin sacrificar nada. Uno de los problemas más graves de la iglesia es que en ella hay muchos que siguen a Jesús de lejos, pero muy pocos verdaderos discípulos de Jesús.
b) El cristiano tiene la obligación de calcular lo que le va a costar seguir a Jesús. La torre de la que se habla aquí era la que se tenía en las viñas, desde la que se podía vigilar para que no entraran los ladrones a robar la cosecha. Un edificio a medio hacer es algo que da vergüenza.
En todas las esferas de la vida hay que calcular el costo para no quedar a medio del camino y sentir que los adversarios se burlen de nuestro fracaso… Lamentablemente debemos decir que ese es el testimonio que dan muchos que dicen llamarse cristianos…
Pero si bien las exigencias de Cristo imponen respeto, debemos recordar que Él no nos deja solos a la hora de cumplirlas. El que nos invita a subir la cuesta estará todo el tiempo con nosotros hasta la cima…

La sal sin sabor
Lucas 14: 34-35
Algunas veces hay una seria advertencia en las palabras de Jesús… Cuando alguien que siempre habla en un tono de amor, nos dirige una advertencia, no tenemos más remedio que escucharle. Lo que Jesús nos quiere decir es que, cuando algo pierde su cualidad esencial y deja de cumplir su misión esencial, ya no sirve para nada, y se tira.
En Palestina la sal se usaba como condimento. Los alimentos sin sal pueden ser hasta repugnantes. Por tanto, el cristiano debe ser alguien que le da sabor a la vida con su valor, esperanza, optimismo y amabilidad.
También se usaba como conservante... Los griegos decían que la sal le devuelve el alma a las cosas muertas… Sin sal, las cosas se echaban a perder; con sal, conservan su frescor... Así el Evangelio actúa como protección contra la corrupción del mundo. Todo cristiano tiene que ser la conciencia de su entorno; y la iglesia, la conciencia de la nación. La iglesia debe hablar sin miedo contra todo lo malo, y apoyar todas las causas nobles. No debe guardar silencio por miedo de nadie, ni para lograr su favor.
Esa es la misión del cristiano. Si fracasa, no hay razón que justifique su existencia; ya hemos visto que, en la economía de Dios, la inutilidad invita al desastre...




Lección nº 31:
TRES PARÁBOLAS DE AMOR…
Lucas 15: 1-32
La oveja perdida…
Lucas 15: 1-7
Probablemente este es el capítulo que mejor conocen y más quieren muchos lectores del Nuevo Testamento…
Estas parábolas surgieron de una situación determinada. Los escribas y los fariseos se escandalizaban de que Jesús se asociara con hombres y mujeres que los judíos practicantes consideraban pecadores. Los fariseos tenían el propósito deliberado de evitar todo contacto con los que no cumplían todos los detalles de la ley tradicional, y está claro que se escandalizaban de que Jesús se relacionara con gente que ellos consideraban no sólo extraños, sino pecadores, cuyo solo contacto contaminaba. Ellos en verdad deseaban sádicamente, no la salvación de los pecadores, sino su destrucción.
Así es que Jesús les contó la parábola de la oveja perdida y de la alegría del pastor cuando la encontró. Los pastores de Judea tenían un trabajo duro y peligroso. El pasto era escaso. La meseta central tenía pocos kilómetros de anchura, y estaba bordeada de precipicios que la comunicaban con la terrible devastación del desierto. No había muros protectores, y las ovejas vagaban sin rumbo.
El pastor era responsable de las ovejas. Si una se perdía, el pastor tenía que encontrarla, o presentar la piel para demostrar que había muerto. Los pastores eran expertos en el rastreo, y podían seguir las huellas de una oveja perdida a lo largo de kilómetros por el monte. No había pastor que no considerara parte de su trabajo el arriesgar la vida por las ovejas.
Muchos rebaños eran comunales, es decir, no de uno solo, sino de todo el pueblo, y tenían dos o tres pastores. A veces pasaría que los que tenían sus rebaños completos volvían antes al pueblo, y decían que el otro estaba todavía en el monte buscando una oveja que se le había perdido. Todo el pueblo estaría velando hasta que, por fin, aparecía el pastor en la distancia, saltando de alegría, con su oveja a hombros. Y entonces se elevaría de toda la comunidad un clamor de alegría y de gracias a Dios.
Esa es la escena del Cielo que pintó Jesús. Así es como es Dios. Dios se alegra cuando se encuentra a un pecador que se había perdido como se alegra el pastor cuando vuelve a casa con la oveja extraviada.
Aquí hay una idea maravillosa... Los religiosos excluían del pueblo de Dios a los publicanos y a los pecadores, que no merecían, según ellos, más que la destrucción; pero Dios no. Los hombres pueden perder la esperanza, pero Dios no. Dios ama a los que no se han extraviado; pero hay una alegría indecible en su corazón cuando uno que estaba perdido vuelve a casa. Es mil veces más fácil volver a Dios que a las frías críticas y recriminaciones de algunos hogares, y de algunas iglesias.

La moneda perdida…
Lucas 15: 8-10
Que se perdiera una moneda en la casa de unos campesinos de Palestina no seria difícil, pero sí era difícil encontrarla. Las casas eran oscuras, sin más ventana que una circular de unos 50 cm. de diámetro. El suelo era de tierra cubierta de paja o cañas; así es que era como buscar una aguja en un pajar. La mujer se puso a barrer con la esperanza de ver brillar la moneda u oírla tintinar.
Hay dos razones por las que la mujer tendría tanto interés en encontrar la moneda:
Puede que fuera sencillamente por necesidad. Era el jornal de un día en Palestina. Los obreros vivían al día. Tal vez el perder aquella moneda desequilibraba la economía familiar, o ponía en peligro la comida del día… Pero puede que fuera por una razón más romántica. El adorno de una mujer casada era una diadema formada por diez moneditas de plata enlazadas con una cadenita de plata. Era el equivalente del anillo de boda, cuyo valor era aún superior al precio y se consideraba algo tan personal que no se podía expropiar por deudas… Tal vez se trataba de una de esas monedas, y la mujer la buscaba como buscaría una casada ahora su anillo de boda. Es fácil imaginar la alegría de la mujer cuando vio relucir la moneda y la pudo apretar cariñosamente entre sus dedos otra vez.
Así es Dios, dijo Jesús. El júbilo de Dios y de todos los ángeles cuando vuelve al hogar un pecador es como el de un hogar que recupera el sustento del día, o como el de una mujer que había perdido algo muy personal y valioso, y lo encuentra otra vez.
Ningún fariseo habría soñado que Dios fuera así. Los judíos podrían haber llegado a creer que, si uno se humillaba hasta lo último y se postraba ante Dios suplicando misericordia, tal vez se le concediera; pero nunca se les habría ocurrido pensar que Dios buscara amorosa e insistentemente a los pecadores. Nosotros creemos en este amor de Dios, porque lo vemos encarnado en Jesucristo, el Hijo de Dios, que vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10).

El hijo pródigo
Lucas 15: 11-32
Les sobra razón a los que dicen que esta es la historia breve más maravillosa del mundo. Según la ley judía, un padre no podía repartir sus bienes como quisiera: el primogénito tenía que recibir dos terceras partes, y el segundo, el resto (Deuteronomio 21:17). No era raro que se repartiera la herencia antes de morir el padre, especialmente si éste quería retirarse de la dirección del negocio; pero había una innegable dureza en la actitud del segundo hijo cuando dijo: “Dame lo que me corresponde de todo lo que tienes!”… El padre no discutió. Sabía que, si su hijo iba a aprender, tendría que ser por las malas; así que accedió a su petición. Sin perder tiempo, el hijo reunió el producto de todo lo que le correspondió, y se marchó de casa… Pero no pasó mucho tiempo antes de que se lo gastara todo, y acabó cuidando cerdos, un trabajo prohibido para los judíos, porque la ley decía que era maldito el que criaba cerdos...
Y entonces Jesús dijo: “Cuando volvió en sí”... Jesús creía que, mientras uno está lejos de Dios, no es él mismo; solamente lo es cuando emprende el regreso a casa. No hay duda que Jesús no creía en la total depravación de la naturaleza humana como algunos teólogos; pero sí creía que el hombre no es realmente él mismo hasta que vuelve a Dios.
Así es que el hijo pródigo decidió volver a casa y pedir que se le recibiera, no como hijo, sino como uno de los que estaban en el nivel más bajo: los contratados para trabajar por días. Los esclavos corrientes eran en cierto modo miembros de la familia; pero los jornaleros se podían despedir de un día para otro; no eran parte de la familia. El hijo volvió a casa; y, según el mejor texto original, su padre no le dejó decir lo que pensaba; le cortó antes… Y ordenó que le vistieran.
La ropa representa el honor; el anillo, la autoridad, porque el que una persona le diera a otra el anillo era  como darle poder notarial; los zapatos distinguían a los hijos de los esclavos, que no los tenían. Y empezó la fiesta para que todos pudieran celebrar la vuelta del ausente.
Parémonos aquí para contemplar la verdad de esta parábola:
No es justo que se la conozca como “la parábola del Hijo Pródigo”, porque el hijo no es el héroe de la historia. Debería llamarse “del Padre Amante”, porque nos habla más del amor del Padre que del pecado del hijo. Y nos dice un montón del perdón de Dios… El padre tiene que haber estado esperando y observando el camino, porque vio al hijo cuando aún estaba a una distancia considerable. Y cuando llegó, le perdonó sin echarle nada en cara.
Pero ese no es el final de la historia. En la última parte aparece el hermano mayor, que sentía que su hermano hubiera vuelto… Y representa a los fariseos que se creían justos, y que habrían preferido que el pecador fuera destruido, y no salvo.
Se nota por su actitud que los años que había pasado sirviendo y obedeciendo a su padre los había pasado más cumpliendo con una obligación desagradable que sirviendo por amor, y muestra una absoluta falta de compasión; se refiere al pródigo, no como mi hermano, sino como tu hijo, probablemente despectivamente. Parece tener una mente sucia ya que no se mencionan las prostitutas hasta que lo hace él.
Para terminar, debemos darnos cuenta de que las tres parábolas de este capítulo no son sencillamente tres maneras de decir lo mismo. Hay diferencias…
La oveja se perdió porque era un animal estúpido... No pensaba; y muchos se librarían de caer en el pecado si pensaran un poco y a tiempo. La moneda se perdió sin que fuera culpa suya, diríamos que por accidente. El hijo se perdió a sabiendas, volviéndole la espalda a su padre…
Pero el amor de Dios puede vencer la estupidez humana, las circunstancias que tantas veces influyen para mal, y hasta la consciente rebeldía del corazón. Porque Dios es amor, no se resigna a perder lo que ama, sino que busca y espera, y se alegra con gozo inefable y glorioso cuando recupera lo que se le había perdido.




Lección nº 32:
EL MAL MAYORDOMO, LA LEY QUE NO CAMBIA
Y EL RICO INSENSIBLE
Lucas 16: 1-31
El administrador infiel
Lucas 16: 1-13
El administrador era un pícaro. No sabemos si era un esclavo o un empleado; pero el caso es que estaba a cargo de la administración de las propiedades de su amo o patrono. En Palestina había muchos terratenientes que vivían lejos de sus tierras. Es probable que el amo fuera uno de ellos, por lo que le había encargado a otro la administración de sus fincas, y este había emprendido una carrera de desfalcos.
Los deudores no eran menos pícaros. Parece que eran arrendatarios, y lo que debían era la renta que pagaban en especie, la parte proporcional que hubieran acordado de las cosechas.
El administrador, al ser descubierto, sabía que había perdido el empleo; y entonces se le ocurrió una gran idea: falsificar las cuentas de los deudores, de acuerdo con ellos, para que la deuda fuera menor. Esto produciría dos efectos: el primero, que los deudores contraerían con él una deuda de gratitud; y el segundo, todavía más efectivo, que los involucraba en sus fraudes y, si las cosas llegaban a lo peor, podría chantajearlos…
Lucas nos sugiere no menos de cuatro aplicaciones diferentes:
En el versículo 8, la lección es que, por lo que se refiere al trato con sus semejantes, los mundanos son más inteligentes que los espirituales o “los hijos de luz”. Lo que quiere decir que los cristianos lo serían más auténticamente si estuvieran tan interesados en vivir su fe hasta las últimas consecuencias como los mundanos lo están en conseguir dinero y lo que se obtiene con él... Nuestra vida cristiana empezará a ser real y efectiva cuando le dediquemos tanto tiempo e interés al Evangelio como algunos le dedican al placer, o al hobby, o al deporte.
En el versículo 9, la lección es que las posesiones materiales deben usarse para fraguar las amistades en las que se hallan los valores reales y permanentes de la vida. Eso se puede hacer de dos maneras:
a) Se puede hacer para que surta efecto en la eternidad. Los rabinos decían: “Los ricos ayudan a los pobres en este mundo, y los pobres ayudan a los ricos en el mundo venidero”. La verdadera riqueza de una persona consiste, no en lo que ha guardado para sí, sino en lo que ha dado a los necesitados.
b) Se puede hacer para que surta efecto en este mundo. La riqueza se puede usar de una manera egoísta, o para hacer la vida más fácil para otros. Las posesiones no son en sí mismas un pecado, pero sí una gran responsabilidad; y la persona que las usa para ayudar a otros lleva camino de cumplir con esa responsabilidad.
En los versículos 10 y 11, la lección es que la manera en que uno realiza una tarea pequeña es la mejor demostración de si está capacitado o no para encargarse de algo mayor. Así es en las cosas de este mundo: nadie ascenderá hasta que haya dado pruebas de su honradez y capacidad de trabajo en su nivel anterior. Pero Jesús aplica este principio a la eternidad en referencia a la clase de administradores que hemos sido en la tierra con cosas que no habremos de llevar al partir… Y lo que recibamos en el Cielo, que sí será definitivamente nuestro, dependerá de cómo hayamos usado las cosas de la tierra…
En el versículo 13, la lección es que un esclavo no puede servir a dos amos distintos, porque un esclavo no tiene más que un amo. Ahora un trabajador puede tener varios trabajos y estar al servicio de varias empresas al mismo tiempo; pero eso era absolutamente imposible para un esclavo, porque todo su tiempo y todas sus energías pertenecían a un solo amo.
Así sucede con el servicio de Dios: no puede ser algo a tiempo parcial o fuera de horas. Cuando  aceptamos servir a Dios, todos los momentos de nuestro tiempo y todas las energías de nuestro ser le pertenecen a Él… O somos suyos por entero, o no lo somos.

La Ley que no cambia
Lucas 16: 14-18
Este pasaje tiene tres partes:
Empieza con una acusación a los fariseos. Dice que se burlaban de Jesús. Los judíos propendían a relacionar la prosperidad material con la bondad; la riqueza era una señal de que la persona era buena. Los fariseos presumían de ser muy buenos, y consideraban la riqueza como una justa recompensa. Pero, cuanto más se exaltaban ante la gente, tanto más abominables eran para Dios…
Luego nos dice que hasta que llegó Jesús, la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento habían sido la última Palabra de Dios; pero Jesús vino a proclamar el Reino, y los publicanos y los pecadores acudían entusiasmados a entrar, aunque los escribas y los fariseos querían impedírselo por todos los medios. Jesús insistía en que el Reino no es la revocación de la Ley, sino su cumplimiento. Es verdad que los detalles insignificantes y las reglas ceremoniales se habían borrado; pero nadie debía pensar que el Evangelio suprimía los mandamientos de la Ley de Dios, que seguían inalterados e inalterables, de manera tal que “ni un acento de la Ley desaparecería”.
Finalmente y como un ejemplo de la Ley que no se cambiará nunca Jesús citó la ley de la castidad… Esta tajante afirmación de Jesús se ha de leer en el contexto de la vida judía. Los judíos tenían una opinión muy alta de la castidad y la fidelidad. Pero lo trágico era que, en los tiempos de Jesús, el vínculo matrimonial estaba a punto de desaparecer. Para las leyes judías la mujer era una cosa. Podía divorciarse de su marido sólo si él era leproso, o apóstata, o violador. Aparte de eso, una mujer no tenía más derecho ni compensación cuando su marido la divorciaba que la devolución de la dote (Deuteronomio 24:1).
El problema en tiempos de Jesús era la interpretación de la Ley, de manera tal que cualquier cosa que hiciera la mujer servía de excusa para que el marido la dejara (una escuela llamada de Hillel decía que si la mujer echaba a perder un plato de comida, si se daba una vuelta por la calle o si hablaba con un extraño podía ser abandonada…); así que las mujeres no querían casarse, y la vida familiar estaba en peligro de desaparecer.
Jesús aquí establece la santidad del vínculo matrimonial (ver Mateo 5: 31 y ss.)… A menudo pensamos que nuestro tiempo es malo; pero Jesús vivía en un tiempo en el que las cosas estaban por lo menos igual de mal. Si destruimos la vida familiar destruimos algo que es fundamental al Evangelio, y Jesús establece aquí una ley que es peligroso pasar por alto.

El pecado de la insensibilidad
Lucas 16: 19-31
Esta parábola está tan perfectamente construida que no le sobra ni una sola frase. Vamos a fijarnos en los personajes:
En primer lugar tenemos al rico… Cada frase añade algún detalle al lujo en que vivía: vestía púrpura y lino fino, que es la descripción de las ropas del sumo sacerdote, que costaban una inmensa fortuna y celebraba banquetes suntuosos todos los días…
En un país y época en que la gente corriente tendría suerte si comía carne una vez a la semana después de trabajar seis días, este es el prototipo del indolente ricachón. Lázaro habría querido recoger las migajas que caían de la mesa del rico; y es que en aquel tiempo no se usaban tenedores ni cuchillos ni servilletas, sino que se comía con las manos y, en las casas de los ricos, las manos se limpiaban restregándolas con pan, que caía al suelo... De eso querría hartarse Lázaro.
En segundo lugar, tenemos a Lázaro. Es curioso que es el único personaje de las parábolas que tiene un nombre, que es la forma latina de Eleazar, que quiere decir “Dios es mi ayuda”… Era un mendigo, y estaba cubierto de llagas ulcerosas, y en tal estado que ni siquiera se podía defender de los perros callejeros que le asediaban con sus lamidos.
Esta es la escena en este mundo, que cambia bruscamente para que veamos lo que sucede en el mundo venidero: allí Lázaro está en el Cielo y el rico en el Infierno. Naturalmente, la descripción del más allá refleja las ideas de los judíos de aquel tiempo, no necesariamente las de los cristianos de ahora… El pecado del rico fue que no se preocupó ni lo más mínimo de Lázaro, que le consideró parte del entorno y aceptó como lo más natural que Lázaro estuviera tirado a su puerta, sufriendo la enfermedad y el hambre, mientras él se regodeaba en el lujo… No fue tanto lo que hizo, sino lo que no hizo lo que le llevó al Infierno.
El pecado de aquel rico era que podía ver el sufrimiento y la necesidad del mundo a su alrededor, y no sentir que nada le tocara el corazón, ni hacer nada para remediarlo. Sufrió las consecuencias de haber sido insensible.
Nos parece excesivamente duro que no se le concediera que se advirtiera a sus hermanos; pero es un hecho que, si uno tiene la Palabra de Dios, y ve el dolor y la necesidad y no se siente llamado a ofrecer alivio o ayuda pudiendo hacerlo, nada le hará cambiar.
El Evangelio deja bien claro que el pecado está en ver el bien que se puede hacer, y no hacerlo (Santiago 4:17).




Lección nº 33:
ALGUNOS PRINCIPIOS CRISTIANOS, LA INGRATITUD
Y LAS SEÑALES DE SU VENIDA
Lucas 17: 1-37

Principios cristianos
Lucas 17:1-10
Este pasaje se divide en cuatro secciones claramente definidas e independientes:
1-Los versículos 1 y 2 condenan a la persona que enseña a otros a pecar. La palabra que se usa en griego es skándalon, de la que procede la castellana escándalo, que es la que se usa en casi todas las traducciones españolas. La palabra original tiene dos significados:
a-En un principio quería decir el cebo que se pone en una trampa o anzuelo.
b-De ahí pasó a significar, en sentido figurado, la piedra de tropiezo que se pone en el camino para que la gente se caiga.
Jesús quería decir que es imposible construir un mundo en el que no haya tentaciones; pero, ¡ay de aquel que enseña a otros a pecar, o les hace perder la inocencia!; porque siempre hay una primera invitación a pecar, un primer empujón hacia el mal camino.
2-Los versículos 3 y 4 hablan de la necesidad de perdonar. Nos dicen que perdonemos siete veces al día (Mateo 18:21 y ss: aun hasta setenta veces siete) sugiriendo que no hay un límite para el perdón.
3-Los versículos 5 y 6 nos dicen que la fe es la mayor fuerza del mundo. Recordemos que la manera oriental de hablar es de lo más gráfica. Aquí se nos quiere decir que hasta lo que parece imposible se hace posible para la fe. Debemos siempre tener presente que no estamos solos; que el Señor está con nosotros, y con El todo es posible.
4-Los versículos 7 al 10 nos dicen que Dios nunca podrá estar en deuda con nosotros, que nunca le serviremos lo suficiente. Cuando lo hemos hecho todo lo mejor posible, no hemos hecho más que lo que estábamos obligados a hacer.
Y esto último tiene que ver con la condición divina pero también con su ofrenda suprema encarnada en su Hijo.

La ingratitud como constante
Lucas 17:11 - 19
Jesús iba por la línea que separaba Galilea y Samaria cuando se encontró con aquel grupo de diez leprosos. Sabemos que los judíos no se trataban con los samaritanos (Juan 4:9); sin embargo, en este grupo había por lo menos uno que era samaritano.
Aquí tenemos un ejemplo de una de las leyes de la vida: la común desgracia había roto las barreras raciales y nacionales haciéndoles olvidar las diferencias que había entre judíos y samaritanos, y recordar sólo que eran seres humanos necesitados de compañía y ayuda mutua.
Los leprosos se pararon a lo lejos (Levítico 13:45, 46; Números 5:2). No era una distancia fija; pero una autoridad establecía que fueran por lo menos cincuenta metros los que separaran al leproso de los sanos. Ahí vemos el absoluto aislamiento en que tenían que vivir los leprosos.
Esta es la historia evangélica que nos muestra más a las claras la realidad de la ingratitud. Los leprosos clamaron a Jesús en una situación desesperada; Él los curó, y nueve de los diez no volvieron a darle las gracias. Eso es lo que suele pasar: una vez que se ha obtenido lo que se necesitaba, no se vuelve ni para dar las gracias.
La vida humana suele caracterizarse por episodios notables y constantes de ingratitud… Con nuestros padres, con quienes nos han ayudado en alguna situación desesperada,  y sobre todo, con nuestro Dios…En algún momento de amarga necesidad hemos orado intensamente, pero cuando pasó aquella situación, nos olvidamos de Dios. Dios dio a su Hijo por nosotros en la cruz, y muchos no le hemos dado ni siquiera las gracias.

Señales de su Venida
Lucas 17: 20-37
En los versículos 20 y 21, Jesús contesta a la pregunta de los fariseos acerca de cuándo vendrá el Reino de Dios. Dijo que no vendrá con señales externas que podamos esperar.
Al decir que el  Reino de Dios está dentro de vosotros, Jesús sostiene  que es algo que obra en los corazones de las personas; que no va a producir cosas nuevas, sino personas nuevas. Un cambio no externo, sino un cambio en el corazón.
También es posible que Jesús haya querido referirse a sí mismo diciendo que el Reino de Dios está entre vosotros. Él era la personificación del Reino, aunque no le reconocían.
Los versículos 22-37 hablan de la Segunda Venida de Cristo. De este pasaje podemos sacar algunas cosas que son seguras:
1-Habrá tiempos en que los cristianos anhelen la venida de Cristo; pero tendrán que aprender a mantener encendidas las lámparas de la paciencia, y esperar. Dios tiene su momento.
La venida de Cristo es segura, pero no sabemos cuándo será. Es inútil especular. Vendrán personas con profecías y predicciones falsas; pero no debemos inquietarnos ni hacerles caso. La mejor manera en que puede encontrarnos Cristo es cumpliendo con nuestro deber paciente y fielmente.
2-Cuando llegue ese Día, el juicio de Dios se hará realidad, y de dos personas que han estado juntas toda la vida, una será arrebatada y otra dejada. Aquí hay una advertencia: el haber estado cerca de una persona que es fiel al Señor no es una garantía de salvación. El juicio de Dios es individual. No podemos delegar en otro el cumplimiento de nuestros deberes con Dios.
3-Cuando le preguntaron a Jesús cuándo pasaría todo eso, contestó citando un conocido refrán: «Donde estén los cuerpos se juntarán los buitres», que quería decir que una cosa sucedía cuando se cumplían las condiciones necesarias. No podemos saber cuándo, y no debemos especular, aunque si podremos prestar atención a las señales. Pero debemos vivir cada día de tal manera que cuando Él venga nos encuentre preparados.




Lección nº 34:
LA ORACIÓN, EL ORGULLO Y EL SER COMO NIÑOS
Lucas 18: 1-17

CONSTANTES EN LA ORACIÓN
Lucas 18:1-8
Esta parábola tiene dos personajes:
El juez, que parece no haber sido un juez judío sino más bien parece haber sido uno de los magistrados pagados nombrados por Herodes o los romanos; y a menos que el demandante tuviera influencia o dinero para sobornar al juez, no podía esperar que se decidiera su pleito. Se decía que estos jueces pervertían la justicia por un plato de lentejas.
La viuda era el símbolo de todos los pobres y marginados. Estaba claro que, como no tenía recursos de ninguna clase, no podía esperar que tal juez le hiciera justicia. Pero tenía un arma: la insistencia. Es posible que lo que el juez temiera fuera la violencia física porque en el original el juez teme que “me ponga un ojo morado”… El caso es que la insistencia consiguió su objeto.
Esta parábola no compara a Dios con un juez injusto, sino que le contrasta con él. Al compararles Jesús está diciendo: “¡Cuánto más Dios, que es un Padre amante, les dará a sus hijos lo que necesitan!”. Eso no quiere decir que vamos a obtener siempre lo que pidamos. A menudo un padre tiene que negarse a darle a su hijo lo que le pide, especialmente cuando sabe que aquello le va a hacer más mal que bien. Así es Dios.
Nosotros no sabemos lo que nos reserva el futuro; sólo Dios lo sabe, y por tanto sólo Dios sabe si aquello va a ser para nuestro bien ala larga. Por eso Jesús nos dice que no tenemos que desanimarnos en la oración, y por eso dijo que no sabía si quedaría fe en la Tierra cuando El viniera otra vez. No nos cansaremos nunca de orar, y nunca nos faltará la fe si, una vez que le hemos hecho a Dios nuestras oraciones y peticiones, añadimos la perfecta oración: “¡Hágase tu voluntad!”…

EL PECADO DEL ORGULLO
Lucas 18: 9-14
Los judíos religiosos practicaban la oración tres veces al día: a las 9 de la mañana, al mediodía y a las 3 de la tarde. Se consideraba que la oración era más eficaz si se ofrecía en el templo, por lo cual el templo era frecuentado a esas horas. Jesús nos presenta a dos personajes:
uno era fariseo. Realmente no oraba a Dios, sino consigo mismo. La verdadera oración se dirige solamente a Dios. El fariseo estaba presentando sus credenciales delante de Dios.
La ley judía no prescribía más que un ayuno obligatorio, el del Día de la Expiación. Pero los que querían ganar méritos ayunaban también todos los lunes y los jueves. Es curioso que esos eran los días de mercado cuando Jerusalén se llenaba de campesinos. Los que ayunaban se ponían polvos para parecer más pálidos, y se vestían con cuidadoso descuido y salían a la calle para que los viera el público. Su actitud era la típica de los peores fariseos. El fariseo realmente no iba a orar; iba a informar a Dios de lo bueno que era.
El otro era publicano. Se quedaba al final, y no se atrevía ni a levantar la vista ante Dios. Una traducción más plena nos haría comprender que en su oración el publicano se reconocía ante Dios como el más mísero de los pecadores…
No hay duda que esta parábola nos enseña ciertas cosas importantísimas acerca de la oración:
1-Ningún orgulloso puede orar. Alguien dijo que la puerta del Cielo tiene el dintel tan bajo que no se puede entrar más que de rodillas.
2-Nadie que desprecie a sus semejantes puede orar. En la oración no nos podemos encumbrar por encima de los demás. Debemos recordar que somos cada uno parte de una humanidad pecadora, doliente e indigna de presentarse ante Dios.
3-La verdadera oración brota cuando colocamos nuestras vidas al lado de la vida de Dios. Sin duda todo lo que dijo el fariseo era verdad: ayunaba; diezmaba meticulosamente; no era como los hombres que menciona, y menos como el publicano. Pero el asunto no es ser bueno como pueden serlo los demás… Lo importante es ser como es Dios. Todo depende de con qué nos comparamos. Cuando ponemos nuestra vida al lado de la de Jesús y al lado de la santidad de Dios, entonces comprenderemos plenamente nuestras miserias; como lo hizo el publicano.

SER COMO NIÑOS
Lucas 18:15-17
Era corriente que las madres trajeran a sus niños en su primer cumpleaños a algún rabino distinguido para que los bendijera. Y para eso se los traían a Jesús. No tenemos que pensar que los discípulos fueran duros o crueles. Lo hacían por el respeto y el cariño que le tenían a Jesús. Recordemos que se dirigía a Jerusalén a morir en una cruz. Sin embargo es encantador ver que Jesús tenía tiempo para los niños hasta cuando se dirigía a Jerusalén para morir en la cruz.
Pero ¿qué quiere decir Jesús al decir que los que componen el Reino de Dios son los que son como los niños?
1-El niño no ha perdido el sentido de lo maravilloso. Cuando crecemos vivimos en un mundo gris y cansado. Los niños viven en un mundo que conserva el lustre de lo nuevo, y en el que Dios siempre está cerca.
2-Toda la vida del niño se apoya en la confianza. Cuando somos pequeños, nunca nos preguntamos de dónde nos va a venir la próxima comida, o de dónde va a salir la ropa; no nos preocupamos por los gastos, ni dudamos de que nuestros padres sepan resolver los problemas. La confianza del niño en sus padres es absoluta… Y así debería ser nuestra confianza en nuestro Dios.
3-El niño es obediente por naturaleza. Es cierto que a veces desobedece y se queja de lo que le mandan sus padres; pero su instinto es obedecer. Sabe muy bien que debe obedecer, y no está contento cuando no ha sido obediente. En su fuero interno reconoce que la palabra de sus padres es ley. Así debiera ser para nosotros la Palabra de Dios.
4-El niño tiene una capacidad admirable para perdonar. Casi todos los padres somos injustos con nuestros niños. Les exigimos un nivel de obediencia, de modales, de lenguaje y de diligencia que rara vez alcanzamos nosotros. Una y otra vez los castigamos por hacer cosas que hacemos nosotros. Si otros nos trataran de la forma que tratamos nosotros a nuestros hijos, probablemente no se lo perdonaríamos. Pero los niños perdonan y olvidan, y ni siquiera se dan cuenta de que se los trata con injusticia.
El mantener despierto el sentido de lo maravilloso, vivir con una confianza inquebrantable, obedecer con naturalidad, perdonar y olvidar... En eso consiste el espíritu del niño, que es el pasaporte para entrar en el Reino de Dios.




Lección nº 35:
UN JOVEN RICO, UNA ENSEÑANZA, UN CIEGO Y ZAQUEO
Lucas 18: 18 – 19: 10

EL QUE NO QUERÍA PAGAR EL PRECIO
Lucas 18: 18-30
Este aristócrata se dirigió a Jesús de una manera totalmente inusitada. En toda la literatura judía no se encuentra ningún caso de un rabino al que se llamara “Maestro bueno”. El dirigirse así a Jesús sonaba exagerado, y Jesús empezó por destacar que el único bueno es Dios.
Jesús siempre reconocía que su poder y su mensaje procedían de Dios… Y es al padre a quien Él siempre acudía finalmente.
No hay duda que este aristócrata era un buen hombre; pero reconocía en lo íntimo de su corazón que algo faltaba en su vida. La respuesta de Jesús fue que si quería encontrar todo lo que estaba buscando tenía que vender sus posesiones y distribuir el producto entre los pobres, y entonces seguir a Jesús.
¿Por qué hizo aquella demanda precisamente a aquel hombre?
Es que este joven, pese a guardar la Ley era egoísta. La Ley le instaba a amar al prójimo como a sí mismo, pero él no lo había hecho realidad al acumular riquezas para sí sin compartir con los demás. Esto era lo que le faltaba. Era rico, pero no daba nada. Si había de encontrar la verdadera felicidad, tenía que librarse de todo aquello, y vivir para los demás con la misma intensidad con la que había vivido antes para sí mismo.
Jesús siguió diciendo que le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios.
(Se dice que al lado de la gran puerta de Jerusalén por la que entraba todo el tráfico había una puertecilla suficientemente ancha y alta para que pudiera pasar por ella una persona; y se dice que a esa puertecilla la llamaban “ojo de aguja”, y tal vez Jesús estaba pensando en ella… Suena a 8una exageración graciosa como la de Mateo 23:24)
Las posesiones tienden a encadenar el corazón a este mundo y a no dejar que se piense en nada más. No tiene por qué ser pecado el tener riquezas, pero sí entraña un peligro y una gran responsabilidad.
Pedro mencionó que él y sus compañeros lo habían dejado todo para seguir a Jesús; y Jesús prometió que nadie dejaría nada por el Reino de Dios que no recibiera mucho más. Todos los cristianos sabemos que esa es una gran verdad.

VALOR FRENTE A LA CRUZ
Lucas 18:31-34
Jesús hace gala de gran entereza… Hay dos clases de valor: el de la persona que se encuentra ante una emergencia o crisis que se le presenta de improviso, y que se lanza sin considerar el riesgo; y el de la persona que prevé una situación terrible que le acecha más adelante, y sabe que sólo la podrá evitar si sale huyendo, y sin embargo sigue adelante y se enfrenta con ella con los ojos abiertos. Jesús ejerce este valor sin dudas superior… Jesús sabía lo que era la cruz; y sin embargo, siguió adelante. No cabe duda de que Jesús fue, entre otras muchas cosas, un maravilloso ejemplo del más acendrado valor.
Pero los discípulos no le entendieron bien… Estaban tan obsesionados con la idea de un Mesías conquistador, que seguían esperando que Jesús desplegara su poder en Jerusalén y barriera a sus enemigos de la faz de la Tierra.
Y además: Jesús nunca anunció la cruz sin nombrar también la resurrección. Sabía que le esperaban la vergüenza y el horror, pero estaba igualmente seguro de que obtendría la victoria y entraría en la gloria que también le aguardaba… La seguridad de la victoria final le ayudó a arrostrar la aparente derrota de la cruz. Sabía que sin la cruz no podría haber una corona.

UN CIEGO QUE NO QUERÍA CALLARSE
Lucas 18:35-43
Lo que más resalta en esta historia es la insistencia a toda prueba del ciego. Jesús iba de camino hacia Jerusalén para la Pascua, y en esa época del año había muchos peregrinos que hacían el viaje juntos. Una de las maneras más corrientes de enseñar que tenían los rabinos era mientras andaban, y eso era lo que Jesús estaba haciendo en aquel momento, mientras todos los otros peregrinos se agolpaban a su alrededor para no perder nada de lo que decía.
El ciego estaba sentado entre todos los que había al borde del camino; y, cuando oyó el murmullo del gentío que se acercaba, preguntó qué sucedía, y le dijeron que era que pasaba Jesús. Inmediatamente se puso a gritar pidiéndole a Jesús que se compadeciera de él. La gente hizo lo posible para que se callara. Los que estaban cerca de Jesús no podían escucharle en paz por culpa del ciego. La palabra que se usa en el versículo 39 representa el grito instintivo que surge de una emoción incontrolable, casi un aullido animal. La palabra indica la total desesperación del ciego. Jesús se detuvo, y el ciego recibió la vista que tan apasionadamente deseaba.
Esta historia nos enseña dos cosas:
1-Acerca del ciego, nos dice que estaba empeñado en encontrarse cara a cara con Jesús. Nada le hacía cejar. Se negaba a callarse y contenerse. El sentimiento de necesidad le impulsaba a la presencia de Jesús. Esa es la actitud que debe tener todo el que espera un milagro. No es suficiente tener un deseo sentimental para poner en acción el poder de Dios; hace falta un ansia intensa y apasionada que brota de lo más íntimo del corazón.
2-Acerca de Jesús, nos dice también algo. En aquel momento estaba hablando con la multitud como un rabino; pero se detuvo y lo dejó todo ante la llamada angustiosa del ciego. Había un alma necesitada, y eso era más importante que lo que estaba diciendo.

ZAQUEO…
Lucas 19:1-10
Jericó era una ciudad muy importante y rica. Estaba en el valle del Jordán, y controlaba el acceso a Jerusalén y el paso al Este del Jordán. Tenía un gran palmeral, y bosques de balsameras mundialmente famosos que perfumaban el aire varios kilómetros a la redonda. Sus jardines de rosas también eran célebres. Todo eso convirtió a Jericó en uno de los principales centros de impuestos de Palestina. Ya hemos estudiado los impuestos y el negocio de los publicanos (Lucas 5:27-32). Zaqueo había llegado a la cima de su profesión, por lo que sería el hombre más odiado del distrito. La historia tiene varios puntos que destacar:
1-Zaqueo era rico, pero no era feliz. No podía por menos de sentirse solo, porque había escogido una profesión que le convertía en un despreciado por los demás… Había oído hablar de Jesús, que recibía a los publicanos y a los pecadores, y quería saber si tendría algo para él. Odiado por los hombres, Zaqueo buscaba el amor de Dios.
2-Zaqueo decidió ver a Jesús, y no dejó que nada se lo impidiera. El mezclarse con la multitud requería valor en su caso, porque muchos aprovecharían la oportunidad para castigarlo con desprecio… Pero aun así no podía ver nada, porque era bajito; así es que tuvo una gran idea: salió corriendo, se adelantó a la comitiva, se subió a un árbol corpulento y frondoso cuyas ramas daban sombra a la carretera, y allí se dispuso a ver lo que pasaba sin ser visto ni molestado.
3-Zaqueo se comprometió con la comunidad al anunciar su cambio. Cuando Jesús le hizo saber que pararía en su casa aquel día, y cuando Zaqueo descubrió que había encontrado un nuevo amigo maravilloso, hizo la mayor decisión de su vida: decidió darles a los pobres la mitad de todo lo que tenía; y la otra mitad no se la reservó para sí mismo, sino para hacer restitución de los fraudes que hubiera cometido. En esto de la restitución fue mucho más allá de lo que mandaba la ley (Éxodo 22:1; 22:4; 7; Levítico 6:5; Números 5: 7). 4-La historia termina con una gloriosa afirmación: “El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Una persona está perdida cuando no está en contacto con Dios; y es hallada cuando una vez más ocupa su debido lugar como hijo o hija obediente en la casa y familia de su Padre Dios.




Lección nº 36:
DIOS NOS PRUEBA
LA ENTRADA A JERUSALÉN Y EL ENOJO DE JESÚS
Lucas 19: 11-48

EL REY CONFÍA EN SUS SIERVOS
Lucas 19: 11-27
Esta es la única parábola de Jesús que se presupone puede estar basada en un hecho real relacionado con la muerte de Herodes el Grande en el año 4 a.C. y que dejó su reino dividido entre Herodes Antipas, Herodes Felipe y Arquelao…
Pero lo importante es que ilustra grandes verdades de la vida cristiana:
1-Nos habla de la confianza de un rey que dio dinero a sus siervos cuando se marchó, y les dejó usarlo como mejor les pareciera, sin imponerles ninguna condición. Se lo dejó a su criterio. Así es como se porta Dios con nosotros.
2-Nos habla de que nuestro Dios nos prueba. La confianza del rey era una prueba para ver si sus hombres eran de fiar en las cosas pequeñas y es precisamente en esos deberes rutinarios en los que Dios nos prueba también a nosotros. Jesús es en esto, como en todo, el ejemplo supremo. De sus treinta y tres años de vida pasó treinta en Nazaret. Si no hubiera cumplido con absoluta fidelidad las obligaciones del taller de carpintería y del mantenimiento de su familia, no habría estado preparado para ser el Salvador del mundo.
3-Nos habla de la recompensa del rey. La que recibieron los siervos fieles no fue que se les dejara sentarse tranquilos para no hacer nada. Uno se encontró a cargo de diez ciudades, y otro de cinco. La recompensa por un trabajo bien hecho es más trabajo. El mayor cumplido que se le puede hacer a una persona es darle mayores responsabilidades. La gran recompensa de Dios al que ha satisfecho la prueba es más confianza.
4-La parábola concluye con una de las leyes inexorables de la vida: “Al que tiene se le dará más, y al que no tiene se le quitará lo poco que tenga”. Si practicamos algún deporte, y seguimos entrenándonos, iremos dominándolo cada vez más; pero, si dejamos de practicarlo, perderemos las habilidades que tuviéramos; si se nos da bien una asignatura o un arte y nos aplicamos a su estudio, se nos abrirán sus secretos y cada vez disfrutaremos y podremos utilizar más de sus riquezas; pero, si no nos aplicamos, perderemos hasta la habilidad que teníamos al principio.
No hay tal cosa como plantarse en la vida cristiana: o avanzamos, o vamos para atrás; o recibimos más, o perdemos lo que teníamos.

LA ENTRADA DEL REY
Lucas 19: 28-40
De Jerusalén a Jericó no hay más que 28 kilómetros, así es que Jesús ya estaba llegando a Jerusalén, el final de su viaje. Y Jesús se propone entonces: entrar en Jerusalén cabalgando sobre un burrito como una manera que le hiciera comprender a todo el mundo que Él era el Mesías, el Rey Ungido por Dios.
Tenemos que fijarnos en algunos detalles de la entrada de Jesús en Jerusalén.
Nos da la impresión de que aquella no fue una acción improvisada, sino algo cuidadosamente preparado. Jesús no dejaba las cosas para el último momento.
Fue un gesto de glorioso desafío y de valor superlativo. Ya entonces los líderes judíos le habían puesto precio a su cabeza (Juan 11:57). Habría sido natural que, si Jesús tenía que ir a Jerusalén, entrara de incógnito y secretamente; pero lo hizo de una manera que le colocó en el centro de atención de toda la ciudad. Esto nos muestra su valentía…
Fue una declaración deliberada de su derecho al trono, en cumplimiento de la profecía de Zacarías 9: 9. Pero, hasta en este acto, Jesús subrayó el carácter del Rey que pretendía ser. El asno no era en Palestina la acémila humilde de otros países, sino un animal noble. Los reyes iban a caballo a la guerra; cuando iban en son de paz usaban el asno. Al escoger su montura, Jesús se ofrecía como rey de amor y de paz, y no como el héroe militar y conquistador que la gente esperaba.
Fue además una última invitación. Jesús vino, como si dijéramos, con los brazos abiertos, como diciendo: “¿Me queréis ahora aceptar como vuestro Rey?”… Antes de que el odio de los hombres le llevara a la cruz, una vez más los confrontó con la invitación del amor.

LA PIEDAD Y LA IRA DE JESÚS
Lucas 19: 41-48
En este pasaje hay tres incidentes diferentes:
1-El llanto de Jesús por Jerusalén. A1 descender el monte de los Olivos se tiene una magnífica vista panorámica de Jerusalén. Cuando Jesús llegó a un recodo del camino, se detuvo, y lloró por Jerusalén. Sabía lo que le iba a suceder a Él y a la ciudad. Los judíos se estaban embarcando en la carrera de maniobras e intrigas políticas que acabó en la destrucción de Jerusalén el año 70 d.C., cuando la ciudad quedó tan devastada que se pasó un arado de lado a lado. La tragedia consistió en que, si hubieran renunciado a sus sueños de grandeza política y hubieran aceptado el yugo manso y humilde de Cristo, aquella desgracia nacional no había sucedido.
Las lágrimas de Jesús son las de Dios cuando ve el dolor y el sufrimiento innecesario que los hombres se echan encima cuando se rebelan estúpidamente contra su voluntad.
2-La limpieza del templo. El relato de Lucas está muy resumido; el de Mateo es más extenso (21:12-13). ¿Por qué Jesús, que era la misma encarnación del amor, actuó con tal violencia con los cambistas y los que vendían animales en los atrios del templo?
Los cambistas hacían negocios con los ritos religiosos judíos vendiendo monedas que erann aceptadas en el santuario, cobrando una diferencia en el cambio… Se ha calculado que estos cambistas sacaban una gran ganancia al año, lo que era un robo y un abuso para los pobres fieles, que eran los que siempre salían perdiendo.
También estaban los que vendían animales. Casi todas las visitas al templo se hacían para ofrecer un sacrificio. Los pajarillos ofrecidos se podían comprar fuera a precios razonables; pero las autoridades del templo habían puesto inspectores que comprobaran que no tuvieran mancha ni defecto. Por tanto era más seguro comprar los animales en los puestos oficiales del templo. Pero había veces en que un par de palomas costaba quince veces más que en la calle. Aquí también se abusaba de los pobres peregrinos de una forma que era realmente un robo legal. Además, estos puestos se conocían como “las tiendas de Anás”, y eran propiedad de la familia del sumo sacerdote.
Jesús desplegó aquella violencia porque aquel tráfico se estaba usando para explotar a los pobres indefensos. No es que el comprar y vender manchaba la dignidad y la solemnidad del culto; sino que, además, la casa de Dios se usaba para explotar a los adoradores.
Hay algo increíblemente audaz en la acción de Jesús poniéndose a enseñar en el templo cuando se había puesto precio a su cabeza. Era un desafío abierto. Entonces las autoridades no le podían prender, porque la gente estaba prendida de sus labios.
Pero cada vez que hablaba exponía su vida, y sabía que era cuestión de poco tiempo el que llegara el fin.
El valor del cristiano debe parecerse al de su Señor: Él nos ha dejado un ejemplo a seguir para mostrar cuyos somos y a quién servimos.




Lección nº 37:
LA AUTORIDAD DE JESÚS
Y ALGUNAS PREGUNTAS CAPCIOSAS
Lucas 20: 1-26

SOBRE LA AUTORIDAD
Lucas 20:1-8
Las autoridades judías vinieron a Jesús con toda clase de preguntas encaminadas a atraparle, pero Él contestó con tal sabiduría que los dejó sin argumentos.
La primera pregunta se la dirigieron los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos. Los principales sacerdotes eran los que habían sido sumos sacerdotes y los miembros de sus familias; es decir, la aristocracia religiosa del templo. Las tres clases -principales sacerdotes, escribas y ancianos- componían las fuerzas vivas que estaban representadas en el Sanedrín, que era el tribunal supremo y el gobierno de los judíos. Podemos suponer que la pregunta la habían urdido en el Sanedrín para formular una acusación contra Jesús.
¡No nos sorprende que le preguntaran con qué autoridad hacía esas cosas! Al entrar en Jerusalén de esa manera, y luego tomar la ley en sus manos y limpiar el templo, requerían alguna explicación. Para los judíos ortodoxos de entonces, la manera en que Jesús se había tomado la autoridad era algo pasmoso. Ninguno antes se habría atribuido la autoridad independiente con la que Jesús actuaba. Lo que querían era que Jesús dijera claramente que era el Mesías y el Hijo de Dios. Entonces le podrían acusar de blasfemia, y le podrían arrestar inmediatamente. Pero Él no les dio esa respuesta, porque no había llegado su hora.
La contestación de Jesús no pretendía ser una excusa para no contestar… Era mucho más. Les preguntó si era divina o humana la autoridad de Juan el Bautista. La cosa era que la respuesta que dieran a la pregunta de Jesús sería también la contestación a su propia pregunta. Todos sabían cómo consideraba Juan a Jesús, y que él se presentaba como el precursor del Mesías. Si reconocían que la autoridad de Juan el Bautista era divina, entonces tenían que reconocer también que Jesús era el Mesías, porque eso es lo que Juan había dicho. Si negaban la autoridad divina de Juan, todo el pueblo se levantaría contra ellos, porque estaban convencidos de que era un profeta. Jesús, pues, no tenía que contestar a la pregunta de ellos si ellos contestaban a la suya.
Los emisarios del Sanedrín se negaron a enfrentarse con la verdad, y tuvieron que retirarse fracasados y desacreditados ante todo el mundo.

UNA PARÁBOLA QUE ERA UNA CONDENACIÓN
Lucas 20:9-18
Esta parábola estaba más clara que el agua para los primeros que la escucharon. La viña representa al pueblo de Israel (cp. Isaías 5:1-7). Los arrendatarios son los gobernantes judíos a los que se ha confiado la nación. Los siervos son los profetas que Dios envió, que fueron despreciados, perseguidos y muertos. El hijo es Jesús mismo. Y la sentencia es que el lugar que hubiera correspondido a Israel será dado a otros.
En su enseñanza, esta es una de las parábolas más ricas.
Nos habla del hombre:
a-Nos habla del privilegio… Los arrendatarios no habían plantado la viña, y sin embargo, era como si fuera suya. El dueño no les hacía trabajar con el látigo, sino que se marchó y los dejó trabajar a su manera.
b-Nos habla del pecado… El pecado de los arrendatarios consistió en que se negaron a darle al dueño lo que legalmente le correspondía, y querían controlar lo que el dueño solo podía controlar. El pecado consiste en no darle a Dios lo que le pertenece, y en tratar de usurpar su poder.
c-Nos habla de la responsabilidad… Los arrendatarios pudieron actuar con libertad bastante tiempo; pero llegó el día del ajuste de cuentas. Más tarde o más temprano todos tendremos que dar cuenta de lo que se nos ha confiado.
Nos habla de Dios:
a-Nos habla de su paciencia… El dueño no castigó a los labradores a la primera señal de rebelión, sino que les dio una oportunidad tras otra para que se corrigieran. No hay nada más maravilloso que la paciencia de Dios.
b-Nos habla del juicio de Dios. Los labradores creyeron que podían contar con la paciencia del dueño y salirse con la suya, pero llegó el día del juicio… Por mucho que nos parezca que podemos hacer lo que nos dé la gana, llegará el día de rendir cuentas también delante de Dios.
Nos habla de Jesús:
a-Jesús sabía lo que iba a suceder. No fue a Jerusalén abrigando la esperanza de evitar la cruz; era absolutamente consciente de su misión…
b-Nunca puso en duda la victoria final de Dios. Por encima del poder de los malvados estaba la majestad invencible de Dios.
c-Jesús presenta sus credenciales como Hijo de Dios de una manera irrefutable. Deliberadamente se separa de la sucesión de los profetas. Ellos eran siervos; Él es el Hijo. En esta parábola, Jesús se presenta abiertamente como el Rey Ungido de Dios.
Jesús entonces hace referencia a la piedra angular, ubicándose a sí mismo en esa condición (Salmo 118:22 y ss), que la Iglesia Primitiva reconoció como profecía de la muerte y resurrección de Cristo (Hechos 4:11; 1 Pedro 2:7).

…A DIOS LO QUE ES DE DIOS
Lucas 20:19-26
Aquí los emisarios del Sanedrín pasaron al ataque. Sobornaron a unos para que fueran a hacerle una pregunta a Jesús pretendiendo que era algo que les preocupaba sinceramente. El tributo al César era un impuesto de un denario por cabeza que tenían que pagar todos los varones de 14 a 65 años y todas las mujeres de 12 a 65, simplemente por el privilegio de existir.
Este tributo era una cuestión polémica entre los judíos. No era una mera cuestión económica, sino que se consideraba como una imposición ofensiva. Los judíos fanáticos pretendían que no tenían más rey que Dios, y por tanto era contra su religión el pagar tributo al César.
Si Jesús decía que no se debía pagar tributo al César, le denunciarían inmediatamente a Pilato, lo que conduciría a su arresto y si decía que estaba bien que se pagara el tributo, muchos de sus presuntos seguidores, especialmente los galileos, se pondrían en contra suya.
Jesús les contestó en sus propios términos. Les pidió que le enseñaran un denario del tributo. En el mundo antiguo si un hombre tenía derecho a poner su imagen y nombre en la moneda, esto le daba derecho a imponer un tributo. Así que Jesús dijo que si ellos aceptaban la moneda del César estaban obligados a aceptar su impuesto, pero que había otras cosas más importantes de la vida que no pertenecían al César, sino a Dios… Está claro que en la vida de los cristianos es Dios y no el Estado el que tiene la última palabra (Hechos 5:29).
El cristiano es al mismo tiempo un buen ciudadano y un crítico sabio del Estado. Precisamente por ser el mejor ciudadano, el cristiano se negará a hacer todo lo que no pueda hacer un ciudadano cristiano (1 Pedro 2:17).




Lección nº 38:
LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
Y OTRAS ENSEÑANZAS
Lucas 20: 27-47

SOBRE LA RESURRECCIÓN…
Lucas 20:27-40
Cuando los emisarios del Sanedrín agotaron sus tretas, aparecieron en la escena los saduceos. Su pregunta dependía de dos cosas:
La primera era la ley del levirato (Deuteronomio 25:5). Según esa ley, cuando un casado moría sin dejar hijos, su hermano se tenía que casar con la viuda, y el hijo que tuvieran se consideraría descendiente legal del primer marido. No es probable que esa ley se aplicara en tiempo de Jesús, pero formaba parte de las leyes mosaicas, y los saduceos la consideraban vigente.
La pregunta tenía que ver con las creencias de los saduceos. Los saduceos eran pocos, pero ricos e influyentes. Los sacerdotes y los aristócratas eran casi todos saduceos. Eran la clase que estaba en el gobierno. Eran colaboracionistas con los romanos, porque querían conservar su riqueza y posición.
Además no aceptaban más que la ley escrita del Antiguo Testamento, y especialmente el Pentateuco o Torá, Ley, a la que daban más importancia que a los Profetas y demás Escritos.
Los fariseos creían en la resurrección de los muertos y en ángeles y espíritus, pero los saduceos no creían en ninguna de estas cosas (Hechos 23:8).
Por otra parte, si bien los fariseos creían en la venida del Mesías y le esperaban, los saduceos no, porque habría perturbado sus vidas y planes materialistas.
Los saduceos, pues, vinieron con la pregunta de los siete hermanos que habían estado casados con la misma mujer, y que de cuál de ellos sería esposa en la resurrección, pretendiendo ridiculizar la fe en la resurrección. La respuesta de Jesús tiene un valor permanente. Dijo que el Cielo no es como la Tierra, que la vida futura será diferente de la actual, porque nosotros seremos diferentes. Pero Jesús fue aún más lejos. Como hemos dicho, los saduceos no creían en la resurrección del cuerpo; y decían que es que no se nos enseña en las Escrituras, y menos en la Ley de Moisés. Hasta entonces ningún fariseo había podido argumentar con ellos, pero Jesús los hizo callar: les citó el pasaje de Éxodo 3:1-6, y destacó, desde toda lógica, que Dios no es un dios de muertos, de lo que se desprendía que Abraham, Isaac y Jacob no están muertos para siempre, porque Dios es un Dios de vivos. No nos sorprende que la respuesta de Jesús arrancara un grito de aprobación de los escribas que estaban escuchando. Jesús había contestado a los saduceos usando su misma suprema autoridad.
Jesús usaba argumentos que sus interlocutores podían comprender y aceptar. Les hablaba en su propio lenguaje, y por eso la gente de su tiempo le oía de buena gana.

UNA ACLARACIÓN NECESARIA
Lucas 20:41-44
Este breve pasaje puede parecer difícil de entender. El título más popular del Mesías era Hijo de David. Así llamó a Jesús el ciego de Jericó (Lucas 18:38, 39), y también la multitud que presenció su entrada en Jerusalén (Mateo 21:9). Sin embargo, aquí parece que Jesús pone en duda la validez de tal título. La cita está tomada del Salmo 110:1, que es el versículo del Antiguo Testamento más citado en el Nuevo. Muchos salmos se atribuían a David, y éste se suponía que hablaba del Mesías. En él David dice que oyó que Dios le decía a su Ungido, el Mesías, que se sentara a su diestra hasta que todos sus enemigos estuvieran a sus pies; y en él David llama al Mesías mi Señor. ¿Cómo puede ser a la vez hijo y Señor de David?
Jesús hace aquí lo mismo que en otras ocasiones: corregir la idea popular acerca del Mesías como el Rey conquistador que haría del pueblo de Israel el más poderoso de la Tierra e iniciaría la Edad de Oro, idea que estaba inexplicablemente unida al título de Hijo de David.
En realidad, lo que Jesús les dice aquí es que ellos pensaban en el Mesías como el Hijo de David, desde una perspectiva política y militar, pero, aunque era realmente descendiente de David, su Reino era mucho más que una reino político y militar. Está destacando su propio señorío, aún sobre el mismo David, de quien precedía.
Jesús les está diciendo que tenían una idea demasiado pequeña de Dios. Siempre ha sido la tendencia humana el hacer a Dios a nuestra imagen, despojándole de su plena majestad.

PRIVILEGIOS ABSURDOS
Lucas 20:45-47
Los escribas y los rabinos siempre habían esperado recibir honores extraordinarios. Para ello habían establecido toda clase de reglas. En los centros de estudios, eran los rabinos más eruditos los que tenían preferencia; en los banquetes, los más viejos… Incluso pretendían que se los considerara por encima de los padres y decían también que el respeto que se le debía al maestro era casi como el que se le debía a Dios. Tales pretensiones parecen increíbles; no era bueno que nadie las tuviera, pero mucho menos que la gente creyera que debía ser así…
Jesús también acusa a los escribas de devorar las haciendas de las viudas. La ley obligaba al rabino a no cobrar por enseñar, pero también se enseñaba que el mantener a un rabino era un acto de suprema piedad. No cuesta, entonces, creer que ciertas mujeres impresionables fueran presas fáciles de rabinos poco escrupulosos y muy dados a la codicia.
.Todo ese negocio le disgustaba y repugnaba a Jesús. Y además, eran precisamente los hombres que tenían acceso a la cultura y que tenían puestos de responsabilidad en la comunidad. Dios no dará por inocente al que usa una posición de confianza para aprovecharse y abusar de los que confían en él.
¡Cuántos deberían oír esta advertencia de Jesús en nuestros días!




Lección nº 39:
UNA OFRENDA ÚNICA Y PROFECÍAS EXTRAORDINARIAS
Lucas 21: 1-24

UNA OFRENDA ÚNICA
Lucas 21:1-4
En el Atrio de las Mujeres del templo había trece grandes receptáculos a los que llamaban Trompetas, por la forma que tenían, con la parte estrecha para arriba y lo más ancho abajo; en cada uno se recogían las ofrendas para un fin determinado: para la leña para los holocaustos; para el incienso; para la conservación de los utensilios de oro, etc. Jesús estaba sentado cerca de las trompetas.
Después de los agotadores debates con los emisarios del Sanedrín y de los saduceos, Jesús estaba tan cansado que se sentó y en cierto momento levantó la vista y vio a la gente echar sus ofrendas en las trompetas; y luego vio a una viuda pobre: todo lo que tenía en el mundo eran dos blancas (leptas), que era la moneda más pequeña; pero Jesús dijo que la ofrenda de la viuda valía más que lo que habían echado los ricos, porque era todo lo que tenía.
El valor de una ofrenda lo determinan dos cosas:
1-El espíritu con que se ofrenda… Una ofrenda que se hace por obligación o para presumir, pierde casi todo su valor. La única ofrenda que vale la pena es la que sale de un corazón de amor, la que se da con libertad y voluntad.
2-El sacrificio que supone... Lo que es una miseria para uno puede ser una fortuna para otro. Las ofrendas que los ricos dejaban caer para que todos las vieran y oyeran tintinear no les suponían ningún sacrificio; pero las dos blancas de la viuda eran todo lo que tenía. Probablemente los ricos ofrendaban después de calcular el valor de cada moneda. Ella daba con la máxima generosidad, porque no tenía más.
El dar no empieza a ser real hasta que duele... Un regalo no es señal de amor a menos que hayamos tenido que privarnos de algo o trabajar horas extraordinarias para poder hacerlo.
Sería una señal de suprema insensatez el ser capaz de leer la historia de las dos blancas de la viuda sin hacer un examen de conciencia.

PROFECÍAS Y ADVERTENCIAS
Lucas 21:5-24

EL TRASFONDO DEL CAPÍTULO
Desde el versículo 5 este capítulo es muy difícil. Su dificultad consiste en que se reflejan en él cuatro ideas diferentes:
1-Está la idea del Día del Señor. Los judíos creían que el tiempo tiene dos edades: está la edad presente, que es completa e irremediablemente mala y que acabará en destrucción, y la era por venir, que sería la edad de oro de Dios y de la supremacía de los judíos. Pero entre ambas estaba el Día del Señor, que sería un tiempo terrible de cataclismos cósmicos y destrucción, los dolores de parto de la nueva era.
El Día del Señor era una de las ideas básicas del pensamiento religioso en tiempos de Jesús; todo el mundo conocía estas terribles premoniciones. En este capítulo las vemos reflejadas en los versículos 9, 11, 25 y 26.
2-Está la profecía de la destrucción de Jerusalén, que se cumplió el año 70 d.C., después de un asedio en el que los habitantes llegaron al canibalismo y la ciudad fue tomada literalmente piedra a piedra. Josefo dice que un número increíble de 1.100.000 personas perecieron en el asedio, y 97.000 fueron llevadas cautivas. La nación judía fue borrada del mapa; el templo fue incendiado y desolado. En este pasaje se hace referencia a ese acontecimiento todavía futuro en los versículos 5, 6, 20-24.
3-Está la idea de la Segunda Venida de Cristo. Jesús estaba seguro de que iba a volver otra vez, y la Iglesia Primitiva esperaba su vuelta. Nos ayudará a comprender los pasajes del Nuevo Testamento que hablan de la Segunda Venida si tenemos en cuenta que muchos de los detalles que estaban en relación con el Día del Señor se le aplicaron, como los versículos 27 y 28 de este capítulo. Antes de la Segunda Venida se esperaba que muchos pretendieran ser el Mesías, y que tuvieran lugar muchos cataclismos. A eso se refieren los versículos 7-9.
4-Está la idea de la persecución por venir. Jesús previó y predijo las cosas terribles que habrían de sufrir los suyos por su relación con Él en los días por venir. Se refieren a esto los versículos 12-17.
Este pasaje nos resultará más fácil de entender y provechoso si tenemos presente que no trata  exclusivamente de un tema, sino de cuatro íntimamente relacionados.

Fue la referencia a las bellezas del templo lo que movió a Jesús a profetizar. Veamos una descripción del templo en los días de Jesús: “La fachada del templo no carecía de nada que pudiera sorprender a los ojos o a la imaginación, porque estaba recubierta por todas partes de planchas de oro de gran peso, y a los primeros rayos del Sol reflejaba un esplendor ardiente, y obligaba a apartar la mirada a los que intentaban fijar en ella los ojos, exactamente igual que si hubieran querido mirar al Sol. Pero el templo les parecía a los extraños que lo miraban a distancia como una montaña cubierta de nieve; porque las partes que no estaban chapadas de oro eran extremadamente blancas”.
En este pasaje aprendemos algunas cosas fundamentales acerca de Jesús y de la vida cristiana:
Jesús sabía leer las señales de la Historia. Todos estaban ciegos al desastre que se les avecinaba, pero Él vio el difícil tiempo que venía sobre Israel. Era también absolutamente sincero y anticipó a sus seguidores lo que habrían de sufrir por Él. Jesús creía lo bastante en los suyos como para ofrecerles, no un camino fácil, sino un camino heroico. Por eso les prometió a sus discípulos que nunca estarían solos cuando se enfrentaran con sus tribulaciones.
Es evidente en la historia que han escrito los cristianos con sus vidas que, cuando estaban sufriendo torturas y esperando la muerte, sentían la presencia del Señor de una manera especialísima. “La cárcel se convierte en un palacio, el patíbulo en un trono, la tormenta en una brisa grata, cuando Cristo está con nosotros”.

ESTAR  ATENTOS
Lucas 21:25-37
Aquí hay dos ideas principales:
La de la Segunda Venida de Cristo. Sobre esto ha habido muchas discusiones y especulación; cuándo y cómo será no se nos ha concedido saber. Pero lo más importante es que la Historia se dirige a una culminación. La concepción cristiana de la Historia es que tiene una meta, y esa meta se alcanzará cuando Jesucristo sea Señor de todo.
Se hace hincapié en la necesidad de estar en guardia. El cristiano no debe llegar a creer que se encuentra en una situación definitiva; sino más bien en un continuo estado de espera en la seguridad de que nos estamos preparando para presentarnos ante Dios. No puede haber nada más interesante para un cristiano.
Jesús plantea el desarrollo de esa historia proféticamente y con una intención de advertencia reclamando a los suyos fidelidad. El relato del evangelista sobre el discurso de Jesús es claro y contundente y no merece mayores comentarios (teniendo en cuenta que es un tema escatológico que no el objetivo de estos estudios)




Lección nº 40:
LA TRAICIÓN Y LA ÚLTIMA CENA
Lucas 22: 1-23

JUDAS SE VENDE
Lucas 22:1-6
Era el tiempo de la Pascua cuando Jesús llegó a Jerusalén para morir. La fiesta de los ázimos, o pan sin levadura, no era exactamente lo mismo que la Pascua. La fiesta de los ázimos duraba una semana, del 15 al 21 de Nisán (Abril), y la Pascua se comía el 15 de Nisán, en conmemoración de la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto (Éxodo 12).
(Aquella noche, el ángel de la muerte había matado a los primogénitos de todas las familias egipcias, pero había pasado por alto –eso quiere decir la palabra pésaj, pascua- los hogares de los israelitas, porque tenían el dintel de sus puertas marcado con la sangre del cordero. Aquella noche tomaron con tanta prisa su última cena en Egipto para salir huyendo  inmediatamente que no comieron pan con levadura, porque habría requerido más tiempo esperar a que se leudara la masa antes de cocerla)
Todos los varones judíos mayores de edad que vivieran a un máximo de 25 kilómetros de Jerusalén tenían que ir allí a celebrar la Pascua; pero era el sueño de todos los judíos, y aún lo es, el celebrar la Pascua en Jerusalén por lo menos una vez en la vida. Por eso había tantos peregrinos en Jerusalén en el tiempo de la Pascua. Fue en una ciudad abarrotada de público donde se representó el último acto del drama final de la vida de Jesús.
La atmósfera siempre era inflamable en el tiempo de la Pascua. El cuartel general del gobierno romano estaba en Cesárea y, normalmente, bastaba con un destacamento reducido de tropas estacionadas en Jerusalén; pero en la Pascua había muchos más.
Así que el problema de las autoridades judías era cómo arrestar a Jesús sin provocar un levantamiento; y vieron la solución en la traición de Judas.
Dice el pasaje que Satanás entró en Judas. Esto debe ser bien entendido: de la misma manera que Dios está siempre buscando personas que sean sus instrumentos, también Satanás. Una persona puede ser un instrumento para bien o para mal, de Dios o del diablo. Pero es verdad que Satanás no podría haber entrado en Judas si Judas no le hubiera abierto la puerta. La puerta del corazón humano no tiene la manija por fuera, y sólo se puede abrir desde dentro. De nosotros depende si vamos a ser un instrumento de Satanás o de Dios. Podemos alistarnos al servicio de uno de los dos.

LA ÚLTIMA CENA JUNTOS
Lucas 22:7-23
De nuevo vemos que Jesús no dejó las cosas para el último momento. Se había formado un plan, y lo llevaba a cabo. Las casas de más categoría tenían dos habitaciones, una encima de la otra; de modo que la casa parecía formada por dos cajas, la más pequeña encima de la otra. A la habitación de arriba se llegaba por una escalera exterior. En el tiempo de la Pascua el hospedaje era gratuito en Jerusalén. Lo único que el hospedador podía recibir por el alojamiento de peregrinos era la piel del cordero que se comían en la fiesta. La habitación de arriba se solía usar para que se reuniera un rabino con sus discípulos predilectos para hablar con ellos en la intimidad, de allí la instrucción se seguir a un hombre que llevaría un cántaro (tarea que hacían generalmente las mujeres).
La fiesta se estaba celebrando, y Jesús usó los símbolos tradicionales para darles un nuevo significado.
Dijo del pan: “Esto significa mi cuerpo, entregado por amor de vosotros”. Aquí tenemos lo que se suele llamar un sacramento. Un sacramento es algo, por lo general ordinario, que ha adquirido un significado nuevo y extraordinario para el que tenga ojos para ver y un corazón para entender. No hay nada especialmente misterioso en esto.
El pan que tomamos en la Comunión es pan corriente; pero para el que tiene el corazón dispuesto a sentir y entender, es el mismo cuerpo de Cristo.
También Jesús dijo de la copa: “Esta copa representa el nuevo pacto entre Dios y el hombre que se hace posible al precio de mi sangre, que se derrama por amor de vosotros”. En su sentido bíblico, pacto es la relación entre el hombre y Dios. Dios se acercó en su gracia al hombre, y el hombre se comprometió a obedecer y cumplir la ley de Dios (Éxodo 24:1-8). La continuidad de ese pacto dependía de que el hombre cumpliera su compromiso y obedeciera esa ley. Pero el hombre ni pudo ni puede, y el pecado interrumpe la relación entre el hombre y Dios. Todo el sistema sacrificial de Israel estaba diseñado para restaurar esa relación por medio de los sacrificios que hacían expiación por el pecado. Lo que dijo Jesús fue que con su muerte establecía una nueva relación entre los hombres pecadores y Dios. Costó la vida preciosa de Jesús el restaurar la relación perdida entre Dios y los hombres.
Finalmente Jesús dijo: “Haced esto en memoria de mí”. Jesús sabía lo fácilmente que olvida la mente humana. La gente olvida porque no lo puede evitar; Jesús establece este mandamiento para que su pueblo unido le recuerde siempre…
La presencia del traidor a la mesa hacía la tragedia aún más trágica; una tragedia que se repite una y otra vez…. Jesucristo tiene a su mesa siempre que se celebra la Comunión a los que le traicionan; porque, si en la Casa del Señor nos comprometemos con Él y luego en nuestra vida salimos para negarle, somos traidores a su causa.





Lección nº 41:
RIVALIDAD, TRAGEDIA Y TRICIÓN CONSUMADA
Lucas 22: 24-62


RIVALIDAD ENTRE LOS DISCÍPULOS DE CRISTO
Lucas 22: 24-30
Es una de las cosas más amargamente trágicas del relato evangélico el que los discípulos se pusieran a discutir sus prerrogativas a la sombra de la Cruz. Los sitios a la mesa en una fiesta judía estaban muy definidos. La mesa estaba dispuesta en forma de cuadrado, con uno de los lados abierto. A la cabecera se sentaba el anfitrión; a su derecha, el huésped más honorable; a su izquierda, el siguiente en cuanto a honor; luego, siempre por orden jerárquico, el segundo de la derecha, el segundo de la izquierda, y así hasta el final de la mesa. Los discípulos habían estado peleándose por los puestos, porque todavía no se habían desembarazado de la idea de un reino terrenal. Jesús les dijo tajantemente que las dignidades de su Reino no eran como las de este mundo.
En el Reino de los Cielos el servicio es prioridad; y quien está dispuesto a la obediencia y al servicio es quien será honrado por el Rey…
Jesús promete a sus discípulos que los que habían estado con Él en la lucha estarían con Él en el Reino. Dios no queda en deuda con nadie. Los que compartan la Cruz de Cristo compartirán un día su corona.
Pero la condición no es aspirar a privilegios infundados, sino la disposición a servir imitando al Señor.

LA TRAGEDIA DE PEDRO
Lucas 22: 31-38 y 54-62
Vamos a tomar la historia de la tragedia de Pedro en conjunto. Pedro era una extraña mezcla.
No hay dudas de que a pesar de la negación, era fundamentalmente leal. Por encima de lo que hizo, y aunque su fallo fue terrible, estaba apasionadamente consagrado a Jesús.
Pero es necesario entender que Pedro estaba advertido. Jesús se lo había advertido directa e indirectamente. Los versículos 33 a 38, con la conversación sobre las espadas, son extraños. Pero lo que quieren decir es que Jesús advierte a sus muchachos que aun sus propias vidas estarían en juego… Aunque esto no era sugerirles que usaran las armas, sino simplemente una manera de anticiparles los peligros que les habrían de sobrevenir.
Aun así Pedro se confió demasiado y esto lo desprotegión… Para ser justos tenemos que reconocer que Pedro fue uno de los dos discípulos (Juan 18:15) que tuvo el valor de seguir a Jesús hasta el patio de la casa del Sumo Sacerdote. Por eso es importante precisar que Pedro tuvo que enfrentar una tentación que sólo se le podía presentar a un hombre valiente. El valiente siempre corre más riesgos que el cauteloso. El exponerse a la tentación es el peligro que corre el que es arriesgado en pensamiento y en acción.
Jesús no le habló a Pedro con ira, sino le miró con pena. Probablemente Pedro habría preferido que Jesús se hubiera vuelto y se lo hubiera echado en cara; pero aquella mirada muda y apesadumbrada le atravesó el corazón como una espada y le abrió la fuente de las lágrimas.
El castigo del pecado es ver en los ojos de Jesús, no su ira, sino el dolor de su corazón porque le hemos fallado.
Pero Jesús le dijo a Pedro algo muy hermoso: “Cuando hayas vuelto a tu puesto, ayuda a tus hermanos a mantenerse firmes”, dando a entender que finalmente esa experiencia negativa lo fortalecería.
Por cierto es que no podemos ayudar de veras a otro a menos que hayamos pasado por la misma aflección… El experimentar la vergüenza del fracaso no es sin fruto, porque nos da la compasión y la comprensión que no tendríamos de otra manera.

HÁGASE TU VOLUNTAD
Lucas 22: 39-46
El espacio era tan limitado en Jerusalén que no había jardines. La gente acomodada tenía jardines privados en el monte de los Olivos. Algún amigo de Jesús le permitiría usar su jardín, y allá se retiró a pelear su solitaria batalla. Sabía lo que era la crucifixión. Estaba en agonía; la palabra griega se refiere a la lucha desesperada por la vida… Era el momento decisivo de la vida de Jesús. Todavía podía volverse atrás y evitar la cruz. La salvación del mundo estaba pendiente de aquella decisión de Jesús mientras sudaba grandes gotas de sangre en Getsemaní.
Pero Jesús, venciendo aun sobre sí mismo, proclama al Padre: “Hágase tu Voluntad”, en el acto más sublime y profundo de obediencia que jamás persona alguna pueda llegar a dar.
Esta frase podría pronunciarse con dolor y resignación, porque tal vez no haya otra opción, pero Jesús la manifiesta con un acento de confianza perfecta en los planes del Padre; estaba hablando con su Padre, con un Dios cuyos brazos eternos le sostenían y rodeaban aun en la cruz. Se sometía, pero a un amor que no le dejaría.

EL BESO DEL TRAIDOR
Lucas 22: 47-53
Judas había encontrado la manera de traicionar a Jesús de forma que las autoridades se le pudieran echar encima cuando no hubiera gente. Sabía que Jesús acostumbraba a ir por las noches al jardín de la colina, y allí guió a los emisarios del Sanedrín. Cuando un discípulo se encontraba con su querido rabino, le ponía la mano derecha en el hombro izquierdo y la izquierda en el derecho, y le daba un beso. Fue el beso del discípulo al maestro el que Judas usó como señal de su traición.
Hay cuatro personajes implicados en la escena del arresto, y son significativas las acciones y reacciones de cada uno:
-Tenemos a Judas, el traidor. Era un hombre que había dejado a Dios para hacerse aliado de Satanás. Sólo cuando se ha echado a Dios de la vida y recibido a Satanás se puede llegar tan bajo como para vender a Cristo.
-Tenemos a los judíos que habían venido a arrestar a Jesús. Llevaban tanto tiempo siguiendo su propio camino y cerrando los oídos y los ojos a la voz y a la luz de Dios que, al final, ya no le pudieron reconocer cuando vino.
-Tenemos a los discípulos. Se les había hundido el mundo, y estaban convencidos de que aquello era el fin; en lo único que pensaban era en la terrible situación en que se encontraban y se olvidaron de las enseñanzas de Jesús y de Dios mismo, cayendo en la desesperación…
-Y finalmente tenemos a Jesús. Era el único en toda la escena que se no olvidaba la Voluntad del Padre. Lo maravilloso de Jesús en aquellos últimos momentos era su absoluta serenidad una vez que pasó Getsemaní. Aun en su arresto, parecía ser el que estaba en el control de la situación; hasta en su juicio, Él era el juez.
Sólo cuando un hombre se ha sometido a Dios puede estar por encima de las circunstancias.




Lección nº 42:
BURLAS, JUICIO Y CHANTAJE
Lucas 22: 63- 23: 35


BURLAS Y LATIGAZOS Y JUICIO
Lucas 22: 63-71
En la misma noche de su arresto, llevaron a Jesús al Sumo Sacerdote para un interrogatorio privado y oficioso, con el propósito de encontrar algo de lo que pudieran acusarle oficialmente. Después de eso entregaron a Jesús a los policías del templo para que le custodiaran, pero estos se aprovecharon para divertirse cruelmente a su costa. Cuando llegó la mañana le llevaron al Sanedrín.
El Sanedrín era el tribunal supremo de los judíos, que tenía jurisdicción especialmente en cuestiones religiosas. Lo formaban setenta miembros, entre los que figuraban escribas, rabinos y fariseos, sacerdotes y saduceos, y ancianos. No se podía reunir de noche, de modo que esperaron a la mañana para llevar a Jesús. El Sanedrín sólo se podía reunir en el salón de la Piedra Tallada, en el recinto del templo. El presidente era el Sumo Sacerdote.
Se han conservado a pesar del tiempo, las reglas de procedimiento del Sanedrín, que eran probablemente ideales, aunque no se cumplían nunca del todo; pero, por lo menos, nos permiten conocer lo que los judíos consideraban que debía ser el Sanedrín, y cuánto faltó para que se cumpliera en el juicio de Jesús.
El tribunal se sentaba en semicírculo, para que cada uno pudiera ver a todos los demás. El reo se colocaba enfrente del tribunal, vestido con ropas de duelo. Detrás de él se sentaban filas de estudiantes y discípulos de los rabinos, que podían hablar en defensa del acusado, pero no en contra. Las vacantes que se produjeran entre los miembros del tribunal eran cubiertas por algunos de estos estudiantes. Todas las acusaciones tenían que probarse por la evidencia de dos testigos, examinados independientemente. Cuando se llegaba el momento de dar el veredicto, todos los miembros del tribunal tenían que emitir su juicio individualmente, empezando por los más jóvenes hasta acabar por el más anciano. Para la absolución era suficiente con la mayoría de un voto, pero para la condenación se necesitaban por lo menos dos votos de diferencia. La sentencia de muerte no se podía ejecutar el mismo día que se pronunciaba; tenía que pasar una noche, para que el tribunal durmiera, y considerara si debía aplicar la piedad. Todo el procedimiento estaba diseñado para que prevaleciera la gracia; y, hasta en el breve relato de Lucas, está claro que el Sanedrín no cumplió sus reglas en el caso del juicio de Jesús.
Hay que notar que el crimen del que se acusaba a Jesús era blasfemia. El pretender ser el Hijo de Dios era un insulto a la majestad de Dios, y por tanto una blasfemia que se castigaba con la muerte.
Es el hecho trágico que, cuando Jesús pidió amor, ni siquiera recibió justicia. Es el hecho glorioso que Jesús, aun saliendo de una noche de interrogatorios maliciosos, burlas y malos tratos, no tenía la menor duda de que se sentaría a la diestra de Dios y su victoria era segura. Tenía una fe que desafiaba a los hechos. Él nunca pensó, ni por un momento, que los hombres podían derrotar el propósito de Dios.

SILENCIO ANTE HERODES
Lucas 23: 1-12
En tiempos de Jesús los judíos no tenían autoridad para ejecutar la pena capital, que tenía que imponer el procurador romano y ser ejecutada por las autoridades romanas. Por eso llevaron los judíos a Jesús a Pilato. El crimen del que le acusaban da muestra a todas luces de su malignidad. Ante el Sanedrín, el crimen había sido la blasfemia, porque Él había osado llamarse Hijo de Dios. Esa acusación ni se le mencionó a Pilato; porque sabían que no tendría ningún peso para él, sino que la habría considerado cosa de la religión o de la superstición judía. El cargo que querían sustanciar contra Jesús era exclusivamente político, y lleva el sello de la mentalidad y astucia de los saduceos. De hecho fueron los saduceos aristócratas y colaboracionistas los que consiguieron la crucifixión de Jesús, porque temían que resultara un elemento perturbador y produjera una situación en la que ellos perdieran la riqueza y el poder que tenían.
La acusación ante Pilato era realmente triple. Acusaban a Jesús de agitación sediciosa; de animar a la gente a no pagar tributo al Emperador, y de atribuirse el título de rey. Todo esto era falso, y ellos lo sabían; pero recurrieron a las mentiras más calculadas y maliciosas en su loco deseo de eliminar a Jesús.
Pero Pilato era un oficial romano experimentado y percibió sus intenciones; por eso no tenía ninguna gana de complacerlos. Pero tampoco los quería ofender. Habían dicho que Jesús era galileo para añadir más leña al fuego, porque Galilea era la cuna de los rebeldes… Y esto le ofrecía a Pilato una salida de escape. Galilea era la jurisdicción de Herodes Antipas, que se encontraba casualmente en Jerusalén, probablemente para cumplir la Pascua. Así es que Pilato le remitió el caso a Herodes.
Herodes consideraba a Jesús un mero espectáculo, y tomó a Jesús a broma; se burló de Jesús, y le vistió de una ropa de rey para reírse de Él. Para decirlo de otra manera: se negó a tomar a Jesús en serio. Se le mostró a su corte como una curiosidad divertida, y nada más. Seguramente en su puesto de rey, con la fuerza que le daba su guardia, pensó que ese carpintero Nazareno no tenía la menor importancia.
No deja de llamarnos la atención la amistad que nace entre Herodes y Pilato a partir de esta situación…

LOS JUDÍOS LE HACEN CHANTAJE A PILATO
Lucas 23: 13-25
Este es un pasaje extrañísimo. Una cosa sí queda clara, y es que Pilato no quería condenar a Jesús. Se daba cuenta de que eso sería traicionar la justicia imperial que era la gloria de Roma. No menos de cuatro veces hizo lo posible para no dictar sentencia de muerte. Les dijo a los judíos que resolvieran el asunto ellos (Juan 19:6, 7); trató de pasarle el caso a Herodes; intentó convencer a los judíos que recibieran a Jesús como el preso al que se dejaba en libertad por la Pascua (Marcos 15:6) y también trató de llegar a un compromiso diciendo que castigaría a latigazos a Jesús y luego le dejaría en libertad.
Pero ¿Cómo podía la multitud enardecida coaccionar a un gobernador romano experimentado para que dictara sentencia de muerte? Es literalmente cierto que los judíos le hicieron chantaje. El hecho escueto era que, en la justicia romana imparcial, una provincia tenía derecho a delatar a un gobernador romano por mal gobierno, y ese gobernador sería tratado con dureza… Y Pilato había cometido dos graves errores durante su mandato de acuerdo con datos históricos:
- Las tropas romanas llevaban banderas en cuya cabecera había una efigie del actual Emperador, que era oficialmente, durante su reinado, un dios. La ley judía prohibía el uso de imágenes y, en deferencia a los principios judíos, los gobernadores anteriores quitaban la imagen del emperador de las banderas al marchar hacia Jerusalén. Pero Pilato se negó a seguir esa costumbre, e hizo su entrada en Jerusalén por la noche con sus tropas llevando la imagen del emperador en las banderas. Los judíos vinieron en masa a Cesárea a pedirle a Pilato que quitara las imágenes. Él se negó, pero ellos insistieron. Al sexto día Pilato estuvo dispuesto a reunirse con los líderes de los judíos en un espacio abierto, rodeado de sus tropas. Les informó que, si no dejaban de molestarle con sus constantes peticiones, el castigo sería la muerte. Ellos se arrojaron al suelo, descubrieron sus cuellos, y dijeron que estaban dispuestos a morir antes que a admitir la trasgresión a sus leyes. Ni siquiera un hombre como Pilato podía masacrar a hombres así a sangre fría, y tuvo que ceder (Josefo: Las Antigüedades de los Judíos, libro 18, capítulo 3).
-La segunda equivocación que cometió Pilato fue el asunto de la nueva conducción de agua que se habría de financiar en parte con dinero del templo, a la que ya hicimos referencia en el comentario a Lucas 13:1-4.
Lo único que un gobernador romano no se podía permitir era tolerar desórdenes civiles en ningún rincón del vasto imperio.
Si los judíos hubieran informado oficialmente cualquiera de los dos incidentes, no cabe duda que Pilato habría perdido su puesto. Es Juan el que nos menciona la insinuación de los oficiales judíos (Juan 19:12). Obligaron a Pilato a condenar a Jesús a muerte amenazándole con un informe oficial a Roma.
Pilato mostró no tener el valor de enfrentar las consecuencias de sus errores y sacrificó la justicia antes que perder su posición. Sentenció a Jesús a muerte para seguir como gobernador de Palestina. Si hubiera sido un hombre de valor, habría hecho lo que debía y asumido las consecuencias; pero hizo el papel de un cobarde; y tal vez este sea su estigma definitivo.




Lección nº 43:



EL CAMINO DEL CALVARIO
Lucas 23:26-31
Siempre que se condenaba a un criminal a la cruz, se le sacaba de la sala del juicio entre cuatro soldados romanos. Luego le ponían el travesaño de la cruz en los hombros, y le conducían al lugar de la ejecución por el camino más largo posible, con otro soldado por delante que llevaba un cartel donde sé había escrito el delito, para que escarmentaran los que pudieran pensar en hacer algo parecido. Eso es lo que hicieron con Jesús.
Al principio, Jesús iba llevando la cruz (Juan 19:17); pero se ve que, con lo que ya había sufrido, le faltaron las fuerzas y no podía seguir adelante. Palestina era un país ocupado, y los soldados romanos podían requisar a cualquier ciudadano para cualquier servicio. Bastaba con un golpecito con lo plano de la espada. Cuando Jesús se hundió bajo el peso de la cruz, el centurión romano a cargo miró a su alrededor, y se fijó en Simón, natural de Cirene, la actual Trípoli, que parecía suficientemente robusto. Probablemente era un judío que se había pasado la vida ahorrando para poder comer algún día la Pascua en Jerusalén; pero también es posible que fuera un residente al que llamaban por su lugar de origen como era frecuente entre los judíos.
Marcos nos dice que Simón era el padre de Alejandro y de Rufo  Marcos (15:21). Eso no puede querer decir más que los hijos de Simón Cireneo eran conocidos en la comunidad a la que Marcos dedicó su evangelio, que se cree que era la iglesia de Roma. Si leemos la carta del apóstol Pablo a esa iglesia, encontramos al final entre los saludos: “Recuerdos a ese noble cristiano que es Rufo, y a su madre, que me trató como a un hijo” (Romanos 16:13). Es posible que este Rufo fuera el hijo, y su madre la mujer de Simón Cireneo.
Es posible que, mirando a Jesús, la amargura de Simón dejó paso a la admiración y finalmente a la fe, y él haya llegado a ser uno de los primeros cristianos, y su familia una de las más conocidas y queridas de la iglesia de Roma.
Detrás de Jesús iba un grupo de mujeres llorando por Él. Jesús se volvió y les dijo que no lloraran por Él, sino por sí mismas. Se les estaban echando encima días terribles. Para los judíos, un matrimonio sin hijos era la mayor desgracia; era una de las razones por las que se podía conceder el divorcio. Pero llegaría el día en que se consideraría afortunada a la estéril. Una vez más, Jesús está contemplando proféticamente la destrucción de la ciudad que tantas veces antes y ahora otra vez había rechazado la invitación de Dios.

CRUCIFIXIÓN Y PERDÓN
Lucas 23: 32-38
Cuando se llegaba al lugar de la ejecución, se dejaba la cruz en el suelo. Era bastante baja, de forma que los pies del criminal estaban a poca distancia del suelo. Había un grupo de mujeres de Jerusalén que tenían costumbre de ir a las crucifixiones para darle al reo un trago de vino con drogas para que sintiera menos el horror del suplicio. También se lo ofrecieron a Jesús, pero Él lo rechazó (Mateo 27:34). Estaba decidido a sufrir la muerte hasta lo sumo, con la mente despejada y los sentidos despiertos. Los brazos del reo se extendían sobre el travesaño, y se le clavaban las manos; los pies no se solían clavar, sino sólo atar. En medio del poste había a veces una protuberancia, que llamaban la silla, que aguantaba el peso del reo para que no se rasgaran las manos. Entonces se levantaba la cruz y se afirmaba en un agujero del suelo. Lo terrible de la crucifixión era que el dolor del suplicio era inmenso, pero no producía la muerte, que llegaría a consecuencia del hambre, la sed, el frío, el calor, a veces después de muchas horas y aun días.
Se sabe de algún caso en el que el criminal se mantuvo vivo toda una semana, hasta que murió con señales indudables de locura.
La ropa del criminal se la quedaban como compensación los cuatro soldados que le habían escoltado hasta el patíbulo. Los judíos tenían cinco artículos de ropa: la túnica interior, la exterior, el cinto, las sandalias y el turbante. Cuatro se las dividieron entre los cuatro soldados, y quedaba la túnica exterior que, en el caso de la de Jesús, estaba tejida de una pieza, sin costura (Juan 19:23, 24). El haberla cortado para repartirla habría sido echarla a perder; así es que los soldados se la echaron a suertes a la sombra de la cruz. No les inquietaba el que, a poca distancia, un reo estaba agonizando lenta y horriblemente.
El cartel que se ponía en la cruz era el mismo que se había exhibido durante la marcha.
Durante su agonía Jesús dijo muchas cosas pero tal vez ninguna tan significativa como: “¡Padre, perdónalos, no saben lo que están hacen!”…
Cuando estaban matando a pedradas a Esteban, él oraba: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7: 60). No hay nada más extraño ni más precioso que el perdón cristiano. Cuando el resentimiento amenaza con inundarnos el corazón de amargura, escuchemos otra vez al Señor pidiendo el perdón de los que le estaban crucificando… (Efesios 4:32).
La idea de que aquel, el más horrendo crimen de la humanidad, se cometió por ignorancia, aparece en todo el Nuevo Testamento. Pedro le dijo a la gente pocos días después (Hechos 3:17). Pablo dijo que habían crucificado a Jesús porque no le habían reconocido (Hechos 13:27)… Tal vez fue esa ignorancia la que privilegió Jesús para pedir al Padre su perdón por los que lo crucificaban. Quienes somos sus discípulos debemos tener también esa actitud compasiva… Somos hombres y mujeres de Cristo, y debemos perdonar como Él perdonó.

UNA PROMESA NOTABLE
Lucas 23: 39-43
Aquello de crucificar a Jesús entre dos delincuentes conocidos lo hicieron las autoridades a propósito para  humillar a Jesús ante la gente, equiparándole a otros criminales.
La charla entre los criminales desnuda las dos posibles actitudes frente a Jesús… Y dos destinos.
La palabra Paraíso viene del persa, y quiere decir un jardín amurallado. Cuando el rey persa quería hacerle un gran honor a alguno de sus servidores, le nombraba su acompañante en el paraíso, para que paseara y conversara con el rey en aquel lugar delicioso. Fue más que la inmortalidad lo que Jesús le prometió al ladrón arrepentido: le prometió el honor de gozar de su compañía en el jardín de la corte celestial.
Este relato nos dice, entre otras cosas importantes, que nunca es tarde para reconocer a Jesús como nuestro Rey y Salvador; y que no hace más falta que una fe verdadera..
Hay otras posibilidades en las que podemos llegar a decir que ya no hay más oportunidades… Pero eso no se puede decir de volver a Cristo: mientras late el corazón, sigue en pie la invitación..»

“CONSUMADO ES…”
Lucas 23: 44-49
Todos los detalles de este pasaje están henchidos de profundo significado.
-Se produjo una gran oscuridad cuando murió Jesús. Era como si el Sol mismo no pudiera mirar lo que las manos humanas habían hecho. El mundo queda sumido en las tinieblas cuando los hombres intentan deshacerse de Jesús.
-La cortina del templo se rasgó por en medio. Esta era la cortina que ocultaba el Lugar Santísimo, donde moraba la presencia de Dios, el lugar en el que nadie podía entrar más que el sumo sacerdote, una vez al año, el gran Día de la Expiación.
Era como si el camino a la presencia de Dios que había estado cerrado se hubiera abierto totalmente para todos. Era como si el corazón de Dios, hasta entonces oculto, se hubiera descubierto.
-Jesús clamó a gran voz. Los tres evangelios sinópticos nos recuerdan ese grito final (véase Mateo 27:50; Marcos 15:37).
Juan, por otra parte, no menciona el gran grito, pero nos dice que Jesús murió diciendo: “¡Consumado es!” (Juan 19:30). En griego y en arameo, consumado es, es una sola palabra, y esa fue la que Jesús dijo en voz muy alta al morir. Murió con un grito de triunfo en sus labios, proclamando su triunfo como el vencedor que había derrotado definitivamente al enemigo en el último enfrentamiento, y que había completado una gloriosa misión.
-Jesús murió con una oración en sus labios: “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Es una cita del Salmo 31:5. Ese versículo era la oración que pronunciaba un niño judío al acostarse por la noche. Jesús hizo aún más tierna la oración confiada añadiéndole la palabra Padre. Aun en la cruz, la muerte era para Jesús como el quedarse dormido en los brazos de su Padre.
-La muerte de Jesús impresionó vivamente al centurión y a la multitud. Su muerte tuvo el efecto que no había tenido su vida: quebrantó el duro corazón humano. “El imán de la Cruz había empezado a producir efecto en el mismo momento de la muerte de Jesús” (W. B.)




Lección nº 44:.
JESÚS VIVE Y UN FINAL FELIZ…
Lucas 23: 50- 24: 35

UNA TUMBA PRESTADA
Lucas 23: 50-56
La costumbre era que los cuerpos de los criminales no se enterraban, sino que se dejaban para los perros y los buitres; pero José de Arimatea salvó el cuerpo de Jesús de esa suerte indigna. No quedaba mucho tiempo, porque Jesús fue crucificado el viernes, y el sábado, el día de reposo, empezaba a la puesta del Sol.
José de Arimatea es, en cierto sentido, una figura trágica. Es el hombre que le prestó su tumba a Jesús. Era miembro del Sanedrín; se nos dice que no estuvo de acuerdo con la sentencia y la acción de aquel tribunal… Tal vez guardó silencio, o tal vez se ausentó cuando comprendió que era inútil evitar aquel curso de acción con el que no estaba de acuerdo. Simplemente guardó silencio; es de suponer que José esperó hasta que Jesús estuvo muerto, y entonces le dio su tumba.

JESÚS VIVE
Lucas 24: 1-12
Las mujeres guardaron el sábado y aquel primer domingo cristiano fueron a la tumba para embalsamar el cuerpo de su amado Señor con aromas y ungüentos. En Oriente, las tumbas se hacían muchas veces en la roca. El cadáver se envolvía en largas tiras de lino, como vendas, y se colocaba en un hoyo de la roca. Luego se cerraba la tumba con una gran piedra circular. Cuando llegaron las mujeres se encontraron con que la piedra no estaba en su sitio y una presencia celestial a su puerta….
En Marcos, el mensajero de la tumba es un joven con una túnica larga blanca (16:5); en Mateo, es un ángel del Señor (28:2). Aquí son dos varones con vestiduras deslumbrantes; y en Juan son dos ángeles (20:12). Es cierto que hay algunas diferencias de detalle; pero también es cierto que lo que importa está muy claro y siempre igual: el hecho de la tumba vacía.
Las mujeres volvieron con la mejor noticia de la Historia, pero los apóstoles no les creyeron. Aquello les sonaba a cuento. La palabra que se usa en el original se emplea en las historias médicas para referirse a las tonterías que se dicen en un estado febril agudo o de locura. Sólo Pedro se lanzó a comprobar si aquello era cierto.
La pregunta ineludible y desafiante de esta historia es la que dirigieron a las mujeres los mensajeros:”¿Cómo es que buscáis entre los muertos al que vive?”, porque podríamos hacer esa pregunta a muchos en nuestros días:
-Hay quienes le consideran el hombre más grande y el más noble héroe que haya habido jamás, pero que murió hace mucho tiempo y lo dejan en el pasado, mientras nosotros sabemos que Él vive y es presente..
-Hay quienes consideran a Jesús meramente como un hombre cuya vida hay que estudiar, cuyas palabras hay que examinar y cuya enseñanza hay que analizar; pero Jesús no es meramente un objeto de estudio, o el personaje de un libro sino una presencia viva.
-Hay quienes ven en Jesús el modelo y ejemplo perfecto. Y lo es; pero Jesús no se limita a ser un dechado perfecto que nunca podremos reproducir, sino que nos guía y fortalece para que podamos seguir su ejemplo. No es sólo un modelo de vida; es también una presencia que nos ayuda a vivir.
Tal vez muchos se han decepcionado con Jesús porque han respondido incorrectamente la pregunta de los ángeles, y siguen buscando entre los muertos al que vive…

CAMINO A EMAÚS
Lucas 24: 13-35
Esta es otra de las historias breves inmortales del mundo.
Nos habla de dos personas que iban caminando hacia el ocaso. Se ha sugerido que esa fue la causa de que no reconocieran a Jesús. Emaús está al Oeste de Jerusalén. Era por la tarde, y el Sol iba descendiendo de forma que los cegaba. Sabemos que el cristiano tiene delante, no una noche que se le echa encima, sino una aurora que rompe y eso fue algo de lo que, en el dolor de su desilusión, los dos que iban camino de Emaús no se habían dado cuenta.
La situación les parecía a aquellas dos personas que no tenía explicación. Los sueños y las ilusiones se les habían hecho añicos. Se refleja toda la desilusión más dolorosa y el sentimiento más hondo de frustración del mundo en sus palabras…
Pero entonces vino Jesús, y habló con ellos, y se les aclararon las tinieblas y el sentido de la vida.
Jesús fue muy cortés… Hizo como que iba para más lejos. No quería que se sintieran obligados, y esperó que fueran ellos los que le invitaran (Dios nos ha dado a los hombres el regalo más valioso y más peligroso del mundo: la libertad; podemos usarla para invitar a Cristo a nuestra vida, o para dejarle que se aleje)
El pasaje nos habla de cómo se les dio a conocer en el partimiento del pan. Esto siempre suena como una alusión a la Comunión, pero no tenemos por qué limitarlo así. Fue en una comida normal, en una casa normal, en la que se partió un pan corriente, en la que aquellas dos personas reconocieron a Jesús... Tal vez su gesto único, tal vez su autoridad inigualada… Pero es importante tener en cuenta que no es sólo en la mesa de la Comunión donde nos podemos encontrar con Cristo; también puede ser a la mesa de nuestro hogar.
Ese momento debe se haber sido maravilloso para los dos discípulos… Y un privilegio: habían visto con sus propios ojos a Jesús vivo.
Estas personas, cuando recibieron tan gran alegría, se apresuraron a compartirla. Eran otros doce kilómetros de vuelta a Jerusalén, y ya de noche; pero no podían guardarse la Buena Noticia. El Evangelio no es nunca del todo nuestro hasta que lo hemos compartido con otros.
Cuando por fin llegaron a Jerusalén, encontraron a otros que habían tenido una experiencia parecida. La gloria de los cristianos es que viven en una compañía de gente que ha tenido la misma experiencia. Cada uno de nosotros los cristianos formamos parte de una comunidad de personas que comparten una experiencia y un recuerdo común de su Señor.
Finalmente el pasaje nos dice que Jesús se le apareció a Pedro. Es maravilloso el que Jesús dedicara una de sus primeras apariciones precisamente al hombre que le había negado. Es la gloria de Jesús que Él puede devolverle la dignidad a un pecador arrepentido.

EN EL APOSENTO ALTO
Lucas 24: 36-49
Aquí leemos cómo vino Jesús a los suyos que estaban en el aposento alto. En este pasaje resuenan algunas de las notas características de la fe cristiana.
-Se hace hincapié en la realidad de la Resurrección. El Señor Resucitado no era un fantasma o una alucinación: era realmente Él. El Jesús que murió era el mismo Cristo que resucitó. El Evangelio no está basado en sueños de mentalidades fantasiosas sino en uno que en realidad se enfrentó y luchó con la muerte, y la venció, y resucitó.
-Se hace hincapié en la necesidad de la Cruz. Era a la Cruz a lo que apuntaban todas las Escrituras. La Cruz no fue una emergencia que Dios se vio obligado a aceptar porque otras medidas le habían fallado y su plan había fracasado. Era una parte esencial del plan de Dios, porque es el único lugar en todo el universo en el que podemos ver, en un instante, el amor eterno de Dios.
-Se hace hincapié en la urgencia de la misión. Tiene que llegar a todos los hombres la llamada al arrepentimiento y la oferta del perdón. La Iglesia no se podía quedar indefinidamente en el aposento alto; tenía que ir a todo el mundo. Después del aposento alto vino la misión universal de la Iglesia. Habían pasado los días de aflicción, y había que llevar la Nueva de gran gozo a todos los hombres.
-Se hace hincapié en el secreto del poder. Tenían que esperar en Jerusalén hasta que viniera sobre ellos el poder de lo Alto. Hay ocasiones en las que los cristianos parece que están perdiendo el tiempo, esperando pasivamente. Pero la acción sin preparación, a menudo falla. Hay un tiempo para esperar en Dios, y un tiempo para trabajar para Dios.

LA ASCENSIÓN
Lucas 24: 50-53
La Ascensión del Señor es algo que rebasa nuestra comprensión, porque es algo que no se puede expresar con palabras. Pero es algo que era esencial que sucediera. Sería inconcebible que las apariciones de Jesús fueran desapareciendo paulatinamente hasta dejar de producirse totalmente. Eso sí que habría hecho naufragar la fe de la humanidad.
Pero para los discípulos, la Ascensión quería decir tres cosas:
-Era un final de la presencia física del Señor. Hasta ese momento su fe había estado puesta en una persona de carne y hueso, y había dependido de su presencia física.
-Pero también era un principio. Los discípulos no abandonaron la escena apesadumbrados, sino rebosando de alegría, porque ahora sabían que tenían un Maestro de quien nada ni nadie los podría separar ya. La ascensión les dio a los discípulos la seguridad de que tenían a su Señor en el Cielo…
Es maravilloso saber que en el Cielo nos espera el mismísimo Jesús que vivió y actuó tan maravillosamente en la Tierra, y que sufrió una muerte horrible para que nosotros pudiéramos estar con Él para siempre en su Reino. Morir no es ya perdernos en la oscuridad, sino entrar en terreno conquistado por el Vencedor de la muerte, para estar ya siempre con Él.
Los Apóstoles volvieron a Jerusalén rebosando de gozo, y estaban en el Templo alabando a Dios. No es casualidad que el Evangelio según san Lucas acabe donde había empezado: en la Casa de Dios.

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